Hemos
hablado mucho sobre la
modernidad, ese aspecto que ha permeado nuestras vidas de un modo
inevitable, aquello que tanto amamos pero nos está destruyendo y
cada vez nos separa más de lo natural, aquello que es ambivalente y
no nos permite vivir ni en lo psíquico ni en lo material, porque
vive siempre en lo inmediato y lo instrumental.
Es
común escuchar anécdotas sobre alguien que dijo “todo lo que se
podía inventar, ya se ha inventado”, y resulta que ese alguien
jamás vio la transición entre televisores de blanco y negro a
plasmas, LCD’s y LED’s, esa persona jamás vio un modem
telefónico, ni conexiones ADSL, tampoco vio los modernos
smartphones… y esa velocidad tecnológica sigue haciéndonos pensar
que la carrera tecnológica aun puede ser infinita, vengo a deciros
que no.
Uno
de los problemas que los tecno-optimistas más ignoran es el
energético, la civilización actual es posible gracias al
maravilloso petróleo, que permitió mover grandes volúmenes de
personas y mercancías a velocidades sorprendentes, superando incluso
la velocidad del sonido. Pero ahora mismo estamos frente a una crisis
energética, aunque no lo parezca, como se explica detalladamente en
The Oil
Crash, la civilización contemporánea está en vías del colapso
por sencillas razones termodinámicas, se necesita de mucha energía
para hacer cosas como trasladar personas y mercancías de un punto a
otro. El petróleo (insisto) es un producto milagroso que permite
concentrar en poco volumen un potencial calorífico considerable.
La
ciencia moderna desde la invención de las gasolinas no ha podido
crear algo similar, que en poco espacio otorgue semejante
autonomía, los eléctricos más modernos aún sufren de eso. Por
otro lado la energía nuclear se está acabando (hablando del uranio)
y tristemente los accidentes han acontecido, por lo que esta opción
no puede ser viable a largo plazo.
Y
la panacea o fusión nuclear se antoja imposible debido a que
confinar el plasma es una labor titánica, crear un “sol”
en la tierra de modo controlado y confinarlo “solamente” mediante técnicas
electromagnéticas hasta ahora ha demostrado no ser posible, menos
aún hacerlo para generar energía eléctrica.
¿Somos
tecno-pesimistas o pesimistas entonces? Todo lo contrario, pero ese
es otro tema de conversación, considero que el problema es la
excesiva carga que se ha puesto en la ciencia y la negativa a
reconocer los alcances de la ciencia y conocimiento humano respecto a
un planeta finito y la incapacidad de obtener recursos naturales de
otros lugares (planetas, satélites, etc.), además de una serie de
problemas fundamentales de la ciencia que no se han querido abordar
en décadas.
Lo
anterior me lleva a citar (nuevamente) un maravilloso artículo
titulado “ Sobre
el fracaso del LHC Run 2, y los límites del conocimiento” en
donde se exponen en resumen dos cosas:
1)
La ciencia básica está limitada de modo práctico en cuanto a la
descripción del mundo por el coste experimental y el hecho de que
cada vez un mayor coste resulta en un menor aumento de precisión:
esto hace que (relativamente) poco más se vaya a avanzar los
próximos años en cuanto a la identificación (enumeración) de
leyes, teorías y principios nuevos y revolucionarios.
2)
La ciencia básica está limitada teóricamente en cuanto a la
explicación (el porqué) del modo en que esas leyes y principios
detectados (de modo descriptivo) funcionan del modo en que lo hacen
(y no de otra manera, o de ninguna manera en absoluto). Uno puede,
por ejemplo; conocer y comprender la formulación matemática
(descriptiva) del principio de acción mínima, y no obstante, no
tener ni idea de por qué el Universo funciona de este modo observado
y no de otra manera diferente. Y lo mismo aplica al resto de leyes,
principios, teorías, etc.
El
primer punto y principal argumento del por qué el LHC
es un fracaso, es que digamos en términos prácticos que todo lo que
científicamente se podía descubrir (hablando específicamente de
la física de partículas) ya se ha descubierto y lo que falta por
descubrir requerirá más recursos de todo tipo, por lo que a menos
de que invirtamos más dinero, ya no descubriremos más cosas y
además de eso…cada vez tendremos menos precisión en cuanto a
nuevos descubrimientos, ante eso surge una duda que lanzó al aire por primera vez por mi compañero Jesús aludiendo a
The Crash Oil y desde luego a Hubbert
y su teoría del pico:¿Estamos en el pico de la ciencia?.
Es
decir… ¿Estamos en el punto climax de descubrimientos e
invenciones?, ¿La física de partículas "ha tocado techo”?, la
analogía es imprecisa desde luego y metafórica, no pretende decir
que a partir de ahora la ciencia irá en franco decaimiento, pero
parece ser que al menos en el campo de la física teórica
y experimental el LHC podría ser el último gran proyecto, a menos
que se financie otro. ¿Hasta ahí llegará la investigación
empírica?.
Otra
cosa que es importante aclarar es que según la teoría de Hubbert,
una vez que se alcanza el pico la caída no es inminente ni súbita,
no se trata de el anuncio de un apocalipsis inmediato, pero si se
trata de un punto de no retorno. Al respecto de la física y del LHC
el debate está muy vivo y yo considero que si podría haber cierto
estancamiento, podríamos ver en los próximos años que la
investigación empírica de ciencia básica podría empezar a decaer,
eso no significa que se dejará de hacer ciencia ni nada por el
estilo, todo lo contrario seguramente la investigación seguirá y
crecerá pero en campos muy específicos y costosos particularmente
en la física podría dejarse de hacer investigación empírica por
falta de financiamiento e incluso incapacidad técnica.
Como
el mismo artículo ilustra en la siguiente imagen, el LHC tiene
la potencia suficiente como para ver (detectar) objetos a escala de
menos de 10^-10, pero las cuerdas de la teoría de cuerdas (valga la
redundancia) según nuestros modelos teóricos existirían a una
escala de 10^-30 centímetros, por lo que no hay forma de “ver”
empíricamente si una cuerda existe o no existe, vibra o no vibra, es
imposible (al menos en este momento y punto de la historia). Vale la pena detenerse para imaginar la comparación entre el tamaño de un átomo con el de una
hipotética cuerda.
Justamente
mientras escribía este artículo me encontré con una traducción
de “el
futuro incierto de de la física de partículas”, en donde se
expone con argumentos más sólidos y desde un medio más
“mainstream” lo que comentaba anteriormente, y que se resume en
que efectivamente la física de partículas esta digamos "acabándose" o llegando a sus límites.
Entonces
encontramos un problema con la ciencia y empezamos a ver los límites
que tenemos para seguir investigando, pero como mencionaba, hay otros
temas de los que no se ha hablado y que siguen siendo oportunos.
Relacionado
a lo anterior tenemos que la ciencia vive una severa crisis desde
hace décadas y este problema ha sigo ignorado sistemáticamente
hasta nuestros días. Un profesor de la universidad decía que fue
Descartes
quien fundó la modernidad, mediante su famoso “Discurso
del método”, Descartes separó los mundos de la introspección y la
física para crear una doctrina empírica, que desembocaría en la
perfección del método científico, en términos prácticos
perfeccionó los conceptos modernos de teoría y práctica o teoría
y verificación experimental.
A
partir de entonces las ciencias abandonaron modelos introspectivos y
se privilegio un mundo “objetivo” en donde la razón pudiese
estar por encima de toda contaminación subjetiva y lo demás es
historia… El problema vino alrededor del siglo XX con varios
problemas que ya he relatado pero vale la pena rememorar. El primero
y quizá más relevante vino de la mano de Kurt
Gödel, un genio sin igual que provoco una herida narcisista de
la que la ciencia jamás se repondría: Gödel demostró en sus
teoremas
de incompletitud que ninguna teoría matemática formal capaz
de describir los números naturales y la aritmética con suficiente
expresividad, es a la vez consistente y completa.
Los problemas de recursividad e incompletitud inspiraron a Hofstater a escribir un libro.
Lo
anterior resultó sumamente trágico para las ciencias porque en el
andamiaje construido desde el positivismo,
las matemáticas resultaban esenciales para el modelo
teórico-experimental, puesto que desde ahí se construían modelos
científicos que después se experimentaban y corroboraban para
finalmente acabar como leyes universales o algo así. Pero Gödel
queriendo o sin querer “se cargó” las matemáticas (en un
sentido figurado) y borró toda muestra de que algo tan
puro y “exacto” como las matemáticas fuesen perfectas y mató la esperanza de que alguna vez pudiésemos entender al 100% el universo matemático, el universo resulto ser más extraño e
inconsistente de lo que pensábamos.
El
asunto no quedó ahí, Einstein que para muchos ha sido el mayor
genio que ha tenido la humanidad concibió su teoría general de la
relatividad, una broma (obra) maestra en todos los sentidos, excepto porque
después se hizo evidente algo que ya se sospechaba y es que su
teoría describe muy bien que sucede con los objetos con masa en el
universo a macroescala, pero no puede explicar lo que sucede en el universo a nanoescala, hablamos de la física de partículas, esa misma que se
estudia en el CERN a través de herramientas como el LHC.
Peor
aún, resultó que las teorías que explican la física de partículas
como la mecánica cuántica, resultaron ser notablemente
incompatibles con la teoría general de la relatividad, de modo que
hasta la fecha no se puede explicar que hay “en medio”, es decir
como es que en un mismo universo nuestros modelos teóricos no pueden
explicar por qué los comportamientos de la materia y la energía son
diferentes según la escala, por no decir contradictorios.
A
partir de ahí el problema se ha hecho cada vez más grande, entre
otras cosas porque la física de partículas tiene teorías que son
probabilísticas y que debido a la dificultad de comprobarse
experimentalmente en ocasiones se enumeran como meras teorías (no podemos decir introspecciones), lo
que reduce su valor a los ojos del positivismo “clásico” que
rechaza las ideas sin evidencia empírica. Peor aún resulta cuando
la física de partículas dice y comprueba experimentalmente cosas
“raras” del universo como que un electrón pueda estar en dos
lugares al mismo tiempo, lo que es imposible ante la lógica
“tradicional/científica/positivista” pero que sin embargo se ha
comprobado experimentalmente.
Ante
estos problemas algunos científicos/físicos han dicho que el
quehacer físico no implica especular (ser introspectivo) ni hacer teorías sin sustento
científico/teórico y que muchos físicos de partículas bien harían
en dejar de hacer brujería y hacer ciencia en serio. El problema de
fondo es que la ciencia en serio se ha venido quebrando con Gödel,
con el problema presupuestario, y con el pico de la ciencia que hoy
expongo aquí, para lo cual se me ocurren algunas soluciones o
vertientes:
- Algunos compañeros, colegas y amigos me han sugerido que no hay problema con la ciencia. Esto es falso, porque Gödel demostró que si somos consistentes estamos siendo incompletos y que si somos completos, seremos inconsistentes. Evadiendo a Gödel, aún tenemos problemas para que la ciencia pudiera llegar a ser completa, los intentos más cercanos se ilustran en la llamada “teoría de las supercuerdas” y otros esfuerzos que aun pretenden vivir en un universo lógico y consistente con la esperanza de que algún día podamos entender las leyes que nos gobiernan. En ese universo sin embargo aún no se sortean problemas como la incapacidad técnica de comprobar experimentalmente cosas como la teoría de cuerdas o seguir fraccionando partículas subatómicas en aceleradores de partículas. Siento decirlo pero este modelo ha fracasado.
- Por otro lado muchas personas han intentado conciliar modelos científicos y filosóficos para atacar los problemas modernos en los que Gödel nos metió, pero esto me suena un poco recursivo, claro que los positivistas están en su derecho de querer arreglar su “ciencia” con más ciencia, pero esto involucra necesariamente rellenar huecos como los que dejó el queridísimo Gödel y dejar de lado las adivinaciones probabilísticas de la física de partículas y eso no se antoja fácil. Continuar con la via pragmática es querer transitar nuevamente por ese camino tan fructífero que nos ha llevado hasta aquí, sinceramente no creo que funcione, pero se vale disentir. En este post hablo un poco sobre lo que podría ser una nueva filosofía de la ciencia.
- Considero que este es un buen momento para rendirnos, para aceptar que el universo y la realidad nos han rebasado y caminar hacia una aproximación realista del universo, aceptar la imposibilidad técnica de realizar más investigación experimental y abrir otras puertas, por ejemplo la lógica difusa. Se trataría de continuar con el trabajo de investigación partiendo desde aceptar que hay cosas que quizá no sabremos y sobretodo enfocar nuestras energías en lo que si podemos hacer, crear y descubrir. Considero que este es el espíritu de autonomía y bienvivir. Para este camino es necesario la reconciliación (creo yo) de la ciencia y la filosofía, divorcio fatal que fue promovido por el positivismo.
Para
concluir solo queda decir que quizá seré yo el próximo ingenuo que
creyó que “ya no se podía descubrir nada más”, quizá en el
futuro los reactores de fusión nuclear sean una realidad y quizá
haya una teoría que explique el universo en macro y nano escala y
quizá las paradojas de Gödel no lleguen a ser tan graves como
parecen, no tengo miedo a equivocarme. Pero por otro lado las
limitantes que tenemos en nuestros modelos actuales empiezan a
romperse y hacer ruido y es mejor atenderlas. Hoy más que nunca
estamos habilitados para acabar con los grandes problemas de la
humanidad (hambre, pobreza, educación, salud, paz) pero no lo hacemos porque no hay modelos reales y
funcionales de sustentabilidad y no los podrá haber hasta que
empecemos a construirlos y señalarlos, pero por fortuna ya hemos
comenzado.