1.
Introducción.
Este pasado mes se han vivido unas temperaturas
excepcionales en gran parte de Europa y en la península ibérica. Personalmente
jamás había visto temperaturas de 35 grados en Barcelona y de 31 grados de
madrugada… Parece que haya que aceptarlo como nueva normalidad y posiblemente vaya
a peor.
En este artículo introduciremos como los megarricos
plantean su adaptación al cambio climático, el rol irresponsable que la
gran mayoría expertos juegan en la modelización del clima que luego debe apoyar
la toma de decisiones públicas (camuflando incertidumbres y adoptando
narrativas TINA y/o BAU, es decir de no haber una alternativa al discurso dominante o de seguir haciendo lo mismo.
Inicialmente preveía presentar el modelo integrado de los Plantery
Boundaries o “Límites Planetarios” incidiendo en el indicador para
cambio climático y el reciente artículo sobre el estado de procesos complejos
en el clima y realizando una crítica de como el establishment científico
de los IAM (Integrated Assessment Models) o modelos integrados que
trasladan modelos biofísicos a modelos económicos y que juegan un papel de reducción
de la incertidumbre que reduce el espacio de deliberación democrática. Dejaremos pues esas temáticas y una serie de consideraciones a modo de
mejoras para un futuro artículo para centrarnos en:
1) Como algunas élites se "preparan" para supuestos eventos catastróficos
2) El rol fraudulento de los expertos en la investigación y comunicación del cambio climático
3) Las ramificaciones filosóficas a nivel civilizatorio que nos empujan a pensar casi siempre en soluciones mágicas y rápidas que no impliquen una transformación profunda hacia el bienvivir.
2.
El colapso climático y como los megarricos lo entienden: miedo y huída
El pasado uno de agosto se publicó una
versión española de un
artículo de Douglas Rushkoff en médium que explicaba como los
multimillonarios:
- Eran cada
vez más conscientes de problemas globales como el cambio
climático, los grandes flujos migratorios y las epidemias globales, lo
cual los llevaba a hablar de “el evento”, un código para un momento
específico en el que se dará un escenario de colapso Mad-Max catastrófico
a la americana.
- Tenían
una visión del ser humano pesimista, deshumanizante y
posthumanista que por tanto implica que la “salvación” pasa por
trascender la condición humana tecnológicamente y en su capacidad
de huida ante los peligros globales por medio por ejemplo de
búnkeres con todas las comodidades de una sociedad moderna como el de
Oppidum, el más grande del mundo.
El
autor explicaba como en un resort de superlujo integrado por unos cien banqueros
de inversión tuvo que atender a sus demandas de la siguiente manera:
"Me dejaron sentado ante una mesa redonda e hicieron pasar a mi audiencia: cinco tipos súper ricos (sí, todos ellos varones), y de las altas esferas en el mundo de los fondos de inversión de alto riesgo. Después de intercambiar unas breves palabras no tardé en advertir que tenían nulo interés en los contenidos que me había preparado sobre el futuro de la tecnología. Venían con su propia batería de preguntas preparada."
Las preguntas tenían que ver con como él, como
“experto” veía cuestiones que amenazaban sus privilegios, entre ellas sobre el
cambio climático:
“Sin prisa, pero sin pausa, fueron escorando sus preguntas hacia los temas que verdaderamente les preocupaban. ¿Qué región se vería menos afectada por la crisis provocada por el cambio climático, Nueva Zelanda o Alaska? por último, un director general de una agencia de bolsa comentaba que estaba a punto de terminar de construirse un búnker y lanzó la pregunta: “¿Cómo conseguiré imponer mi autoridad sobre mi guardia de seguridad después del acontecimiento?” El acontecimiento. Este era el eufemismo que empleaban para el colapso medioambiental, la agitación social, la explosión nuclear, la propagación imparable de un virus o el momento en que el hacker de Mr. Robot acabe con todo.”
Douglas explica como la siguiente hora se centró en
este tipo de preguntas y como se planteaban crear robots que les sirvieran como
trabajadores o como pagar a humanos y disciplinarlos “con algún tipo de
collar a cambio de su supervivencia”, en caso de que los robots no llegaran
a tiempo.
Fue en ese punto cuando me di cuenta de que al menos para estos caballeros, esos eran los temas que pretendían escuchar en una charla sobre el futuro de la tecnología. preparaban para un futuro digital que tenía bastante más que ver con la intención de trascender la condición humana y protegerse del peligro real y presente del cambio climático, el aumento de los niveles del mar… […]. Para ellos, el futuro de la tecnología en realidad consiste en una cosa: la capacidad de huida.
Figura 1. Esta es la
visión de las élites que tienen del futuro. Prepararse para el evento, acumular
tanta tecnología y comida como sea posible y asegurarse de que tienen siervos
que no se revelen. Esta imagen es un prototipo del búnker Oppidum, en República
Checa.
3. Expertos al servicio
de ricos, soluciones mágicas y corrupción
Hay unos pocos en el mundo académico (entre los que me
incluyo) que empiezan a poner de manifiesto que amplios sectores de la ciencia
están en crisis. Yo añadiría que hay ya problemas epistemológicos de raíz
basados en axiomas. Curiosamente Ugo Bardi, divulgador de la crisis energética,
climática y uno de los investigadores del proyecto
MEDEAS[i], ha publicado este pasado 27 de Agosto un
artículo llamado ¿Crees que la ciencia salvará el mundo? ¿Estás
seguro?
En el
artículo, Ugo Bardi pide reformas para la ciencia, pone sobre la mesa la noción
de verdad, habla de las limitaciones del proceso de revisión por pares y la
inclusión elitista de algunos autores y la poca transparencia, critica la
imposibilidad de corregir errores en un jornal científico, el excesivo poder en
manos de los editores, la super-especialización que crea idiotas. Ugo se queda a
mi juicio corto ya que no cuestiona el mismo concepto de verdad como yo mismo lo hice
en mi pasado artículo [ii] cuando afirmaba que la ciencia se debe enmarcar
dentro de una visión pragmática, y por tanto con criterios de utilidad práctica
definidos pre-analíticamente y que son por definición irracionales, en el
sentido que son creencias no demostrables o falsables, pero en cambio cumplen
con un propósito que debe hacerse explícito. Necesitamos urgentemente una nueva
epistemología con profundas reformas en el establishment científico que también
rompan el monopolio de información que cinco grandes empresas tienen sobre las
publicaciones y los abusos de poder de algunos científicos, generalmente
capturados o por sus propios sesgos o por los intereses de grandes
corporaciones y gobiernos que atentan contra el bien común de la humanidad y la
biosfera.
En este
mismo sentido Andrea Saltelli lleva ya tiempo hablando sobre la crisis de la ciencia que ve en la falta de reproducibilidad, errores en el uso de estadística
(del valor p), manipulación de datos finales, falta de rigor metodológico…
Saltelli pone varios ejemplos. El mito de que una dieta alta en carne provoca
mayor tensión arterial se empezó a fraguar a partir de un estudio con muchos
errores que ya se habían expuesto previamente. En vez de centrarse en los
efectos negativos del azúcar que ahora causan una epidemia de obesidad en todo
el mundo. La ciencia tuvo un importante impacto en las políticas de empresa y
públicas que ejercen de “lock-in” o inercia cultural (más luego sobre este
concepto).
El caso
que aquí nos interesa, el del cambio climático, tampoco escapa de los problemas
de la ciencia. El mismo Saltelli junto a otros tres científicos expone en un
artículo ilustrativo (los modelos climáticos como guías económicas: reto
científico o entelequia quijotesca, ver aquí en inglés) un buen puñado de problemas en
relación a la ciencia del cambio climático y especialmente los modelos de
análisis integrado que trasladan los parámetros biofísicos a parámetros
monetarios. Se afirma lo siguiente:
“En general, existe una tendencia preocupante en la ciencia climática a afirmar que las incertidumbres del modelo son cuantificables y manejables, pero hay poca o ninguna base estadística en la metodología para estimar la incertidumbre, especialmente la incertidumbre estructural. La evidencia sugiere que incluso las incertidumbres cuantificables están significativamente subestimadas. Usados de esta manera, los modelos se convierten, en palabras de un clásico de 1993 de Silvio Funtowicz y Jerome Ravetz, en "sustitutos del pensamiento disciplinado y el rigor científico"
El problema de la mala gestión de la incertidumbre y su no reconocimiento
lleva a que los modelos fallen estrepitosamente en su predicción biofísica.
"En realidad, nadie sabe cuán bien los modelos climáticos pueden pronosticar el cambio climático: las estimaciones de la incertidumbre son casi totalmente inciertas. Uno solo tiene que examinar el reciente informe de evaluación del IPCC para ver esto: de los 114 modelos en el conjunto, 111 no pudieron predecir la reciente desaceleración de 15 años en el aumento de la temperatura superficial media global, muchos por un orden de magnitud " (traducido del inglés)”
Si la predicción biofísica es ya problemática en sí, la cuestión se agrava
cuando se traducen estos modelos a análisis económicos típicamente de
coste-beneficio donde se añaden aún más supuestos como afirma un estudio de 2008:
“Nuestro análisis muestra que las incertidumbres sobre los costos de
reducción y daños juegan un papel casi igual de importante que la tasa de
descuento. Ambas políticas climáticas estrictas y moderadas se pueden
justificar utilizando otras configuraciones de parámetros. Además, para la mayoría
de las configuraciones de parámetros existe una amplia gama de niveles de
concentración cercanos al objetivo óptimo, lo que proporciona un rango mucho
más amplio de opciones políticas de lo que se sugiere a menudo" (traducido
del inglés)”
En este artículo se manifiesta también como los conservadores jugaron con
este tipo de resultados afirmando de forma astuta que la incertidumbre de los
costes encarece la factura energética y perjudica a la ciudadanía. Es decir,
cada facción política tiene un discurso sobre la incertidumbre, los más
progresistas la camuflan para defenderse contra los ataques de los negacionistas
conservadores y estos últimos la explotan para generar incertidumbre en el
electorado y no actuar o hacerlo bajo su cosmovisión:
Epistemológicamente, hay quien olvida que la incertidumbre es más compleja de lo que aparenta. Esta se
puede reducir en:
- riesgo
cuantificable (se estiman las probabilidades de distintas opciones),
- incertidumbre no cuantificable (las probabilidades de un evento no son
estimables)
- ignorancia (parcial o total sobre los procesos, como muestra el reciente
caso de la liberación "inesperada" de metano por descomposición
de los plásticos en el océano),
- indeterminación (incertidumbre irreducible de naturaleza ontológica porque los humanos
son impredecibles o de los modelos tratan con sistemas abiertos, dinámicos y
en red)
- ambigüedades (incertidumbre asociada a valores, a la legítima interpretación
o evaluación presente de los posibles estados futuros del mundo. Las
palabras “adaptación” o “cambio climático peligroso” tienen una clara
connotación subjetiva de percepción del riesgo)
En un artículo más reciente, de 2016 (gratis aquí), del cual saco esta tipología
de incertidumbres) se llega a conclusiones parecidas a las del artículo de
2008:
“Ninguno de estos enfoques que reconocen explícitamente la ambigüedad debido a los significados y valores heterogéneos que se han adoptado en evaluaciones generales de la incertidumbre en los IAM (modelos de valoración integrados, en sus siglas en inglés)
(Beck & Krueger, 2016, pp. 630-631)
Recomiendo
al lector leer (si puede leer en inglés) el artículo publicado por Andrea
Saltelli y Silvio Funtowicz (ambos trabajando en cuestiones de filosofía de la
ciencia y este último fundador de la ciencia postnormal) en The Conversation
sobre la actual crisis en ciencia (aquí) y para el más intrépido leer el artículo científico
de los mismos autores publicado hace un año (aquí) y especialmente el libro Science on the Verge: the rightful place of science (La
ciencia al límite: el lugar adecuado para la ciencia) del que se puede ver una
presentación aquí.
4. Un problema civilizatorio: la fe en un salvador que sabe
Como
occidentales modernos y con valores aun profundamente judeocristianos basados
en buscar soluciones “externas”, típicamente mágicas en forma de santo grial a
nuestros problemas, algo típico de una mentalidad infantiloide llena de miedo (más
recientemente camuflada por una extraversión narcisista) que va “hacia afuera”,
el discurso incluso mayoritario en Ciencia de la Sostenibilidad tiende a ser el
siguiente:
- Síndrome de Rifkin-Pinker: El problema de la sostenibilidad es fundamentalmente tecnológico.
Están emergiendo tecnologías disruptivas que inevitablemente alterarán
nuestra sociedad. Se requerirán cambios sociales e incluso culturales,
pero estos serán generalmente secundarios al proceso tecnológico.
- Síndrome de Roosevelt: el problema es que no comunicamos lo suficiente nuestros
problemas. Las personas son racionales y si les damos la información
adecuada sabrán adoptar la decisión correcta y las nuevas innovaciones
vendrán automáticamente. La ciencia no está en crisis y no hay que hacer
autocrítica. Los herejes seudocientíficos tienen la culpa y debemos
denunciarlos y educar a la gente en más ciencia y uso de tecnologías.
El
síndrome de Rifkin-Pinker (que no falte la nota de humor) va claramente en
alusión a la charlatanería de quienes, como el gurú Jeremy Rifkin pretende
vender que la era digital, las nuevas tecnologías de las TIC y en general la
innovación al límite del fin de la historia están llevando a una nueva era de
libertad material sin límites en el contexto de una globalización liberal
democrática imparable (ver un fragmento de su último libro aquí; y una de sus caras charlas aquí) o de cómo
Stephen Pinker defiende los valores de la ilustración y la modernidad a ultranza y en
sus charlas habla de que el mundo está mejor que nunca. Es curioso ver como en los dos casos se suele tener
una fe infinita en soluciones tecnológicas. Rifkin publicó un libro hablando
exclusivamente sobre la economía del hidrógeno como solución mágica al pico del petróleo y en
el caso de Stephen Pinker recientemente hojeaba su libro en el que me topaba
con una fe infundada en la energía nuclear sin mencionar claro las
incertidumbres sobre el impacto ecológico y humano que tiene, las inconsistencias en las distintas narrativas existentes, o
los problemas con el pico del uranio, los
cuales siguen mostrando importantes incertidumbres.
El
síndrome de Roosevelt es más delicado y suele estar asociado al gran grueso de
académicos (¡Cómo no, pues su supervivencia actualmente depende en parte de
esta narrativa!) y a la izquierda cuando pide "más educación" cuando quizás el problema es que hay que "deseducar" y asumir que los seres humanos son algo más que clientes racionales. Cuando la crisis económica del 29 cortó las aspiraciones de
los felices años 20 y su sueño de convertir a la sociedad en una megamáquina
consumista feliz [iii] de corporaciones
fuertes y consumidores felices, Roosevelt cambió la estrategia política del
país y en vez de usar las relaciones públicas y la manipulación informativa,
trató de limitar el poder de las corporaciones, estableciendo una relación más racional de tú a tú con la población y de salvaguardar la
democracia liberal con un nuevo modelo relacional con las masas basado en un
mayor poder gubernamental sustentado en la creación de grandes obras e inversiones
públicas nacionales (de hecho el propio Joseph Göebels llegó a alabar las
políticas de Roosevelt) muy centrado en devolver el empleo que permitiría
seguir con el progreso del capitalismo liberal moderno.
Hay una diferencia fundamental entre los presupuestos que sustentan ambos síndromes. El
primero tiene una visión hobbesiana. Freud creía que el ser humano era por
naturaleza irracional y que sin una autoridad central se llegaría al caos (lo
cual justificaba la manipulación de las masas irracionales, claro está por
élites mucho más racionales e iluminadas). Es una visión pesimista del ser
humano. En el segundo caso, Roosevelt parte de una idea mucho más roussiana en la
que el ser humano es por naturaleza racional y bueno. Si por tanto doy la
información “racional y buena” el ser humano no se comportará de forma
“irracional y mala”.
Es sorprendente (o no) como casi un siglo después
estos dos arquetipos se encarnan en las posturas republicanas y demócratas. Los
primeros con una visión más conservadora y típicamente judeocristiana y los
segundos con una visión de optimismo racionalista tecno-optimista, globalista y
que finalmente y bajo un paraguas neoliberal ha asumido todo tipo de técnicas
de manipulación informativa y falsedades (y de ahí el auge de líderes como
Donald Trump). Solo cabe hacer una radiografía social y cultural comparando la
mentalidad urbanita elitista de ciudades globales y la de pueblos dejados de la
mano de dios en América. Los blancos y negros a menudo se difuminan y está
claro que nuestro sistema político va dando saltitos entre uno y otro síndrome
con la consecuencia de que no podemos tener un debate riguroso y no infantil
sobre el rol de la ciencia y los expertos en la actual crisis ecológica y
social (si la última no se reconoce en los grandes medios y espacios públicos
¡Cómo vamos a debatir sobre la primera!),
Los mensajes simples suelen calar bien en la
población. Se busca una solución mágica externa a nuestros problemas apelando a
una especie de dios todopoderoso, antes tenía barba y era varón, ahora adopta los tintes de un friki en un laboratorio con supercomputadoras y un abogado al lado
que le va a asesorar sobre derechos intelectuales cuando patente su nuevo
juguetito en el contexto de ese hipercapitalismo del cual le gusta hablar a
Rifkin. La secularización no ha cambiado para nada los cimientos culturales de
nuestra civilización por lo que no la hemos trascendido todavía. Mi
compañero Jesús Nácher lo explicaba así en un pasado artículo:
“Un tipo de grupo es que el adopta los supuestos básicos de dependencia, la creencia en un líder capaz de solucionar los problemas del grupo, que termina fallando, ya que carece de la omnipotencia de la que le revisten las creencias del grupo, y termina siendo sustituido por otro líder del que nuevamente se espera una actuación salvadora. Otro tipo de grupo es el que adopta los supuestos básicos del ataque-fuga, que focaliza toda su energía en un enemigo externo, al que hay que destruir o huir de él.”
En el primer ejemplo de grupo que plantea Jesús se
apela a la autoridad y creo que es más típico de la izquierda tecno-optimista.
El segundo tiende a ser más darwinista y es adoptado por conservadores con una
concepción egocéntrica y competitiva del ser humano (de nuevo me remito a lo
que he dicho anteriormente). Son las dos vías que se ponen de manifiesto en la
actitud y concepción simbólica de la “realidad” de los mega-ricos. Tener fe en
una solución posthumanista tecnológica mágica y si falla algo ponerlo todo en
tratar de huir de los peligros y asegurarse de que haya quien esté a su servicio. A continuación, Jesús denunciaba la despolitización de muchos científicos
quienes se lavan las manos a la hora de proponer acciones prácticas para guiar
la transición. Como expertos, ellos estudian y comunican, pero no se les debe
pedir un punto de vista normativo que se salga de la supuesta “objetividad” ni que se arriesguen como lo hizo por ejemplo el climatólogo Hansen.
Los científicos que firman el manifiesto no señalan a ningún enemigo, excepto “la humanidad” en su conjunto. Parece que no es fácil movilizar a las personas contra la humanidad ¿quizás esto debería resolverlo el líder? ¡Esto no es asunto mío!
Desde el punto de vista de la Ciencia de la
Sostenibilidad que se define a sí misma como normativa y política, en la que se
plantea que hay que sostener la vida y la humanidad, una
posición pragmatista más concreta de esa misma ciencia basada en axiomas
irracionales más allá de la “verdad o mentira” y de “lo objetivo” y con una
visión trascendente de unidad con lo natural como la que defendí en mi último
artículo, ayudaría a darle más rigor epistemológico, pero por desgracia y
como estoy descubriendo en mis investigaciones académicas no existió jamás un
debate serio que incorporara lo que la filosofía de la ciencia y algunas
enseñanzas de ciertas disciplinas pueden aportar. La gran incertidumbre,
indeterminación e ignorancia que existe ante la predicción de cambios en el
clima o del metabolismo energético a distintas escalas espacio-temporales hace
necesaria una ciencia postnormal en la que “los factores son inciertos, hay valores en disputa,
los riesgos son altos y las decisiones urgentes”.
Como afirman los creadores del concepto y aplicación
de la ciencia postnormal Silvio Funtowicz y Jereome R. Ravetz:
La Ciencia Postnormal aparece cuando las incertidumbres son de tipo epistemológico o ético, o cuando lo que se pone en juego en las decisiones refleja propósitos en conflicto entre aquellos que arriesgan algo en el juego
(para una amplicación de esta definición de Wikipedia ver: Funtowicz, Ravetz, & Hidalgo, 1990)
Es en este contexto donde no es aceptable la actitud
de esos científicos que hablan de la humanidad como algo ajeno a ellos ni
presentar a la ciencia, el progreso o la racionalidad como algo que no debe
estar sujeto a un control exhaustivo de calidad. En su posición de expertos,
muchos científicos, como le gusta decir a Nassim Taleb, se mantienen alejados de
la acción y evitan tener que arriesgar algo en el juego. Es en este sentido
donde es necesario remarcar que:
- El rol
del experto se enmarca dentro de un contexto cultural y psicológico
paradigmático con todo un complejo de creencias y propósitos (palabra
clave). Las sociedades humanas tienen objetivos y el científico experto no
es ajeno a ellos. La ciencia es política en el sentido de que se enmarca
dentro de un proyecto mayor y no al revés como nos hacen creer algunos
para no cuestionar los valores culturales de fondo.
- El rol
del experto se enmarca dentro de una estructura científica con abusos de
poder, llena de fraudes, y orientada al corporativismo y a las grandes
soluciones técnicas con predominio del lenguaje economicista en gran parte
responsable de esta gran crisis.
- El rol
del experto debe pasar a ser un rol de comunicador/facilitador en el que
se hagan explícitas las contradicciones éticas (normatividad
pre-analítica) y se reconozca la incertidumbre de varios tipos como por
ejemplo en la cuestión de la alimentación
- El rol
del experto científico debería ser también el de un activista y responsabilizarse de
lo que ocurre, un poco en la línea de lo que científicos como Hansen han
venido haciendo, quien se jugó el pellejo ante administraciones centrales y
todo el resto de la comunidad científica
- El rol de
“la gente” debe ser entendido no como recipientes de información sino como
una “epistemología popular” que participa de forma activa, que pone de
manifiesto su conocimiento más local, concreto y relevante que vaya más
allá de los sistemas tradicionales de revisión por pares de cuestiones
planteadas mayoritariamente de forma abstracta como “el rol de la
humanidad ante el cambio climático” en el mundo académico
5. El cambio climático y la visión del experto: irresponsabilidad y fe en la ciencia
La idea de ver al experto y la ciencia-tecnología como
autoridad moral superior, despolitizada y como guía del progreso se ve
claramente puesta en duda a raíz de la crisis global, los conflictos de valores
a varias escalas, la incertidumbre e ignorancia y la necesidad urgente de tomar
decisiones que eviten escenarios catastróficos. Este hecho toma tintes
espirituales y religiosos. Tiene profundas raíces judeocristianas. Como dice
Josep Maria Fericgla al hablar de la actitud de los occidentales en el cultivo
del mundo interior ante esta nueva moda New Age de tomar
enteógenos como la ayahuasca (aunque cabe decir que mi experiencia al menos es
de que quien la toma tiene una consciencia mayor que el primer encuentro
cultural que tuvo occidente con las drogas en los 60), entendemos a la mixtura
como planta maestra todopoderosa que castiga o revela a los agraciados, como
algo ajeno a nosotros en vez de como una herramienta más (como la meditación,
la privación sensorial o el trabajo con los sueños) de expansión de la
consciencia psicológica y armonía con el mundo natural y el resto de humanos en
una relación de tú a tú. Afirma Fericgla:
“En el mundo indígena descansa la totalidad de la realidad psíquica proyectada al exterior, descansa en la psique humana con su contenido consciente e inconsciente como realidad última de la existencia […]. En Occidente se concibe el sentido de la vida y las bondades de la existencia vienen de fuera, en Oriente que provienen de su propia psique que es proyectada hacia afuera” (Fericgla, 2018, pp. 78).
Ya hablé en mi último artículo que el dualismo
“realidad objetiva y mundo simbólico” no tiene sentido. No tendría sentido en
un pueblo del Amazonas pues todo lo que se observa pasa por un filtro
experiencial que se define por el grado de consciencia y capacidad del sujeto
de poder experimentar distintos estratos de la realidad en una actitud
adaptativa. Esta visión es muy similar al dicho del taoísmo “el tao
que existe es el que no puede ser nombrado” y la visión postmoderna que ofrece
la ciencia de la jerarquía en la que la complejidad de un sistema se define
epistemológicamente por como el sujeto define pre-analíticamente como se
relaciona con el referente externo o realidad.
“Para las grandes religiones nacidas de Abraham, la gracia, el perdón, el orden moral y la salvación vienen siempre de afuera, por lo que no es extraño que el alma humana se vea aquejada por sentimientos de inferioridad y de culpa y de que en las nuevas religiones ayahuasqueras de tono cristiano se hable de consultar la planta o de plantas maestras […] en lugar de hablar de pensar que son plantas cuyas maravillosas propiedades químicas y energéticas abren las compuertas de la percepción y permiten al ser humano tener la experiencia de la trascendencia en y desde su propia psique” (Fericgla, 2018, 78-79).
En la cosmovisión occidental todo lo bueno viene de
afuera en un dualismo que genera categorías semánticas asociadas a “verdad o
mentira”, “bueno o malo” como hombre-mujer, tecnología-no tecnología,
hombre-animal, animal-vegetal… y rico-pobre y también la de experto-no experto. La noción de
dualismo está implícitamente contenida en los fundamentos de la lógica
aristotélica binaria (que sin que la mayoría de científicos lo sepa conforman
la base de lo que se conoce como “racionalidad” y “ciencia”). Todo son blancos
o negros y se fundamenta en tres leyes fundamentales:
La ley de la identidad: una
cosa es igual a si misma, o lo que es lo mismo tiene una esencia, unas
cualidades que la separan del resto. En el diálogo de Plato "Teeteto" entre
Sócrates y éste último se expone de la siguiente manera:
"Sócrates: en lo que respecta al sonido y el color, en primer lugar, ¿piensas en esto sobre ambos: existen? Teeteto: Sí. Sócrates: ¿Entonces piensas que cada uno difiere del otro y es idéntico a sí mismo. Teeteto: Ciertamente. Sócrates: ¿Y que ambos son dos y cada uno de ellos uno?Teeteto: Sí, ¡eso también!
Uno de los requisitos en ciencia hoy en día es que los
conceptos deben tener una definición y estar claramente delimitados respecto a
otros. Toda ciencia trabaja con tipologías y taxonomías. En la práctica ni es
posible hacer una distinción clara entre conceptos (pues va a depender del
punto de vista del observador y de sus propósitos) ni se hace (todavía hoy
identifico físicos que no tienen una definición rigurosa y taxonómica del
concepto de energía). Toda taxonomía y tipología es un modelo, un mapa útil para la toma de decisiones y la acción y no "la realidad" con lo que siempre hay que ir con cuidado con como se delimita un concepto y los científicos deberían ser más explícitos con sus supuestos y las limitaciones de sus modelos.
La ley del excluido del medio: el título
lo dice todo. Algo es o no es y no hay punto medio. O Sócrates es mortal o no
es mortal. Tu religión es buena o mala. El ecologismo es bueno o no. Es evidente
la influencia que este tipo de pensamiento ha tenido en la codificación de las
religiones judeocristianas donde la moral se basa en unos preceptos escritos a
puño y sangre e incuestionables. No es de extrañar que eso llegara a la ciencia
y se siga dicotomizando entre los expertos y los no expertos, los que saben y los
que no saben. Las tradiciones esotéricas y algunas tradiciones orientales
suelen ser menos dogmáticas y más fenomenológicas, donde la palabra escrita no
tiene tanta importancia y se busca una experiencia (de ahí el uso de koanes,
paradojas y frases sin sentido en el Budismo Zen). Sabemos ahora, después de la
formalización matemática de Gödel sobre las paradojas, que hay veces en el que
una cosa puede ser ella misma y su opuesta a la vez. Esto suele ocurrir en
sistemas auto-referenciales como en la frase “Esta afirmación es falsa”, “No
existe ninguna verdad absoluta” (lo cual se puede tomar como verdad absoluta) o
como en la famosa paradoja
del barbero. El lenguaje parece ir más allá de la lógica de Aristóteles,
así como las matemáticas.
La ley de la no contradicción: dos
afirmaciones/elementos no pueden ser verdaderos en el mismo sentido y en el
mismo tiempo. Todo en el universo debe ser inequívocamente no contradictorio
¡2+2 = 4 y no puede no ser 4! Entramos en el mismo problema de la ley anterior
(a veces se confunden) y efectivamente podemos encontrar casos en los que haya
contradicciones como en las paradojas de arriba o muchas otras. Ya he comentado
más de una vez que es muy importante entender que especialmente en Ciencia de
la Sostenibilidad, un tipo de conocimiento que nace a partir de la identificación
de un problema que hay que resolver, este se escapa del criterio de verdad. Si la
humanidad debe seguir su curso actual y extinguirse (como proponen los que
defienden la extinción voluntaria) o debe ser sostenible no es algo que pueda
medirse con la vara de la verdad o la no verdad. Gödel demostró matemáticamente
que una cosa puede ser verdad, pero no demostrable dentro de los axiomas del
propio sistema y este es por tanto incompleto. ¿Es verdad que la Ciencia de la
Sostenibilidad está en lo cierto cuando afirma que hay que ser sostenibles? ¿Qué entendemos por sostenible? No
es posible que está definición sea demostrable dentro de la propia Ciencia,
hacen falta meta-axiomas irracionales y normativos. Si alargamos lo suficiente
el chicle siempre llegaremos a un sistema de creencias que puede ser más o
menos útil. Por eso siempre hay que ir con cautela con palabras aparentemente
incuestionables como “verdad”, “causalidad” o “evidencia” (la causalidad es otro
ejemplo de concepto no demostrable, que no puede ser verdadero ni falso ni
evidente en si mismo pero que nos es útil en un marco de probabilidades basadas
en algún nivel de percepción en la relación artificial sujeto no-sujeto. Con la
evidencia sucede algo parecido. ¿Cuánta evidencia es suficientemente evidente?
¿Cuántos estudios son suficientes para demostrar que la carne es saludable o
no? Para una explicación más completa de esto recomiendo leer el artículo de
Andrea Satelli y Mario Giampietro The fallacy of evidence based-policy (aquí gratis
en inglés).
Estas tres leyes, implícitamente reconocidas se
combinan con un supuesto método científico (hipótesis,
experimento falsificación/confirmación, discusión y revisión de hipótesis con
reproducibilidad) que en la práctica nadie sabe quien o quien no sigue y que
difiere según la disciplina, pues no hay mecanismos estrictos de control
de calidad aceptados universalmente ni tampoco método científico aceptado
universalmente y a menudo ni tan siquiera a nivel disciplinar, tal y como
la filosofía de la ciencia nos ha mostrado durante todo el siglo XX y XXI.
Tenemos ya el cóctel perfecto: una buena dosis de aristotelismo
edulcorada con un método poco definido, poco riguroso pero poco cuestionado
desde dentro.
Recientemente, en uno de nuestros debates internos,
uno de los contertulianos defendía que era fundamental que el uso del lenguaje
adquiriera un uso preciso, que fuera muy bien definido para luego tener un
debate informado. Esta posición muy naive parte de unos supuestos obsoletos de
la filosofía del lenguaje estructuralista que asumen que estudiando la “lógica”
o estructura del lenguaje se podrá tener un debate más racional y por tanto
soluciones más racionales. Comparte los supuestos incuestionables y moralistas
de la lógica aristoteliana explicada arriba.
En mi visión más constructivista y pragmatista el
lenguaje adquiere un tinte funcional que admite ambigüedad semántica y
simbólica y en el que lo fundamental es entender los supuestos (creencias) y
fines políticos de los distintos actores en juego. Toda estructura simbólica
depende de la percepción y por tanto de los supuestos pre-analíticos del sujeto y no
al revés (donde la estructura influye en los supuestos). Claro que se
retroalimentan, pero para construir un sistema simbólico o semiótico primero
hace falta un proceso de observación. Como ya señalé en mi pasado artículo
cuando hablaba de Bourdieu y su visión sociológica, los estructuralismos
absolutos camuflan un autoritarismo de forma muy ingenuo, reduciendo el espacio
perceptivo a categorías lingüísticas de interés para el autor basadas en sus
propios supuestos. Esta visión postmoderna, constructivista y pragmatista está
en el corazón de la llamada ciencia postnormal que lo que asume es que existe
ambigüedad/incertidumbre de valores y hechos y que en vez de camuflar estos hay que hacerlos explícitos en un proceso social y político que incluya también
a los no expertos, a las no-élites, sin tampoco irse al extremo del
postmodernismo más relativista que tiende a poner todos los conocimientos,
prácticas y narrativas al mismo nivel).
Para las sociedades animistas la relación tiende a ser
de igual a igual. El dualismo y partir de que lo valioso en la vida viene de
una categoría aceptada universalmente como verdad de forma ajena a
nosotros “abre la puerta de par en par a oportunismos de todo tipo,
desde los laboratorios farmacéuticos, a las religiones dogmáticas y a los
oportunismos del mercado espiritual” (Fericgla, 2018, pp. 81).
En la medida en la que reconozcamos que no es tan
importante si Dios existe o no existe y donde se encuentra ese Dios, sino como nos
relacionamos con el Dios y la relevancia psicológica que tiene para el ser
humano, en virtud de la posibilidad que tiene para adoptar una cosmovisión no
dominadora, no mecanicista y no ultra-racionalista de la existencia, empezaremos a
dejar los dogmas atrás y a transitar a una sociedad más sana, con más autonomía
y menos al servicio de expertos que no lo son tanto pues son dominados por
aquello que intentan dominar. Aquí propongo que “el problema de la
sostenibilidad” no es tecnológico (aunque hará falta cambio tecnológico) ni
social (aunque la estructura sociometabólica cambiará sectores y funciones)
sino que de fondo es cultural y psicoespiritual, es de axiomas y supuestos muy enraizados
en la psique individual y colectiva, muy nocivos y que hay que sanar para
avanzar.
Necesitamos una responsabilidad radical que implique a aquellos que nos dedicamos a la ciencia y su divulgación. Eso nos dará más
autonomía, libertad y honestidad:
“En los pueblos indígenas, poder no tiene un sentido económico, ni social ni material, ni de jerarquía dentro del esquema de funcionarios o de una doctrina: siempre es poder personal. Esto implica que el sujeto tiene una serie de virtudes tales como carisma, temple y especialmente auto-control en todo sentido y en todo estado de consciencia, pulcritud en las acciones e intenciones, inteligencia, conocimientos avanzados y una actitud de servicio a los demás”
Por tanto y retomando el sentido del título está claro que los ricos tienen su propia visión catastrófica del cambio climático (el
evento) y que están interesados en acumular cuanta más información y generar
cuanta más resiliencia individual posible, sin contar con el resto de la población. Pero cómo hemos visto acumular más y más información no acabará con las
muchas incertidumbres y la misma ignorancia de los climatólogos y la estrategia
de huida no presenta ninguna transformación cultural profunda. ¿Cuándo los
ricos salgan de sus búnkeres seguirán reproduciendo la misma ideología civilizatoria
de dominadores ganadores y dominados perdedores, de élites sabias y masas
ignorantes, de experto incuestionable y no-experto ignorante? Por otro lado, los
problemas de gobernanza en ciencia y de la propia ciencia ante los desafíos de
la sostenibilidad (fraude, fragmentación, intereses creados…) deben hacernos
cuestionar tanto los mecanismos institucionales como la naturaleza y supuestos
de la propia ciencia, una ciencia ciertamente en crisis como lo es nuestra
civilización de la que los climatólogos y especialmente los expertos
economistas que le ponen un número a todo no escapan.
Referencias fundamentales
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Notas
[i] El
proyecto MEDEAS se define a sí mismo como “un nuevo modelo de código abierto
que guíe la transición a una economía europea baja en carbono”
[ii] Basándome
en el trabajo de ciencia
postnormal de Funtzowicz y Ravetz, la semiótica de Peirce,
el modelo
simbólico-semiótico evolutivo de Carl G. Jung, el
trabajo integrativo de Mario Giampietro y la obra incompleta de
Brown sobre Axiomas.
[iii] Fundamentalmente
me refiero al uso de estrategias de persuasión dirigidas al inconsciente y que
tiene su origen en la aplicación de las ideas Freudianas por parte del sobrino
americano del psicólogo austríaco, Edward Bernays (ver aquí un fantástico
documental sobre la cuestión).
Muy interesante el artículo, Roger, como siempre. No veo el enlace al documental sobre Bernays, te refieres a "El siglo del yo"?
ResponderEliminar!Hola David! !Gracias! Si efectivamente... A este y los dos siguientes. Te dejo el enlace aquí:
Eliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=DotBVZ26asI&list=PLmlumDatcRkypRBN3FY0pWLJNIT2tNXIn
Realmente muy recomendable para ver está dicotomía entre "ser human irracional que hay que controlar" y "ser humano racional que hay que educar". En el primer caso se asume que lo irracional es todo malo y que hay que poner reglas (raíces muy judeocristianas) para una sociedad estable. En el segundo se asume que el ser humano es racional (materialista) y que si le educamos de forma correcta llegaremos a la mejor sociedad posible.
Saludos desde Kiev
La racionalidad es traslocacion de la espiritualidad, convirtiendo al Hacedor en un probo relojero, cuya voluntad operante ha fijado en unas leyes escritas en las caracteristicas la Naturaleza.
ResponderEliminarCon ello se cambia un sacerdocio por otro, un libro de la revelacion por otro.
La razon, la racionalidad, no es una cualidad inmanente es una opcion instrumental. Toda racionalidad es instumental, pues la racionalidad absoluta requeriria el conocimiento absoluto de las causas y consecuencias.
La Naturaleza y la Humanidad inserta en ella no ha precisado aplicar las reglas de la racionalidad para sobrevivir, pero es la racionalidad instrumental del capitalismo la que nos hace ciegos a las consecuencias de nuesto quehacer ajeno y mas a menudo contrario a los requisitos del medio entorno natural.