Páginas

martes, 4 de julio de 2017

Mañana lo dejo: “el rápido camino de la humanidad hacia su extinción”

La humanidad se enfrenta a una nueva amenaza, se queda sin oxígeno. Sin mucha conciencia de ello, y mientras algunos medios siguen pintando un futuro color de rosa salpicado de maravillas tecnológicas, los científicos advierten “Si no se controla, el declive del oxígeno puede conducir a otra extinción masiva, incluido el género humano”.



La concentración de oxígeno en la atmósfera terrestre está disminuyendo por la actividad humana, mientras aumenta la de otros gases como el célebre CO2 o el metano. En concreto, y según se ha observado durante las dos últimas décadas, la concentración de oxígeno viene declinando anualmente en 4 partes por millón. Eso es muy poco, dado que su concentración en la atmósfera es de 209.460 ppm, por consiguiente parece que hay margen, siempre que se desconozcan los principios básicos que rigen el funcionamiento de los ecosistemas.

¿Por qué disminuye el oxígeno? A lo largo de la historia del planeta la concentración de oxígeno ha ido variando de forma natural, comenzó a acumularse en la atmósfera en grandes cantidades hace 2.500 millones de años, y desde entonces su concentración ha ido variando muy lentamente.





Dado que en la biosfera convivimos organismos que consumimos oxígeno (animales) y otros que lo producen (plantas) a partir de la luz del sol, gracias a la fotosíntesis, y fundamentalmente en los océanos, ya que el fitoplancton marino produce el 70% del mismo, la concentración de oxígeno en la atmósfera dependerá del equilibrio alcanzado entre esos dos tipos de organismos, y la producción y consumo del mismo.

A corto plazo podemos suponer que hay un equilibrio entre consumo y producción, pero en sistemas complejos, cambios muy pequeños a lo largo del tiempo pueden provocar que se alcance un punto de inflexión (tipping point) en el que se produzca un cambio en el comportamiento del sistema, con consecuencias imprevisibles. Eso es lo que pasó hace 2.500 millones de años cuando las cianobacterias empezaron a llenar la atmósfera de oxígeno, y en los cinco episodios de extinciones masivas que ha sufrido el planeta (ahora vivimos el sexto). Para complicarlo más, algunos de esos cambios pueden ser irreversibles, como se representa en la figura de la izquierda.
  



Aplicado al oxígeno, podría darse el caso en el que su descenso comience a producirse de forma natural, llevando a un punto de equilibrio con una concentración mucho menor o incluso nula.

En la actualidad el principal agente de cambio en la biosfera es el ser humano, como corresponde a nuestra era del antropoceno. La humanidad consume oxígeno fundamentalmente como comburente para sus combustibles fósiles y para fabricar fertilizantes. Algunas tecnologías (como usar el Hidrógeno como vector energético) que pueden parecer “limpias” al no emitir gases de efecto invernadero, son muy intensivas en el consumo de oxígeno, ya que se usa tanto para generar el hidrógeno como durante su combustión.

Evidentemente no se trata de un problema tecnológico, sino de escala. La escala de cualquier solución que pretenda ser usada masivamente, y por tanto ser solución para la humanidad y no para unos pocos, es de tal magnitud que por fuerza se terminan creando nuevos problemas, aunque se solucionen otros. Esto es así porque la capacidad de los vertederos y la magnitud de los recursos del planeta es limitada. Podemos cambiar un tipo de impacto por otro, pero al final lo que crea el daño no es su tipo sino su magnitud. Es como una sábana que se queda corta, las soluciones tecnológicas visten un santo para desvestir a otro, como ya vimos con el ejemplo del coche eléctrico, que no es más que una magufada para engañar a los ignorantes, y que no soluciona nada.

En el caso de las condiciones de hipoxia podemos considerar que el peligro está muy lejano, aunque en realidad no podemos predecirlo con exactitud. Los científicos que han estudiado el problema proponen un modelo de agotamiento parabólico, que permite suponer que los problemas de salud asociados a la falta de oxígeno comenzarían dentro de mil años, alrededor del año 3000. Claro que si en vez de parabólico fuese exponencial la cosa cambia bastante, y podemos comenzar a encontrar problemas de salud a partir del año 2090, apenas dentro de 70 años, quedándose la atmósfera sin oxígeno para garantizar la vida del ser humano poco tiempo después, a comienzos del siglo XXII.


 


Puede parecer alarmista, pero en realidad tampoco podemos descartar, en este momento y tal y como están las cosas, que ese proceso sea más rápido. Como ya hemos dicho el 70% del oxígeno se produce en los océanos, y en otros periodos de la historia del planeta el 90% de la vida de los océanos ha desaparecido en apenas un par de décadas ¿Por qué no podría volver a suceder lo mismo?

La humanidad ha traspasado ya varios puntos de inflexión del sistema Tierra, y a partir de este momento estamos en territorio desconocido.





El sistema puede cambiar de forma brusca en cualquier dirección y en muy poco tiempo. El cambio climático, la acidificación del océano, el vertido de nutrientes al océano creando zonas muertas anóxicas, el vertido de plástico al océano en grandes cantidades que impiden que la luz del sol penetre en el mar y se pueda realizar la fotosíntesis. Todo un conjunto de impactos entrelazados cuyas consecuencias desconocemos, pero que sabemos que pueden ser catastróficas. Como dicen los propios científicos que estudian el fenómeno:

Hay preocupación acerca de que un cambio climático incontrolado pueda llevar a una pérdida catastrófica de esta fuente vital de oxígeno atmosférico a través de la inhibición de la fotosíntesis.

Las consecuencias son claras:

Si no se controla, el declive del oxígeno puede conducir a otra extinción masiva, incluido el género humano.


Como el fumador que sufre violentos ataques de tos al despertarse y que piensa que lo dejará mañana, creemos que en un futuro nos adaptaremos a un modelo de producción y consumo más sostenible. La última exploración, hace unos años, no descubrió patologías de gravedad, y aunque el médico nos advirtió con mucha firmeza, fuimos dejándolo para más adelante. Hace unas semanas que nota un fuerte dolor en el pecho, “mañana lo dejo”, piensa ¿pero y sí ya es demasiado tarde?

4 comentarios:

  1. Antes se acaba el agua, aquí,en España, este año.

    ResponderEliminar
  2. The Last Gasp por Trevor Hoyle

    https://books.google.ie/books?id=KVwGrgEACAAJ

    ResponderEliminar
  3. 5.000 años de profecías apocalípticas y aquí seguimos: cada vez más humanos, viviendo más tiempo y con mejor calidad de vida. Y siendo la única especie que cuida conscientemente de la naturaleza, por cierto.

    ResponderEliminar

NO SE ADMITEN COMENTARIOS ANÓNIMOS