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lunes, 16 de febrero de 2015

El petróleo, la deuda y el cenit de la exergía


El precio del barril de petróleo Brent ha pasado desde mediados de junio de 2014 de 115 $ hasta menos 50 $ a finales de enero remontando hasta los 60$ durante el transcurso de febrero, lo que en términos porcentuales es un disminución de casi el 50% sobre los máximos. Es una caída muy significativa en un período relativamente corto de tiempo.


Han surgido múltiples interpretaciones sobre las causas de la caída. Las relacionadas con la geopolítica son las más populares en los medios de comunicación, donde los expertos desgranan los motivos porque tal país u organización ha trazado un plan o estrategia para perjudicar a otros. Una de las más socorridas es que la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) deseosa de acabar con la competencia de los llamados petróleos marginales como el tight oil o las arenas bituminosas del Canada, ante el aumento del volumen de producción no han reducido la suya para que el precio bajara por exceso de oferta ante una demanda relativamente estable. Ese precio, se supone debe perjudicar a los productores de los petróleos marginales ya que sus costes de producción son superiores. Además, los principales países exportadores, especialmente Arabia Saudí y Kuwait tienen unos profundos bolsillos que les permiten aguantar durante un largo período precios bajos, cosa que no ocurre con muchos de sus competidores. Está es sólo una de las interpretaciones, otras involucran a Irán o Rusia. No es mi intención hacer un recuento exhaustivo de las mismas, ya que creo que no tienen relación directa con el precio del petroleo.

Estas interpretaciones, tienen en común, la creencia de que Arabia Saudí tiene posibilidad de aumentar o disminuir su producción a voluntad, siendo la que con sus reservas y capacidad de producción tiene la llave para fijar el precio del mercado. Sin embargo, si ello hubiera sido cierto en algún momento, ahora no lo es. Arabia Saudí produce esencialmente dentro de su capacidad y, no tiene margen sustancial para aumentar la producción. Si que es cierto que puede disminuirla, pero eso supondría una pérdida de cuota de mercado que no parece dispuesta a permitir, al menos, no de forma importante. Las principales áreas de extracción de Arabia Saudí están en declive, principalmente el campo de Ghawar el mayor del mundo en explotación desde 1951, con una disminución anual a pesar de los métodos de recuperación aumentada, mediante inyección de gas (EOR), de más de un 5%.

El máximo de producción del petróleo convencional se produjo en algún momento de la década pasada, posiblemente entre 2005 y 2008. Pero lo cierto, es que la entrada de los petróleos no convencionales ha supuesto que el volumen total de extracción de petróleo no sólo no haya disminuido sino que haya aumentado, aunque a un ritmo más lento.



Llama la atención que el petróleo que es esencialmente una fuente de energía se mida en volumen ya que la energía tiene sus propias unidades en diferentes sistemas de medición, como el julio o el kilovatio hora. El volumen no nos informa de la energía, porqué además de diferentes tipos de crudos sumamos otras cosas para totalizarlas en el concepto “all liquids”. Esos otros líquidos difieren sustancialmente en su contenido energético. La medición en volumen es útil para manipular los datos y crear la ilusión de un aumento de la energía que se aporta al sistema económico. Para la economía lo decisivo es la capacidad de generar trabajo útil, la exergía sobre la que volveremos posteriormente. Precisar que también hay otros factores relativos a la versatilidad de las fuentes para obtener vectores para el consumo que son importantes, especialmente cuando hablamos del petróleo, la más versátil de todas las fuentes primarias.

Además, de las razones geopolíticas también se aducen razones con base económica a las que podemos agrupar en lo que denominaremos cenit de demanda virtuoso. El virtuosismo consiste en que la bajada del precio tiene como causa la progresiva sustitución del petróleo por otras fuentes de energía. En el cenit de demanda juega un papel esencial el progreso tecnológico que nos permite continuar con el crecimiento económico ya que aunque existen escaseces particulares, estas son temporales y el sistema de precios que nos proporciona el libre mercado realiza su magia. ¿En que consiste la magia?. En primer lugar, los precios elevados incentivan la investigación y el desarrollo de alternativas que con precios bajos no tenían sentido económico. En segundo lugar, una vez desarrolladas las alternativas y, a medida que se integran en la producción económica, la necesidad de petróleo disminuye por lo que el precio cae. El anterior relato es el que se ajusta al pensamiento económico dominante y, de ser cierto, constituiría un respaldo a sus tesis. Para el pensamiento económico dominante no hay limitaciones ni de recursos, en general, ni de sumideros para los residuos, cualquier preocupación al respecto es absurda. Respecto a los sumideros o los sistemas ecológicos que permiten el reciclaje, siempre es posible su sustitución por capital hecho por el hombre, además, cuanto más ricos seamos más fácil será abordar cualquier problema y solucionarlo mediante la tecnología. Esta visión naíf es desconocedora de la complejidad de los sistemas y fruto del reduccionismo de la economía neoclásica y, de su apego al método deductivo a partir de unas hipótesis incontrovertibles que no necesitan contraste con la realidad. Nuestro problema es que esta visión es la que conforma las políticas económicas, que en palabras de Herman Daly nos conducen al crecimiento antieconómico y nos sitúan paulatinamente en peor posición para afrontar los retos del futuro.

Es cierto, que el petróleo como fuente de energía ha sido sustituido especialmente en la generación de electricidad desde los años 70. No ha ocurrido de la misma forma en otras facetas, especialmente en el transporte, pero también en maquinaria pesada imprescindible para las explotaciones mineras y agrícolas o en usos industriales. En estos campos su sustitución parece mucho más difícil y, en donde se ha sustituido el reemplazo dominante ha sido otra energía fósil no renovable, el gas o el carbón. Este último, a pesar a de las apelaciones al desarrollo tecnológico es la energía primaria con mayor crecimiento durante el siglo XXI especialmente debido a su empleo en China para generar electricidad.

Por otra parte, aunque la anterior explicación del cenit de demanda sería la versión más ajustada al llamado BAU (Business as usual), ante la dificultad y la escala de la sustitución han surgido interpretaciones edificadas, como no podía ser de otra forma, sobre la piedra del progreso tecnológico que proclaman la desmaterialización de la economía o el desacomplamiento de la producción de la utilización de energía. Estas versiones del cenit de demanda se produce por lo que se denomina crecimiento sostenible sobre la base de una aumento de eficiencia en la utilización de la energía, hacer más con menos y, el nacimiento de la sociedad de los servicios y la información que requeriría mucha menos energía. En está interpretación, se muestra preocupación, no del todo articulada, respecto a los sumideros a donde van a parar los residuos de la producción, especialmente por el cambio climático, pero se mantiene la hipótesis de sustituibilidad entre capital natural y hecho por el hombre que es fundamental en la economía neoclásica.

Esta narrativa, es extraordinariamente atractiva, por esa razón es la más utilizada y propagada por medios de comunicación de masas y, ampliamente aceptada como una verdad revelada ante la cual deben ceder todas la barreras y, se deben hacer cuantos sacrificios sean necesarios. Por desgracia, aunque excede el ámbito de está entrada, la democracia o los ámbitos de decisión democráticos son los primeros que ceden ante esta nueva versión de la modernidad.

Como cualquier narrativa parece plausible observando los hechos, la eficiencia ha aumentado gracias a la tecnología si lo medimos por unidad de producto o servicio, pero hay tres factores que no se tienen en cuenta:

  1. El aumento de eficiencia tiene límites que imponen las leyes de la física.
  2. En un sistema BAU las ganancias de eficiencia significan aumento del consumo de recursos y no una disminución como observó William Stanley Jevons a finales del siglo XIX con el carbón.
  3. Existe una fe absolutamente infundada en que la tecnología siempre es positiva y nunca resta pero, muchos avances tienen iatrogenias, beneficios en el corto plazo pero extraordinarios perjuicios en el largo plazo que permanecen ocultos o minusvalorados. La energía nuclear de fisión es un ejemplo paradigmático. Aportes minúsculos o inexistentes de energía neta a la sociedad que se reparten de forma desigual a lo largo del tiempo de forma que las generaciones futuras que asumirán los costes no pueden intervenir en las decisiones que los afectarán. Este fallo de mercado, en lenguaje económico, es resuelto por la economía neoclásica mediante el algoritmo de la capitalización, eligiendo un tipo de descuento adecuado para minimizar el valor presente de los costes. El truco (tipo de descuento del 6%)  lo utiliza William Nordhaus para minimizar los efectos del cambio climático, pero carece de sentido ya que afecta a bienes o sistemas que no pueden ser sustituidos (son complementarios) y soportan la vida humana. Los tipos de descuento que debería ser aplicados son negativos lo que queda fuera del marco conceptual de la economía neoclásica.

Sin embargo, los datos no corroboran la desmaterialización, cualquier aumento del flujo de producción medido en términos de PIB se traduce en un rebote del consumo de energía. Gran parte de la desmaterialización en los países de la OCDE ha consistido en una deslocalización de actividades a causa de la globalización que han significado aumento de la energía requerida por unidad producida. Además, en muchos países se propugna una nueva narrativa para salir de la crisis que consiste en la reindustrialización lo que necesariamente requiere más energía y, esta proviene de fuentes no renovables a pesar de la percepción de que las renovables están ganando terreno.

Lo cierto es que a pesar de los cantos de sirena del virtuoso cenit de demanda, existe una correlación directa y comprobable entre energía y transformación. Utilizo el concepto transformación en lugar de producción, porqué la producción no es más que la transformación de recursos naturales en bienes y servicios para el hombre y residuos. Esa transformación requiere necesariamente potencia, trabajo útil por unidad de tiempo, y ese trabajo útil que utilizamos aunque tiene un componente tecnológico que nos permite ser más eficientes, es decir aprovechar mejor la energía, tiene unos límites físicos que no se pueden superar como antes explicábamos.

En una economía que persigue y necesita el crecimiento del flujo de transformación cualquier restricción en la potencia empleada tiene consecuencias inmediatas. Economistas y políticos insisten en la imperiosa necesidad de crecimiento del PIB que cual bálsamo de Fierabras nos curará de nuestros males. La economía se construye sobre las expectativas de futuro, pero que no siguen las leyes de la física, sino de las matemáticas (el tipo de interés compuesto), sin tener en cuenta ninguna limitación o coste de oportunidad. Eso se traduce en deuda, reclamaciones de bienes y servicios en el futuro que se supone estarán disponibles. ¿Por qué? La razón es que desde el punto de vista de la economía no hay coste de oportunidad en el crecimiento, pues nada se sacrifica en ese crecimiento. Esta visión pre-analítica puede ser una teoría efectiva cuando los límites están lejos de alcanzarse, pero en un sistema interrelacionado y complejo, una vez se alcanza algunos de ellos, los procesos que se liberan no son lineales y las consecuencias pueden ser catastróficas. La iatrogenia de nuestro sistema económico es de una magnitud tal, que amenaza la supervivencia de la biodiversidad que sustenta la vida, entre ellas la vida humana.

El éxito el capitalismo no ha sido el crecimiento del flujo sobre la base del extraordinario progreso tecnológico, nunca probado, porqué la supuesta prueba es el residuo de la función de producción que es aquello que no puede explicarse, sino la masiva utilización de exergía que no requería invertir mucha energía para obtenerse. Por eso, desde el punto de vista de valor el sector energético ha sido relativamente pequeño respecto al total del PIB. Esa tamaño no indica su relevancia, exactamente como ocurre con el peso de la agricultura, ya que ambos son pre-requistos para el resto. Algunos economistas neoclásicos confundiendo la vara de medir con lo que miden, ante el cambio climático y la posible afectación a la producción agrícola, han aducido que dado su peso en el PIB su impacto sería mínimo. Supongo que estos economistas como los flujos cerrados con los que describen la economía no tienen ni boca ni ano y, por lo tanto, pueden prescindir del alimento. La típica descripción de la economía como una maquina de movimiento perpetuo.



En cuanto al descenso del precio del petróleo, podemos intuir que ha tenido un impacto considerable sobre el tight oil, al menos, si observamos la medida indirecta que supone el recuento de pozos. La explotación de este tipo de petróleo necesita de una constante rotación de los pozos ya que la mayor parte de la extracción se realiza en los 3 primeros años. Eso se traduce en que el aumento o el mantenimiento del nivel de extracción requiere un esfuerzo creciente de medios que no se puede mantener sin un precio más elevado ya que primero se han explotado los mejores lugares (sweet spots) y, luego hay que ir a explotaciones más costosas, tanto en términos energéticos como monetarios. El precio para una rentabilidad razonable parece estar claramente por encima de los 90$/barril y eso contando con unos costes financieros contenidos gracias a las medidas de alivio cuantitativo (QE) de la Reserva Federal (Fed) que, por el momento, se han acabado, lo que genera ciertas expectativas de aumento de los tipos de interés y, en consecuencia, encarecimiento de esos costes financieros.

Por lo tanto, aunque se produzca una cierta recuperación del precio, si este no se sitúa por encima claramente de los 100$/barril para el West Texas Intermediate (WTI) que es la referencia en EEUU será difícil en este escenario que se cumpla el aumento esperado de la producción de tight oil prevista por EIA (Energy Information Administration de EEUU) y la AIE (Agencia Internacional de la Energía).

La razón es que cuando los límites físicos actúan en el sistema financiero construido sin ellos es muy probable que genere tensiones catastróficas. Lo que ahora mismo está en juego es el mercado de bonos basura, donde las empresas de fracking han obtenido financiación que deben retribuir con precios más bajos del producto que venden para generar cash-flow, pero que además dado los declives en los pozos de fracking deben mantener el ritmo de inversión en nuevos pozos en una “red queen race” que les hace vulnerables a las quiebras. Pero, además, existe un peligro mayor en los derivados donde las empresas se cubren de las variaciones de precios de las entregas futuras. Parece que si no hay una recuperación de los precios a los niveles del verano de 2014 las perdidas pueden ser monumentales. Tal vez, por esa causa, en diciembre se aprobó una enmienda en la nueva Ley que limita los rescates públicos de entidades privadas (bail out) que hace una excepción con los mercados de derivados, todo un presagio que muchos no han dudado en conectar directamente con las pérdidas que el vencimiento de los contratos sobre petróleo pueden suponer en los próximos meses.

A la espera de que se confirmen lo datos y la evolución de la producción en EEUU, la brecha entre demanda y oferta que ha causado la reciente bajada de precios, parece que se está cerrando con rapidez, aunque para una subida a niveles anteriores habrá que comprobar que papel juegan la importante acumulación de stocks que se ha producido en los últimos meses.

El crecimiento necesario del sector energético a medida que debemos dedicar más medios de producción para obtener la misma exergía se convierte en un juego de suma cero, el resto tiene menos, lo que inmediatamente impacta en el conjunto de la economía debilitando la demanda. En este punto, es normal que se inicien ciclos en el que los precios oscilen. El mantenimiento durante un período de 4-5 años de precios relativamente estables constituían un reto para la teoría del cenit del petroleo, que pronostica ciclos de destrucción de demanda seguidos de caídas de precios que hacen que se recupere parcialmente la misma hasta la siguiente recaída. En este mantenimiento de los precios ha jugado un papel decisivo las intervenciones de los bancos centrales, reduciendo al mínimo los costes de financiación y alentando la reordenación de las carteras de activos de los inversores hacia el negocio del fracking. Sin embargo, ya a finales de 2013 se vieron síntomas de agotamiento con la reducción de los CAPEX (capital expeditures) ya que para que nuevas inversiones fueran rentables el precio no sólo debía mostrarse estable sino que debía aumentar para proporcionar una rentabilidad suficiente, aun suponiendo que los gastos financieros iban a permanecer muy bajos durante un horizonte temporal suficiente, dado que son inversiones que tienen períodos de maduración entre las primeras inversiones y los resultados que abarcan varios años.

Los equilibrios o, mejor dicho, los desequilibrios en que se mueve el mercado del petróleo son delicados, un exceso de precio impacta en el resto de sectores de la economía y la capacidad para pagar las deudas, algo que no sería necesario a nivel agregado si se mantiene el crecimiento y, en consecuencia, las expectativas. Pero tal como está diseñado el capitalismo financiero es imprescindible, en primer lugar, que el volumen de la deuda crezca y, en segundo lugar, que lo haga de forma acelerada para mantener la demanda agregada. Por eso los esfuerzos desesperados de los bancos centrales para mantener el ritmo de aumento de la deuda con las expansiones de reservas que persiguen provocar la reactivación del crédito. El desendeudamiento del conjunto de la economía es un suicidio colectivo, ciertos sectores se pueden desapalancar, pero sólo si otros hacen los contrario y en mayor proporción. La carrera no sólo necesita un ritmo constante sino creciente, pues las deuda se gobiernan por la ley de los intereses compuestos.

Por eso, la restructuración o, si lo prefieren, el impago de las deudas son un corolario evidente a la imposibilidad de continuar el ritmo de transformación necesaria para su servicio. Se convierten en un tema de poder donde la primera sacrificada es la democracia, que se va desangrado lentamente ante el peso de esas reclamaciones abrumadoras de unos sobre otros. La pantomima del enfrentamiento entre países, oculta la verdadera realidad de una lucha de clases ahora encarnada por acreedores y deudores, y como ya dijo Frederick Soddy:

Orthodox economics has never yet been anything but the class economics of the owners of debts” (La economía ortodoxa, sin embargo, nunca ha sido otra cosa que la economía de la clase de los propietarios de las deudas)

Nuestra sociedad industrial se ha construido y, se sostiene en una aporte energético extraordinario de energía solar acumulada durante cientos de miles de años que está siendo liberada en cuestión de unas cuantas décadas. Este fenómeno, completamente excepcional ha supuesto crear una sociedad mucho más compleja e interconectada que, por tales motivos, es más frágil y vulnerable, especialmente por la aportación creciente de potencia que necesita. Esa aportación creciente y esperada de energía sostiene la deuda. El crecimiento económico se mide exclusivamente por el flujo de producción, no importan los recursos, no importan los sumideros, pero para que el sistema funcione requiere que las reclamaciones que la deuda hace respecto del flujo futuro sean confiables. La deuda y, su servicio, crecen con el tiempo de forma exponencial, por lo que el flujo real también lo debería hacer. Sin embargo, en la medida que ese flujo se alimenta esencialmente de recursos no renovables que tienen rendimientos decrecientes y que, además, afectan a los sistemas que sostiene la vida que a su vez son responsables del reciclaje de residuos cuya capacidad mengua cuando son saturados, la confianza puede vacilar, lo que tendría efectos catastróficos para el sistema. Pero el sistema no está inerme y tiene respuestas que pueden y, de hecho, funcionan a corto y medio plazo.

  • La primera respuesta es la generación de valor mediante burbujas que inciden marginalmente en el flujo pero de forma muy importante en la valoración de la riqueza, por el aumento del precio de los activos existentes. En realidad, esto sólo es un proceso de diferimiento de las reclamaciones, las burbujas tienden a estallar, no son más que esquemas Ponzi que conducen a posteriores deflaciones de los activos.
  • La segunda, reducir el servicio de la deuda reduciendo los intereses, esto reduce el ritmo de crecimiento de las reclamaciones, pero también es una medida de diferimiento para no afrontar la realidad, ya que continua con la quimera del crecimiento ilimitado. Patada a seguir.
  • La tercera, el estado como garante último de las deudas a través de los esquemas de protección y de la desmedida influencia que tienen los acreedores en sus decisiones. El problema consiste en que esos acreedores han debilitado a los estados a través de la globalización de tal manera que su menguada capacidad gravita sobre unas poblaciones cada vez más desprotegidas que proporcionan recursos menguantes. Esto es esencial, pues ante el cenit de exergía la capacidad de transformación se mantiene o tiende a menguar y, de esa capacidad depende la estabilidad de los propios Estados. No es extraño que se comience a abogar por impuestos sobre la riqueza nominal, que hace 30 años eran considerados una blasfemia. Los sistemas tributarios vigentes están edificados sobre impuestos sobre el flujo y, eso los condena al declive, pero poner la riqueza como principal eje de imposición, especialmente si es muy progresiva, sería obligar a pagar a los acreedores las deudas,en consecuencia, se produciría una confusión entre acreedor y deudor lo que se parecería bastante a un jubileo de deuda. Esto es una contradicción insuperable que puede generar conflictos de gran envergadura.

Mientras los precios de las materias primas, especialmente las energéticas y, fundamentalmente el petróleo, tengan recorrido al alza con una cierta estabilidad, esencialmente como el pasado lustro, las cosas pueden seguir funcionando. Ojo, funcionando en el actual esquema de aumento progresivo de las desigualdades y de la exclusión social. Es como el cuerpo que se congela y conserva el calor en los órganos vitales. Esos órganos son aquellos que poseen las reclamaciones de poder sobre los deudores, retirando el velo de la reclamación sobre los bienes y servicios. El problema puede surgir cuando la fabula de la sustitución mediante el precio se demuestre insuficiente para proporcionar nuevas fuentes de energía. Aún existe una cierta, aunque limitada, capacidad de sustitución del petróleo por otros combustibles fósiles, pero el tiempo que resta para el cenit, mucho me temo, este a la vuelta de la esquina.

No obstante, el cenit de la exergía que proviene del petroleo por si mismo es muy relevante, pues como hemos insistido es la fuente más versátil, lo que hace que su sustitución sea o parcial o más costosa, especialmente en relación a las infraestructuras, lo que añade complejidad y fragilidad al sistema. Por lo tanto, un precio relativamente bajo y estable del petróleo puede desencadenar una reacción en cadena difícil de controlar cuyo primer impacto será financiero. Muy posiblemente, aún existe alguna capacidad de alargar la "red queen race" un poco más pero, eso sólo supone hacernos más pobres por la destrucción de capital natural que supone el crecimiento antieconómico.




3 comentarios:

  1. Hola a todos,

    Por si a alguno le interesa y puede, la ONG ingenieros sin fronteras da un curso de Permacultura en Palencia (muy relacionado con el ahorro de energía, y de recursos en genera, en la agricultura)

    Mas información

    http://isfcyl-soberania-alimentaria.blogspot.com.es/2015/02/ii-edicion-curso-taller-de-introduccion.html

    Un saludo

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  2. Buenas, posible soluciones técnicas

    http://www.theblueeconomy.org/blue/Innovations.html

    Le economía azul pretende emular el funcionamiento de los ecosistemas obteniendo el máximo número utilidades diferentes a los recursos (sistema en cascada) y reduciendo drasticamente su consumo y las necesidades de capital físico.

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  3. Hola Caminante

    Sin duda, cualquier propuesta encaminada a reconocer los límites y a minimizar el flujo para conservar el capital en el sentido de la renta de Hicks, como definición de sostenibilidad, van en la buena dirección. Aquí si que la tecnología es nuestra mejor aliada, entendiendo esos límites y persiguiendo unos claros objetivos.

    Gracias por el enlace.

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