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lunes, 21 de agosto de 2017

La solución final - la ilusión terminal.

La inteligencia tiene tantas variaciones como escuelas. La hay a nivel vertical con términos cuantitativos y también la hay a nivel horizontal cuando hablamos de diferentes tipos de inteligencia. Cada tipo de inteligencia puede tener su aspecto cuantitativo también, es decir, estar mas o menos desarrollado en una u otra persona. Esto genera la variedad infinita de talentos y habilidades intelectuales que puede tener un ser humano. Por un lado tiene habilidades mas o menos desarrolladas y por otro lado son distintas las habilidades en las que puede destacar o de as que puede carecer. Así, no existe "la inteligencia" como absoluto que determina la habilidad intelectual de una persona. El conjunto de múltiples aspectos crea una muñeca rusa de habilidad y personalidad en cada individuo. Para mí, en la habilidad intelectual también entra como un factor la agilidad corporal y la respuesta neuromuscular. Una persona relativamente torpe en ciertos juegos de coordinación tiene este pequeño aspecto de la inteligencia poco desarrollado. Es la que coordina la visión de los movimientos de otros con la capacidad de abstraerlos y copiarlos en el propio cuerpo a nivel neuronal (poder copiar y por tanto aprender movimientos). Esta inteligencia es crucial para bailarines y practicantes de Kung-Fu pero totalmente irrelevante para un profesor de matemáticas.
Hoy quiero hablar sobre una inteligencia muy importante para la dinámica del crecimiento económico. La capacidad de omitir un negocio o una conducta debido a la previsión de una mejor oportunidad en el futuro.




Los animales no omiten comer porque tengan previsión de una presa o un pasto mejor que puedan encontrar mañana. Se llevan lo que encuentran en el camino siempre y cuando tengan hambre y la comida sea apta para ellos. Su previsión no está destinada a futuras mejores opciones sino que lo que hacen es moverse en un ciclo de vida que les proporciona en ciertos momentos y sitios concretos siempre la misma comida, idónea para ellos. Y aquí se acaba el desvío antropológico porque se puede prever a donde llega este discurso comparativo entre humanos y animales ....una infinita y aburrida explicación de los procesos desencadenantes del desarrollo humano debido a su entorno natural y climático. Por falta de interés por mi parte y espacio en el blog omito esta explicación y me centro en la habilidad de omisión en la actualidad, a nivel estructural, sin detenerme en su desarrollo histórico.

La publicidad está repleta de ofertas para omitir decisiones a cambio de una solución mejor que se obtendrá gracias a un producto aun por comprar. Generalmente no se percibe que la sugerencia de esta mejor solución es para un problema que hasta este momento no teníamos. Se sugiere la omisión de una supuesta solución en la actualidad, que no existe, que se sustituye por un producto que soluciona finalmente el conjunto complejo de problemas que se acaba de orquestar en la publicidad. Se ofrece una solución final para un problema ficticio que puede existir, pero que no tenemos.

De esta manera los departamentos de marketing se aprovechan de un tipo de inteligencia típica y única del ser humano. Así mismo, esta inteligencia se convierte en una gran desventaja para la autonomía en la toma de decisiones de las personas. Creemos que siempre habrá una solución que mejore la configuración actual en la que nos encontramos. Creemos que esta dinámica está vinculada a la misma naturaleza. Pero eso no es cierto. La naturaleza va probando opciones de manera semi-aleatoria. Quiere decir que no busca la solución final porque carece de voluntad, simplemente reacciona al cambio del entorno con una adaptación de conducta y genética. Así se han perfeccionado los tiburones, virus, cucarachas y ratas. Hoy son los indiscutibles maestros del planeta.Pero lo que no tenían era una visión del estado final e idóneo de su existencia.




El concepto de "regni caelorum" de las religiones sugiere que esta es la realidad en la que estamos destinados a vivir todos. Hoy el capitalismo sigue este hilo del cielo eterno de la salvación de manera que pretende vender soluciones cada vez mas perfectas que prometen la solución a todos los problemas de una vez por todas.

Pero la gran confusión de nuestra ideología actual capitalista es creer que la evolución biológica se manifiesta en el desarrollo económico. Además, se mezcla a partes iguales con la teoría del gran final perfecto y divino. La secularización se ha hecho solo a medias, ha parado justo donde era necesario el mantenimiento de ilusiones sobre soluciones terminales. La mayor expresión de esta enajenación conceptual es la industrialización del siglo XIX en países aun cristianos. Allí es donde se ha montado el fundamento para la destrucción masiva de humanos como en el tercer Reich, la Rusia de Stalin o en general el delirio de grandeza de una gran nación fuerte y orgullosa.

Los productos de consumo pretenden representar el desarrollo de la evolución del ser humano. Su constante perfección, a su vez, es una metáfora sobre la posibilidad de la salvación final. La retórica del capitalismo ha hecho creer que la evolución biológica es un desarrollo lineal hacia un estado siempre mejor y finalmente perfecto. Sabemos que este no es el caso. Pero con este truco ha eliminado la ultima duda racional sobre su potencial destructivo. El ser humano es vanidoso y la idea sobre si mismo como "el futuro ser perfecto" le adula igual que el concepto de una salvación divina.

Omitir una solución que tenemos ahora por una posible mejor en el futuro es así el motor del desarrollo humano como también su mayor riesgo de fracaso. La consciente y planificada omisión de oportunidades esperando una mejor en el futuro lisonjea el intelecto y causa la impresión falsa de control sobre las cosas de la vida.

Hitler utilizó la palabra "Endlösung" para su plan de extinción de los judíos del planeta que significa "solución final". La cuestión no es solo que este plan esté fuera de todo lo que consideramos ética aceptable también permite ver que a nivel dialéctico, los grandes opresores (personas y/o instituciones) usan la misma debilidad del ser humano para fomentar su poder.



Continuamente caemos en la trampa de las soluciones finales. Comienza con asuntos tan triviales como no ir a al cine hoy porque la semana que viene cobramos una gratificación y entonces tenemos planeado comprar-nos esa tele de 45 pulgadas y ya la veremos más tranquilo y más a nuestro gusto en casa. Sabemos que mil cosas pueden pasar hasta entonces pero optamos por el camino de la fantasia y un futuro mas acertado a nuestras "necesidades" que aún están por descubrir. Seguramente lograremos comprar esta tele y seguramente no nos vamos a acordar que queda pendiente ver esta película que tanta ilusión nos hacía. Miles de cosas han ocurrido en medio y finalmente la mejor solución final para ver esta peli se ha convertido en un camino distinto. Hemos omitido una ilusión, un deseo, una buena comida, no porque no nos la podemos permitirnos. La hemos omitido porque pensábamos que vendrá algo mejor. Pensar dos veces antes de omitir por algo mejor puede decelerar el  crecimiento salvaje muy considerablemente.

1 comentario:

  1. El mercado crece cuando logra crear en nosotros una sensación de carencia constante, (desde la carencia de empleo hasta la de riqueza pasando por toda la panoplia de productos y servicios que "nos perdemos"). Además, los accesorios para la comodidad o para la fascinación siempre acaban siendo insuficientes, perecederos, y pronto necesitamos renovar su búsqueda. Así acabamos relegando el bien posible en favor del potencial, siempre mejor por habitar en el idolatrado futuro.

    Suele justificarse esta continua búsqueda con el aparente progreso que suponen las novedades consumibles, pero en lugar de hacernos más capaces, estas nos aletargan y nos debilitan al dejarnos dependientes de una energía y de una lógica ajenas. Esa enajenación, para la que trabajamos sin autonomía, construye una sociedad deshumanizada, (entregada a su "solución final".
    Los medios delatan el fin. Lo que parece una evolución por novedoso en realidad nos animaliza en una actividad compulsiva, tan voraz como incuestionable. Lo que parece un logro de la organización social nos conduce al colapso por su insostenibilidad.

    Los sueños de la propaganda y de la publicidad nos ciegan a esta realidad, y nos hacen olvidar que nuestro cuerpo y nuestra mente necesitan más bien su ejercicio. Sólo este, estando siempre a nuestro alance, nos puede proporcionar cierta plenitud. Creo que es mejor buscar la satisfacción en la forma de hacer las cosas en el presente, más que en los logros, y que deberíamos poder elegir nuestros fines y nuestra actividad en función de su sentido para nosotros, no motivados por una artificial sensación de carencia constante.

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