En este texto quisiéramos reflexionar sobre algunas
tradiciones políticas, corrientes de pensamiento o incluso pensadores aislados
o marginales dentro de algunas cosmovisiones políticas y filosóficas que unían
una idea de libertad o emancipación a una visión de que para hacerla sostenible
era necesario engarzarla a una vida sencilla y frugal.
Con esto quisiéramos rendir un modesto homenaje a quienes en
el pasado fusionaron uno y otro ideal-incluso aunque no compartamos algunas
propuestas o actuaciones con ellos- pues nuestra Asociación, Autonomía y
Bienvivir, quiere volver a impulsar esas formas de ver la vida .
Unir lo que creemos positivo de las herencias del pasado con
lo positivo del hoy, en una palabra. Esa es la labor teórica que algunos creemos ineludible para dejar
semillas de un nuevo ideal de sociedad, pues aunque somos conscientes que nunca lo veremos, nos parece muy importante abrir un camino que otros puedan seguir, con
los cambios y transformaciones que estimen pertinentes, ya que cada sociedad se
sitúa en un momento histórico, con peculiaridades que no podemos adivinar.
Una de estas tradiciones es la del republicanismo tradicional, romano y griego. Es interesante destacar que la Roma arcaica era
una sociedad rural, agraria, de propietarios que creían en su propio trabajo, y
en los valores de la austeridad, la frugalidad, y la vida sencilla, que
impulsaban en el sistema educativo, tanto escolar como familiar de la
época-esto sobre el papel, la realidad por supuesto siempre es más compleja-.
Esta tradición encontró pensadores posteriores, ya en la
Roma Imperial y dictatorial, que defendieron esos viejos principios y la idea
de libertad frente a la de la tiranía-siendo su idea de libertad la de un
gobierno mixto, que combinara el elemento aristocrático, Senado, con el real,
Cónsules y el democrático, Comicios, para establecer un equilibrio de poderes-.
Entre estos republicanistas encontramos figuras como Juvenal,
Salustio, Cicerón, Catón el Censor, Séneca y otros.
Filosofías helénicas como el estoicismo o cercanas a él,
inspiraron, por su idea de la justicia y la modestia en el vivir, a muchos de
ellos, incluyendo el Emperador Marco Aurelio, contrarios en todo lo posible al
lujo, el dispendio, la tortura y la crueldad.
Se perfila, lo que seguidores del republicanismo
contemporáneo definen como libertad como no dominación. Pero con grandes
incoherencias, que podemos ver, por ejemplo, en el rechazo de Cicerón a las ideas de reforma agraria planteada por los Graco, que querían reintegrar a los campesinos parcelas de terrenos públicos. Actitud que casa poco, con todo
nuestra admiración hacia el escritor del que tanto hemos disfrutado en textos
como Sobre la vejez , Sobre la amistad, Sobre los Deberes y Tusculanas, entre
otros, con la idea de libertad igualitaria.
Posteriormente habría un renacer de esta cosmovisión en
Repúblicas como las de Venecia, y, sobre todo, la revolución norteamericana,
donde algunos de sus primeros gobernantes y figuras destacadas, como Jefferson
y Madison, llegaron a defender como ideal
una República agraria, pues pensaban que la vida campesina favorecía el
autogobierno, frente a las manufacturas y la sociedad industrial, que corrompía
a los hombres en mayor medida, al hacerlos más avariciosos, más esclavos-y no
le faltaba, viendo lo que ha sucedido, parte de razón-
Siguiendo en Estados Unidos, encontramos a los
trascendentalistas, que si tuviéramos que definir políticamente-lo cual no nos
parece muy adecuado- podríamos situar en un espacio que conjugaría
republicanismo, anarquismo y ecologismo. Emerson-allí donde existan hombres
egoístas habrá siempre un gobierno coercitivo- y Thoreau- el cual afirmaba que
“el mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto”, se negó a pagar
impuestos por rechazo a la esclavitud y la guerra con Méjico, se marchó un
tiempo a vivir a los bosques y detestaba el culto a los valores materiales “la
mayor parte de los lujos y muchas de las comodidades de la vida son no sólo
todo lo contrario de indispensables, sino obstáculos reales para la elevación
de la Humanidad”- son pensadores de los que rescatar cosas positivas.
Podrían citarse más, pero para acabar nos quedamos con tres
autores que pueden servirnos de herencia en la construcción de un pensamiento
nuevo, y, esperemos que en algún futuro ,de un movimiento político
transformador. Uno sería Tolstoi, defensor de la no violencia, enemigo de la
pena de muerte, fundador de escuelas basadas en el libre desarrollo de la
personalidad de los niños, defensor de los humildes y creador de un pequeño
movimiento, que tuvo cierta influencia en Rusia y Bulgaria, el llamado
movimiento tolstoyano, que propugnaba el ascetismo y la vida sencilla, el amor
al prójimo y a la Naturaleza, un cristianismo evangélico-no eclesial- y el
rechazo al Estado y sus instituciones opresivas.
Otro Castoriadis, uno de los autores guía de la Asociación,
del que ya hemos hablado numerosas veces, y que algunos situarían en un
socialismo autogestionario, y otros en un republicanismo de consejos.
Y
finalmente, Hannah Arendt, claramente situada en una visión republicanista, y
como el pensador citado anteriormente, frente al sistema de partidos, su
simpatía estaba situada en la República de Consejos, aunque era más escéptica que
Castoriadis en cuanto a la posibilidad de establecer una democracia laboral, o
económica.
Las fuentes por tanto que pueden guiarnos para lograr la
autonomía y el bienvivir parten de muy atrás en el tiempo, son ricas y
variadas, complejas y no homogéneas.
No obstante, como hemos escrito más arriba, cada época tiene
sus diferencias, y, dando una opinión personal, creo que la síntesis de
republicanismo, ecologismo y anarquismo que da lugar a esta Asociación, supone,
en realidad, un nuevo pensamiento.
Hoy, el republicanismo,
en el sentido que le hemos dado, no existe. Los republicanos actuales poco o
nada tienen que ver con la idea de libertad como no dominación. El ecologismo,
como movimiento político, está totalmente integrado en el sistema y no creo que
quepa esperar mucho de sus partidos.
En cuanto al anarquismo, el pensamiento
del que se formó y nutrió el que esto escribe-si bien en su línea más pacifista-, se ha convertido, hace mucho
tiempo, en unas ruinas crepusculares, sin apenas incidencia social.
Reconocer esas tradiciones no implica abrazarlas acríticamente,
sino, siendo conscientes de lo que son hoy, superarlas por otra cosa.
Qué ismo
se ponga en el futuro al pensamiento que aquí difundimos-si cristaliza en la próxima
generación-, no podemos saberlo. Pero la labor de intentar crear un pensamiento
cogiendo elementos de tradiciones pasadas, sabiendo que a la vez se las supera
por algo aún indefinido, es un trabajo sumamente interesante.
Creo que para nuestra búsqueda del bienvivir también merece la pena tener en cuenta a Epicuro, que era un tipo bastante sobrio en su vida y en su prédica en contra de lo que suele creerse. Su categorización de placeres parece un precedente de las clasificaciones de "necesidades" de Maslow y de Max-Neef. Dado el protagonismo que tiene la noción de placer en nuestra cultura, me parece una reflexión importante. Creo que el problema actual no está en el principio del placer sino en la forma reduccionista de entenderlo que nos ha inculcado el utilitarismo, que hace pasar todo por el tamiz contable de la economía, por la noción de precio de unos bienes y unos servicios. Así terminamos convertidos en meros medios trabajando para un ranking de consumo que nos mide a nosotros. Como decía Hannah Arendt: "la triunfal victoria del valor de cambio sobre el valor de uso, introdujo en primer lugar el principio de intercambiabilidad, luego el de relativización y, finalmente, la devaluación, de todos los valores.", incluido el valor del propio ser humano actual, incapaz de aceptarse, incapaz de buscar en sí mismo. Y si el ser humano no tiene valor alguno, cualquier placer resulta insuficiente ante ese "sufrimiento moral": siempre se necesitan nuevas dosis para tapar la insatisfacción profunda que subyace. He ahí una clave importante.
ResponderEliminarGracias compañero, comparto lo que dices de Epicuro y el Jardín que creó, donde se vivió sobriamente. No lo he añadido por despiste y por no sobrecargar con nombres de figuras antiguas.
EliminarSaludos
Hace unos meses leí a Pierre Rabhi que también se puede identificar entre esos pensadores aislados. Creador en Francia del movimiento colibrí inspirado en una leyenda de este pájaro:
ResponderEliminarUn día, dice la leyenda, hubo un enorme incendio forestal. Todos los animales aterrorizados, horrorizados, contemplaron con impotencia tal desastre. Sólo el pequeño colibrí estaba ocupado, yendo a buscar unas gotas de agua con su pico para tirarlas al fuego. Después de un rato, el armadillo, molesto por aquella ridícula acción, dijo: "Colibri! ¿Estás loco? ¡Con estas gotas de agua no vas a apagar el fuego! Y el colibrí respondió: "Lo sé, pero yo estoy haciendo mi parte.”
Tiene ya un libro en español “Hacia la sobriedad feliz” que encaja bastante bien en ese concepto construccionista del Bienvivir.
Tomo nota compañero, no conocía al pensador.
EliminarUn abrazo