El pasado jueves, 4 de septiembre, el presidente del Banco
Central Europeo (BCE) Mario Draghi, anunció una nueva bajada de los tipos de
interés para préstamos de reservas en el Banco Central hasta el 0,05% lo que significa una rebaja adicional del
0,10% respecto al tipo fijado en junio de este mismo año. Además,
aumentó la penalización a los bancos comerciales por mantener un
exceso de reservas sobre los requerimientos establecidos hasta el -0,20%,
la anterior de junio era del -0,10%. Sin embargo, la medida más
significativa y heterodoxa, especialmente para al BCE, fue el anuncio
de un programa de compra de activos al sector privado no-financiero
para octubre (Quantitative Easing).
Las anteriores medidas se pueden
calificar como medidas desesperadas ante
el estancamiento del crecimiento del PIB de un buen número de países de la eurozona y,
si se me permite el juego de palabras, es una medida de la
desesperación de los dirigentes políticos ante una situación que
poco a poco se les escapa de la manos.
Es cierto, que el manejo de las
políticas económicas en la Eurozona ha sido especialmente
catastrófico. El concepto de austeridad expansiva pasará a la
historia como una de las estupideces más notables de política
económica. Los datos de destrucción de riqueza y empleo son
demoledores y el cambio de modelo productivo, palabra mágica donde
las haya junto con “emprendimiento”, pertenece a las fantasías
animadas que a la propaganda le gusta divulgar machaconamente a ver
si con la repetición se convierten en realidad. Las medidas
actuales, tanto las ortodoxas, bajada de tipos, como las heterodoxas,
compra de activos, pretenden cebar la máquina a ver si esta vez
arranca, como ha ocurrido en EEUU y, se produce el deseado
crecimiento en términos de PIB, lo único relevante en último
término.
La necesidad de crecimiento en término
de PIB se está volviendo acuciante, no sólo por lo que
superficialmente se denomina exceso de apalancamiento, mera
sintomatología de un problema mucho más grave, sería como confundir
la fiebre con el virus de la gripe. Es cierto que la deuda sin
crecimiento se convierte en una losa imposible de levantar, pero
nuestro remedio consiste en continuar endeudándonos. Las medidas
adoptadas se encaminan a aumentar la masa monetaria y eso se hace
únicamente a través del incremento de deuda. El problema de las
autoridades monetarias, es que en una trampa
de la liquidez las medidas convencionales no tienen efecto, los
tipos deberían ser negativos. Esto plantea cuestiones interesantes
que no podemos desarrollar en esta breve entrada, pero revela algo
sustancial, con un tipo de descuento negativo el valor actual es
mayor que el valor futuro. Se puede postular que tal absurdo lógico
desde el punto de vista convencional refleja una realidad ecológica,
el valor de los servicios proporcionados por los ecosistemas son cada
vez más valiosos, tienen un tipo de descuento negativo, ante
el agotamiento de determinados recursos no renovables. Si nos
encontramos en la hipótesis de un
mundo lleno, hay que recordar la
ley del mínimo de Liebig, la situación de los tipos puede reflejar
una realidad que parece se quiere abrir paso aunque no sea
reconocida.
Pero volvamos a las medidas del BCE, la
bajada de tipos no tienen otra influencia que intentar provocar una
depreciación del euro que anteriores bajadas apenas habían
conseguido. Cabe esperar y ver al desarrollo de los acontecimientos
antes de lanzar las campanas exportadoras al vuelo.
Por otro lado, la penalización por el exceso de
reservas a la que se une las medidas de compra de activos persiguen
que la fábula del multiplicador bancario, además de en los libros
de texto de economía, funcione en la realidad. Se trata de una
hazaña extraordinaria, intentar que la realidad se adapte al modelo
aunque sea a martillazos, no en vano como economistas vemos clavos
por todas partes. La realidad es que los bancos cuando prestan crean
dinero ex-nihilo y, después, buscan las reservas. No es necesario que nadie renuncie al consumo presente, ahorre, para realizar el préstamo. Ahora se persigue que el mecanismo sea: primero, se crean las
reservas y segundo, se buscan a los inversores. Evidentemente, la mano
invisible colabora, con alguna ayuda (algo parecido al “credit
guidance” mediante el programa llamado TLTRO) para que todo el dinero creado vaya a la economía
real y no, por supuesto, a
generar más burbujas. Faltaría más,
hemos aprendido de nuestros errores y ahora sabemos lo que hacemos,
esta vez no habrá burbujas, el dinero creará producción, lo del
reparto pertenece a otro negociado.
Antes comentaba la desesperada
necesidad de crecimiento del PIB, los niveles de desigualdad empiezan
aflorar incluso en la propia profesión económica. Cuando se fundó
la teoría marginalista se había mandado al rincón de la historia
las preocupaciones de los economistas clásicos, unos moralistas, por
la desigualdad. Demostrado que el capital no es ningún parásito y
recibe lo que le corresponde por su contribución marginal, podemos
dejar el estudio de la distribución en los aledaños de la economía,
sin tocar el núcleo duro. Daly (1977) citando a Wallich dice:
“El
crecimiento es un sustituto de la igualdad en el ingreso. En tanto
haya crecimiento hay esperanza y,
eso hace las grandes diferencias en el ingreso tolerables” (1972).
Somos adictos al crecimiento porque somos adictos a las grandes
desigualdades en la renta y la riqueza. ¿Qué ocurre con los
pobres?. ¡Dejemos que coman crecimiento! ¡Mejor aún, dejemos que
se alimenten de la esperanza de crecimiento en el futuro!
Lo más descorazonador es que
ese crecimiento del PIB en realidad nos empobrece al depreciar el
capital natural por encima del crecimiento neto (restada la
depreciación del capital hecho por el hombre), si en realidad
existe, del producto.
Finalmente, decir que la inspiración
que viene de los EEUU dónde el QE ha tenido un éxito relativo, los
crecimientos son muy irregulares con un nivel de paro real comparable
con las medidas europeas mucho más elevado que las estadísticas
oficiales, es muy difícil de reproducir en Europa. Por un lado, la
burbuja de la fractura hidráulica (fracking) de gas y petroleo no
convencional ha proporcionado un plus de energía relativamente
barata, a costa de un endeudamiento creciente de las empresas
explotadoras, no es reproducible en Europa, mucho más densamente
poblada y sin los abundantes recursos naturales que usa el fracking
en EEUU. Además, y nunca se insistirá suficientemente, en la ventaja
absoluta que representa el derecho de señoreaje que el dólar
como moneda de intercambio internacional proporciona a los EEUU sobre el resto de países o zonas monetarias. Debido a que todos los superávits por cuenta corriente se deben invertir necesariamente en activos denominados en dólares.
Sólo queda esperar y ver. No obstante, si los actuales dirigentes políticos de la vieja Europa piensan que esta vez todo volverá a la normalidad, crecimientos estables, paz social con menos derechos y peores condiciones socio-laborales, pero con la esperanza de que el crecimiento del pastel, aunque no llegue a todos, se reparta lo suficiente para salvar sus poltronas, yo de ellos pondría sus barbas a remojar.
Hola, Jordi. En cuanto al señoreaje del dólar, sería interesante ver hasta qué punto beneficia al conjunto de la población estadounidense, porque lo que pudiera ser bueno para Wall Street, puede parecer contraproducente para su población. Creo que sería bueno matizar dicha consideración, aunque, claro, ya sabemos que cuando hablamos del interés de los países, en realidad hablamos del interés de los que pintan en las decisiones gubernamentales.
ResponderEliminarGracias por el artículo.
Hola Urbez,
EliminarGracias por tu comentario.
Dada la actual desigualdad en la distribución de la renta en EEUU es fácil saber quien recoge los beneficios. Su función esencial es mantener la poderosa maquina de guerra que les permite ejercer el poder haya donde se necesite y alimenta al complejo militar-industrial. Tal vez, pecamos de abstracción, pero un estado con sus funciones como la emisión de moneda tiene como última ratio el ejercicio de la violencia, en principio regulado y controlado en los países democráticos. Sin embargo, el problema es que en las democracias liberales más que el nominalismo de un hombre un voto, la realidad impone un dólar (euro) un voto. Siguiendo esa pista sabemos quienes aprovechan realmente los resortes del Estado.
Saludos
De una forma u otra, lo que podemos anticipar es que las medidas de Draghi ni siquiera tendrán el modesto resultado que han tenido en EEUU (y al que llaman recuperación, como aquí el de las barbas)
Eliminarsaludos,