Tras publicar su carta
encíclica Laudatio
Sí (Alabado seas), sobre el cuidado de la casa común,
el papa Francisco, líder espiritual de los católicos, ha
sido calificado por algunos de “peligroso” o “comunista”.
El peligro es relativo, uno puede ser peligroso para unos, pero no
para otros, en este sentido el papa Francisco puede ser peligroso.
Por el contrario, tras leer la encíclica, puedo dar fe de que no es
comunista, por el contrario, comparte varios de los puntos de vista
que hemos expresado en esta asociación. Veamos algunos.
La destrucción ecológica
es un motor importante, quizás el mayor, de la desigualdad. Es una
idea que recorre transversalmente toda la encíclica, pero destacaría
los siguientes párrafos.
La deuda externa de los países pobres se ha convertido en un instrumento de control, pero no ocurre lo mismo con la deuda ecológica. De diversas maneras, los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro.
y
La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no sólo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios. Las diversas especies contienen genes que pueden ser recursos claves para resolver en el futuro alguna necesidad humana o para regular algún problema ambiental.
Como hemos dicho en otros
artículos, no todos hemos emitido al aire la misma cantidad de CO2,
y por lo tanto no nos hemos beneficiado de ello en el mismo grado. De
la catástrofe climática no tiene la misma responsabilidad un
magnate de la industria del petróleo, que un ciudadano occidental, y
un ciudadano occidental no tiene la misma que un ciudadano pakistaní.
Sin embargo, como si Dios hubiese escuchado a Francisco, una semana
después de la publicación de su encíclica, una ola de calor, cuya
frecuencia e intensidad aumentan con el cambio climático, acababa
con la vida de 1.170 pakistaníes pobres.
Francisco también
denuncia la imposibilidad de resolver estos problemas confiando sólo
en la mano invisible del mercado.
En este contexto, siempre hay que recordar que « la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente ». Una vez más, conviene evitar una concepción mágica del mercado, que tiende a pensar que los problemas se resuelven sólo con el crecimiento de los beneficios de las empresas o de los individuos.
y
Hay más sensibilidad ecológica en las poblaciones, aunque no alcanza para modificar los hábitos dañinos de consumo, que no parecen ceder sino que se amplían y desarrollan. Es lo que sucede, para dar sólo un sencillo ejemplo, con el creciente aumento del uso y de la intensidad de los acondicionadores de aire. Los mercados, procurando un beneficio inmediato, estimulan todavía más la demanda. Si alguien observara desde afuera la sociedad planetaria, se asombraría ante semejante comportamiento que a veces parece suicida.
Una vez más, el papa ha
sido profético, y en
España la ola de calor disparaba la venta de aparatos de aire
acondicionado. Personalmente yo
ya se señalé en una ocasión que es ingenuo pensar que el
aumento de los beneficios a corto plazo conduce de forma inexorable
hacia un mayor bienestar social.
Tampoco le tiembla la
mano a Francisco a la hora de describir las causas de la destrucción
ecológica, que achaca a lo que denomina paradigma tecnocrático, una
concepción estrecha y reduccionista de todo lo humano que considera
la técnica, y por lo tanto el incremento del dominio sobre la
naturaleza y el propio ser humano, el principio y el fin de la vida,
un medio que se convierte en un fin en sí mismo. Hay que señalar,
como ya lo hice en un artículo anterior, que este ideal es
ampliamente compartido por personas de distinto espectro ideológico,
en teoría enfrentados, al igual que católicos y protestantes se
enfrentaron con saña durante el renacimiento. En palabras de
Francisco:
Se tiende a creer « que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de los valores »,83 como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que « el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto »,84 porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia.
y
Pero no podemos ignorar que la energía nuclear, la biotecnología, la informática, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras capacidades que hemos adquirido nos dan un tremendo poder. Mejor dicho, dan a quienes tienen el conocimiento, y sobre todo el poder económico para utilizarlo, un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero.
también
Se volvió contracultural elegir un estilo de vida con objetivos que puedan ser al menos en parte independientes de la técnica, de sus costos y de su poder globalizador y masificador. De hecho, la técnica tiene una inclinación a buscar que nada quede fuera de su férrea lógica, y « el hombre que posee la técnica sabe que, en el fondo, esta no se dirige ni a la utilidad ni al bienestar, sino al dominio; el dominio, en el sentido más extremo de la palabra ».87 Por eso « intenta controlar tanto los elementos de la naturaleza como los de la existencia humana ».88 La capacidad de decisión, la libertad más genuina y el espacio para la creatividad alternativa de los individuos se ven reducidos.
y
añade
La cultura ecológica no se puede reducir a una serie de respuestas urgentes y parciales a los problemas que van apareciendo en torno a la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a la contaminación. Debería ser una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático. De otro modo, aun las mejores iniciativas ecologistas pueden terminar encerradas en la misma lógica globalizada. Buscar sólo un remedio técnico a cada problema ambiental que surja es aislar cosas que en la realidad están entrelazadas y esconder los verdaderos y más profundos problemas del sistema mundial.
En
definitiva, es fútil pensar que propuestas
como las de Robert Pollin a Podemos, a pesar de su innegable
valor, puedan resolver el problema por si solas. No digo que no sean
útiles, al contrario, estoy convencido de que sí lo son, pero como
diría Henry David Thoreau, quizás sea más efectiva una persona
golpeando la raíz del mal que mil podando las ramas. Y atacar la
raíz implica preguntarse por los fines de la vida humana, y no por
los medios. Si pensamos que tal
y como nos contó Teresa Belton, la felicidad está en crear y no
en consumir, habría que pensar en que el objetivo de una sociedad
buena tendría que ser dar
a sus miembros la autonomía para que hagan de su vida una obra de
arte. Para ello la sociedad industrial debe reorganizarse, con medidas como
el
cambio de sistema monetario, y de forma más general, el conjunto
de medidas que proponemos en nuestra
página web o en nuestro Programa
para una Gran Transformación.
Un gran artículo y una encíclica esperanzadora sobre todo por un motivo: porque puede romper la separación entre creyentes y ateos o agnósticos-tan fuerte en España-, y encontrar que sectores de unos y otros, desde la diversidad de creencias, podemos unir fuerzas para encaminarnos hacia un nuevo mundo.
ResponderEliminarDios te oiga alfredo ;-)
EliminarHola Jesús:
ResponderEliminarHablé de tu artículo a Vision"Z" de Bolivia ,periódico donde también colabora algunas veces Mikel Itulain y solicitan tu permiso para poderlo imprimir.
Tanto tu artículo como el audio de Ampliando el debate dedicado a la encíclica me parecieron extraordinarios. Un abrazo y espero respuesta .Gracias Jesús.
Un abrazo desde Latinoamérica.
Buenas tmarin,
EliminarPor supuesto será un honor para nosotros que publiqueis el artículo en Vision "Z", nombrando al autor y a la asociación.
un abrazo desde Madrid, y mucha suerte
Mucho me temo que es más una encíclica del Papa que de la iglesia católica.
ResponderEliminarCelebraré estar equivocado.
Cierto, pero no deja de dar visibilidad a planteamientos hasta ahora poco conocidos. Es algo positivo.
Eliminarun saludo,
El último párrafo que has seleccionado me parece el más significativo porque con él va más allá de hacer suya la preocupación por el medio ambiente, y asume honestamente la verdadera dificultad y la verdadera necesidad: la emergencia de una nueva cultura compartida. (Y además lo hace pidiéndola, sin impartir doctrina a partir de dogmas previos).
ResponderEliminarGracias Ecora,
EliminarSin duda la esencia de su mensaje es esa, el origen del mal es el paradigma tecnocrático, la solución a él no vendrá de nueva tecnología, sino de la cultura, espiritualidad, etc. Un mensaje radical, sin duda.
un saludo,
Muy bien por el Papa y eso pero, el control de la superpoblación para cuándo?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarAnónimo,
EliminarLa superpoblación ya no se puede controlar. Si queremos que no llegue a los 10.000 millones, lo ideal es dar educación y trabajo a las mujeres ¿Quién lo va a hacer? ¿Con qué dinero?
un saludo
El propio Jesús a través de Juan anunció en Apocalipsis que esto iba a suceder antes de su venida y quién lo va a parar cuando el propio Dios ha sentenciado a la humanidad a su desaparición?? La humanidad está en el fin de la historia y creemos que se va a frenar el cambio climático por que alguien lo desee ?? No, esto ya se acaba. O estás con Jesús o te irás a la perdición, rechazemos éste mundo pecador y unámonos a Jesús para ir a la eternidad.
ResponderEliminarBuenas Anónimo,
EliminarEl mensaje del papa Francisco no es ese. No confundamos religiosidad con milenarismo.
un saludo,