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lunes, 24 de abril de 2017

Un mundo cansado pero fiel al pensamiento mágico y optimista

Cuando en algún programa de televisión, radio o conferencia aparece un bicho raro que hace preguntas totalmente al margen de los medios masivos, del tipo ¿qué pasará cuando se alcance el pico de producción del petróleo? Los tertulianos o conferenciantes siempre tienen una sonrisa y expresan su confianza plena en que la capacidad inventiva del ser humano, además de la investigación pública y privada, obrarán un milagro tecnológico de última hora que salvará al mundo del colapso.

No es algo nuevo, ese tipo de pensamiento mágico o psicología positiva tuvo apariciones súbitas y desvanecimientos a lo largo del siglo XX, primero con el fin de la II Guerra Mundial y el mundo lleno de posibilidades que se abría a los supervivientes, a la postre con la caída de la Unión Soviética y el famoso “Fin de la Historia” de Fukuyama.

Así en menos de un siglo se ha pasado de deportar a personas a campos de concentración creados específicamente para obligarles a trabajar a cambio de comida y cama no muy saludables, a que a través del Plan Bolonia la gente que hace cursos esté ansiosa por pagar para “hacer prácticas”.

¿Cómo es posible que una persona se convierta a la vez en su propio esclavista y en esclavo? Byung-Chul Han llegó a la conclusión en La sociedad del cansancio de que cualquier persona es a día de hoy víctima de sí misma y del optimismo con que es bombardeada desde la infancia, es una forma muy habilidosa y propicia para conseguir que alguien se presione a sí mismo sin contemplaciones al tiempo que no puede hallar culpables, porque es patrón de su propio destino y puede llegar a conseguir todo lo que se proponga ya que, literalmente, según los adalides del pensamiento mágico como Paulo Coelho, tú sólo tienes que anhelar algo y el Universo maniobrará para que disfrutes lo que deseas.

“De este modo, el inconsciente social pasa del deber al poder. El sujeto de rendimiento es más rápido y más productivo que el de obediencia. Sin embargo, el poder no anula el deber. El sujeto de rendimiento sigue disciplinado. Ya ha pasado por la fase disciplinaria. El poder eleva el nivel de productividad obtenida por la técnica disciplinaria, esto es, por el imperativo del deber. En relación con el incremento de productividad no se da ninguna ruptura entre el deber y el poder, sino una continuidad”

Byun-Chul Han, La sociedad del cansancio
 ¿Cuántos Steve Jobs serán necesarios para que el coche eléctrico no sea una ruina en un mundo donde el simbolismo del éxito se nos vende a través del esfuerzo y el modelado permanente mientras la dinámica se extiende en funcionalidades cada vez más fugaces?

Es a partir de este contexto cuando la transmisión oral queda supeditada al modo de sentir divulgado por los “técnicos”, los rapsodas de nuestro tiempo, que circunscriben dentro de la oralidad posible la angustia de un modo de vida antinatural como un síntoma de falta de madurez. ¿Son más maduros los adultos de nuestro tiempo, que dedican el ocio a videojuegos, que los de inicios del siglo XX que lo dedicaban a echar la partida de cartas en el bar o a otro tipo de eventos sociales presenciales?

A este respecto también Byun-Chul Han se refiere, refiriéndose a cómo paulatinamente al ciudadano estándar se le han arrebatado sus lapsos de intimidad – a través de las redes sociales donde debe desnudarse ante todos para mostrar que es feliz y está integrado en la sociedad de su tiempo –, resultando éstos reemplazados por letargos que reconstituyen su entorno más inmediato para suscitarle un estado de celo permanente a fin de que se sienta un propietario – en el sentido latino del término, dominus - en peligro si no mantiene el ritmo.

El animal salvaje está obligado a distribuir su atención en diversas actividades. De este modo, no se halla capacitado para una inmersión contemplativa: ni durante la ingestión de alimentos ni durante la cópula. No puede sumergirse de manera contemplativa en lo que tiene enfrente porque al mismo tiempo ha de ocuparse del trasfondo. No solamente el multitasking, sino también actividades como los juegos de ordenadores suscitan una amplia pero superficial atención, parecida al estado de la vigilancia de un animal salvaje.Byun-Chul Han, La sociedad del cansancio
Hay un mundo de posibilidades ahí fuera, que están al alcance de cualquiera, y serás merecidamente recompensado o castigado en función de tu capacidad de adaptarte al medio. Así lo vende Nicholas Wade en “A troublesome inheritance” - Una herencia incómoda en español -, obra en la que defiende que las razas tienen comportamientos diferentes por cuestiones biológicas y debido a ello las sociedades son diferentes. El racismo quedó rancio cuando en la sociedad del individualismo aupado por el protestantismo anglosajón todos asumieron el lema reaganiano de “hay gente que elige ser pobre”. ¿Quién en España se escandalizó cuando el calvinista Jeroen Dijsselbloem proclamó - y se negó a disculparse - que los españoles, al no ser culturalmente protestantes, se gastan el dinero en mujeres y vino?

1 comentario:

  1. Hay en el pensamiento mágico un "no querer saber" impregnado de contradicciones salvadas solo por la fe, como si la ignorancia elegida fuera la realización suprema de la libertad sin responsabilidad.

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