La humanidad se enfrenta a una
nueva amenaza, se queda sin oxígeno. Sin mucha conciencia de ello, y mientras
algunos medios siguen pintando un futuro color de rosa salpicado de maravillas
tecnológicas, los científicos advierten “Si no se controla, el declive del
oxígeno puede conducir a otra extinción masiva, incluido el género humano”.
La concentración de oxígeno en la
atmósfera terrestre está disminuyendo por la actividad humana, mientras aumenta
la de otros gases como el célebre CO2 o el metano. En concreto, y
según se ha observado durante las dos últimas décadas, la concentración de
oxígeno viene declinando anualmente en 4 partes por millón. Eso es muy poco,
dado que su concentración en la atmósfera es de 209.460 ppm, por consiguiente
parece que hay margen, siempre que se desconozcan los principios básicos que
rigen el funcionamiento de los ecosistemas.
¿Por qué disminuye el oxígeno? A
lo largo de la historia del planeta la concentración de oxígeno ha ido variando
de forma natural, comenzó a acumularse en la atmósfera en grandes cantidades
hace 2.500 millones de años, y desde entonces su concentración ha ido variando
muy lentamente.
Dado que en la biosfera
convivimos organismos que consumimos oxígeno (animales) y otros que lo producen
(plantas) a partir de la luz del sol, gracias a la fotosíntesis, y
fundamentalmente en los océanos, ya que el fitoplancton marino produce el 70%
del mismo, la concentración de oxígeno en la atmósfera dependerá del equilibrio
alcanzado entre esos dos tipos de organismos, y la producción y consumo del
mismo.
A corto plazo podemos suponer que
hay un equilibrio entre consumo y producción, pero en sistemas complejos,
cambios muy pequeños a lo largo del tiempo pueden provocar que se alcance un
punto de inflexión (tipping point) en el que se produzca un cambio en el
comportamiento del sistema, con consecuencias imprevisibles. Eso es lo que pasó
hace 2.500 millones de años cuando las cianobacterias empezaron a llenar la atmósfera
de oxígeno, y en los cinco episodios de extinciones masivas que ha sufrido el
planeta (ahora
vivimos el sexto). Para complicarlo más, algunos de esos cambios pueden ser
irreversibles, como se representa en la figura de la izquierda.
Aplicado al oxígeno, podría darse
el caso en el que su descenso comience a producirse de forma natural, llevando
a un punto de equilibrio con una concentración mucho menor o incluso nula.
En la actualidad el principal
agente de cambio en la biosfera es el ser humano, como corresponde a nuestra
era del antropoceno. La humanidad consume oxígeno fundamentalmente como
comburente para sus combustibles fósiles y para fabricar fertilizantes. Algunas
tecnologías (como usar el Hidrógeno como vector energético) que pueden parecer
“limpias” al no emitir gases de efecto invernadero, son muy intensivas en el
consumo de oxígeno, ya que se usa tanto para generar el hidrógeno como durante
su combustión.
Evidentemente no se trata de un
problema tecnológico, sino de escala. La escala de cualquier solución que
pretenda ser usada masivamente, y por tanto ser solución para la humanidad y no
para unos pocos, es de tal magnitud que por fuerza se terminan creando nuevos
problemas, aunque se solucionen otros. Esto es así porque la capacidad de los
vertederos y la magnitud de los recursos del planeta es limitada. Podemos
cambiar un tipo de impacto por otro, pero al final lo que crea el daño no es su
tipo sino su magnitud. Es como una sábana que se queda corta, las soluciones
tecnológicas visten un santo para desvestir a otro, como ya vimos con el ejemplo
del coche eléctrico, que no es más que una magufada para engañar a los
ignorantes, y
que no soluciona nada.
En el caso de las condiciones de
hipoxia podemos considerar que el peligro está muy lejano, aunque en realidad
no podemos predecirlo con exactitud. Los científicos que han estudiado el
problema proponen un modelo de agotamiento parabólico, que permite suponer que
los problemas de salud asociados a la falta de oxígeno comenzarían dentro de
mil años, alrededor del año 3000. Claro que si en vez de parabólico fuese
exponencial la cosa cambia bastante, y podemos comenzar a encontrar problemas
de salud a partir del año 2090, apenas dentro de 70 años, quedándose la
atmósfera sin oxígeno para garantizar la vida del ser humano poco tiempo
después, a comienzos del siglo XXII.
Puede parecer alarmista, pero en
realidad tampoco podemos descartar, en este momento y tal y como están las
cosas, que ese proceso sea más rápido. Como ya hemos dicho el 70% del oxígeno
se produce en los océanos, y en otros periodos de la historia del planeta el
90% de la vida de los océanos ha desaparecido en apenas un par de décadas
¿Por qué no podría volver a suceder lo mismo?
La humanidad ha traspasado ya
varios puntos de inflexión del sistema Tierra, y a partir de este momento estamos
en territorio desconocido.
El sistema puede cambiar de forma
brusca en cualquier dirección y en muy poco tiempo. El cambio climático, la
acidificación del océano, el vertido de nutrientes al océano creando zonas
muertas anóxicas, el vertido de plástico al océano en grandes cantidades que
impiden que la luz del sol penetre en el mar y se pueda realizar la
fotosíntesis. Todo un conjunto de impactos entrelazados cuyas consecuencias
desconocemos, pero que sabemos que pueden ser catastróficas. Como dicen
los propios científicos que estudian el fenómeno:
Hay preocupación acerca de que un cambio climático incontrolado pueda llevar a una pérdida catastrófica de esta fuente vital de oxígeno atmosférico a través de la inhibición de la fotosíntesis.
Las consecuencias son claras:
Si no se controla, el declive del oxígeno puede conducir a otra extinción masiva, incluido el género humano.
Como el fumador que sufre
violentos ataques de tos al despertarse y que piensa que lo dejará mañana,
creemos que en un futuro nos adaptaremos a un modelo de producción y consumo
más sostenible. La última exploración, hace unos años, no descubrió patologías
de gravedad, y aunque el médico nos advirtió con mucha firmeza, fuimos
dejándolo para más adelante. Hace unas semanas que nota un fuerte dolor en el
pecho, “mañana lo dejo”, piensa ¿pero y sí ya es demasiado tarde?
Antes se acaba el agua, aquí,en España, este año.
ResponderEliminarBuenas Reyes,
EliminarSí, hable de eso en mi blog personal hace tiempo
Jugando al límite. 2 - La fuente de la vida
un saludo,
The Last Gasp por Trevor Hoyle
ResponderEliminarhttps://books.google.ie/books?id=KVwGrgEACAAJ
5.000 años de profecías apocalípticas y aquí seguimos: cada vez más humanos, viviendo más tiempo y con mejor calidad de vida. Y siendo la única especie que cuida conscientemente de la naturaleza, por cierto.
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