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lunes, 3 de septiembre de 2018

Los megarricos y los expertos ante el cambio climático. Entre la huida y la irresponsabilidad


1. Introducción.

Este pasado mes se han vivido unas temperaturas excepcionales en gran parte de Europa y en la península ibérica. Personalmente jamás había visto temperaturas de 35 grados en Barcelona y de 31 grados de madrugada… Parece que haya que aceptarlo como nueva normalidad y posiblemente vaya a peor.

En este artículo introduciremos como los megarricos plantean su adaptación al cambio climático, el rol irresponsable que la gran mayoría expertos juegan en la modelización del clima que luego debe apoyar la toma de decisiones públicas (camuflando incertidumbres y adoptando narrativas TINA y/o BAU, es decir de no haber una alternativa al discurso dominante o de seguir haciendo lo mismo.

Inicialmente preveía presentar el modelo integrado de los Plantery Boundaries o “Límites Planetarios” incidiendo en el indicador para cambio climático y el reciente artículo sobre el estado de procesos complejos en el clima y realizando una crítica de como el establishment científico de los IAM (Integrated Assessment Models) o modelos integrados que trasladan modelos biofísicos a modelos económicos y que juegan un papel de reducción de la incertidumbre que reduce el espacio de deliberación democrática. Dejaremos pues esas temáticas y una serie de consideraciones a modo de mejoras para un futuro artículo para centrarnos en:

1) Como algunas élites se "preparan" para supuestos eventos catastróficos
2) El rol fraudulento de los expertos en la investigación y comunicación del cambio climático
3) Las ramificaciones filosóficas a nivel civilizatorio que nos empujan a pensar casi siempre en soluciones mágicas y rápidas que no impliquen una transformación profunda hacia el bienvivir.

2. El colapso climático y como los megarricos lo entienden: miedo y huída

El pasado uno de agosto se publicó una versión española de un artículo de Douglas Rushkoff en médium que explicaba como los multimillonarios:
  • Eran cada vez más conscientes de problemas globales como el cambio climático, los grandes flujos migratorios y las epidemias globales, lo cual los llevaba a hablar de “el evento”, un código para un momento específico en el que se dará un escenario de colapso Mad-Max catastrófico a la americana.
  • Tenían una visión del ser humano pesimista, deshumanizante y posthumanista que por tanto implica que la “salvación” pasa por trascender la condición humana tecnológicamente y en su capacidad de huida ante los peligros globales por medio por ejemplo de búnkeres con todas las comodidades de una sociedad moderna como el de Oppidum, el más grande del mundo.
El autor explicaba como en un resort de superlujo integrado por unos cien banqueros de inversión tuvo que atender a sus demandas de la siguiente manera:

"Me dejaron sentado ante una mesa redonda e hicieron pasar a mi audiencia: cinco tipos súper ricos (sí, todos ellos varones), y de las altas esferas en el mundo de los fondos de inversión de alto riesgo. Después de intercambiar unas breves palabras no tardé en advertir que tenían nulo interés en los contenidos que me había preparado sobre el futuro de la tecnología. Venían con su propia batería de preguntas preparada."

Las preguntas tenían que ver con como él, como “experto” veía cuestiones que amenazaban sus privilegios, entre ellas sobre el cambio climático:
“Sin prisa, pero sin pausa, fueron escorando sus preguntas hacia los temas que verdaderamente les preocupaban. ¿Qué región se vería menos afectada por la crisis provocada por el cambio climático, Nueva Zelanda o Alaska? por último, un director general de una agencia de bolsa comentaba que estaba a punto de terminar de construirse un búnker y lanzó la pregunta: “¿Cómo conseguiré imponer mi autoridad sobre mi guardia de seguridad después del acontecimiento?” El acontecimiento. Este era el eufemismo que empleaban para el colapso medioambiental, la agitación social, la explosión nuclear, la propagación imparable de un virus o el momento en que el hacker de Mr. Robot acabe con todo.”
Douglas explica como la siguiente hora se centró en este tipo de preguntas y como se planteaban crear robots que les sirvieran como trabajadores o como pagar a humanos y disciplinarlos “con algún tipo de collar a cambio de su supervivencia”, en caso de que los robots no llegaran a tiempo.
Fue en ese punto cuando me di cuenta de que al menos para estos caballeros, esos eran los temas que pretendían escuchar en una charla sobre el futuro de la tecnología. preparaban para un futuro digital que tenía bastante más que ver con la intención de trascender la condición humana y protegerse del peligro real y presente del cambio climático, el aumento de los niveles del mar… […]. Para ellos, el futuro de la tecnología en realidad consiste en una cosa: la capacidad de huida.


Figura 1. Esta es la visión de las élites que tienen del futuro. Prepararse para el evento, acumular tanta tecnología y comida como sea posible y asegurarse de que tienen siervos que no se revelen. Esta imagen es un prototipo del búnker Oppidum, en República Checa.


3. Expertos al servicio de ricos, soluciones mágicas y corrupción

Hay unos pocos en el mundo académico (entre los que me incluyo) que empiezan a poner de manifiesto que amplios sectores de la ciencia están en crisis. Yo añadiría que hay ya problemas epistemológicos de raíz basados en axiomas. Curiosamente Ugo Bardi, divulgador de la crisis energética, climática y uno de los investigadores del proyecto MEDEAS[i], ha publicado este pasado 27 de Agosto un artículo llamado ¿Crees que la ciencia salvará el mundo? ¿Estás seguro?

En el artículo, Ugo Bardi pide reformas para la ciencia, pone sobre la mesa la noción de verdad, habla de las limitaciones del proceso de revisión por pares y la inclusión elitista de algunos autores y la poca transparencia, critica la imposibilidad de corregir errores en un jornal científico, el excesivo poder en manos de los editores, la super-especialización que crea idiotas. Ugo se queda a mi juicio corto ya que no cuestiona el mismo concepto de verdad como yo mismo lo hice en mi pasado artículo [ii] cuando afirmaba que la ciencia se debe enmarcar dentro de una visión pragmática, y por tanto con criterios de utilidad práctica definidos pre-analíticamente y que son por definición irracionales, en el sentido que son creencias no demostrables o falsables, pero en cambio cumplen con un propósito que debe hacerse explícito. Necesitamos urgentemente una nueva epistemología con profundas reformas en el establishment científico que también rompan el monopolio de información que cinco grandes empresas tienen sobre las publicaciones y los abusos de poder de algunos científicos, generalmente capturados o por sus propios sesgos o por los intereses de grandes corporaciones y gobiernos que atentan contra el bien común de la humanidad y la biosfera.

En este mismo sentido Andrea Saltelli lleva ya tiempo hablando sobre la crisis de la ciencia que ve en la falta de reproducibilidad, errores en el uso de estadística (del valor p), manipulación de datos finales, falta de rigor metodológico… Saltelli pone varios ejemplos. El mito de que una dieta alta en carne provoca mayor tensión arterial se empezó a fraguar a partir de un estudio con muchos errores que ya se habían expuesto previamente. En vez de centrarse en los efectos negativos del azúcar que ahora causan una epidemia de obesidad en todo el mundo. La ciencia tuvo un importante impacto en las políticas de empresa y públicas que ejercen de “lock-in” o inercia cultural (más luego sobre este concepto). 

El caso que aquí nos interesa, el del cambio climático, tampoco escapa de los problemas de la ciencia. El mismo Saltelli junto a otros tres científicos expone en un artículo ilustrativo (los modelos climáticos como guías económicas: reto científico o entelequia quijotesca, ver aquí en inglés) un buen puñado de problemas en relación a la ciencia del cambio climático y especialmente los modelos de análisis integrado que trasladan los parámetros biofísicos a parámetros monetarios. Se afirma lo siguiente:
“En general, existe una tendencia preocupante en la ciencia climática a afirmar que las incertidumbres del modelo son cuantificables y manejables, pero hay poca o ninguna base estadística en la metodología para estimar la incertidumbre, especialmente la incertidumbre estructural. La evidencia sugiere que incluso las incertidumbres cuantificables están significativamente subestimadas. Usados ​​de esta manera, los modelos se convierten, en palabras de un clásico de 1993 de Silvio Funtowicz y Jerome Ravetz, en "sustitutos del pensamiento disciplinado y el rigor científico"
El problema de la mala gestión de la incertidumbre y su no reconocimiento lleva a que los modelos fallen estrepitosamente en su predicción biofísica.
"En realidad, nadie sabe cuán bien los modelos climáticos pueden pronosticar el cambio climático: las estimaciones de la incertidumbre son casi totalmente inciertas. Uno solo tiene que examinar el reciente informe de evaluación del IPCC para ver esto: de los 114 modelos en el conjunto, 111 no pudieron predecir la reciente desaceleración de 15 años en el aumento de la temperatura superficial media global, muchos por un orden de magnitud " (traducido del inglés)”
Si la predicción biofísica es ya problemática en sí, la cuestión se agrava cuando se traducen estos modelos a análisis económicos típicamente de coste-beneficio donde se añaden aún más supuestos como afirma un estudio de 2008

“Nuestro análisis muestra que las incertidumbres sobre los costos de reducción y daños juegan un papel casi igual de importante que la tasa de descuento. Ambas políticas climáticas estrictas y moderadas se pueden justificar utilizando otras configuraciones de parámetros. Además, para la mayoría de las configuraciones de parámetros existe una amplia gama de niveles de concentración cercanos al objetivo óptimo, lo que proporciona un rango mucho más amplio de opciones políticas de lo que se sugiere a menudo" (traducido del inglés)”

En este artículo se manifiesta también como los conservadores jugaron con este tipo de resultados afirmando de forma astuta que la incertidumbre de los costes encarece la factura energética y perjudica a la ciudadanía. Es decir, cada facción política tiene un discurso sobre la incertidumbre, los más progresistas la camuflan para defenderse contra los ataques de los negacionistas conservadores y estos últimos la explotan para generar incertidumbre en el electorado y no actuar o hacerlo bajo su cosmovisión:

Epistemológicamente, hay quien olvida que la incertidumbre es más compleja de lo que aparenta. Esta se puede reducir en: 
  • riesgo cuantificable (se estiman las probabilidades de distintas opciones),
  • incertidumbre no cuantificable (las probabilidades de un evento no son estimables)
  • ignorancia (parcial o total sobre los procesos, como muestra el reciente caso de la liberación "inesperada" de metano por descomposición de los plásticos en el océano),
  • indeterminación (incertidumbre irreducible de naturaleza ontológica porque los humanos son impredecibles o de los modelos tratan con sistemas abiertos, dinámicos y en red)
  • ambigüedades (incertidumbre asociada a valores, a la legítima interpretación o evaluación presente de los posibles estados futuros del mundo. Las palabras “adaptación” o “cambio climático peligroso” tienen una clara connotación subjetiva de percepción del riesgo)
En un artículo más reciente, de 2016 (gratis aquí), del cual saco esta tipología de incertidumbres) se llega a conclusiones parecidas a las del artículo de 2008:
“Ninguno de estos enfoques que reconocen explícitamente la ambigüedad debido a los significados y valores heterogéneos que se han adoptado en evaluaciones generales de la incertidumbre en los IAM (modelos de valoración integrados, en sus siglas en inglés)
(Beck & Krueger, 2016, pp. 630-631)
Recomiendo al lector leer (si puede leer en inglés) el artículo publicado por Andrea Saltelli y Silvio Funtowicz (ambos trabajando en cuestiones de filosofía de la ciencia y este último fundador de la ciencia postnormal) en The Conversation sobre la actual crisis en ciencia (aquí) y para el más intrépido leer el artículo científico de los mismos autores publicado hace un año (aquí) y especialmente el libro Science on the Verge: the rightful place of science (La ciencia al límite: el lugar adecuado para la ciencia) del que se puede ver una presentación aquí.

4. Un problema civilizatorio: la fe en un salvador que sabe

Como occidentales modernos y con valores aun profundamente judeocristianos basados en buscar soluciones “externas”, típicamente mágicas en forma de santo grial a nuestros problemas, algo típico de una mentalidad infantiloide llena de miedo (más recientemente camuflada por una extraversión narcisista) que va “hacia afuera”, el discurso incluso mayoritario en Ciencia de la Sostenibilidad tiende a ser el siguiente:
  • Síndrome de Rifkin-Pinker: El problema de la sostenibilidad es fundamentalmente tecnológico. Están emergiendo tecnologías disruptivas que inevitablemente alterarán nuestra sociedad. Se requerirán cambios sociales e incluso culturales, pero estos serán generalmente secundarios al proceso tecnológico.
  • Síndrome de Roosevelt: el problema es que no comunicamos lo suficiente nuestros problemas. Las personas son racionales y si les damos la información adecuada sabrán adoptar la decisión correcta y las nuevas innovaciones vendrán automáticamente. La ciencia no está en crisis y no hay que hacer autocrítica. Los herejes seudocientíficos tienen la culpa y debemos denunciarlos y educar a la gente en más ciencia y uso de tecnologías.
El síndrome de Rifkin-Pinker (que no falte la nota de humor) va claramente en alusión a la charlatanería de quienes, como el gurú Jeremy Rifkin pretende vender que la era digital, las nuevas tecnologías de las TIC y en general la innovación al límite del fin de la historia están llevando a una nueva era de libertad material sin límites en el contexto de una globalización liberal democrática imparable (ver un fragmento de su último libro aquí; y una de sus caras charlas aquí) o de cómo Stephen Pinker defiende los valores de la ilustración y la modernidad a ultranza y en sus charlas habla de que el mundo está mejor que nunca. Es curioso ver como en los dos casos se suele tener una fe infinita en soluciones tecnológicas. Rifkin publicó un libro hablando exclusivamente sobre la economía del hidrógeno como solución mágica al pico del petróleo y en el caso de Stephen Pinker recientemente hojeaba su libro en el que me topaba con una fe infundada en la energía nuclear sin mencionar claro las incertidumbres sobre el impacto ecológico y humano que tiene, las inconsistencias en las distintas narrativas existentes, o los problemas con el pico del uranio, los cuales siguen mostrando importantes incertidumbres.

El síndrome de Roosevelt es más delicado y suele estar asociado al gran grueso de académicos (¡Cómo no, pues su supervivencia actualmente depende en parte de esta narrativa!) y a la izquierda cuando pide "más educación" cuando quizás el problema es que hay que "deseducar" y asumir que los seres humanos son algo más que clientes racionales. Cuando la crisis económica del 29 cortó las aspiraciones de los felices años 20 y su sueño de convertir a la sociedad en una megamáquina consumista feliz [iii] de corporaciones fuertes y consumidores felices, Roosevelt cambió la estrategia política del país y en vez de usar las relaciones públicas y la manipulación informativa, trató de limitar el poder de las corporaciones, estableciendo una relación más racional de tú a tú con la población y de salvaguardar la democracia liberal con un nuevo modelo relacional con las masas basado en un mayor poder gubernamental sustentado en la creación de grandes obras e inversiones públicas nacionales (de hecho el propio Joseph Göebels llegó a alabar las políticas de Roosevelt) muy centrado en devolver el empleo que permitiría seguir con el progreso del capitalismo liberal moderno.

Hay una diferencia fundamental entre los presupuestos que sustentan ambos síndromes. El primero tiene una visión hobbesiana. Freud creía que el ser humano era por naturaleza irracional y que sin una autoridad central se llegaría al caos (lo cual justificaba la manipulación de las masas irracionales, claro está por élites mucho más racionales e iluminadas). Es una visión pesimista del ser humano. En el segundo caso, Roosevelt parte de una idea mucho más roussiana en la que el ser humano es por naturaleza racional y bueno. Si por tanto doy la información “racional y buena” el ser humano no se comportará de forma “irracional y mala”.

Es sorprendente (o no) como casi un siglo después estos dos arquetipos se encarnan en las posturas republicanas y demócratas. Los primeros con una visión más conservadora y típicamente judeocristiana y los segundos con una visión de optimismo racionalista tecno-optimista, globalista y que finalmente y bajo un paraguas neoliberal ha asumido todo tipo de técnicas de manipulación informativa y falsedades (y de ahí el auge de líderes como Donald Trump). Solo cabe hacer una radiografía social y cultural comparando la mentalidad urbanita elitista de ciudades globales y la de pueblos dejados de la mano de dios en América. Los blancos y negros a menudo se difuminan y está claro que nuestro sistema político va dando saltitos entre uno y otro síndrome con la consecuencia de que no podemos tener un debate riguroso y no infantil sobre el rol de la ciencia y los expertos en la actual crisis ecológica y social (si la última no se reconoce en los grandes medios y espacios públicos ¡Cómo vamos a debatir sobre la primera!),

Los mensajes simples suelen calar bien en la población. Se busca una solución mágica externa a nuestros problemas apelando a una especie de dios todopoderoso, antes tenía barba y era varón, ahora adopta los tintes de un friki en un laboratorio con supercomputadoras y un abogado al lado que le va a asesorar sobre derechos intelectuales cuando patente su nuevo juguetito en el contexto de ese hipercapitalismo del cual le gusta hablar a Rifkin. La secularización no ha cambiado para nada los cimientos culturales de nuestra civilización por lo que no la hemos trascendido todavía. Mi compañero Jesús Nácher lo explicaba así en un pasado artículo:
“Un tipo de grupo es que el adopta los supuestos básicos de dependencia, la creencia en un líder capaz de solucionar los problemas del grupoque termina fallando, ya que carece de la omnipotencia de la que le revisten las creencias del grupo, y termina siendo sustituido por otro líder del que nuevamente se espera una actuación salvadora. Otro tipo de grupo es el que adopta los supuestos básicos del ataque-fuga, que focaliza toda su energía en un enemigo externo, al que hay que destruir o huir de él.”
En el primer ejemplo de grupo que plantea Jesús se apela a la autoridad y creo que es más típico de la izquierda tecno-optimista. El segundo tiende a ser más darwinista y es adoptado por conservadores con una concepción egocéntrica y competitiva del ser humano (de nuevo me remito a lo que he dicho anteriormente). Son las dos vías que se ponen de manifiesto en la actitud y concepción simbólica de la “realidad” de los mega-ricos. Tener fe en una solución posthumanista tecnológica mágica y si falla algo ponerlo todo en tratar de huir de los peligros y asegurarse de que haya quien esté a su servicio. A continuación, Jesús denunciaba la despolitización de muchos científicos quienes se lavan las manos a la hora de proponer acciones prácticas para guiar la transición. Como expertos, ellos estudian y comunican, pero no se les debe pedir un punto de vista normativo que se salga de la supuesta “objetividad” ni que se arriesguen como lo hizo por ejemplo el climatólogo Hansen.
Los científicos que firman el manifiesto no señalan a ningún enemigo, excepto “la humanidad” en su conjunto. Parece que no es fácil movilizar a las personas contra la humanidad ¿quizás esto debería resolverlo el líder? ¡Esto no es asunto mío!
 Desde el punto de vista de la Ciencia de la Sostenibilidad que se define a sí misma como normativa y política, en la que se plantea que hay que sostener la vida y la humanidad, una posición pragmatista más concreta de esa misma ciencia basada en axiomas irracionales más allá de la “verdad o mentira” y de “lo objetivo” y con una visión trascendente de unidad con lo natural como la que defendí en mi último artículo, ayudaría a darle más rigor epistemológico, pero por desgracia y como estoy descubriendo en mis investigaciones académicas no existió jamás un debate serio que incorporara lo que la filosofía de la ciencia y algunas enseñanzas de ciertas disciplinas pueden aportar. La gran incertidumbre, indeterminación e ignorancia que existe ante la predicción de cambios en el clima o del metabolismo energético a distintas escalas espacio-temporales hace necesaria una ciencia postnormal en la que los factores son inciertos, hay valores en disputa, los riesgos son altos y las decisiones urgentes”.

Como afirman los creadores del concepto y aplicación de la ciencia postnormal Silvio Funtowicz y Jereome R. Ravetz:
La Ciencia Postnormal aparece cuando las incertidumbres son de tipo epistemológico o ético, o cuando lo que se pone en juego en las decisiones refleja propósitos en conflicto entre aquellos que arriesgan algo en el juego

(para una amplicación de esta definición de Wikipedia ver: Funtowicz, Ravetz, & Hidalgo, 1990)
Es en este contexto donde no es aceptable la actitud de esos científicos que hablan de la humanidad como algo ajeno a ellos ni presentar a la ciencia, el progreso o la racionalidad como algo que no debe estar sujeto a un control exhaustivo de calidad. En su posición de expertos, muchos científicos, como le gusta decir a Nassim Taleb, se mantienen alejados de la acción y evitan tener que arriesgar algo en el juego. Es en este sentido donde es necesario remarcar que:
  • El rol del experto se enmarca dentro de un contexto cultural y psicológico paradigmático con todo un complejo de creencias y propósitos (palabra clave). Las sociedades humanas tienen objetivos y el científico experto no es ajeno a ellos. La ciencia es política en el sentido de que se enmarca dentro de un proyecto mayor y no al revés como nos hacen creer algunos para no cuestionar los valores culturales de fondo.
  • El rol del experto se enmarca dentro de una estructura científica con abusos de poder, llena de fraudes, y orientada al corporativismo y a las grandes soluciones técnicas con predominio del lenguaje economicista en gran parte responsable de esta gran crisis.
  • El rol del experto debe pasar a ser un rol de comunicador/facilitador en el que se hagan explícitas las contradicciones éticas (normatividad pre-analítica) y se reconozca la incertidumbre de varios tipos como por ejemplo en la cuestión de la alimentación
  • El rol del experto científico debería ser también el de un activista y responsabilizarse de lo que ocurre, un poco en la línea de lo que científicos como Hansen han venido haciendo, quien se jugó el pellejo ante administraciones centrales y todo el resto de la comunidad científica
  • El rol de “la gente” debe ser entendido no como recipientes de información sino como una “epistemología popular” que participa de forma activa, que pone de manifiesto su conocimiento más local, concreto y relevante que vaya más allá de los sistemas tradicionales de revisión por pares de cuestiones planteadas mayoritariamente de forma abstracta como “el rol de la humanidad ante el cambio climático” en el mundo académico
5. El cambio climático y la visión del experto: irresponsabilidad y fe en la ciencia

La idea de ver al experto y la ciencia-tecnología como autoridad moral superior, despolitizada y como guía del progreso se ve claramente puesta en duda a raíz de la crisis global, los conflictos de valores a varias escalas, la incertidumbre e ignorancia y la necesidad urgente de tomar decisiones que eviten escenarios catastróficos. Este hecho toma tintes espirituales y religiosos. Tiene profundas raíces judeocristianas. Como dice Josep Maria Fericgla al hablar de la actitud de los occidentales en el cultivo del mundo interior ante esta nueva moda New Age de tomar enteógenos como la ayahuasca (aunque cabe decir que mi experiencia al menos es de que quien la toma tiene una consciencia mayor que el primer encuentro cultural que tuvo occidente con las drogas en los 60), entendemos a la mixtura como planta maestra todopoderosa que castiga o revela a los agraciados, como algo ajeno a nosotros en vez de como una herramienta más (como la meditación, la privación sensorial o el trabajo con los sueños) de expansión de la consciencia psicológica y armonía con el mundo natural y el resto de humanos en una relación de tú a tú. Afirma Fericgla:
“En el mundo indígena descansa la totalidad de la realidad psíquica proyectada al exterior, descansa en la psique humana con su contenido consciente e inconsciente como realidad última de la existencia […]. En Occidente se concibe el sentido de la vida y las bondades de la existencia vienen de fuera, en Oriente que provienen de su propia psique que es proyectada hacia afuera” (Fericgla, 2018, pp. 78).
Ya hablé en mi último artículo que el dualismo “realidad objetiva y mundo simbólico” no tiene sentido. No tendría sentido en un pueblo del Amazonas pues todo lo que se observa pasa por un filtro experiencial que se define por el grado de consciencia y capacidad del sujeto de poder experimentar distintos estratos de la realidad en una actitud adaptativa. Esta visión es muy similar al dicho del taoísmo “el tao que existe es el que no puede ser nombrado” y la visión postmoderna que ofrece la ciencia de la jerarquía en la que la complejidad de un sistema se define epistemológicamente por como el sujeto define pre-analíticamente como se relaciona con el referente externo o realidad.
“Para las grandes religiones nacidas de Abraham, la gracia, el perdón, el orden moral y la salvación vienen siempre de afuera, por lo que no es extraño que el alma humana se vea aquejada por sentimientos de inferioridad y de culpa  y de que en las nuevas religiones ayahuasqueras de tono cristiano se hable de consultar la planta o de plantas maestras […] en lugar de hablar de pensar que son plantas cuyas maravillosas propiedades químicas y energéticas abren las compuertas de la percepción  y permiten al ser humano tener la experiencia de la trascendencia en y desde su propia psique” (Fericgla, 2018, 78-79).

En la cosmovisión occidental todo lo bueno viene de afuera en un dualismo que genera categorías semánticas asociadas a “verdad o mentira”, “bueno o malo” como hombre-mujer, tecnología-no tecnología, hombre-animal, animal-vegetal… y rico-pobre y también la de experto-no experto. La noción de dualismo está implícitamente contenida en los fundamentos de la lógica aristotélica binaria (que sin que la mayoría de científicos lo sepa conforman la base de lo que se conoce como “racionalidad” y “ciencia”). Todo son blancos o negros y se fundamenta en tres leyes fundamentales:

La ley de la identidad: una cosa es igual a si misma, o lo que es lo mismo tiene una esencia, unas cualidades que la separan del resto. En el diálogo de Plato "Teeteto" entre Sócrates y éste último se expone de la siguiente manera:
"Sócrates: en lo que respecta al sonido y el color, en primer lugar, ¿piensas en esto sobre ambos: existen? Teeteto: Sí. Sócrates: ¿Entonces piensas que cada uno difiere del otro y es idéntico a sí mismo. Teeteto: Ciertamente. Sócrates: ¿Y que ambos son dos y cada uno de ellos uno?Teeteto: Sí, ¡eso también!
Uno de los requisitos en ciencia hoy en día es que los conceptos deben tener una definición y estar claramente delimitados respecto a otros. Toda ciencia trabaja con tipologías y taxonomías. En la práctica ni es posible hacer una distinción clara entre conceptos (pues va a depender del punto de vista del observador y de sus propósitos) ni se hace (todavía hoy identifico físicos que no tienen una definición rigurosa y taxonómica del concepto de energía). Toda taxonomía y tipología es un modelo, un mapa útil para la toma de decisiones y la acción y no "la realidad" con lo que siempre hay que ir con cuidado con como se delimita un concepto y los científicos deberían ser más explícitos con sus supuestos y las limitaciones de sus modelos.

La ley del excluido del medio: el título lo dice todo. Algo es o no es y no hay punto medio. O Sócrates es mortal o no es mortal. Tu religión es buena o mala. El ecologismo es bueno o no. Es evidente la influencia que este tipo de pensamiento ha tenido en la codificación de las religiones judeocristianas donde la moral se basa en unos preceptos escritos a puño y sangre e incuestionables. No es de extrañar que eso llegara a la ciencia y se siga dicotomizando entre los expertos y los no expertos, los que saben y los que no saben. Las tradiciones esotéricas y algunas tradiciones orientales suelen ser menos dogmáticas y más fenomenológicas, donde la palabra escrita no tiene tanta importancia y se busca una experiencia (de ahí el uso de koanes, paradojas y frases sin sentido en el Budismo Zen). Sabemos ahora, después de la formalización matemática de Gödel sobre las paradojas, que hay veces en el que una cosa puede ser ella misma y su opuesta a la vez. Esto suele ocurrir en sistemas auto-referenciales como en la frase “Esta afirmación es falsa”, “No existe ninguna verdad absoluta” (lo cual se puede tomar como verdad absoluta) o como en la famosa paradoja del barbero. El lenguaje parece ir más allá de la lógica de Aristóteles, así como las matemáticas.

La ley de la no contradicción: dos afirmaciones/elementos no pueden ser verdaderos en el mismo sentido y en el mismo tiempo. Todo en el universo debe ser inequívocamente no contradictorio ¡2+2 = 4 y no puede no ser 4! Entramos en el mismo problema de la ley anterior (a veces se confunden) y efectivamente podemos encontrar casos en los que haya contradicciones como en las paradojas de arriba o muchas otras. Ya he comentado más de una vez que es muy importante entender que especialmente en Ciencia de la Sostenibilidad, un tipo de conocimiento que nace a partir de la identificación de un problema que hay que resolver, este se escapa del criterio de verdad. Si la humanidad debe seguir su curso actual y extinguirse (como proponen los que defienden la extinción voluntaria) o debe ser sostenible no es algo que pueda medirse con la vara de la verdad o la no verdad. Gödel demostró matemáticamente que una cosa puede ser verdad, pero no demostrable dentro de los axiomas del propio sistema y este es por tanto incompleto. ¿Es verdad que la Ciencia de la Sostenibilidad está en lo cierto cuando afirma que hay que ser sostenibles? ¿Qué entendemos por sostenible? No es posible que está definición sea demostrable dentro de la propia Ciencia, hacen falta meta-axiomas irracionales y normativos. Si alargamos lo suficiente el chicle siempre llegaremos a un sistema de creencias que puede ser más o menos útil. Por eso siempre hay que ir con cautela con palabras aparentemente incuestionables como “verdad”, “causalidad” o “evidencia” (la causalidad es otro ejemplo de concepto no demostrable, que no puede ser verdadero ni falso ni evidente en si mismo pero que nos es útil en un marco de probabilidades basadas en algún nivel de percepción en la relación artificial sujeto no-sujeto. Con la evidencia sucede algo parecido. ¿Cuánta evidencia es suficientemente evidente? ¿Cuántos estudios son suficientes para demostrar que la carne es saludable o no? Para una explicación más completa de esto recomiendo leer el artículo de Andrea Satelli y Mario Giampietro The fallacy of evidence based-policy (aquí gratis en inglés).

Estas tres leyes, implícitamente reconocidas se combinan con un supuesto método científico (hipótesis, experimento falsificación/confirmación, discusión y revisión de hipótesis con reproducibilidad) que en la práctica nadie sabe quien o quien no sigue y que difiere según la disciplina, pues no hay mecanismos estrictos de control de calidad aceptados universalmente ni tampoco método científico aceptado universalmente y a menudo ni tan siquiera a nivel disciplinar, tal y como la filosofía de la ciencia nos ha mostrado durante todo el siglo XX y XXI. Tenemos ya el cóctel perfecto: una buena dosis de aristotelismo edulcorada con un método poco definido, poco riguroso pero poco cuestionado desde dentro.

Recientemente, en uno de nuestros debates internos, uno de los contertulianos defendía que era fundamental que el uso del lenguaje adquiriera un uso preciso, que fuera muy bien definido para luego tener un debate informado. Esta posición muy naive parte de unos supuestos obsoletos de la filosofía del lenguaje estructuralista que asumen que estudiando la “lógica” o estructura del lenguaje se podrá tener un debate más racional y por tanto soluciones más racionales. Comparte los supuestos incuestionables y moralistas de la lógica aristoteliana explicada arriba.

En mi visión más constructivista y pragmatista el lenguaje adquiere un tinte funcional que admite ambigüedad semántica y simbólica y en el que lo fundamental es entender los supuestos (creencias) y fines políticos de los distintos actores en juego. Toda estructura simbólica depende de la percepción y por tanto de los supuestos pre-analíticos del sujeto y no al revés (donde la estructura influye en los supuestos). Claro que se retroalimentan, pero para construir un sistema simbólico o semiótico primero hace falta un proceso de observación. Como ya señalé en mi pasado artículo cuando hablaba de Bourdieu y su visión sociológica, los estructuralismos absolutos camuflan un autoritarismo de forma muy ingenuo, reduciendo el espacio perceptivo a categorías lingüísticas de interés para el autor basadas en sus propios supuestos. Esta visión postmoderna, constructivista y pragmatista está en el corazón de la llamada ciencia postnormal que lo que asume es que existe ambigüedad/incertidumbre de valores y hechos y que en vez de camuflar estos hay que hacerlos explícitos en un proceso social y político que incluya también a los no expertos, a las no-élites, sin tampoco irse al extremo del postmodernismo más relativista que tiende a poner todos los conocimientos, prácticas y narrativas al mismo nivel).

Para las sociedades animistas la relación tiende a ser de igual a igual. El dualismo y partir de que lo valioso en la vida viene de una categoría aceptada universalmente como verdad de forma ajena a nosotros “abre la puerta de par en par a oportunismos de todo tipo, desde los laboratorios farmacéuticos, a las religiones dogmáticas y a los oportunismos del mercado espiritual” (Fericgla,  2018, pp. 81).

En la medida en la que reconozcamos que no es tan importante si Dios existe o no existe y donde se encuentra ese Dios, sino como nos relacionamos con el Dios y la relevancia psicológica que tiene para el ser humano, en virtud de la posibilidad que tiene para adoptar una cosmovisión no dominadora, no mecanicista y no ultra-racionalista de la existencia, empezaremos a dejar los dogmas atrás y a transitar a una sociedad más sana, con más autonomía y menos al servicio de expertos que no lo son tanto pues son dominados por aquello que intentan dominar. Aquí propongo que “el problema de la sostenibilidad” no es tecnológico (aunque hará falta cambio tecnológico) ni social (aunque la estructura sociometabólica cambiará sectores y funciones) sino que de fondo es  cultural y psicoespiritual, es de axiomas y supuestos muy enraizados en la psique individual y colectiva, muy nocivos y que hay que sanar para avanzar.

Necesitamos una responsabilidad radical que implique a aquellos que nos dedicamos a la ciencia y su divulgación. Eso nos dará más autonomía, libertad y honestidad:
“En los pueblos indígenas, poder no tiene un sentido económico, ni social ni material, ni de jerarquía dentro del esquema de funcionarios o de una doctrina: siempre es poder personal. Esto implica que el sujeto tiene una serie de virtudes tales como carisma, temple y especialmente auto-control en todo sentido y en todo estado de consciencia, pulcritud en las acciones e intenciones, inteligencia, conocimientos avanzados y una actitud de servicio a los demás”
Por tanto y retomando el sentido del título está claro que los ricos tienen su propia visión catastrófica del cambio climático (el evento) y que están interesados en acumular cuanta más información y generar cuanta más resiliencia individual posible, sin contar con el resto de la población. Pero cómo hemos visto acumular más y más información no acabará con las muchas incertidumbres y la misma ignorancia de los climatólogos y la estrategia de huida no presenta ninguna transformación cultural profunda. ¿Cuándo los ricos salgan de sus búnkeres seguirán reproduciendo la misma ideología civilizatoria de dominadores ganadores y dominados perdedores, de élites sabias y masas ignorantes, de experto incuestionable y no-experto ignorante? Por otro lado, los problemas de gobernanza en ciencia y de la propia ciencia ante los desafíos de la sostenibilidad (fraude, fragmentación, intereses creados…) deben hacernos cuestionar tanto los mecanismos institucionales como la naturaleza y supuestos de la propia ciencia, una ciencia ciertamente en crisis como lo es nuestra civilización de la que los climatólogos y especialmente los expertos economistas que le ponen un número a todo no escapan.


Referencias fundamentales

Bardi, U. (2018). So, You Think Science Will Save the World? Are You Sure? Retrieved from https://cassandralegacy.blogspot.com/2018/08/so-you-think-science-will-save-world.html
Beck, M., & Krueger, T. (2016). The epistemic, ethical, and political dimensions of uncertainty in integrated assessment modeling. Wiley Interdisciplinary Reviews: Climate Change, 7(5), 627–645. http://doi.org/10.1002/wcc.415
Fericgla, J. M. (2018). Ayahuasca. La realidad detrás de la realidad. Sus usos en psicoterapia y en el cultivo del mundo interior. Kairós. Retrieved from http://editorialkairos.com/catalogo/ayahuasca-la-realidad-detras-de-la-realidad
Funtowicz, S., Ravetz, J. R., & Hidalgo, C. (1990). Epistemología Política. Ciencia con la Gente. Science.
Pinker, S. (2017). Is the world getting better or worse? A look at the numbers. Retrieved from https://www.ted.com/talks/steven_pinker_is_the_world_getting_better_or_worse_a_look_at_the_numbers
Rifkin, J. (2015). Jeremy Rifkin y el fin del Capitalismo. Big Think. Retrieved from https://www.youtube.com/watch?v=PCztXEfNJLM
Rushkoff, D. (2018). La supervivencia de los más ricos y cómo traman abandonar el barco. Retrieved from http://ctxt.es/es/20180801/Politica/21062/tecnologia-futuro-ricos-pobres-economia-Douglas-Rushkoff.htm
Saltelli, A. (2015). The fallacy of evidence based policy, (January), 1–32.
Saltelli, A., Stark, P. B., Becker, W., & Stano, P. (2008). Climate Models as Economic Gudes - Scientific Challenge of Quixotic Quest?, (Issues in Science and Technology), 1–8. Retrieved from https://www.stat.berkeley.edu/~aldous/157/Papers/saltelliEtal15
Saltelli, A., Stark, P. B., Becker, W., & Stano, P. (2015). Climate Models as Economic Guides: Scientific Challenge or Quixotic Quest? Retrieved from http://issues.org/31-3/climate-models-as-economic-guides-scientific-challenge-or-quixotic-quest/

Notas


[i] El proyecto MEDEAS se define a sí mismo como “un nuevo modelo de código abierto que guíe la transición a una economía europea baja en carbono”
[iii] Fundamentalmente me refiero al uso de estrategias de persuasión dirigidas al inconsciente y que tiene su origen en la aplicación de las ideas Freudianas por parte del sobrino americano del psicólogo austríaco, Edward Bernays (ver aquí un fantástico documental sobre la cuestión).

3 comentarios:

  1. Muy interesante el artículo, Roger, como siempre. No veo el enlace al documental sobre Bernays, te refieres a "El siglo del yo"?

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    1. !Hola David! !Gracias! Si efectivamente... A este y los dos siguientes. Te dejo el enlace aquí:

      https://www.youtube.com/watch?v=DotBVZ26asI&list=PLmlumDatcRkypRBN3FY0pWLJNIT2tNXIn

      Realmente muy recomendable para ver está dicotomía entre "ser human irracional que hay que controlar" y "ser humano racional que hay que educar". En el primer caso se asume que lo irracional es todo malo y que hay que poner reglas (raíces muy judeocristianas) para una sociedad estable. En el segundo se asume que el ser humano es racional (materialista) y que si le educamos de forma correcta llegaremos a la mejor sociedad posible.

      Saludos desde Kiev

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  2. La racionalidad es traslocacion de la espiritualidad, convirtiendo al Hacedor en un probo relojero, cuya voluntad operante ha fijado en unas leyes escritas en las caracteristicas la Naturaleza.
    Con ello se cambia un sacerdocio por otro, un libro de la revelacion por otro.

    La razon, la racionalidad, no es una cualidad inmanente es una opcion instrumental. Toda racionalidad es instumental, pues la racionalidad absoluta requeriria el conocimiento absoluto de las causas y consecuencias.

    La Naturaleza y la Humanidad inserta en ella no ha precisado aplicar las reglas de la racionalidad para sobrevivir, pero es la racionalidad instrumental del capitalismo la que nos hace ciegos a las consecuencias de nuesto quehacer ajeno y mas a menudo contrario a los requisitos del medio entorno natural.

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