Un argumento que se podría hacer contra
aquellos que postulamos abandonar el objetivo del crecimiento económico y
adoptar un modelo distinto, más resiliente, que no dependa de crecientes flujos
de energía y materiales, es que ello nos condena a aceptar que mucha gente en
nuestro planeta tenga que continuar permaneciendo en la pobreza. En realidad,
frente a términos como decrecimiento, quizás conviene más hablar de “economía
rosquilla”, esa
aspiración a vivir dentro del dónut, con nuestras necesidades humanas
cubiertas pero sin sobrepasar los límites en cuanto a generación de desechos
que están provocando problemas como el cambio climático y la sexta gran
extinción, poniendo en riesgo los
servicios de los ecosistemas de los que depende la humanidad.
Pero el crecimiento es fantástico
sacando a la gente de la pobreza ¿verdad? Al menos en los últimos años y según
lo que nos cuentan economistas como Max Roser, que trabaja para la fundación de
Bill y Melinda Gates. Roser es el responsable de “Our World in Data” una página
web que recopila datos y los presenta de forma gráfica y atractiva para que
puedan ser usados por blogueros y twitteros. Roser y Gates han sacado pecho por
este gráfico
El razonamiento que hay detrás es el
siguiente, si todo va bien ¿por qué cambiar nada? Pero no todo va bien, esa
tendencia que se observa en el gráfico no sólo se ha logrado a costa del cambio
climático y la sexta gran extinción además del consumo de innumerables stocks
de recursos no renovables, el gran problema es que por varias razones no
refleja la realidad de lo que está ocurriendo con la evolución de la pobreza en
el mundo.
Hay tres cuestiones fundamentales que se
pueden cuestionar del gráfico, los datos utilizados, la definición de pobreza
que utiliza y que no refleja nuestra capacidad para acabar con la pobreza.
Sobre los datos utilizados
Como se puede observar en la propia
gráfica, se han unido dos bases de datos, una del Banco Mundial que cubre desde
1981, que es realmente el año desde el que existen datos fiables sobre pobreza.
La pobreza se mide a través de encuestas sobre el consumo de los hogares.
Incluyendo bienes que se hayan podido obtener de la recolección, por regalos,
ayudas del estado o mendigando. Por el contrario los datos anteriores provienen
de estimar, a través de varios supuestos, la distribución de los ingresos entre
la población, partiendo de los datos de población y de PIB de la base de datos
de Angus Madison, que recoge estimaciones para estos datos desde 1820.
Esto último presenta varios serios
problemas, no sólo hay que estimar la distribución del ingreso a partir de las
estimaciones del PIB, es que para los países donde se concentran los pobres,
los países en vías de desarrollo, apenas hay datos con los que estimar el PIB
anterior a 1950, la época colonial, para la mayoría de ellos, especialmente en
África, pero también en otros continentes. Así pues, más que una estimación se
trata de una bala al aire, que siempre mola ajustar de forma apropiada para que
muestre una tendencia descendente.
Un problema más serio es que estos datos
obvian por completo la descripción que han hecho los historiadores (como
Sven Beckert) y antropólogos de lo que supuso la colonización. No olvidemos
que para medir la pobreza hay que conocer el consumo de los hogares, y cuando
este proviene de bienes comunes, no se intercambia por dinero y no se
contabiliza en el PIB. Los colonizadores aplicaron una filosofía de cercamiento
de bienes comunes, para que los campesinos se viesen obligados a trabajar en
las industrias de interés para las metrópolis. Así por ejemplo, la aplicación
de estas políticas en el Congo, por parte de los belgas, llevó a la muerte a
diez millones de personas, el 50% de la población. Por su parte en la India,
estas políticas de cercamiento llevaron a incrementar las exportaciones de
grano, y por tanto el PIB, pero durante el periodo donde esto estaba sucediendo,
entre 1876-1902, 30 millones de personas
murieron de hambre como consecuencia de ello. En definitiva, tenemos
motivos para creer que la colonización hizo más pobres a la mayoría de la
población, y no más ricos como recoge la gráfica.
Resumiendo, si la escasez de datos hace
que la estimación sea un tiro al aire, obviar que durante el siglo XIX el
consumo de los hogares se basaba en gran parte en bienes comunes que no se
monetizaban y cuyo cercamiento hizo a la población más pobre y no más rica,
como han descrito numerosos historiadores, hace que la gráfica sea
descabellada.
Sobre la definición de pobreza
Estar libre de la pobreza debería
significar cubrir en grado suficiente tus necesidades para alcanzar una
esperanza de vida promedio, parece evidente. Ello requiere el consumo de
ciertos bienes cuyo coste es muy distinto en función de los países. Por ello,
la pobreza siempre ha sido considerada una cuestión que debe estudiarse a nivel
nacional, la línea de la pobreza será distinta para cada país. Esto siempre se
había considerado así hasta que un economista del Banco Mundial se percató de
que las líneas de pobreza nacionales de los 15 países más pobres del mundo
coincidían, y trazó la línea internacional de la pobreza justo haciéndola
coincidir con estas. Así que superar la línea internacional de la pobreza
significa que muy probablemente con ese nivel de consumo puedes vivir en los 15
países más pobres del mundo, pero en el resto es probable que sigas siendo
pobre.
Esta definición tan “imaginativa” de lo
que es la pobreza lleva a contradicciones tan llamativas como que en la
actualidad solo 700 millones de personas están por debajo de esa línea de 1,9
dólares al día, mientras que según la FAO hay 815 millones de personas que no
ingieren suficientes calorías para llevar una actividad “mínima”, 1.500
millones de personas que no ingieren suficientes calorías para una actividad
normal y 2.100 millones sufren de malnutrición ¿Puede una persona malnutrida no
ser pobre?
Una cifra más razonable son 7,4 dólares
al día que se consideran suficientes para tener una expectativa de vida normal
y una oportunidad medio decente de que tus hijos pasen de los cinco años. En
España ello son 197 euros del año 2011, con la inflación sería algo más, al
mes, lo cual nos muestra a las claras que las líneas internacionales de pobreza
en realidad no existen. Nótese que como la pobreza se mide en función del nivel
consumo, una persona que comiese y durmiese de la caridad en España no sería un
pobre, según el estándar internacional, ya que tendría un nivel de consumo
superior a esos 197 euros. Lo mismo se podría decir de alguien que obtiene esos
ingresos mendigando, es decir, un rumano que mendiga en España y que consigue
250 euros al mes haciendo eso, no sería pobre ni para el banco mundial ni según
la definición mucho más rigurosa que estamos adoptando nosotros, tened esto en cuenta.
Considerando este baremo más realista el
número de pobres ha aumentado en 1.000 millones desde los años 80, aunque se
reduce levemente desde el año 2002.
Fuente: Jason Hickel |
Si excluimos a China de la ecuación,
desgraciadamente el número de pobres sigue en aumento.
Fuente: Jason Hickel |
Incluso si no atendemos al número total,
sino a las proporciones, excluyendo a China apenas hay evolución en los últimos
40 años.
Fuente: Jason Hickel |
Esto nos da una información muy clara y
contundente, el sistema económico actual no está funcionando para los más
pobres, excluyendo quizás China si dejamos de lado las condiciones políticas y
laborales allí. Precisamente China es de los pocos países que ha tenido peso
político suficiente para trazar una política económica autónoma, al
margen del consenso de Washington.
Pobreza y desigualdad
El filósofo de Yale Thomas Pogge ha
propuesto otra forma de abordar el problema de la pobreza, y consiste en
comparar la extensión de la pobreza en la sociedad con nuestra capacidad para
acabar con ella.
Esto se puede hacer de varias formas, si
consideramos, por ejemplo, la proporción del PIB mundial que costaría acabar
con la pobreza (trazando la línea internacional en 7,4 dólares al día), era del
10,5% en 1990, y tan sólo del 3,3% en 2013. Actualmente costaría realmente poco
acabar con la pobreza. Si en lugar de como proporción del PIB, lo calculamos
como porcentaje del ingreso de los que no son pobres, es decir, ganan al menos
el doble de lo que establece la línea internacional de la pobreza, en 1990 se
requería el 12,9% de sus ingresos y en 2013 sólo el 3,9%. Es muy poca cosa
ciertamente.
Conclusión
Para conseguir el famoso objetivo de
erradicar la pobreza (colocar a todos los seres humanos por encima de la línea
de 7,4 dólares al día) al ritmo actual, tendríamos que hacer nuestra economía
175 veces más grande, lo cual nos conduce a gastar los stocks de recursos no
renovables del planeta y a continuar con el deterioro de los ecosistemas y los
servicios ambientales que el ser humano necesita para vivir y florecer.
Perseguir la zanahoria del crecimiento
como objetivo político supremo no está funcionando, en realidad al perseguir el
crecimiento olvidamos lo realmente importante: la distribución del ingreso. El
modelo de Kate Raworth de la economía rosquilla es una alternativa, que
además de permitir a la humanidad permanecer dentro de los límites planetarios,
también nos permitiría de forma mucho más rápida y efectiva acabar con la
pobreza y garantizar unas condiciones de vida dignas para todo ser humano.
Referencias: Lo fundamental de mi
argumentación está extraída del blog
de Jason Hickel, no dejéis de visitarlo, porque también trata cuestiones de
decrecimiento.
Muy interesante la perspectiva, Jesús. Para completar un poco el tema de la pobreza, la re-enmarco en otra perspectiva. Esta fue una respuesta que le dí a Jason Hickel en un artículo que hablaba de la pobreza global con referencia a Gates y a Steven Pinker
ResponderEliminarLa narrativa de la pobreza global es mucho más compleja de lo que Pinker y Gates dicen. Los números son justo una parte pequeña de la historia e incluso siempre podemos ajustar los números a nuestro marco. Como Lakoff dice a menudo sobre los marcos, deberíamos salir reenmarcar ese marco de la pobreza con números. Bobby Kennedy nos mostró en su charla sobre el PIB que medía todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida. https://www.amaliorey.com/2011/09/03/robert-kennedy-y-el-pib-post-259/
De una manera similar el economista Max-Neef enmarca la narrativa de la pobreza fuera del marco de los números:
“El sistema propuesto permite la reinterpretación del concepto de pobreza. pobrezas El concepto tradicional es limitado y restringido, puesto que se refiere exclusivamente a la situación de aquellas personas que pueden clasificarse por debajo de un determinado umbra1 de ingreso. La noción es estrictamente economicista. Sugerimos no hablar de pobreza, sino de pobrezas. De hecho, cualquier necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación y abrigo insuficientes); de protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la violencia, la carrera armamentista, etc.); de afecto (debido a1 autoritarismo, la opresión, las relaciones de explotación con el medio ambiente natural, etc.) de entendimiento (debido a la deficiente calidad de la educación); de participación (debido a la marginación y discriminación de mujeres, niños y minorías); de identidad (debido a la imposición de valores extraídos a culturas locales y regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente. Pero las pobrezas no son solo pobrezas. Son mucho más que eso. Cada pobreza genera patologías, toda vez que rebasa limites críticos de intensidad y duración. Esta es una observación medular que conviene ilustrar.”
En resumen, los números tienen su importancia, pero se deben complementan con las cualidades. De ahí la importancia del juego “Menos es Max” basado en Max Neef para educarnos en mejorar otros tipos de pobrezas que nos dan sinergia para esa pobreza principal que es la subsistencia. www.autonomiaybienvivir.blogspot.com/2018/12/menos-es-max-probablemente-el-mejor.html
Creo que de alguna manera la pirámide de Maslow ha hecho bastante daño... Fijémosnos en como la ONU y demás organizaciones internacionales tienden a reducir la cuestión de la salud a la nutrición, el agua y lo sanitario. En mi máster en mi asignatura de salud y sostenibilidad n se mencionó en ningún momento la cuestión del efecto, la participacón o la salud psicológica de forma más general. Los Objetivos del desarrollo sostenible por ejemplo hacen mención de la salud mental de "pasada" y reduciéndolo a la "mortalidad por suicidio" --> https://unstats.un.org/sdgs/metadata/
EliminarGenial el artículo Jesús, gracias. Es evidente que el diseño del progreso y el desarrollo de ha hecho a costa de nuestra salud mental, emocional y social, causas:
ResponderEliminar1- la hiperurbanizacion ha reducido nuestra calidad de vida, cortado nuestros vínculos sociales y sobrealimentado nuestras dinámicas de relaciones egoicas, donde las apariencias y el postureo son sus más evidentes respuestas
2- el desmantelamiento del tejido de interrelaciones económicas (campesinado, artesanado, pequeña industria) ha socavado nuestra seguridad y soberanía de bienes básicos, lo que incentiva la voluntad de expolio y la competitividad destrozando nuestra sociabilizacion sana y equilibrada
3- la desconexión con la naturaleza ha roto las dinámicas de homeostasis (regulacion de los individuos y su entorno como un todo) generandonos desequilibrios mental/emocionales de todo tipo incentivando nuevamente las respuestas por miedo (irracional).
4- élites desprovistas mesiánicas que desde su cielo todopoderoso, han alimentado y fomentado todos estos desórdenes individuales y sociales que han animado cual síndrome de stokolmo en los "súbditos". Estas élites están profundamente enfermas (como ya descubrio freud en sus primeras terapias clínicas) y consideran lo civilizado que tod@s estemos igual y fomentan las dinámicas de colapso en todos los órdenes.
Un saludo
Al punto número 4 le llama Mario Giampietro, el delirio de las élites urbanas. Hablé no hace mucho de la necesidad de una aproximación ecopsicológica a la cuestión de la sostenibilidad --> http://autonomiaybienvivir.blogspot.com/2019/01/las-raices-psicologicas-de-nuestro.html?m=1
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