Para nosotros está
claro que el autogobierno individual y colectivo requiere de gentes que amen el pensamiento y la reflexión.
Pero no un
pseudopensamiento, o una pseudoreflexión, es decir las ideas que las sociedades
heterónomas introducen en las gentes desde la infancia hasta la muerte a través
de sus instituciones: desde la escuela a los medios de comunicación, las
Empresas, los partidos políticos, las Iglesias y un largo etcétera. Porque esto
no puede considerarse pensamiento, sino más bien adoctrinamiento, propaganda, o
repetición de lo exigido sin más.
La escuela, tal
como la entendemos actualmente, es una creación de la Revolución Industrial,
cuyo fin era preparar a los niños para ser futuros siervos de la máquina.
Lo
importante, por tanto, era adecuarlos a la mentalidad asalariada, es decir a la
ciega obediencia, al silencio, a la sumisión, al aprendizaje sólo memorístico.
La escolarización
masiva, desde esa perspectiva, y viendo la degradación y las crisis múltiples
de las sociedades de la modernidad, al igual que el aumento de los años de
estudio con la generalización también de los estudiantes universitarios, no
está dando resultados.
Conectando con el
anterior tema del blog, Una modesta Utopía, vemos como el pensamiento creativo
y constructivo ha desaparecido prácticamente, y lo mismo puede decirse del arte
contemporáneo, en general una tumba de la belleza, de lo elevado, de lo
inspirador.
Y las cosas pintan
peor, pues parece que el sistema quiere ir eliminando las materias de
humanidades, como la filosofía, para ir acercándose a su meta, su Utopía en
sentido negativo -distopía-, a nuestro modo de ver una sociedad desgajada de sus
raíces humanísticas, o sea una masa, o, mejor dicho ya ni eso, un populacho, al
que sólo interesa la búsqueda del dinero y los goces y placeres en su sentido más
bajo.
De esa manera la caída en la infrahumanidad, ya en clara marcha, se hará
mayor-aunque las crisis sobre crisis que definen la actualidad hace que esa distopía
sea poco factible, al haber cada vez menos dinero que repartir y menos trabajo,
y por tanto también menos posibilidades de hedonismo degradador-.
Si aceptamos por
tanto que la escuela y la universidad, como están estructuradas, no nos sirven
para dar pasos a una nueva y mejor sociedad, hay que estudiar cómo queremos que
sea la enseñanza.
Aquí se abren
diversos caminos, que van desde las llamadas escuelas libres, hasta el más
radical y contundente, la sociedad desescolarizada de Ivan Illich, entre otros.
Dejando un poco de
lado esta segunda opción, como más lejana en el tiempo-aunque a tener en
cuenta-, entraremos a definir algunos cambios para lograr un sistema educativo
que tenga a la persona, al humanismo como bandera.
Para favorecer el
amor al conocimiento, y el desarrollo del pensamiento libre, creativo y
crítico, sin negar el espacio a la memoria, que no debería ser despreciada sin
más, hay que favorecer la lectura y los trabajos tanto individuales como
grupales, sobre multitud de temas, siempre intentando que interesen a niños y
jóvenes: estos temas pueden ser múltiples, desde temáticas específicas a otras
amplias, como la amistad, el amor, la solidaridad, la violencia, la muerte, la
injusticia, la marginación…
De esta manera se
favorecerá que los niños no vivan en una burbuja, sino que vayan siendo
progresivamente conscientes de la realidad que los rodea, y empiecen a pensar
por su propia cuenta.
Habrá que apoyar,
para que la palabra valores no sea mera teoría, la visita y la colaboración de
los críos y adolescentes a centros de discapacitados, residencias, hospitales…
observando, ayudando y colaborando con todos estos sectores sociales, para ir
reduciendo la incomprensión y la discriminación. De hecho debe alentarse el que
“discapacitados” y no discapacitados puedan estudiar y aprender conjuntamente,
en la medida de lo posible. Y por supuesto la resolución no violenta de los
conflictos.
Una sociedad
autónoma requiere, como valores, la frugalidad, el autocontrol de las pasiones
y deseos materiales, y también del poder sobre otros. Por tanto se valorará la
enseñanza de la filosofía clásica grecorromana, no sólo como ahora las figuras
de Platón y Aristóteles, sino de todas las corrientes y figuras, desde
pitagóricos, a estoicos, cínicos o epicúreos que con sus diferencias, enseñaban
la importancia de la virtud, la libertad como no esclavizarse a las cosas o
mercancías, la frugalidad y el disfrute sano, la templanza, la no desmesura.
El holismo debería
ser una de las bases de la nueva sociedad, por lo tanto junto al impulso a las
humanidades debería alentarse el estudio de ciencias como la cosmología, pues
nada más importante que conocer de dónde venimos y hacia dónde vamos. La física
cuántica, con su nuevo paradigma de que todos y todos estamos unidos, o entrelazados,
y la importancia de la conciencia en los fenómenos físicos, y la antropología,
para conocer como éramos, como nos organizábamos en el pasado, deben ser
expuestos a los niños.
También por
supuesto las necesidades afectivas, o emocionales deben tener su espacio, junto
a lo creativo ahora marginado: escritura, música, teatro, danza, relajación,
pintura, entre otras.
Siguiendo a Franco
Frabboni, en La escuela del Laboratorio, es esencial crear ámbitos y espacios dedicados a las tareas más olvidadas
de la escuela: la experimentación, la investigación y la permanente
creatividad.
Estos
talleres-laboratorios serían espacios anejos a la escuela articulados para
diferentes actividades investigadoras y creativas, lo más ajenas posibles a la
relación profesor-alumno, y más cercanas a la antigua maestro-discípulo, en
sentido adulto: pictórico, teatral, musical, juego, construcción, científico,
ambiental, deportivo…algunos, o muchos, podrán ser al aire libre.
Pero en una
sociedad democrática en su verdadero sentido, o sea autogobernada, la
enseñanza, el aprendizaje, debe darse en toda la vida de la persona. Al
contrario que ahora, el título, la titulación, irá perdiendo fuerza por el
ansia de conocer sin más-sin que eso signifique su desaparición, pues siempre serán necesarios trabajos muy técnicos, salvo que todo se derrumbe de tal forma que volvamos a la época de las cavernas-.
Lo mismo que la
escuela debería ir siendo el centro de la vida barrial, dándose en ella todo
tipo de actividades y acercando a niños y adultos, al contrario que ahora, que
son mundos totalmente ajenos uno a otro-y no respetando, por tanto, a los
primeros-, cualquier lugar puede servir para aprender, tanto a unos como a
otros.
Museos, cines,
teatros, centros culturales, tiendas, ateneos, el campo…deben servir como lugar
de encuentro para aprender. Si una persona, con cuarenta años, tiene ganas de
aprender todo lo que su mente y capacidad le permita de física, por
ejemplo-pues su formación ha sido más de letras-, debería poder hacerlo sin que
eso implique pagar dinero o hacer una carrera-o viceversa, alguien que haya
querido centrarse más en lo científico, tendría el mismo derecho a abrirse a
temas puramente humanísticos-.
Estos son sólo
algunas pinceladas de cómo vemos nosotros una enseñanza más cercana a una
colectividad autónoma. Las gentes del futuro, en cada comunidad, decidirán cuál
prefieren, si algo de lo que hemos aportado, u otra cosa más radical, como
eliminar las escuelas por una educación sin ellas.
El futuro es
abierto y libre, o eso queremos que sea.
Gracias Alfredo por esas pinceladas sobre una nueva educación para el “bienvivir”. Para ir un poco más profundo en esas propuestas dejo aquí el enlace para leer el último libro de Edgar Morin como un manifiesto para cambiar la educación.
ResponderEliminarhttp://www.edgarmorin.org/libros-sin-costo/643-edgar-morin-ensenar-a-vivir.html
“De hecho, el bienestar occidental se identifica con el tener mucho, a la vez que hay una oposición, muchas veces señalada, entre el ser y tener. La noción de buen vivir engloba todos los aspectos positivos del bienestar occidental, rechaza los aspectos negativos que provocan malestar y abre la vía a una búsqueda del bien vivir que comporta aspectos psicológicos, morales, de solidaridad, de buena convivencia. Entonces habría que introducir en la preocupación pedagógica el vivir bien, el «savoir vivre», el «arte de vivir», y eso se vuelve cada vez más necesario en la degradación de la calidad de vida en el reino del cálculo y de la cantidad, en la burocratización de las costumbres, en el progreso del anonimato, de la instrumentalización en la que el ser humano es tratado como objeto, en la aceleración generalizada, desde el fast food hasta la vida cada vez más cronometrada. Llegamos a la idea de que la aspiración al bien vivir requiere de la enseñanza de un saber-vivir en nuestra civilización.” Edgar Morin
Gracias compañero, tomo nota.
EliminarPor mi experiencia me parece que los niños son cada vez menos autonomos de verdad, con poca capacidad para jugar y desarrollar actividads propias.
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