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martes, 17 de julio de 2018

El fútbol como metáfora de nuestra civilización: muchos símbolos y un proyecto


Nota introductoria:

Tiempo aproximado de lectura: 30 minutos

Este es un artículo eminentemente largo y de carácter técnico

Durante el desarrollo de este artículo, me di cuenta de que era demasiado largo para un formato blog como éste, llegando a un tamaño superior a las 25000 palabras (dos tesis de máster como las que me piden en mi facultad). Por eso he decidido dividirlo en partes y centrarme en una temática, la del mundo semiótico de los signos (confundidos con el término símbolo) y el significado, utilizando al fútbol como hilo conductor, aprovechando el gancho de estos últimos días de mundial. El objetivo es plantear una posición filosófica rigurosa y útil que sirva como base de una Ciencia de la Sostenibilidad rigurosa que hoy en día no existe, complemente y avance el programa para una gran transformación que desde la asociación autonomíaybienvivir se publicó en setiembre de 2014 y que esperamos contribuya a un debate transparente y abierto en la ciudadanía y nuestras instituciones.

En este primer artículo trataré de forma introductoria la importancia de considerar por tanto este mundo semiótico de los signos y el significado como fundamento epistemológico, ontológico y metodológico de tanto 1) la gran transformación socioecológica como 2) la futura sociedad del bienvivir. La posición filosófica asumida es claramente pragmatista y postmoderna y por tanto se fundamentará en teoría axiomática de la realidad con unos principios fundamentales (meta-axiomas) que no son falsables ni verificables sino elegidos en base a una serie de creencias, en este caso que creo son útiles para el propósito de hacer la transición de una sociedad insostenible a una sostenible y más deseable. Esto no es nuevo y era el punto de partida el club metafísico de Cambridge, un grupo de filósofos, científicos y lógicos que se reunió en Harvard en 1871 y que partía de la afirmación de Alexander Bain sobre el concepto de creencia: "aquello sobre lo que un hombre está dispuesto a actuar". 

A partir del principio pragmático de utilidad + toda una serie de supuestos adicionales con un enfoque claramente transdisciplinar (una teoría de axiomas jerárquica coordinará lo que vaya explicando en artículos posteriores en base a disciplinas tan diversas como la semiótica, la teoría de la información, las matemáticas, la psicología o la física las cuales conformarán un paradigma o cosmovisión crítico con la modernidad), el objetivo final será plantear 1) una serie de principios generales para la gran transformación y 2) medidas generales retomando la línea de 2014 cuando desde autonomíaybienvivir se publicó el texto una modesta utopía y 3) medidas concretas en relación a la situación española (seguramente centrándome en la ciudad de Barcelona, que conozco más). La gran transformación socioecológica es lo que llamamos de modo explícitamente ambiguo bienvivir en nuestra organización en un proceso en construcción que podríamos entender como utopía, como apuntaron mis compañeros en un artículo de 2014.

Pasamos ahora a centrarnos en la dimensión que dará consistencia a esta postura filosófica postmoderna, pragmática y basada en una jerarquía de axiomas transdisciplinares. Para ello nos serviremos del fútbol y hablaremos de su complejo semiótico (la relación entre signos, significados y sujetos para representar y dar un sentido a lo que llamamos "realidad" o "mundo").


Lo simbólico y lo real

Hace un par de semanas nuestro colaborador Eduardo defendía que la modernidad había despojado al mundo de su poder simbólico y que cada vez más se expandía una lógica economicista y utilitarista:

"El mundo simbólico está en extinción, aunque para algunos jamás existió [...]. La modernidad está decidida a destruir los mundos simbólicos a través de la homogenización de la cultura y promoviendo que el reconocimiento del éxito o valor en el mundo sólo pueda ser verificado objetivamente en el mundo real a través del mercado, solamente aquello que tiene valor monetario tiene valor real para la modernidad [...].  El mar no merece ningún respeto, porque es un elemento que en el mundo simbólico está vacío."

El mar se está muriendo como consecuencia de nuestro salvajismo ecocida en el que no tiene cabida una lógica que no sea otra que la de pesquerías que arrasan con lo que encuentran, desechos de las grandes urbes y perforaciones a muchos millones de metros para extraer el poco petróleo de calidad que queda. Mueren los ecosistemas, las personas y toda la biosfera rebasando límites de sostenibilidad locales y globalesLa sexta gran extinción está en marcha. Habla Eduardo de que la causa es el reduccionismo de la vida a un mundo simbólico economicista. En la última frase afirma que no hay un mundo simbólico. Esto parece una contradicción en términos y en el apartado sobre realismo vs. constructivo analizaré la relación entre lo llamado "real" y lo "simbólico", y los símbolos, signos y semiótica como importante distinción, pues este debe ser el punto de partida inicial para cualquier discusión epistemológica, ontológica y metodológica rigurosa que pueda tener alguna aplicación de  en relación a esta gran transición hacia un mundo diferente  y en construcción que en nuestra organización llamamos bienvivir, y que toma la forma de una modesta utopía en evolución. ¿Se está muriendo también el deporte rey? No parece así visto el éxito del mundial.

¿Qué es el fútbol?

Cabe pues preguntarnos qué tal le está yendo al fútbol. Aprovechando el valor mediático de la copa del mundo hemos decidido hablar de él. ¿Tiene el fútbol un valor simbólico como el que plantea Eduardo o está vacío? ¿Qué relación tiene con los problemas socioecológicos que tratamos en este blog? Vamos allá…

Se acabó lo que se daba. El mundial de Rusia ya es historia. Se impuso un fútbol mediocre (Francia) a una selección que proponía un juego de control y posesión (Croacia) al que España aspiraba. Acaba el partido y me voy enfadado. Francia no hace honor como campeón a este deporte, a mi gusto claro. Un entrenador resultadista que deja fuera a jugadores de mayor calidad en el centro del campo... Pero los recuerdos me invaden.

Recuerdo el último partido de la selección contra Rusia visto entre una multitud de nacionalidades en la plaza Europejiski en el centro de Varsovia. Me acuerdo de la sonrisa que esbocé tras la tanda de penaltis y la sensación extraña que me invadió al ver que se acababa la generación más brillante de la historia de España, que se basó en el estilo de juego que popularizó el Barcelona de Guardiola (mi equipo por tradición familiar). Me entristece, me voy en transporte público y a la cama pronto y reflexiono sobre el gran poder psicológico del fútbol. Reflexiono sobre las posibles discrepancias que pueda tener con otros españoles a nivel político y cultural. De cómo me da vergüenza ajena ver a personajes vestidos de torero y con tics retrógrados por Rusia, pues no comparto en absoluto esa idea de España. El fútbol tiene la capacidad de unir cosmovisiones muy distintas y reflexiona sobre el gran poder cultural del fútbol. Incluso sigo pensando en que no hubo incidentes entre rusos y españoles que podemos fundirnos en un abrazo especialmente si han corrido litros de alcohol por nuestras venas, como era el caso. Acabándome de mudar a Varsovia, el mundial ofrecía la posibilidad de socializar y de conocer una nueva realidad. De hecho, el grupo de mayor socialización de personas a nivel internacional llamado Warsaw Social, ha organizado semanalmente eventos en relación al mundial, de largo el evento que ha conseguido juntar a más gente. Es ya el quinto país en el que vivo por lo que soy consciente de la importancia de intentar empatizar con gente cuando sales de tu zona de confort, de formar parte de un grupo y reflexiono sobre el gran poder social del fútbol. Me recuerda mi amigo que ha perdido su apuesta deportiva y observo la cantidad de desechos que quedan mientras un hombre con chándal y mirada seria intenta limpiar como puede el campo de batalla. Los litros de alcohol con su asociada comida basura en forma de patatas chips y perritos calientes no podrían faltar. Multipliquen esto por los más de 10 lugares en los que se vivió el mundial en lugares específicos en la capital y luego por 10 más para incluir las decenas de bares que emitían el partido... Y reflexiono sobre el gran poder económico y ecológico del fútbol. 


Foto 1. Desesperación en España ante los fallos en los penaltis. La misma que debe poner cualquier aficionado al buen fútbol al ver ganar a Francia o al reflexionar sobre lo complejo que es entender sus múltiples dimensiones e implicaciones.

Quizás soy un bicho raro neurotizado. Tengo tendencia a intentar analizar lo que percibo y a intentar hacerlo jugando a poner varias lentes para poder ver las distintas connotaciones de un suceso vital. Estoy seguro que cada uno de vosotros tendréis una historia particular. Trataba de empatizar. Dado la capacidad multifuncional que parece tener el fútbol a la hora de satisfacer varias necesidades (sociales, económicas...) cabe preguntarse:

¿Está vacío el mundo simbólico del fútbol o podemos entender el mundial como un entramado casi infinito de símbolos y perspectivas como el que planteaba Eduardo que tenían lugar en ciertas sociedades pre-modernas? ¿O quizás se esconde un programa cultural mayor, una gran narrativa bajo el paraguas de la modernidad en 2018? 

El debate más importante: realismo y constructivismo o modernidad y postmodernidad

Este será el debate fundamental en este artículo. ¿Es el fútbol algo "real" y definible "objetivamente" o parte siempre de un complejo semiótico de signos y significados que tiene sentidos distintos para distintas personas? ¿Qué implicaciones tiene esta consideración? Tras estas dos preguntas en referencia al fútbol se esconde un debate filosófico de más de 100 años y cabe también aclarar que es eso del "símbolo" pues se tiende a confundir con "el signo" dado que es en sí un debate disciplinar dentro de la Semiótica, la ciencia o arte de los signos y su significado que exploraremos a continuación.

La gran tensión en la ciencia y en la cultura durante el siglo XX y XXI tiene lugar especialmente a partir de los cambios culturales significativos que se dan en occidente entre los años 60 y 70 con el movimiento contracultural, aunque se inicia de forma más escueta en debates elitistas minoritarios de finales de siglo XIX/inicios de siglo XX. Estos debates siguen hoy en día en un proceso de tesis y antítesis entre realistas y constructivistas o estructuralistas y postestructuralista o lo moderno y lo postmoderno. Entre los que creen que hay una realidad objetiva ahí fuera que el sujeto debe aspirar a describir/explicar/predecir en términos de verdad/mentira y los que creen que el sujeto contribuye a crear esa realidad de forma activa en un proceso histórico bajo una cultura específica y con un criterio de tipo pragmático basado en el propósito. Uno es el enfoque científico tradicional y el otro el postmoderno.

Así es como lo defino yo. Podemos poner toda una gama de filosofías intermedias a esto y ponerle los nombres que queramos pero este ha sido el debate fundamental en occidente entre defensores de la modernidad y su proyecto, críticos y feroces opositores. Mi postura es claramente constructivista (no radicalmente relativista donde todo cuenta por igual), pragmática y postmoderna porque me parece que no adoptar esta postura es omitir todo lo que hemos aprendido sobre el estudio sistemático de la mente y la relación sujeto-objeto (mente y referente externo), sobre los problemas de reducir la descripción de algo a un puñado de características reduccionistas, sobre la obsesión con la capacidad predictiva que la ciencia de la complejidad nos ha mostrado como imposible, la imposibilidad de reducir el conocimiento (incluídas las matemáticas) a un sistema formal racional infalible y también omitir que existe una incipiente crisis en la ciencia... El enfoque semiótico permite poner de relieve todo esto reflexionando y estudiando como percibimos el mundo, nos comunicamos y procesamos la información.

Todos estos problemas que han ido poniendo de relieve distintos autores desde distintas disciplinas son relativamente recientes en comparación al largo recorrido de la filosofía, de las matemáticas, de la filosofía y de ciencias naturales y sociales. Solo pudieron aparecer cuando emergieron paradojas muy visibles para algunas mentes privilegiadas a finales del siglo XIX y XX (aunque históricamente otros ya lo veían o intuían, pero sin que hubiera una institucionalización del conocimiento). Aún así pocos han sido los que se han planteado un estudio de la mente y la relación sujeto-objeto de forma rigurosa. Tomaré los ejemplos de Pierre Bourdieu en su texto Social Space and Symbolic Power (espacio social y poder simbólico) y de mi compañero Eduardo para ver la importancia de tener una visión rigurosa del proceso semiótico psicológico en la que los sujetos y colectivos se relacionan con lo que (artificalmente) llamamos referente externo, realidad o mundo exterior en la toma de decisiones.

Las disciplinas que han contribuido a una crítica profunda de la modernidad y la ciencia han sido:

1) La psicología como estudio de la pisque o mente humana y su relación con la no-psique (el "mundo", la "realidad" o el "referente exterior") con sus tres ramas iniciales, una más teórica, una experimental y una clínica y que más adelante darían lugar a la psicología del desarrollo y de la cognición.
2) La semiótica como estudio de los signos y su significación, con los trabajos de Ferdinand de Saussure y Charles S. Peirce que luego criticarán y ampliarán autores como Jakobson o Barthes y que finalmente dará lugar a ramas como la semiótica musical, la semiótica cognitiva o la biosemiótica.
3) Los debates teóricos entre lógicos y matemáticos de inicios del siglo XX como Hilbert, Frege, Russell, Cantor... Que terminarán en la crítica de intentar reducir la matemática o cualquier otro sistema formal a una cuestión abstracta independiente de la percepción del sujeto como demostrarían Gödel y Tarski respectivamente.
4) La filosofía de la ciencia del siglo XX con sus debates entre positivistas lógicos, Popper y su falsacionismo o constructivistas como Kuhn o Latour los cuales pondrán sobre la mesa de forma explícita el debate realistas-constructivistas
5) La teoría de la información al remarcar la importancia de la semiosis y proceso de información/comunicación/acción en sistemas cibernéticos y más tarde vivos, es decir, de la importancia de estudiar la interfaz a nivel de signos entre sujeto y entorno
6) Las ciencias u orientaciones evolucionistas con su énfasis en que quizás lo real es dinámico y difícilmente limitable
7) La ciencia de la complejidad tanto ontológica como epistemológica (teoría de la jerarquía) de los sistemas que los hacen difícilmente predecibles y delimitables de forma "objetiva".

Me dejo algunos autores en concreto y quizás me dejo alguna disciplina más como la lingüística, aunque la deja a esta como una rama de la semiótica y las contribuciones específicas desde campos más diversos como la economía ecológica, la ecología, la física, la antropología... Pero al ser estas disciplinas no exclusivamente centradas en la interacción sujeto-objeto como las mencionadas con anterioridad sino con un claro componente de observación de lo exterior y no de consideración del rol del sujeto en el proceso de observación no las he incluido en la lista anterior. Cabe entenderlas como disciplinas que han dado lugar a varios paradigmas y sobre las que se han cimentado también esas meta-disciplinas más generales como la semiótica o la psicología.

No quiero abrumar al lector, pero si hacerle consciente de que muchos de los cambios y aprendizajes que estas disciplinas han aportado no han sido tan siquiera examinadas por sectores académicos y científicos de nuestra sociedad a día de hoy. Que decir por tanto de los políticos que toman decisiones o el público en general ha sido introducido a alguna de estas disciplinas. Creo que hay motivos. Estas 7 disciplinas/perspectivas hacen a uno confrontarse con los supuestos más fuertes del proyecto moderno y de uno mismo y por eso la táctica ha sido la del avestruz, hacer ver que no existen y relegarlas a un ámbito de eruditos que hablan con un vocabulario que parece metafísico para el gran público. Abordarlos requerirá una serie de artículos durante todo este 2018, así que, de nuevo, me disculpo por no desarrollarlos y lo dejo en el aire para más adelante. Volvamos al debate de lo real y lo simbólicamente construido. 

Decía Pierre Bourdieu en Social Space and Symbolic Power (espacio social y poder simbólico):

"Para cambiar el mundo, uno tiene que cambiar las formas de “hacer el mundo”, es decir, la visión de éste y las operaciones prácticas mediante las cuales los grupos se producen y reproducen"

Para Bourdieu, que plantea la cuestión en términos de capital que tiene un sujeto o grupo, el poder simbólico se reduce al capital simbólico:

"El capital simbólico es un crédito, es el poder otorgado a quienes han obtenido el reconocimiento suficiente como para estar en condiciones de imponer el reconocimiento"

Este capital simbólico impuesto aglutina los demás "capitales" (económico, social y cultural fundamentalmente) y se obtiene de dos modos según el autor. En primer lugar, se hace a través de un proceso en el que este crédito y prestigio se institucionaliza y en el que “el que recibe del grupo tiene el poder de hacer el grupo”. En segundo lugar, a través de la relación entre la cosmovisión del mundo y “el grado en el que esta se fundamenta en la realidad”. 

Institucionalización y credibilidad de lo presentado bajo un criterio de "real y verdadero", son dos de los parámetros fundamentales del poder del símbolo que en el último artículo publicado en autonomíaybienvivir, Eduardo enfatizó cuando criticaba cómo la modernidad actual nos despoja de un universo simbólico rico y vivo para reducirlo a una mera moral economicista.

Esta visión del mundo se encarna en el poder del universo simbólico del que habla Bourdieu y que exploró Eduardo. Nuestro compañero asocia ese proceso de institucionalización y de fundamentación de lo legítimo-real-verdadero con el economicismo imperante totalizador y basado eficiencia económica, la productividad, el dichoso incremento del PIB entre otras variables que conforman todo su código. Esto queda claro en la cita de Eduardo que he expuesto al inicio del artículo en la que el mundo simbólico está en extinción y ha sido reducido al valor monetario típico de esta modernidad tardía numérica, individualista y tecnologizante.

Estando de acuerdo en esto creo que es importante matizar algo. No es que el mundo simbólico estuviera en extinción. El problema es que éste se reduce a una serie de supuestos pre-analíticos que impregnan la narrativa de la modernidad y que están por encima de un mundo simbólico que a mi ver si sigue plenamente vivo. Eduardo dicotomizaba lo real y lo imaginario (o simbólico) contra-poniéndolos cuando se preguntaba:

¿Es más grande el mundo simbólico que el mundo real? ¿Cuál de los dos es más importante? La modernidad siempre estuvo acompañada del positivismo, ese movimiento que pretende que todo en este universo sea imparcial y objetivo, en la era post-nuclear las dudas acerca de si es más importante lo real o lo imaginario no tienen lugar, de este modo un científico es más importante que un poeta

Bourdieu cae en el mismo error en el que llevan cayendo filósofos, sociólogos y demás, especialmente los positivistas y que llevan la palabra objetivo y verdad absoluta por bandera. El mismo Bourdieu quiso hacernos creer que trascendía la visión de los "objetivistas" (como Marx) y los "subjetivistas" (como Shultz) cuando en realidad tomaba un objetivismo que dejaba algo de libertad para lo subjetivo y construido:

"Si tuviera que caracterizar mi trabajo en dos palabras, es decir, como es la moda en estos días, etiquetarlo, hablaría de estructuralismo constructivista [...]. Por estructuralismo o estructuralista, quiero decir que existe, dentro del mundo social mismo y no solo dentro de sistemas simbólicos (lenguaje, mitos, etc.), estructuras objetivas independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes, que son capaces de guiar y restringir sus prácticas o sus representaciones. Por constructivismo, quiero decir que hay una génesis social doble, por un lado, de los esquemas de percepción, pensamiento y acción que son constitutivos de lo que yo llamo habitus, y por otro lado de las estructuras sociales, y particularmente de lo que yo llamo campos y grupos, notablemente aquellos a los que normalmente llamamos clases sociales ".

Es decir, para Bourdieu existe un mundo "objetivo" al margen de la conciencia de los seres humanos (algo con lo que estoy de acuerdo, pero de lo que no puedo tener certeza absoluta como plantearé en la sección de axiomas) y uno subjetivo construido cultural y socialmente por sujetos y colectivos en función de su percepción en clases y su hábito individual (una categorización algo reduccionista y simplona). El problema fundamental está en decir que esas estructuras objetivas pueden guiar las prácticas de los agentes sin cuestionarse bajo qué condiciones pueden guiar a los observadores y por qué escoger unas categorías lingüísticas y no otras a la hora de "restringir" la acción. Es más, si son independiente de la consciencia y los humanos no pueden vivir sin ella ¿Cómo pueden guiarse por estas estructuras? El mundo "objetivo" pasa siempre por un filtro cognitivo y de la percepción, incluidas las categorías sociológicas de Bourdieu. No se puede eliminar jamás al sujeto y cada disciplina plantea sus restricciones en categorías lingüísticas-matemáticas específicas (otras veces en otros códigos como el arte). La psicología de la personalidad de Claudio Naranjo plantea una. La economía ecológica de Georgescu-Roegen y su termodinámica plantea otras. La ley de mínimo de Liebig plantea otras cuando habla de requerimientos de nutrientes. Y todas ellas son legítimas (si las aceptamos) y no equivalentes. Es erróneo tratar de reducir la sociedad a unas categorías sociológicas como las que plantea Bourdieu. Él supone que esas categorías son incuestionables y por eso habla de una estructura objetiva al margen de la consciencia del sujeto. El gran reto postmoderno es el de romper la fragmentación disciplinar y plantear modelos 1) lo suficientemente holísticos y completos para que sean relevantes y 2) lo suficientemente sencillos como para que sean manejables dentro de unos límites de computación (procesado de la información) y de recursos (energía, materiales, espacio...).

Como dice Robin Robertson en Arquetipos Junguianos: Jung, Gödel y la historia de los arquetipos:

"El ideal renacentistas tendría sus límites. Igual que los pensadores medievales no supieron cuestionarse sus propias premisas y verificarlas en la realidad, los pensadores renacentistas no pensaron en cuestionar la validez del propio acto de observación. Asumieron que sus observaciones eran forzosamente representaciones correctas del mundo(Robertson, 2014, pp. 19)

Esto es lo que hace Bourdieu y que denuncia Brown en su obra Axiomas y Robin Robertson en Arquetipos Junguianos. No entrar a cuestionar los límites de la ciencia, de la racionalidad, de la tecnología habiendo ya intelectuales y científicos que, dentro de un contexto moderno, han llegado a poder desmontar la modernidad desde disciplinas variopintas como Jung y su defensa acérrima del mundo simbólico-semiótico como algo no irracional ni carente de significado, Gödel con su negación de la posibilidad de poder reducir las matemáticas a la lógica/sistema formal como pretendió Russell o Margulis cuando descubrió que el paso de unicelulares a pluricelulares se daba por simbiosis y no por competencia darwinista. Poco a poco se han ido atestando golpes importantes al proyecto moderno pero parece haber resistido por el momento.

A Bourdieu le conviene dar este paso porque nos propone unas categorías semánticas (las de capital, clase...) que según él objetivamente cualquier sociólogo debe aceptar porque describen y explican la sociedad, pero no se da cuenta que esas categorías las ha creado su propia mente con un montón de supuestos basados en una visión marxista y economicista de la realidad. ¿Por qué estas categorías y restricciones sirven mejor para explicar la sociedad que las restricciones psicológicas del carácter sobre las que hablan los psicólogos de la personalidad o las leyes de la termodinámica? No nos lo dice. Claro, no nos lo dice porque eso sería admitir que nunca jamás una teoría (anclada en un complejo semiótico, en este caso lingüístico no matemático) o "modelo" objetivo son realmente objetivos. El que quiere hacer pasar algo como categorías objetivas es uno que consciente o inconscientemente quiere imponer un programa sin examinar esas categorías, sin examinar sus supuestos. ¿Cuántos tratados de sociología o filosofía empiezan con una lista no ambigua de supuestos reconocidos por el autor? Lo más cercano que he visto a ello es lo que hace Gregory Bateson en Mente y Naturaleza y de manera más general Brown en su obra Axioms.

Por tanto, hay varios problemas tanto con Bourdieu como con lo que dice mi compañero Eduardo cuando dicotomizan "objetivo y subjetivo" y "real y simbólico". Estoy de acuerdo en la importancia del mundo simbólico y de lo patológico que es reducir éste a un lenguaje economicista (como hace en parte Bourdieu y denuncia Eduardo) pero creo que hay que afinar más. Hay que clarificar qué es el universo simbólico y como se usa en la interacción entre lo que se llama "real" u "objetivo" y los sujetos que habitan en él para ver que dentro de la ciencia ha habido quien ha cuestionado esta visión ortodoxa de la misma y del mundo. Resumiendo, en el marco de Bourdieu-Eduardo:

1) No hay una discusión rigurosa de qué es esto “del mundo simbólico” y como se contrapone con lo “real"
2) Eso lleva a no darse cuenta de que no es relevante plantear las cosas en términos de objetivo o real, reconociendo que la realidad relevante no existe, sino que se construye en función del propósito del sujeto.Todo es simbólico (o mejor dicho, un mundo de signos y en última instancia arquetípico), un mar de metáforas, alegorías y otros recursos codificados a través del lenguaje, las matemáticas y otros complejos semióticos que nos sirven como modelos, mapas y esquemas para actuar y dar un sentido a la realidad. Esto incluye a la supuestamente infalible ciencia, porque no es útil plantear las cosas en términos de real y de si eso es verdadero o falso al menos no en su totalidad (uno de los axiomas fundamentales de cómo se debe plantear este debate dentro del positivismo lógico y el criterio de falsabilidad de Popper, ambos con muchos problemas) sino más bien en términos de significación y representación, de útil o no útil en el proceso de observación y plano de acción.

De hecho defenderé en el próximo artículo sobre la Modernidad y sus axiomas, que el universo simbólico basado en nuestros mapas y esquemas mentales se fundamenta en una serie de axiomas necesariamente irracionales (basados en creencias que debemos escoger o que nos escogen a nosotros), en creencias que se escapan absolutamente al criterio de verdad o falsedad (que en si son propiedades de un sistema de conocimiento con un propósito implícito) tan supuestamente científica e incuestionable. De hecho creo que la separación verdad-mentira esconde unos supuestos y visión del progreso humano absolutista. Una pretensión de total universalidad y dualismo típico en occidente como criterio de demarcación de lo que debe y no debe sobrevivir.



¿Por qué emerge esta reducción a lo secular-económico? ¿Por qué Bourdieu se empeña en intentar definir unas categorías lingüísticas basadas en las palabras capital y clase que considera objetivas y no subjetivas y dentro de un universo semiótico-simbólico como otras? ¿Tiene recorrido en el gran proyecto de progreso humano?En realidad creo que subyace una visión evolutiva del mundo basada en el darwinismo o supervivencia del más fuerte. 

Tenemos que ser muy cautos cuando hablamos de lo real y objetivo y lo no real pues eso implica toda una serie de supuestos adicionales que hay que clarificar y que implican a la ciencia y a otros posibles tipos de conocimiento en la medida en que estos se usan como "la manera evidente" en que se forma una cosmovisión, una interpretación del mundo. Cuando alguien te diga que la ciencia es meramente un proceso hipotético-deductivo de confirmación o un proceso de falsificación para llegar a generalizaciones uno ya debe saber que no ha hecho sus deberes de pasar de la página 2 de un libro introductorio de filosofía de la ciencia y que se ha quedado en debates obsoletos de inicios del siglo XX y en un reduccionismo científico que no tiene en cuenta los 1001 problemas que se han planteado durante el pasado siglo, especialmente desde que aparece el Círculo de Viena. 

Entre ellos tenemos el problema de la inducción (ampliable a la abducción o inferencia explicativa), el de la causalidad, los límites de la deducción, de la falsificación y la confirmación y por tanto de basarlo todo en la evidencia. No hablemos ya si empezamos a añadir restricciones morales o de confianza en la ciencia y replicabilidad, la dificultad de predicción en sistemas complejos que añade incertidumbre e ignorancia, y de las propias nociones de tiempo y espacio en un continuo de conceptos infinitos. La gran mayoría de científicos no tienen formación en filosofía de la ciencia ni historia de la ciencia, es decir, no se han planteado los límites de su propio método. Tampoco en matemáticas o lingüística/semiótica, las dos herramientas fundamentales de la ciencia y tampoco en psicología o ciencias cognitivas (que nos hablan del proceso de observación y auto-observación).  Los motivos son complejos, pero para mí hay bastante evidencia al respecto en la medida en que se sigue introduciendo a alumnos en muchos libros introductorios en los términos del método hipotético-deductivo, el falsacionismo y cuando veo a muchos científicos discutir exclusivamente en esos términos.

Y es que el problema no es que la modernidad basada en un imperante economicismo se cargue el mundo simbólico sino que lo manipula a su antojo cuando le conviene para un proyecto cultural mayor basado en unos supuestos darwinistas tecnologizantes de supervivencia del más apto que han impregnado nuestra civilización ya desde antes de la modernidad. El darwinismo le dio un barniz científico (que algunos  empiezan a cuestionar como Carlos de Castro con su Hipótesis Ampliada de Gaia), a una teoría que ya estaba en la consciencia de muchas de las élites del momento, pero en un momento histórico en el que la industrialización despegaba era necesario ponerlo en términos seculares y científicos. El desarrollo tecnológico y el crecimiento post-II guerra mundial del mundo anglosajón a través de un monstruoso crecimiento exponencial en el uso de energía y materiales han camuflado esa narrativa prometiendo un "café para todos" ad infinitum pero ya vemos que en los momentos de crisis, los Trump y compañía no dudan en manifestar quien está por delante de quien en la lucha por la prosperidad y el progreso material infinito. De este primer apartado pues debe quedar claro que:

1) Todo es semiosis, un proceso de interacción entre un sujeto y lo exterior por medio de un conjunto de códigos (lenguaje, matemáticas, códigos musicales...) que usan signos (ahora veremos que los signos son una categoría jerárquica inferior al de los signos según Peirce o semánticamente diferente como defiende Jung).

2) Los conceptos de objetividad, realidad o verdad deben ser puestos en cuestión pues esconden una visión moderna que camufla supuestos. La postmodernidad como crítica a la gran narrativa de la modernidad tiene el potencial filosófico para trascender sus problemas.

3) Durante los siglos XIX y XX aparecen disciplinas y autores que ponen en patas arriba todo el proceso moderno, más allá de las contradicciones ya evidentes que supone la gran crisis ecológica mundial.

4) Entre estas disciplinas se encuentra la semiótica, en la medida que precisamente trata de lo que media entre el proceso de percepción del sujeto y aquello que observa

Centrémonos ahora en la cuestión de los signos, los símbolos y la disciplina de la semiótica.

Símbolos, signos, semiótica: principios fundamentales

El complejo universo de los signos nos ayuda a formalizar modelos que guían nuestra toma de decisiones. La semiótica, definida antes como la ciencia formal o estudio formal de los signos y su uso, es una disciplina relativamente reciente. En palabras de Chandler, autor del libro introductorio más conocido de semiótica en la actualidad, citando a Umberto Eco:

"One of the broadest definitions is that of Umberto Eco, who states that ‘semiotics is concerned with everything that can be taken as a sign’ (Eco 1976, 7). Semiotics involves the study not only of what we refer to as ‘signs’ in everyday speech, but of anything which ‘stands for’ something else. In a semiotic sense, signs take the form of words, images, sounds, gestures and objects. Contemporary semioticians study signs not in isolation but as part of semiotic ‘sign-systems’ (such as a medium or genre). They study how meanings are made and how reality is represented (Chandler, 2007, pp. 219-221)."

"La semiótica se refiere a todo lo que se puede tomar como un signo' (Eco 1976, 7). La semiótica implica el estudio no solo de lo que llamamos '"signos'' en el habla cotidiana, sino de cualquier cosa que represente otra cosa. En un sentido semiótico, los signos toman la forma de palabras, imágenes, sonidos, gestos y objetos. Los semióticos contemporáneos estudian los signos no aisladamente sino como parte de sistemas de signos (como el medio o género). Estudian cómo se generan los significados y cómo se representa la realidad (Chandler, 2007, pp. 219-221).

Los paralelismos con la semántica (disciplina que estudia el significado en lingüística) o la psicología cognitiva (que estudia el proceso de percepción de la realidad) son evidentes. Existen teorías con un marcado carácter semiótico desde la filosofía antigua (con la metafísica de Aristóteles), la moderna (con el tratado de John Locke sobre el entendimiento humano de 1690) aunque el punto de partida siempre son los trabajos de Ferdinand de Saussure y Charles Sanders Peirce. Para el primero la semiótica formaría parte de la psicología y para el segundo tiene una connotación asociada a la lógica. Yo estoy más cerca de la visión de Saussure, aunque luego veremos que su modelo del signo es menos útil y simple que el de Peirce.

La semiótica debe entenderse como una disciplina sin una base teórica y metodológica demasiado bien definida, como un "espacio de debate" con una visión y metodologías que varían de autor en autor y que oscila entre las posiciones estructuralistas, que tratan de analizar las relaciones entre signos-significantes para poder describir y explicar su estructura subyacente y las posiciones postestructuralistas en las que se pone de manifiesto la importancia del sujeto y la influencia del contexto social en la construcción de la realidad. Esto remite al debate realismo vs. constructivismo (o modernismo vs. postmodernismo) que he presentado anteriormente (Chandler, 2007, pp. 219-221).

Los temas más importantes en semiótica son:

1) ¿Qué es el signo y qué modelos existen? Más adelante introduciré el modelo tríadico de Peirce y el modelo relacional de Rosen que nos servirán como una base axiomática coherente con la visión postmoderna pragmática y en la que usaré el fútbol como ejemplo.

2) ¿Qué sistemas de codificación existen y cómo se produce esta codificación? ¿Qué diferencias y similitudes hay entre el lenguaje y otros sistemas de codificación? Un tema fundamental aquí es el de la "doble articulación" o el hecho de que "a semiotic code to form an infinite number of meaningful combinations using a small number of low-level units which in themselves are meaningless (e.g. phonemes in speech or graphemes in writing)" (Chandler, 2007, pp. 6).

3) ¿Cómo se puede hacer un análisis semiótico del texto y qué es un texto? Aquí habrá un debate entre métodos estructuralistas (como los de Saussure) o post-estructuralistas (donde el contexto social y del sujeto importaran más). Conceptos como la oposición entre conceptos será fundamental. Algunos modelos como los de "el cuadro semiótico" de Algirdas Greimas se utilizan para "poner de relieve temas escondidos en textos o en la práctica" (Chandler, 2007, pp. 107).

4) ¿Quiénes son Saussure, Peirce, Barthes y Jakobson y por qué son importantes?

Y algunas un poco más complicadas...

¿Existe una estructura universal semiótica o diferentes grupos e individuos construyen universos semióticos distintos con distintos criterios de validación de sus modelos? Este será el caballo de batalla entre estructuralistas y post-estructuralistas o realistas y constructivistas. Como constructivista considero que hay principios axiomáticos no universales basados en creencias de lo que creemos que afectan al propósito de los agentes y que subyacen a cualquier intento de imponer una estructura semiótica fundamental. En mi caso el principio pragmático de utilidad basado en un propósito de sostenibilidad del ser humano y la vida en el planea subyacerá a todo lo demás y como tendrá una base evolutiva de hecho afectará a los que tienen principios irracionales diferentes a los míos (creo que tenderá a eliminar posturas nihilista o existencialistas).

¿Qué función tienen diferentes modos de interacción entre el signo, lo significado y el sujeto? Este será un trabajo que Jakobson desarrollará.

¿Qué son y qué relación guardan los conceptos de sintáctica, semántica y pragmática? Esta quizás tiene más connotaciones para la lingüística y ha sido más tratada en ese ámbito. Esta será debatida en este artículo

El modelo diádico de Saussure y el triádico de Peirce

El modelo de Saussure se suele considerar como diádico pues el signo se divide en dos categoría:

- El sonido, imagen, palabra usada para referirse a un objeto/concepto (signifier en inglés, signifiant en francés o significante en español) y 
- El objeto/concepto al que se refiere (signified en inglés, signifié en francés o significado en español). 

Este es un modelo de carácter psicológico en el que el signo es el todo que resulta de la asociación entre significante y significado. La palabra "entrada" en un estadio de fútbol se refiere a que el estadio está abierto para acoger un partido.

Peirce fue obviamente un paso más allá en su modelo tríadico y diferenció entre:

 - El representamen: la forma que toma el signo
 - El "interpretant": el sentido que se le da al signo
 - El objeto: el referente al que se refiere el signo

Aquí queda más claro el rol que juega la mente del sujeto que dará un sentido a una relación concreta representamen-objeto (el significante y significado en terminología de Saussure respectivamente). Así se genera un proceso de "semiosis ilimitada que se refiere a la manera en que esta relación lleva a una serie de interpretantes potencialmente ad infinitum" (Chandler, 2007, pp. 31). La palabra entrada significará el lugar donde ir para alguien que quiere ver el partido. Quizás para alguien que busque vender un boleto a última hora será el espacio donde hacerlo. Para otros será el lugar donde cantar y juntarse con otros fans para luego ver el partido en un bar a las cercanías. Como vemos Peirce hace explícita la relación significante (signo)-significado (objeto, concepto) de forma explícita.

Este modelo tríadico cabe entenderlo como un modelo de la mente, como una descripción de la cognición humana en el que, como apunta Donald J. Cunningham en Cognition as Semiosis: The role of inference:

“Cada organismo vivo construye sus propias conexiones locales o Umwelt sobre la base de su experiencia única y las características de las especies. Desde este punto de vista, el estado básico de la cognición humana es un conjunto de creencias que caracterizan el Umwelt para esa persona. fijando la creencia a través de la inferencia, la persona literalmente construye y reconstruye su Umwelt " (Cunningham, 1990).

La palabrota Umwelt se utiliza para referirse a "los fundamentos biológicos que subyacen al epicentro del estudio tanto de la comunicación como de la significación en humanos y animales no humanos". Un neurofisiólogo de las plantas y biosemiótico de la talla de Stefano Mancuso protestaría con vehemencia por excluir a los no-animales como si las plantas no tuvieran capacidad para representar y comunicarse. En realidad, desde apenas hace 1 o 2 décadas la visión sobre las plantas ha cambiado espectacularmente (en unos pocos académicos desafortunadamente). En occidente las plantas han tendido a ser consideradas como algo secundario, inferior a los animales y al hombre y se ha dado una lucha histórica contra las plantas (cabe recordar la quema de brujas en la inquisición y la actual guerra contra las drogas, una política nefasta que en realidad solo buscaba mantener una hegemonía geopolítica y evitar cualquier tipo de cambio fundamental). Todavía no queda claro hasta qué punto difiere la semiosis animal, vegetal y la humana y esto lo pasaremos a comentar en otro artículo cuando hable de biosemiótica y zoosemiótica pues éstas disciplinas están cambiando nuestra manera de entender los ecosistemas.

Mario Giampietro, Kozo Mayumi y Alev Sorman, en The Metabolic Pattern of Societies-Where Economists fall short (El patrón metabólico de las sociedades-donde los economistas fracasan) amplian este proceso de semiosis tríadica de Peirce. En su modelo nteractúan 5 elementos en 3 pasos fundamentales en un complejo semiótico (el nombre que le dan) donde hay:

 5 elementos: observador, agente, hardware, software, narrador
3 pasos: semántica (transducir) à sintáctica (representar) à pragmática (aplicar)

En el paso semántico se asocian los signos y símbolos (transducción) a una información con significado. En el paso sintáctico se representa un sistema formal de símbolos basado en variables y datos (puede ser un modelo lingüístico cualitativo y no necesariamente cuantitativo). En el caso de la pragmática se da la acción, donde el sujeto o colectivo de sujetos en cuestión interactúan con el referente externo (el mundo objetivo más allá de la percepción del sujeto).  Esta relación tríadica (tres pasos) se dan en relación a un complejo semiótico de 5 elementos:

  • El observador monitoriza y recoge la información acerca del mundo externo
  • El agente expresa la diversidad de comportamientos en función de su propósito
  • La memoria (hardware) hace posible almacenar el conocimiento
  • Una información guardada (software) hace posible la formalización de las observaciones: datos, patrones, modelos explicativos, descriptivos y anticipativos (o predictivos) y atributos relevantes del referente externo.
  • Un narrador es capaz de manejar la semántica relativa (Giampietro et. al, 2014, pp. 67-68).
Los autores no aportan un ejemplo en su libro así que lo voy a intentar en base al fútbol, que es la excusa del artículo. En el partido de España-Rusia el observador podría ser una combinación de tecnología de la FIFA y algunos periodistas que se encargan de manejar los datos estadísticos a comunicar al a audiencia. También tiene este rol el entrenador y el árbitro para tomar decisiones durante el juego. Los agentes serían fundamentalmente los jugadores y los jueces. La memoria sería la capacidad de los observadores, el agente y el narrador de aprendizaje. Donde chuta los penaltis Yago Aspas, por donde ataca más España en la primera parte para hacer algún cambio (o no en la segunda...), el número de veces que Isco toca el balón sin sentido en unpartido para luego hacer un artículo como el de Natalia Arrollo... Finalmente el narrador sería alguien como un comentarista que trata de observar las interacciones entre los observadores, los agentes, su memoria y la información de que dispone en el momento. Así se constituye un complejo semiótico que da un sentido al partido en el que entran en juego un universo de signos (estadísticas numéricas, número de los jugadores para identificarlos, reloj para marcar el tiempo, reglas del juego para interpretar el partido...), objetos referidos (información estadística relevante, jugadores, tiempo de juego transcurrido, código futbolístico de la FIFA) con un significado específico (el interpretant de Peirce) que relaciona al observador, los agentes y los narradores por medio del hardware y el software disponibles.

Claro está, he tomado el punto de vista del espectador que ve el partido por tv con el volumen en on. Por tanto, "cuando el complejo semiótico ha sido útil en conseguir su objetivo, se puede decir que el proceso semiótico ha sido validado" y que se conoce como "cierre semántico" (semantic closure) en terminología de Pattee (Giampietro et. al, 2014, pp. 71). Este cierre semántico que en mi caso sería completado si la narración ofrece una calidad de acorde a mis expectativas se ha aplicado en casos más delicados. Fue aplicado recientemente para el controvertido caso de la energía nuclear. Zora Kovacic, investigadora en Barcelona, mostró la falta de cierre semántico dada la inconsistencia que existen entre distintas perspectivas o niveles de observación. El enfoque excesivamente ingenieril es cortoplazista y se abstrae de los procesos sociometabólicos a largo plazo que requiere una discusión transparente de la cuestión (ver un resumen del artículo aquí).

Evidentemente en la visión semiótica y constructivista que presento, combinando el trabajo de Peirce y la exposición de Mario, Kozo y Alev hay que asumir que existe un mundo fuera de lo que percibimos lo cual exigirá un axioma no demostrable en el sentido lógico e incluso empírico en función de cómo diseñemos el axioma. Si alguien nos dice "toda tu experiencia es una mera ilusión hecha por un programa software controlado por unos alienígenas los cuales han creado el universo y todo lo que en el existe" pues mmm bien..." Nada que decir, aunque claro exigiré algún tipo de explicación lo cual exigirá a su vez que encaje con otros de los supuestos y axiomas de la persona en cuestión y los compararé con los de la física y hasta de la religión (entre otros). Pero bueno... Como defenderé una posición pragmática y no creo en alienígenas ni en Dioses malignos (por elección, no por demostración) ni que nadie esté en posición de mostrar evidencia al respecto esto no será demasiado relevante. Quizás existen o quizás no... Pero mi posición es de creer que no existen. 

Es más, si vamos un paso más allá podemos afirmar que "en el comportamiento de los seres vivos el significado y las creencias juegan un papel tan importante como las restricciones materiales y determinan la factibilidad de los comportamientos observados. Cada organismo tiene una perspectiva específica sobre su "realidad" y los consiguientes modelos anticipadores. Por ejemplo, una cucaracha asocia la luz con el peligro y corre hacia la sombra para salvar su vida" (Giampietro et. al, 2014, pp. 72). En conclusión, podemos decir que:

"La vida pues puede asociarse con un complejo semiótico capaz de monitorizar (observar), modelar (procesar información) y actuar (aplicar controles). El complejo semiótico se usa pues para estudiar el proceso mediante el cual los organismos validan la utilidad de sus procesos." (Giampietro et. al, 2014, pp. 68).


Robert Rosen llevó esto un paso más allá en su modelo relacional. Lo expliqué en un artículo en que empecé a introducir las nociones de semiótica y axiomas de forma mucho más simplificada de lo que hago ahora. En este modelo se presenta una visión circular sobre el complejo semiótico de Peirce. En primer lugar, se seleccionan pre-analíticamente unos objetivos en forma de axiomas que formaran el telos o propósito del sujeto. A continuación, se codifica en signos y símbolos que, mediante relaciones, se formaliza en un modelo (científico o no) sobre el cual se generan modelos predictivos con los que se actúa y finalmente se monitoriza y comprueba si el modelo ha sido útil para el propósito. Rosen llamará sistema natural a todo lo observable y sistema formal a la codificación semiótica basada en las capacidades perceptivas del agente/observador/narrador. El modelo de Rosen proporciona pues una base epistemológica (la parte de la filosofía que se encarga de responder a la pregunta ¿Cómo podemos conocer? de forma muy simplificada), un proceso de abstracción semiótica y un proceso de realización en el que se conectan el mundo natural (referente externo) y el formal (modelo del observador).


Figura 1. El modelo relacional de Rosen

El problema de este modelo es que no nos dice nada del proceso de percepción y de a qué nivel opera (¿sólo a nivel individual del organismo?) ni de como debe hacerse una discusión sobre los propósitos de los distintos sujetos (la parte axiomática). Para completar esto necesitamos evidentemente una visión evolutiva del referente externo natural y una cognitiva de la mente humana que nos proporciona tanto Robertson con su hipótesis arquetípica de la realidad basada en Jung y Carlos de Castro y el Evolution Institute como visión evolutiva simbiótica natural y basada en una dialéctica cultural. Aquí me centraré en hablar un poco de Jung y de la cuestión de la percepción, y dejaré la cuestión evolutiva para un próximo artículo.

Este proceso de cognición-semiosis que he representado se puede equiparar a la manera en que Jung planteó el proceso de semiosis con sus conceptos de arquetipos y complejos para referirse a como el sujeto da un sentido a la realidad en un proceso de evolución a partir de una serie de plantillas y modelos que se asocian por medio del lenguaje y la memoria, en el que tendrían cabida muchas posibles relaciones como hemos visto (y veremos para el caso del fútbol en el siguiente apartado).  Sin embargo, Jung añade una capa de complejidad al distinguir entre dos tipos de relaciones significante-significado, el interpretant de Peirce.

Carl Gustav Jung, en referencia al significado de la cruz dijo:

“La interpretación de la cruz como símbolo del amor divino es semiótica, porque el "amor divino" describe el hecho a ser expresado mejor y más correctamente que una cruz, que puede tener muchos otros significados. Por otro lado, una interpretación de la cruz es simbólica cuando pone la cruz más allá de todas las explicaciones imaginables, considerándola como la expresión de un hecho aún desconocido e incomprensible de una naturaleza mística o trascendente, es decir, psicológica, que simplemente se encuentra más apropiadamente representado en la cruz.”

Para Jung un signo es un "hecho conocido" equivalente a las categorías en las que el lógico Charles S. Peirce dividió el concepto de signo: icono, índice y símbolo. Los iconos tienen una relación inequívoca y física con el objeto/concepto al que se refieren (por ejemplo una persona comiendo para indicar un restaurante), los índices tienen un parecido físico como en el caso de una calavera para expresar muerte en un producto tóxico y los simbolos no tienen una relación entre signo y objeto/concepto al que se refieren como los números o las letras del alfabeto.

Sin embargo, Jung define el símbolo como algo semánticamente ambiguo y generalmente trascendente, de lo que hablamos sin realmente saber lo que es, sin definirlo de forma inequívoca y que por tanto se difumina entre lo conocido, lo parcialmente conocido y lo desconocido en un proceso creativo en evolución. El símbolo es "inagotable, una metáfora infinita, algo vivo, no una abstracción muerta que podía interpretarse literalmente (Robertson, 2014, pp. 167)." 

Este símbolo, en la medida en que cada vez va afectando e implicando a más personas se va grabando en una memoria personal y colectiva (el inconsciente personal y el inconsciente colectivo, los materialistas dirán que el adn o el cerebro o lo negarán). Ésta se transmite psicológicamente, biológicamente y simbólicamente por la tradición oral, por medio del arte, por medio de rituales y juegos... Y acaba conformando "mapas" o "modelos" (de una variedad infinita) llamados arquetipos que se activan cuando una experiencia concreta los requiera para que el sujeto sepa por qué derroteros se mueve. Podemos hablar de los arquetipos de transformación personal (sombra, ánima/ánimus y self en el caso de Jung), arquetipos relacionales (madre cuidadora, madre bruja, padre instructor y padre autoritario...) o de otros tipos (el héroe, el líder...). Jung llegó al concepto de arquetipos a partir de su propio trabajo interior entre 1913 y 1917 donde alternaba un fuerte conflicto consciente-inconsciente con trabajo con sus pacientes, tiempo con su familia y ejercicios de yoga para evitar un brote psicótico y aprovechar esa "regresión al servicio de la transcendencia" (Robertson, 2014, pp. 165) y de los experimentos que hizo con pacientes en los que primero trabajaba con los recuerdos y luego veía que ante ciertas palabras respondían más lentamente que asociaban a una experiencia determinada.. A esto le llamó complejos. Estas asociaciones se van acumulando para formar los arquetipos, en un proceso creativo. 

El futbol - ¿Múltiples interpretaciones o símbolo junguiano trascendente?


Si un darwinista ve en la naturaleza una lucha por la supervivencia es porque durante un tiempo parece haber sido razonable (para él) y haber cumplido un propósito (auto-justificar que los ingleses eran superiores a los salvajes, por ejemplo) y porque en sus supuestos va implícita esa idea, como denuncia Carlos de Castro al hablar de su teoría de Gaia. En el caso de Europa, en los últimos 5000 años, nos hemos embarcado en luchas imperiales, guerras entre nosotros y con “otros”, y hemos expoliado el mundo natural. Hemos conquistado el mundo y ha quedado de forma simbólica y arquetípica. Ciertos grupos nativos han sido "exitosos" evolutivamente con una visión trascendente y de sacralización de lo natural que creo que hay que recuperar (hasta que se toparon con los europeos), mucho más basada en la comunidad. De ahí que unos ilustren a la Pachamama como una diosa que da viva o como el antiguo paganismo idolatre a Mokosh como diosa madre y luego vayas al centro de Kiev y te encuentres que la diosa madre empuña una espada y esté en frente de tres tanques y una escultura soviética patriótica militar, símbolo de muerte.

Estamos en un punto en el que incluso occidente empieza a mirar a los "salvajes" y a otras culturas como oriente con respeto y al mismo tiempo se da una contra-ofensiva ideológica en la que muchos nacionalismos reivindica lo que ha sido Europa histórica, un progreso con mucha muerte por el camino. Prácticas como el yoga o la meditación se han incorporando de pleno en occidente. Muchos rituales y prácticas están siendo reconsideradas por la antropología y la arqueología. La toma de plantas psicodélicas como la ayahuasca ya no es vista como un herejía que te lleva a la hoguera en una histórica lucha contra las plantas sino que empiezan a salir 
científicos de prestigio investigando la cuestión, como Pau Ribas en el Hospital de Barcelona

Generalmente cuando en una persona o sociedad entran en conflicto dos visiones arquetípicas (madre vida, madre muerte) aparentemente antagónicas se produce un periodo de convulsión que acaba con muchos por el camino y con otros que consiguen integrar esta lucha. El postmodernismo, producto del cambio cultural que tuvo lugar en américa y Europa en los 60-70 y el conflicto que supuso entre lo moderno, lo tradicional y lo pre-civilizatorio (esos salvajes animistas) es un proyecto en marcha que enfatiza esas oposiciones en un proceso evolutivo. De ahí mi defensa en parte de esta postura ya que nos lleva a cuestionar la propia modernidad. Claro está algunos han tendido a posiciones muy relativistas que no compartimos muchos postmodernos. Cada vez más autores analizan la religión, los ritos y las plantas psicodélicas como un importante ingrediente evolutivo y no como meras supersticiones que no merecen ser descritas y explicadas. Hay quienes vienen criticando el paradigma materialista científico y son censurados sin motivo aparente en charlas TED. La ciencia se parece cada día más a una secta y ya hay quien hace tiempo que plantea una crisis profunda. Ese es el motivo que hace a los genios y por lo que Jung llegó mucho más lejos de un Freud que se refería a todo lo que no encajaba con su rígida percepción como "fango negro del ocultismo". Como dice Jung:

"Un nuevo símbolo debe ser tanto un nuevo producto de las mentes más complejas y diferenciadas de la época" como algo que "debe abarcar lo que hay de común entre un gran grupo de personas". (Robertson, 2014, pp. 169)

Y en ese contexto, en el que el péndulo oscila entre una madre que da muerte (el héroe, líder o futbolista que vence a todos sus enemigos) y una que da vida (la que cuida, da cobijo y une a todos los seres vivientes). ¿Surgió el arquetipo de muerte porque se enfrentaron un considerable grupo de humanos a condiciones climáticas y ecológicas de difícil adaptación? ¿Fue ese el paso de las sociedades matriarcales a las patriarcales? ¿Se puede dar una nueva síntesis entre estos dos polos? Eso es lo que intuyo que está pasando y va a pasar durante ese siglo. En palabras de Jung:

"Para que esta colaboración de estados opuestos sea posible, en primer lugar, tienen que enfrentarse el uno al otro con una total oposición consciente. Esto necesariamente implica una violenta desunión con uno mismo, hasta el punto en que la tesis y la antítesis se niegan la una a la otra, mientras que el ego se ve forzado a reconocer su participación absoluta en las dos. Si existe subordinación, por una parte, el símbolo será predominantemente producto de la otra parte y, por esa razón, no será tanto un símbolo como un síntoma, un síntoma de antítesis suprimida". (Robertson, 2014, pp. 170)

Algunos estamos empezando a enfrentarnos conscientemente con las contradicciones de nuestra civilización y de la modernidad y experimentamos esa desunión y las muchas contradicciones que emergen. Somos muy pocos. Algunos no pueden por falta de recursos, por vivir en un país que aspira a, por educación recibida y condiciones de vida... Otros (diría que quizás unos pocos de entre los privilegiados) no quieren. Cuando se enfrentan a una contradicción hacen la del avestruz. Esto lo he visto en la gran mayoría de mis compañeros de máster (privilegiados del primer mundo) de sostenibilidad con el resultado de que han pasado el máster, pero no se han transformado en absoluto, ni han sido capaces de mirar a sus demonios a la cara (o esa es mi impresión) aprovechando el estudio de la cuestión ecológica. Esta es mi sensación. Si se tolera la contradicción y se acepta y escucha a la lucha entre símbolos que irrumpe desde el inconsciente al consciente:

"Puesto que la vida no puede tolerar el estancamiento, tendríamos una represión de energía vital y eso conduciría a una condición insoportable si la tensión de los opuestos no produjera una función nueva y unificadora que los trasciende a ambos... He llamado a la totalidad de este proceso la función trascendente..." (Collected Works, vol 6, Psychological Types, pp. 832-28; visto en Robertson, 2014, pp. 169-70)

Jung invirtió casi toda su vida en tratar de buscar un significado a muchos de los mitos de varias culturas, los sueños de sus pacientes, los cuentos de hadas que otros ignoraban o reducían a una cuestión sexual (como hizo de forma errónea Freud) gracias a su gran bagaje intelectual. Intento darle una explicación en vez de ignorarlos, signo de su humildad y generó un interés en la interpretación de los sueños más allá del reduccionismo sexual o político de Freud y Adler respectivamente.

Para ello analizó qué papel juegan los símbolos en la psique de las personas a través de un proceso de ampliación de la consciencia en una lucha simbólica consciente-inconsciente (a partir del reduccionista concepto de Freud que luego criticó y amplio en su modelo de la psique al introducir la noción del inconsciente colectivo y de que el inconsciente era la causa y no la consecuencia del consciente por un proceso de represión sexual en las primeras etapas de la vida como creía Freud). Su muy influyente e interesante modelo evolutivo se escapa de las pretensiones de este artículo pero debe quedar claro que se basa en una interacción entre esta tensión de arquetipos simbólicos entre consciente e inconsciente que se han ido grabando en la psique por este proceso de asociación llamado "complejos".

Lo que me interesa remarcar aquí es que, a diferencia de Peirce, Jung añade una capa de complejidad para advertirnos que más allá de las distintas connotaciones y relaciones semióticas entre objeto y signo (lo que Peirce llama representamen en su modelo tríadico de representación de la realidad) podemos distinguir entre una semántica más ambigua, viva y para la que no tenemos una respuesta definitiva que se plasma en símbolos vivos y arquetipos. Perice estudió el signo y su estructura. Jung estudió como el sujeto le da un sentido al mundo a través del signo. Poca gente va a tener discusiones profundas acerca de lo que representa una silla (aunque ciertamente hay una casi infinidad de maneras de representarla) pero cuando nos movemos en un terreno en el que nos va nuestra salud social y cultural, la trascendencia espiritual, el bolsillo o la distribución y uso de los recursos del planeta como en el caso del fútbol la cosa se vuelve más compleja. De ahí la importancia de distinguir entre lo semiótico y lo simbólico que a muchos se les escapa por no haberse detenido en estudiar los procesos cognitivos del sujeto cuando interacciona con el no-sujeto (la "realidad" "mundo objetivo" o “referente externo”) (este último pienso más apropiado a mi gusto) en un proceso de evolución creativo de ampliación de la consciencia.

Jung acabó llegando a la misma conclusión a la que llegó el matemático Gödel después de que éste último se cargara los intentos de los formalistas (encabezados por Hilbert) y de los lógicos (encabezados por Bertrand Russell) de reducir la matemática a sistemas axiomáticos finitos. Gödel llegó a la conclusión de que las matemáticas se fundamentaban en axiomas meta-matemáticos (fuera de las matemáticas y su lenguaje abstracto), tras demostrar que la paradoja del conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a si mismos seguía siendo problemática (no entraremos en detalles técnicos aquí). Si Jung proponía que había un mundo simbólico que acababa desembocando en imágenes primordiales o arquetipos (que vienen a ser una especie de guías incrustadas en el inconsciente y en el consciente tras haber pasado por un proceso evolutivo en el que cumplen alguna función útil) a través del estudio de muchos mitos y del material inconsciente que encontraba en sus pacientes, Gödel acabó llegando a la misma conclusión a través de las matemáticas cuando entendió que podían "existir enunciados verdaderos que no podían ser probados ni como verdaderos ni como falsos dentro de un sistema axiomático" (en este caso el de las matemáticas).

"Una completa descripción epistemológica del lenguaje A no puede darse en el mismo lenguaje A, porque el concepto de verdad de las frases de A no puede definirse en A. Cómo podría uno realmente pensar en expresar las metamatemáticas en los sistemas matemáticos mismos, si se considera que estos últimos consisten en símbolos sin significado que sólo adquieren un significado sustituto por medio de las metamatemáticas." (Fereman citando a Gödel, pp. 102-105)."

Conceptos como número (fundamental en aritmética) o forma (fundamental en geométrica) tienen un importante componente arquetípico simbólico. ¿Quizás el número uno significa totalidad y unión? ¿Quizás el número dos tiene una connotación de opuestos? ¿Una esfera tiende a simbolizar algo a proteger por qué existe una relación superficie/volumen que lo hace funcional a ello y una punta tiende a simbolizar una especie de ataque por tener una relación superficie/volumen diferente? ¿O quizás si nos arrolla una esfera repetidamente los veremos como un ataque que se formará en nuestra mente como un arquetipo y si unas pinzas muy afiladas sirven para sacarnos pinchos de las manos lo vemos como símbolo de protección o curación?

Hace poco más de un año recuerdo como tuvimos que hacer una lectura para nuestra asignatura de Salud y Sostenibilidad en la que una filósofa (cuyo nombre no recuerdo) relacionaba a las sociedades modernas con formas mucho más puntiagudas y agresivas (los paralelismos con el pene y el patriarcado son fáciles de hacer, claro está) en contraste con las formas mucho más redondas que ciertas sociedades pre-civilizatoria y pre-modernas tenían como símbolos. Aún recuerdo como el símbolo más importante de la ciudad de Kiev, cuna del imperio ruso (el Kievan Rus) es una mujer empuñando una espada en forma claramente imperial y agresiva. No me extraña que en los países eslavos todavía esté muy presente en el consciente colectivo la idea del depredador dado que, como nos cuenta Eisner a partir de los trabajos de datación por radiocarbono de Gimbutas, 
diversas olas sucesivas de pastores esteparios llamados Kurgos asolaron la Europa pre-histórica entre el 4300 y el 2800 a.C (Eisler, pp. 51). Lo mismo parece ser que hizo el pueblo judío.  Lo mismo hizo el cristianismo y el mundo musulmán cuando tuvieron la ocasión. Y ya sabemos que, en términos darwinistas que son los que se mueven las civilizaciones con religiones monoteístas (y otras no necesariamente monoteístas como la griega o la romana), el que gana es el que impone sus axiomas y su visión darwinista del mundo, en un come o se comido perpetuo. Volvamos a la pelota que da nombre al artículo. El fútbol pues parece tener, a raíz de mi experiencia, múltiples representamenes o connotaciones semánticas. 

¿Qué tras connotaciones podemos encontrar? ¿Hay alguna de mayor importancia que otra? 

Ya hemos visto cuando he hablado de mi perspectiva y en presentar al 1) modelo de Peirce y a 2) los elementos y pasos del complejo semiótico que existen unas posibilidades de significación infinitas entre los agentes que observan, participan, narran y la información que maneja codificada en un sistema de signos. Propongo aquí una serie de significados adicionales más allá de mi experienci, y que, dado un contexto determinado, un sujeto puede atribuirle al fútbol. Perspectivas conocidas todas por ser de actualidad:

La iglesia maradoniana plantea el fútbol en términos de algo trascendente más allá del propio juego (visión trascendental-espiritual) y quizás si algún teólogo le da por hacer una analogía con el pasaje bíblico de David y Goliat sacará la conclusión de que a veces el más pequeño (pero astuto) puede tumbar al fuerte y favorito (más sobre la metáfora de esta historia en el apartado 4).

Quizás alguien se mofará de tratar al fútbol en términos trascendentes y se dedicará a hacer memes de Neymar en el que aparece rodando calle abajo, avalancha abajo y hasta incluso como parte de la suculenta comida de una araña. Lo verá como un espacio para el humor.

Un economista neoclásico como John Goddard lo planteará en términos de mercado de fichajes o trabajo, finanzas, contribución al PIB o estructura comercial de las grandes ligas o del éxito del mánager a partir de la la frontera de posibilidades de producción que cualquiera estudia en un curso introducturio de microeconomía, entre otros parámetros como lo hace en su "The Economics of Football".

Alguien con una visión estética de la realidad como un artista lo verá com un complejo baile de posiciones, como un juego con un estilo estético como propone Guardiola en el que ganar jugando bien o quizás como manifestó Santiago Gamboa después del gol de James contra Uruguay: "el famoso gol de James a Uruguay es muy bello. Tanto por su gimnástio giro, como por el vuelo del porero y el salto inútil de los defensas. Una coreografía irrepetible". 

Quizás un sociólogo crítico con el liberalismo como Herbert Marcusse lo ve como elemento cultural de consumo de masas a través de los medios que desincentiva cualquier cambio cultural profundo y contribuye a la internalización de los valores de las clases dominantes. De unas clases dominantes que ya no necesariamente aparecen en cafés donde se debaten temas filosóficos profundos, escuchan música clásica y necesariamente se intentan diferenciar tanto como antes, sino que se identifican con gustos también populares en clases medias y bajas.

Un politólogo serio podría analizar como los medios de desinformación (o mass mierda) españolistas decidieron de forma interesada y como les caracteriza con su inmediatez anti-informativa anunciar que el gobierno de Ada Colau había prohibido la instalación de pantallas en un evento privado para ver el España - Rusia sin antes comprobar que fue la misma plataforma Barcelona con la Selección la que antes de obtener una respuesta municipal (junto con el PP) y habiendo hecho mal el trámite para la solicitud (al distrito en vez de al consistorio) ya había declarado que el ayuntamiento había prohibido el evento

Quizás un historiador de izquierdas lo vea como un caso de resistencia política ante un poder que ha tratado de silenciar y acallar un pueblo como en Kurdistán, con el sonado caso de Amedspor, un modesto equipo que tras ser multado por los "cantos ideológicos" de sus hinchas, prohibiéndoles al entrada a sus aficionados en otro partido y uno de derechas como una insurgencia ilegítima y egoísta que trata de "romper" Turquía.

Un muchacho de 12 años viendo el partido en una televisión en blanco y negro en un suburbio de Nairobi o de Sao Paulo lo verá como esperanza, como su propia estatua de la libertad que le proporciona un motivo con el que soñar viendo a uno de sus ídolos o sentirse parte de algo mayor como se narra en la película Africa United

Quizás una feminista que estudie cuestiones de género lo verá como un espacio de reproducción machista en la que vemos actos de sabotaje a reporteras (que no vemos en reporteros), con un discurso con connotaciones ideológicas y sexuales (“meter el balón”, “depredador del área”, “vaya delantera”, “como la tocan”) dentro de un debate en el que algunos apuestan por retirar.

Quizás un psicólogo social del deporte lo verá como un espacio de socialización para hacer amistades en un nuevo país o como un mero entretenimiento en el que desahogar pasiones y pulsiones emocionales, estudiando el fenómeno fan y hooligan.

Un entrenador o jugador lo puede ver en términos estratégicos e incluso matemáticos para ponerlo en práctica en su próximo partido, configurándose un imaginario de posibilidades y un marco pedagógico. Esto es lo que hizo alguien como David Sumpter cuando de forma muy humilde trataba de explicar algunas jugadas y movimientos futbolísticos desde una perspectiva geométrica, desde las matemáticas.

Y así podríamos seguir prácticamente ad infinitum. Todos estos puntos de vista tienen su punto de legitimidad y de sentido, pero no es este el artículo para ahondar en cada uno de estos puntos de vista. El fútbol tiene pues, en el sentido junguiano, un poder semiótico brutal en la medida que es capaz de atraer individuos con objetivos y realidades muy distintas a lo largo del globo.

¿Tiene también algún valor simbólico trascendente-más allá de la iglesia maradoniana-en relación a un proyecto social, económico y cultural mayor?
De ser así ¿Cuál es ese proyecto
¿Cómo se inicia ese proyecto y bajo qué supuestos?

El fútbol como juego, tal y como veremos en el siguiente apartado, ha existido en sociedades humanas muy diversas a lo largo de la historia (con distintas reglas y matices). Sin embargo, actualmente defiendo que se enmarca dentro de un proyecto cultural mayor que, cuando se muestra explícitamente suele generar rechazo (cada vez menos visto el galopante narcisismo patológico en el que vivimos) pero que está en el ADN de la modernidad y, yendo un paso más allá, de todo el proyecto llamado “civilización” que se remonta unos siglos más atrás. Llamaré a ese proyecto la visión darwinista-economicista. A través de los múltiples significados y de un complejo semiótico muy rico se nos inculca ese proyecto mayor, cosa que veo que no ha tratado la sociología del fútbol. 

El fútbol: orígenes y desarrollo

Tanto la modernidad como el fútbol son conceptos semánticamente abiertos con múltiples connotaciones y sujetos a intensos debates. En el caso de la modernidad lo veremos en el próximo artículo. En el caso del fútbol lo cavamos de ver.

El fútbol, en la medida en la que lo definamos como lo hace la versión inglesa de la Wikipedia ha estado presente en muchas sociedades distintas, con cosmovisiones muy distintas. La enciclopedia afirma:

“El fútbol es una familia de deportes de equipo que implica, en diferente medida, golpear un balón con un pie para marcar un gol”

En el mundo hispanohablante el fútbol tiene una connotación inequívoca. Es el fútbol que se decide esta semana en la Copa del Mundo. La propia FIFA nos habla de los orígenes del fútbol de la siguiente manera:

"Todo comenzó en 1863 en Inglaterra, cuando el rugby y el fútbol asociativo se diversificaron en sus respectivas ramas y se formó la Asociación de Fútbol en Inglaterra, convirtiéndose en el primer organismo de gobierno del deporte [...]. La forma más antigua del juego para la cual existe evidencia científica fue un ejercicio de un manual militar que data del segundo y tercer siglos antes de Cristo en China. Este antepasado de la dinastía Han del fútbol se llamaba Tsu 'Chu y consistía en patear una pelota de cuero llena de plumas y cabello a través de una abertura, midiendo sólo 30-40 cm de ancho, en una pequeña red fijada en largas cañas de bambú ".



Foto 2. Si China tuvo el Tsu’ Chu (en la imagen), 500-600 años después nos llegaba el Kemari desde Japón. En este caso el juego no era competitivo ni tenía connotaciones militares. Los griegos tenían el Episkyros, los romanos el Harpastum. Civilizaciones pre-civilizatorias como los Inuit tenían su Arsaqtuk, los nativos americanos ante la llegada de los británicos tenían un Pahsaheman y algunos aborígenes de Nueza Zelanda como los Maori jugaban un juego llamado Ki-o-rachi (por mencionar algunas como hace Wikipedia).

Si abrimos pues el abanico semántico del fútbol y no reducirlo a una codificación muy cerrada como la del fútbol que conocemos hoy en España, parece que el fútbol como juego en el que dos equipos colectivos juegan a pelota, ha existido de forma ubicua en la humanidad. Lo que no parece tan claro es que ese componente de competitividad, de ocio pasivo y mediático como lo es hoy, fuera el foco en sociedades anteriores. Volviendo a lo que comentaba en el apartado 1 pues:

¿Es el fútbol una especie de juego universal o es producto de unos factores culturales axiomáticos propios de un momento histórico en la evolución de la humanidad que han servido a un propósito específico?

El carácter competitivo que tenía el fútbol en la dinastía de los Han (basada ya en componentes de dominadores y dominados "civilizados") y el que tuvo por ejemplo en la Florencia del siglo XVI bajo el nombre de Calcio Fiorentino, cuyo origen parece ser como ejercicio militar reservado a aristócratas ricos nos puede hacer pensar que el fútbol tiene un valor simbólico muy claramente darwinista y filtrada por una visión del mundo muy particular y útil al propósito de perpetuarla. La actual codificación tiene un marcado carácter británico. Si no, no se pueden explicar absurdeces como pretender hacer un mundial en un lugar donde no hay agua como Qatar como el que se quiere hacer o porque no se ha cambiado el terreno sobre el que se juega al fútbol, un monocultivo de hierba que como sabe todo aquel con un mínimo de ecología es exactamente lo contrario de lo que es un bosque o un ecosistema en buen estado, lleno de diversidad y que huye de esta idea geométrica rectangular tan estricta.

Mientras escribo estas líneas estoy viajando de Varsovia a la ciudad de Lublin, observo un verdadero campo de batalla paisajístico en los que dominan elementos de gran tamaño que separan el paisaje en partes independientes y no conectadas al servicio egocéntrico del hombre. Monocultivos de encinas y pinos rojos, una carretera que arrasa entre dos trozos de monocultivos, desiertos en obras con máquinas enormes para la construcción de lo que probablemente intuyo que es una autopista y monocultivos de cereales intercalados con los árboles para la tala de madera (ver vídeo abajo). 


La ideología del monocultivo, del ganador que lo arrasa todo parece impregnarlo todo.

Video 1. Un ejemplo práctico de en qué estamos transformando la tierra los seres humanos. En un campo de batalla donde nuestros propios supuestos se reproducen. En un bosque sano existe una compleja comunicación entre vegetales, animales, hongos, bacterias y otros eucariotas y procariotas. Existe una importante diversidad y colaboración entre especies. Es cierto que hay también casos de superorganismos basados en una especie como los termiterios o el pando aunque no parece que pretendan dominar la tierra para sus caprichos como el ser humano actual.


Existe un importante debate académico llamado “Los debates del origen del fútbol” (en inglés, originalmente “The origins of football debate”) en el que algunos apoyan la tesis de que el fútbol tuvo un origen popular (en Inglaterra) y otros que tuvo un origen aristocrático. En cualquier caso, lo que ha prevalecido no es el origen popular y aunque sea muy conveniente para algunos enseñarnos cómo a través del fútbol uno puede cambiar su destino y pasar de ser un pobre desgraciado en las afueras de una megaciudad a una súper-estrella millonaria y aclamada. Otros debates importantes son el proceso de codificación, el fenómeno del hooliganismo, el concepto de clase y el fútbol, la perspectiva económica (tanto a nivel financiero como a nivel más teórico con aplicaciones de la teoría neoclásica ortodoxa) e incluso una nueva disciplina llamada soccermatics en el que se usa las matemáticas (especialmente la geometría) con cierta importancia dado que varios equipos de élite incluyen a matemáticos en sus equipos. 

En el caso de España, parece que el deporte fue introducido a partir de inmigrantes británicos en la mina de Río Tinto, en Huelva y siendo el Huelva Recreation Club el primero que se estableció oficialmente en 1878. A partir del siglo XX proliferan los clubes y empiezan las primeras federaciones y ligas, siendo la primera la catalana en 1890 y la española creándose en 1910. Parece que fue a partir de los años 50 con la aparición de la televisión comercial y el abandono paulatino de un ideal más amateur como se inicia un cambio muy importante hacia la mercantilización del deporte y una cultura de ocio de masas como lo es hoy, tal y como explican Durán, García Ferrando y Latiesa en El deporte mediático y la mercantilización del deporte: la dialéctica del deporte de alto nivel. Parece que el fútbol pasó de un modelo asociativo e igualitario no profesional a uno profesional que ganó peso gracias a los medios de comunicación, el surgimiento de la sociedad de masas y que en 1920 culminan con la legalización del profesionalismo y la creación de la Liga de Fútbol. En las últimas décadas se ha pasado a una tecnologización sin parar del deporte y de asociación con sectores económicos como el de las apuestas por internet, el de las cervezas... Todo esto hace que el fútbol se haya convertido en un verdadero monstruo económico sin fin en la que todo vale para ser el mejor en esa lucha encarnizada por ser el mejor, como vimos el pasado verano cuando los equipos de la liga inglesa y el Paris Saint Germain reventaron el mercado y la FIFA tuvo que intervenir.

El fútbol como campo de batalla darwinista: apuntes finales

Si el gueto es donde la gente negra vive, como defendía Elija Anderson el punto de referencia para interpretar la identidad y prácticas de la sociedad negra no clase media o alta, el campo de fútbol podría interpretarse como un campo de batalla en el que reina el más fuerte en un espacio descontextualizado del entorno ecológico y reproduciendo una ideología y praxis de homogenización de lo natural (claro así es más fácil de controlar y dominar), donde se aplican nuevas y más potentes tecnologías (el VAR, la ultra alta altísima definición, o chips en las camisetas de los jugadores), y donde se tiende a destacar más al jugador individual que a la interacción colectiva (como hemos visto cuando la prensa española alababa a Isco y no entendía que su juego perjudicaba al colectivo como explicó Natalia Arroyo), con un componente económico muy importante y que sirve como elemento cohesionador de una globalización corporativista homogenizadora que se presenta como imparable y deseable por las clases darwinistas dominantes y que además es una oportunidad para la socialización y el incremento del sentido de pertenencia de personas que a menudo no mueren ya donde nacen. Es ese símbolo viviente interminable que no sabemos dónde acaba pero que intuimos que en un colapso monumental y posible extinción humana y de la biosfera. Quizás Jung diría que es un símbolo viviente en proceso de necrosis, cada vez más muerto, como el de la estatua madre de Kiev empuñando la espada y el escudo.

El darwinismo es pues uno de los supuestos axiomáticos (en el sentido de tan evidente que no hay que cuestionar y no en el de creencia irracional como lo he planteado antes) de la modernidad. El darwinismo ha sido útil en un contexto histórico concreto y un programa cultural concreto de salida de las propias cadenas que generaron las sociedades patriarcales y el feudalismo, pero las promesas de incremento de bienestar para el máximo han solo sido para unos pocos y se ha llegado a un contexto ecocidasociocida y personicida y de psicopatía tecnólatra adictiva provocando esas tres escisiones de las que hablaba en las que el sujeto se separa de otros sujetos, de sí mismo y del mundo. Por el camino es verdad que hemos podido salir del dogma escolástico y de la iglesia católica y que las artes y las ciencias se han desarrollado de forma espectacular, pero con el tiempo hemos aprendido a ver los límites de todo este sistema llamado modernidad y de sus meta-axiomas y derivaciones meta-axiomáticas fundamentales.

Esto ha generado unas ideas y prácticas social que debemos preguntarnos, especialmente los que tenemos más consciencia de la catástrofe ecológica y social en la que estamos, si no es hora de ir cuestionando. Y eso es algo que abordaré en próximos artículos cuando ofrezca una descripción y crítica del darwinismo y la propuesta de hipótesis de Gaia ampliada en la que Carlos de Castro lleva trabajando para defender en la que quizás la evolución no se da por mutaciones aleatorias, competencia y selección sino por un proceso de simbiosis, cooperación e incremento de la complejidad con una clara tendencia/teleología que evidentemente jamás aceptan los darwinistas porque en su juego, el más fuerte gana siempre y de esta manera se auto justifica el sistema, claro está hasta el punto en el que estamos llegando ahora, en el que el darwinismo social se vuelve contra sí mismo y se fagocita de forma autodestructiva

Decía Miller que las cosas nos “hacen” tanto como nosotros hacemos las cosas. El fútbol nos ha hecho sujetos de una identidad tanto como el fútbol fue hecho en un contexto histórico, material, cultura y ecológico concreto como producto de la hegemonía británica de principios de siglo XX. Quizás el fútbol tendrá un espacio en una hipotética futura sociedad del bienvivir, no lo se. Lo que esta claro es que no debería tener la relevancia que tiene hoy en día. Es en este punto, en el que debemos fijarnos para transicionar a una sociedad sostenible, generando prácticas que nos hagan sujetos no darwinistas. Estas están emergiendo, pero son todavía poco minoritarias y bajo la lupa de los grandes axiomas económicos del sistema, en las que aún solemos caer... Sin querer negar que hay un componente pulsional que nos lleva a competir es evidente que hoy en dia no está bien contenido y está descontextualizado culturalmente de proceso ecológicos de los cuales depende nuestra supervivenvia, de hecho va contra ellos. Bromeo siempre que quizás en el futuro habrá competencias para ver quien hace un jardín más biodiverso y que la gente participará de forma activa.

Es hora del baile de los meta-axiomas y de insistir en su belleza y propósito, de una visión pro-Gaia y pro-vida... Cuanto antes lo hagamos más probabilidades tendremos de avanzar en todos nuestros sectores culturales... Y esto es en sí mismo... Un gran símbolo en evolución como el fútbol ha sido un deporte en evolución. Veremos si sucumbirá al test de los tiempos o si quedará en fuera de juego.


Referencias fudamentales – Para Saber más

Bourdieu, P. (1991). Language and Symbolic Power.

Intersante ensayo donde se pone de manifiesto las contradicciones del autor en su intento de conciliar una visión moderna objetivista y estructuralista y una visión postmoderna subjetivista y constructivista

Chandler, D. (2007). Semiotics the Basics, Second Edition (2nd ed.). Routledge

 Libro fundamental introductorio a la semiótica. Los temas y debates más fundamentales se pueden encontrar en este libro así como los autores más importantes. La segunda edición es fácilmente descargable en inglés de forma gratuita pero la tercera es algo más complicada (es muy reciente). Quizás le falta expandir el libro hacia la biosemiótica, la zoosemiótica y la semiótica aplicada a diferentes códigos (como la musical por ejemplo) para lograr ser un libro menos teórico de lo que es. 

Giampietro, M., Mayumi, K., & Sorman, A. H. (2011). The metabolic pattern of societies: where economists fall short. Routledge.

Un libro fundamental que critica la visión reduccionista de los economistas. El capítulo más interesante y completo desde el punto de vista más teórico (epistemológico y ontológico) es el cuarto, prácticamente disponible en su totalidad en google books en la previsualización (en inglés, eso sí).

Robertson, R. (2014). Arquetipos Junguianos: una historia de los arquetipos. Obelisco.

Robertson es un matemático, psicólogo y mago que tiene la capacidad de ofrecer una visión histórica del pensamiento moderno, la ciencia,  la psicología de Jung y el trabajo de Gödel para culminar en su hipótesis arquetípica evolutiva de la vida en pocas páginas y de forma asequible. 


2 comentarios:

  1. Estimado,

    Permíteme felicitarte por tu artículo, como mencionas, me ha tomado tiempo leerlo, pero ha sido grato. Espero que otros lectores también nos compartan sus impresiones.

    Considero que tu artículo es excelente y creo que es una lástima que a veces las revistas arbitradas y especializadas no tengan la misma calidad, peor aún que muchas sólo sirven a intereses económicos o están al servicio de prestigiosas universidades que determinan que saber es importante y cual no.

    Me he tomado la libertad de escribir algunos comentarios al respecto de tu artículo, te dejo la liga por si deseas continuar el diálogo: https://psicolalo.wordpress.com/2018/07/20/replica-i-a/

    Por último deseo invitar a cualquier lector a participar del debate, quizá este no es el mejor medio, pero es sumamente flexible y democrático.

    Saludos a todos

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  2. Artículo muy muy completo y muy interesante. Gracias por escribirlo.

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