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Palabras clave: tecno-adicción,
tecnosfera, lock-in, millenials, metabolismo social,
“Lo novedoso en
las esperanzas y temores de la era de la máquina es que el salvador y el
destructor ya no se visten a imagen del hombre; las figuras que nos pueden
salvar o destruir no son ya proyecciones directas de nuestra imagen humana.
Aquello que ahora esperamos que nos salve, y que en nuestros delirios tememos
que nos destruya, es algo que ha dejado de tener cualidades humanas”.
Bruno Bettelheim,
El corazón bien informado, 1960
Nosotros, los millenials
u homo technologicus
Recientemente tuve la oportunidad de pasar 9 días en un
intercambio juvenil financiado por la UE en la que participantes de 7
nacionalidades distintas (España, Alemania, Italia, Rumanía, Lituania, Polonia
y Portugal) discutimos el significado de ser europeo y el desarrollo de
la (¿in?)civilización europea a partir de herramientas educativas informales.
Mediante discusiones en grupo, actividades interculturales, juegos de mesa y
especialmente roles en vivo muy bien concebidos y organizados debíamos ponernos en la piel de un personaje histórico y
participar en un determinado hito histórico tratando de ser fieles a un papel agenciado de antemano.
Recreamos la codificación de la ley romana, los
conflictos entre estamentos en la edad media, la revolución industrial, la revolución
francesa, donde me tocó hacer de señor Guillotine, que paradójicamente se oponía
a la pena de muerte y propuso la guillotina – aunque no fue su inventor - como
tecnología rápida, indolora y eficaz en el caso que se debiera ejecutar. Famosa
se hizo su frase de “Ahora, con mi máquina, te corto la cabeza en un abrir y
cerrar de ojos ¡Y no sientes nada!". No faltaron los litros de alcohol y el
intercambio más que afectivo entre desconocidos llegada la noche, que parece
ser uno de los pilares de esa identidad europea con pretensiones
globalizadoras; de nosotros los millenials,
esa generación de jóvenes
por lo general consumistas y malcriados nacidos entre 1981 y 1995, poco dados a
asumir responsabilidades y que se cree tecnológicamente competente en esta sociedad de zombis smart donde Internet y las redes
sociales han configurado un ecosistema tecnosistema socialmente irrenunciable y pilar fundamental de
nuestro día a día. A menudo llegamos a casos extremos:
la neomanía o amor a lo tecnológicamente moderno
por ser moderno del que se mofa de
forma aguda el irreverente filósofo Nassim Taleb.
Fueron 9 días de semidesconexión del “mundo real”, mi
mundo real, que es el de un privilegiado estudiante de máster de ambientales y
sostenibilidad que se pasaba la mayor parte del tiempo asistiendo a clases,
redactando artículos y petrificado delante de un ordenador enzarzado en
discusiones de Facebook relacionadas con las múltiples crisis, especialmente la
ecológico-económica, tema de discusión central en este blog.
9 días sin prácticamente acceso a Internet ni ordenador,
en un idílico entorno a las afueras de la bella Cracovia rodeado de hectáreas
bosque, un castillo medieval y acompañados por una sinfonía de nieve blanca
como la espuma, que parecía enterrar todos los problemas y el frecuente estrés
del mundo moderno hiperconectado.
9 días para que nosotros, los millenials, pudiéramos reflexionar
en profundidad sobre una identidad europea en
crisis y en los que gracias
a esa desconexión parcial uno es capaz de tomar distancia y mayor consciencia
de una espinosa cuestión que no se trató directamente en las variadas
actividades pero que sin embargo lo permeaba todo, que invadía de forma
silenciosa pero prácticamente ininterrumpida como si de un eterno
fantasma se tratara. Se habló de patrones culturales, de instituciones, hasta
de política en una juventud por lo general despolitizada e ignorante de sus
propias acciones. No se habló del fantasma eterno. No se habló de la espinosa
cuestión de nuestra relación con la tecnología y sus implicaciones para nuestra
autonomía en la actualidad en el seno de una UE que parece puede llegar a su
pico en este 2017 o en los próximos años. Asumimos la tecnología como algo tan natural,
especialmente nosotros los millenials,
que somos incapaces de ver su lado más siniestro, ese que encarna la tecnosfera como la define Dmitry Orlov
en el que a mi juicio se va a convertir en un libro clásico de la crítica a
la tecnología moderna en colectivos concienciados (aunque más conservadores y
de ahí su valor también para las izquierdas) con la crisis de recursos y
ecológica. La tecnosfera no es más que la encarnación de “una entidad
parasítica que ha crecido dentro de la biosfera y que ahora está ocupada
destruyéndola” (Orlov, 2016). El ruso nos advierte de que hemos llegado a un
punto de no retorno donde la tecnología está causando una multitud de problemas
ambientales, menoscabando el tejido social con la sustitución del trabajo por
máquinas, subordinando a menudo nuestra vida social a las exigencias de ésta y
finalmente distorsionando nuestras personalidades. Nos cuenta Dmitry de forma elocuente:
“Hace un siglo o
dos, a nadie se le hubiese ocurrido decir que las personas eran adictas a sus
herramientas de carpintería o a su torno de hilar y telar. Quizás las amábamos,
les prestábamos atención, las lubricábamos y perfeccionábamos; las decorábamos
con pinturas y esculpíamos además de contarlas entre nuestras posesiones más
valiosas y legarlas a nuestros hijos, pero eran meros objetos útiles – no
fetiches, y no dominaban nuestras pasiones” (Orlov, 2016, p. 3)
Dmitry Orlov nos invita en su libro no a declararnos como
anti-tecnólogos sino a plantearnos qué nivel tecnológico es compatible con las
dinámicas biofísicas del planeta, cómo podemos ganar en autonomía,
auto-suficiencia y libertad y que problemáticas tendremos que afrontar en el que
el asume que es colapso metabólico industrial de las próximas décadas (salvo
milagro tecnológica que ahora mismo el antoja difícil). El ruso considera que si este hecho se produce
de forma rápida (cosa por ver) puede dejar suficiente margen a comunidades de índole
especialmente local a tener una vida más que digna y a poder adaptar algunas de
las tecnología actuales en una sociedad más restringida, reconociendo también las posibilidades que nos pueden
dar las tecnologías bajas que auguro serán fundamentales en el transporte (donde más del 95% del comercio
mundial funciona con derivados del petróleo) o en la agricultura, sector que desde la
industrialización ha tratado de ahorrar tierra y/o trabajo a base de un
subsidio energético brutal a base de fertilizantes, pesticidas y energía
concentrada en maquinaria muy especializada y compleja para liberar trabajo que
pudiera ocupar las fábricas. Dos sectores que ciertamente parecen estar
bastante olvidados, especialmente el
primero ante la caída de renta y falta de reconocimiento social del sector, como hemos visto estos días en Cataluña.
¿Qué es la tecnología? Etimología, definición y breve
apunte histórico
Etimológicamente la palabra tecnología tiene su origen en
la combinación de tekhné (arte, técnica u oficio) y logos (estudio), es decir
estamos ante el método para llevar a cabo un procedimiento técnico mediante un
previo estudio que suponemos sirve para satisfacer ciertas necesidades humanas.
Desde una perspectiva más directamente relacionada con la sostenibilidad, que tiene que ver con la capacidad de supervivencia en un tiempo dado
dadas una serie de restricciones biofísicas, tomo la definición dada
por Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes en su trabajo En la espiral de
la energía, al cual considero como el trabajo interdisciplinar y con miras históricas
más riguroso sobre la relación entre tecnología, energía, sociedad y ecología
que se ha hecho jamás en cualquier lengua. Los autores definen la tecnología
como:
“Energía y conocimientos concentrados” (añado también
materiales e información, algo sobre lo que incidiré luego) cuya primera
manifestación fue aproximadamente “hace 2,5 millones de años” coincidiendo con
el homo habilis, antecesor del actual
sapiens caracterizado por su
capacidad de confección de herramientas de piedra, de manera que además de contribuir
al desarrollo cultural del actual ser humano también “condicionó la forma de
pensar y sentir de las personas” reforzando su identidad comunitaria y que
junto al control del fuego significó “una elección sin retorno, un tipo de
elección común en la historia de la humanidad”.
El uso de herramientas y elementos externos al propio
sistema biológico no es un hecho atribuible exclusivamente al ser humano como
nos muestra el uso que los
cangrejos ermitaños hacen de ciertas conchas como protección, el uso de hojas
por parte de hormigas obreras para construir fortalezas o el caso del pulpo mimo que habita
en los lechos marinos de Indonesia y puede utilizar cáscaras de coco para
protegerse de sus depredadores. Sin embargo, gracias al bipedismo, la liberación de las
manos (especialmente el pulgar) y la coordinación entre visión estereoscópica
(o tridimensional), cerebro y extremidades “nos permitió a los homínidos
alcanzar estas destrezas – en referencia a habilidades manuales sofisticadas – y
no a otras especies, como los delfines” (Fernández y González, 2014, p. 48-49).
El resto de la historia es conocido, el de un seguido de
ciclos de incremento de la complejidad social-técnica-energética (con repetidos
colapsos como el de los viquingos
hacia finales del siglo XI explicado magistralmente por Jared Diamond en este
video, en
lo que es una valiosa lección histórica) pasando por distintos estadios desde
sociedades forrajeras, siguiéndoles las horticultoras y agrícolas igualitarias
(la última en Europa parece que fue la matriarcal Creta) y dando paso después a
las sociedades dominadoras, patriarcales, militaristas y dominadoras de la
naturaleza que se inician con las sociedades agrícolas imperiales, prosiguen en
sociedades feudales y culminan en la reciente transformación a la civilización
tecno-industrial en la que estamos hoy en un estadio en el cual unos pocos
consideramos que puede estar cerca del colapso fundamentalmente por la escasez
de los recursos necesarios (pico del todo) para seguir alimentando una sociedad de
apetito creciente así como unas condiciones ecológico-climáticas que empeoran a
marchas forzadas (calentamiento global, pérdida acelerada de la biodiversidad,
destrucción de los suelos…).
¿QUÉ CARACTERIZA
AL SER HUMANO? LOS 5 HOMOS – Elaboración propia
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CARACTERÍSTICA
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CONSECUENCIA
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Bipedismo, manos con pulgares, coordinación visión
estereoscópica (3D)-cerebro-extremidades
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Homo habilis – sofisticado uso de herramientas que ha permitido un
incremento en la explotación de recursos y de la consiguiente complejidad
social
Homo exosomaticus – uso de energía externa al cuerpo no mediada por un
código genético sino por construcción social y cultural (hay quien apunta
como Bodhi Paul Chefurka que los postulados termodinámicos operan de forma
cuasi-determinista a un nivel muy profundo – mayor que el genético -
prácticamente inconsciente y sin dar demasiada libertad al ser humano que
actuaría como una estructura disipativa que tendería siempre a apropiarse de mayor energía,
siguiendo el maximum power principle de Odum-Lotka de forma imparable).
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Gran cerebro de gran consumo energético + intestino medio
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Homo omnivorus – necesidad
de ingerir alimentos de alta densidad energética como las semillas, frutos
secos, bayas y carne.
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Capacidad del lenguaje y posteriormente del lenguaje simbólico
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Homo empaticus
- el lenguaje
permite transmitir información de forma muy rápida y eficiente y el
simbólico multiplica las capacidades
individuales aprendiendo colectivamente mediante tanto las emociones como el
razonamiento, pudiendo además acceder a estados de la conciencia superiores.
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La cooperación y vida comunitaria
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Homo sociologicus – establecimiento de en relaciones interpersonales estables gracias al
lenguaje simbólico y la empatía en grupos de un tamaño relativamente pequeño
como apuntan por ejemplo las teorías de Dunbar. La modernidad ha supuesto un cambio
importante en este aspecto al ir liquidando los esquemas tradicionales y
comunitarios del pasado, algo que con las nuevas tecnologías se ha llevado a
un nivel industrial cosa que produce a mi juicio una paradoja. Por un lado,
la tecnosfera va ganando peso sobre la biosfera ya que como apunta Orlov
“odia al clan” pero por otro lado también ha debilitado muchos de los
supuestos y dinámicas de la modernidad fosilista (las iniciativas en
transición, decrecentistas dependen todas de internet y por tanto del
metabolismo social mundial, por mucha crítica y retórica que se aporte).
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Tabla 1. Los 5
homos y el ser humano
Así pues, una combinación de elementos biológicos y
sociológicos únicos han permitido al ser humano mediante el prueba y error un
abrumador éxito que parece que en el momento actual puede ser su propia tumba
dado que no hay ningún mecanismo (a mi juicio) que pueda regular el patrón
sociológico y cultural para que el ser humano pueda operar bajo una escala
óptima que no deprede los recursos de los que depende para su supervivencia, que
con la tecnología actual con una gran capacidad para ejercer cambios en el
medio, está llevando a cabo. Esta es una
cuestión fundamental ¿Dónde está el límite? ¿Quién lo pone? ¿Se puede adaptar
una concepción moderna de la sociedad en este contexto y si no hay alternativas?
Hay quien apunta que existen límites termodinámicos claramente identificables
que nos abogan al colapso
metabólico a inicios de los años 20 mientras que otros lo hacen antes del año
30, y otros antes del 50 (algunas variantes del famoso modelo de los
límites al crecimiento de 1972).
¿Dónde encontramos pues la libertad humana? ¿Será
viable una sociedad pos petróleo con unos niveles de disipación energética y uso
de materiales parecido o muy inferior al actual? ¿Qué margen de maniobra
tenemos para decidir colectivamente que tecnología son apropiadas para el
futuro de nuestra especie? Ahí está a mi juicio la libertad humana, la de
decidir bajo numerosas restricciones y bajo la incertidumbre de no saber (o no
poder superar) una serie de límites. En este contexto se abre un marco de
posibilidades de manejo de la tecnología que nos pueda conducir a una vida que
merezca ser vivida donde ganemos en autonomía, auto-suficiencia colectiva (para
decidir colectivamente) y libertad (en sus distintas dimensiones). Ésta es sin
embargo una arma de doble filo puesto que la sostenibilidad de un determinado metabolismo
social, el patrón de uso de energía, materiales e información asociado con la
expresión de funciones y reproducción de estructuras de las sociedades humanas,
depende de las interacciones socioculturales-biofísicas que en sociedades tan
complejas como la nuestra se dan a distintas escalas espaciotemporales con y
niveles (que no coinciden como las consecuencias a largo plazo
de las emisiones antropogénicas, las distintas administraciones públicas de lo
micro – por ejemplo lo municipal – a lo macro – por ejemplo lo nacional – y las geográficas con fronteras políticas
que muy a menudo no coinciden con los factores biofísicos como ríos y montañas)
cosa que dificulta llegar a un consenso sobre qué es sostenible y que marco
tecnológico es compatible para alcanzarla. Vivimos en una sociedad tan compleja
que no la entendemos en todas sus dimensiones (la super-especialización y
nuestro sistema educativo contribuyen a ello) y de ahí la cantidad de tiempo
perdido en proponer soluciones tecnológicas mágicas, muchas de ellas no viables.
Figura 1. La evolución humana como incremento en la complejidad:
Edad de Piedra-Edad de Bronce-Edad de Hierro-Edad del Carbón-Edad del
Petróleo-Edad Nuclear-Edad de la “Tabla periódica”-¿Edad de piedra? Estamos en
un momento histórico crítico desde el punto de vista de los recursos que
condiciona el futuro global del a humanidad
Abordando la tecnología desde una perspectiva
materialista: metabolismo social y discursos tecnológicos
Conceptos clave: metabolismo social,
compartimento hipercíclio, compartimento disipativo, contabilidad
multi-nivel/multi-escala, definición pre-analítica flujo, fondo, stock,
factibilidad, viabilidad, conveniencia.
La tecnología en relación con la sostenibilidad se puede
abordar y se debe abordar desde varias perspectivas. Por un lado, podemos
abordarla desde un punto de vista emocional-espiritual
que nos humaniza y vaya más allá de ciertos
clichés reduccionistas de tanto la izquierda como la derecha. Podemos hacerlo también desde
una perspectiva artística, como reflejan por ejemplo las ilustraciones
críticas del polaco Pawel Kuczynski, la muy recomendable serie de televisión Black Mirror (si bien es cierto que bajo
supuestos de progreso tecno-optimistas) o distintas referencias musicales y literarias recientes. Finalmente, y se estamos hablando
de sostenibilidad es imprescindible
abordar la cuestión específicamente material y energética.
Existen unos muy pocos grupos de investigación seria
que se dediquen a estudiar cuestiones económicas, sociales y ecológicas desde
el punto de vista de la sostenibilidad y aún menos desde el punto de vista
del metabolismo social. En españa tenemos la suerte de tener dos de
los grupos más serios al respecto: uno es el grupo de sostenibilidad de la
Universidad de Valladolid y otro lo forma el grupo de Mario Giampietro en la
Universidad Autónoma de Barcelona. Hay que destacar también la labor de Antonio
Turiel, Antonio García Olivares y otros miembros del CSIC en su labor de
investigación de posibles modelos renovables a escala supranacional así como su
labor divulgativa en facebook y blogs.
El metabolismo social se define
como el campo científico que estudia los intercambios de materia y energía
entre el metabolismo societal y el metabolismo de los ecosistemas en un sentido
amplio y como sistemas complejos y sus propiedades emergentes y organizativas
como sistema. El concepto tiene sus raíces en el siglo XIX en los inicios de la
energética (la termodinámica del equilibrio) y en algunos escritos de
Podolinski, von Liebig, Moleschott, Boussingault o Arrhenius en referencia al
intercambio de energía y sustancias entre los organismos y sistemas vivos.
La siguiente tabla muestra las relaciones relevantes entre distintos campos
de estudio relevantes para el metabolismo social. Así pues, el metabolismo
social trata de relacionar los flujos y fondos tanto a nivel social como del
ecosistema y sus relaciones. El modelo fondo-flujo fue propuesto por
Georgescu-Roegen ya en los años 70. El padre de la economía ecológica moderna
advertía la diferencia entre flujos (lo que metaboliza el sistema) y el fondo
(la parte del sistema que forma parte de su estructura organizativa y que
debemos mantener para que el sistema mantenga su identidad). En el plano social
hablamos de flujos de energía, agua, comida… y los fondos suelen referirse a el
capital físico (maquinaria, infraestructuras…), a los humanos y a la tierra
(los típicos factores de producción, aunque los economistas tiendan hoy en día
a reducirlo al capital). Así pues, para una depuradora de agua, el agua es un
flujo que hay que “depurar”, mientras que para un ecosistema un río formar
parte de su identidad estructural. Así pues, las palabras “fondo” o “flujo” son
impredicativas y dependen de su contexto. Esto obliga a tomar un paso
pre-analítico en el que definir ontológicamente (y por tanto moralmente) que es
flujo o fondo. En el siglo XVIII una plantación en estados unidos consideraría
muchos de sus trabajadores como flujos (hay quien diría que muchos de ellos hoy
están encerrados en el país más “libre” del mundo, en Guantánamo). Un vegano se
niega a considerar una vaca como flujo y que sea “metabolizada” por el sistema
industrial y en cambio para un carnívoro sí que lo sería. Del mismo modo un
sistema social o ecológico puede determinar algo al mismo tiempo como “insumo”
o “residuo”.
Figura 2. El objeto de
estudio del metabolismo social debe entenderse como el punto en el que se
encuentran A, B, C y D. A hace generalmente referencia al campo de la ecología
política o la justicia ambiental. B hace referencia al campo tradicional de la
economía ecológica mediante los análisis input-output de tipo lineal a una
escala o de disciplinas asociadas con la ciencia de la sostenibilidad. C hace
referencia a la ecología pues estudia las relaciones entre materiales y energía
en la biosfera a distintas escalas y niveles (comunidad, paisaje…) y D hace
referencia al campo de la teoría de los sistemas complejos y la estructura
organizativa de los sistemas socioecológicos.
También es importante la distinción entre las relaciones fondo-flujo y
stock-flujo. Por ejemplo, mientras que el agua se trata de una relación
fondo-flujo en la que nos “apropiamos” de parte de la naturaleza para nuestras
necesidades y una vez metabolizada vuelve al medio ambiente (con cambios
cualitativos generalmente), nuestro sistema económico globalizado funciona como
un stock-flujo pues los combustibles fósiles una vez “quemados” se disipan
irreversiblemente en forma de calor a la atmosfera y su energía queda
inutilizable por la segunda ley de la termodinámica. Esto es de suma
importancia pues ahora se plantea la idea de pasar de stocks de energía
concentrada a flujos de energía menos concentrada sin apenas sacrificio y sin
cambiar el patrón metabólico, las instituciones y a la sociedad en si mismo.
Parece haber una creencia generalizada de que esto se puede hacer de forma
relativamente sencilla y que una vez dada con la fórmula tecnológica ideal será
algo más o menos factible. Sin embargo, esto no está tan claro. Prueba de ello
es la discusión de ya hace unos meses entre quienes
no creen viable un sistema globalizado y de tal nivel de disipación energética
como el actual (con las duras consecuencias que esto tiene para nuestras
sociedades), como Carlos de Castro y Pedro Pietro, y los que sí que creen que
sea viable un patrón metabólico parecido al actual (aquí
y aquí),
como Antonio García Olivares.
Contextualizando más ya en lo que nos interesa en el artículo (la
importancia de entender el flujo de materiales y energía en relación a los
fondos societales) y habiendo ya introducido el concepto de metabolismo social
podemos alcanzar representación más convincente sobre cómo funcionan nuestras
sociedades a nivel biofísico y su relación con la tecnología. En este sentido
una manera de entender esto es distinguiendo entre los componentes sociales que
componen el hiperciclo y la parte disipativa de la sociedad.
Figura 3. Visión termodinámico-biofísica de la sociedad
mediante la distinción entre el todo social y los niveles jerárquicos
inferiores que la conforman (compartimento disipativo e hipercíclico)
relacionados con las funciones y estructura de un determinado sistema social.
- Compartimento hipercíclico à Son lo que en economía se conoce
como sectores primario y secundario. Como nos explican Mario Giampietro, Kozo
Mayumi y Alevgdul Sorman en El patrón metabólico
de las sociedades: donde los economistas no son suficiente
“Estos sectores,
aunque también consumen energía y materiales para sus operaciones, se
consideran como productores netos de vectores energéticos (como la gasolina, la
electricidad o el calor) y flujos materiales (productos) que se consumen por la
sociedad en su conjunto. Los sectores primarios producen los flujos metabólicos
requeridos (energía, comida e inputs materiales), mientras que los sectores
secundarios producen la infraestructura y maquinaria para las manufacturas en
el sistema social. Este sector proporciona los elementos exosomáticos
(infraestructura y tecnología) esenciales para el establecimiento del
hiperciclo. En conclusión, los sectores primarios y secundarios garantizan las
actividades primarias transformadoras – referidas a la categorización
conceptual de actividades transformadoras propuesta por North en 1990 –
asociadas con la producción de bienes consumidos y las infraestructuras
requeridas por la sociedad”.
- Compartimento
disipativo à La fuerza del hiperciclo se define
de esta manera como el excedente generado por hora de unidad de actividad
humana y determina los servicios y el gobierno (SG) que una determinada
sociedad se puede “permitir”, así como las actividades de consumo y sector
doméstico (HH). Así pues, el sector disipativo tiene dos funciones: “comerse”
la parte excedentaria del hiperciclo degradando la energía necesaria para las
distintas “tecnologías” que usamos en el día a día y mantener un proporcionar
un control sobre estos procesos y su relación con el hiperciclo. Una sociedad
sin sector disipativo pues estallaría y lo mismo sucedería con otros seres
vivos pues significaría que no existe ningún límite del sistema en si mismo.
Propongo que esta distinción pues sea siempre tenida en
mente cuando hablamos de “tecnología”, teniendo en cuenta que ésta no es más
que conocimientos concentrados en una determinada ordenación de materiales con
una determinada función que puede ser categorizada, en nuestras muy complejas
sociedades, como hipercíclicas (refinerías, un hacha usada para obtener leña) o
disipativas (smartphones, una silla
para sentarse mientras trabajo en este artículo…).
La distinción semántica es más delicada de lo que parece.
El análisis integral de la
sostenibilidad multi-escala MuSIASEM desarrollado en el Institut de Tecnologia i Ciència Ambiental (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona a
partir de las enseñanzas de la termodinámica, el modelo fondo-flujo de
Georgescu.Roegen, las consecuencias epistemológicas de los sistemas complejos y
la construcción de gramáticas específicas (para el agua, la comida, la energía,
los desechos…), permite ofrecer narrativas cuantitativas que no reduzcan su
análisis a una variable (como hacen los economistas en sus cálculos
coste-beneficio) y rigurosas para que una determinada comunidad, región o país
pueda determinar si su patrón de desarrollo es factible (en relación con
restricciones biofísicas externas), viable (en relación a restricciones
internas de trabajo, tierra y capital físico – la “tecnología”) y deseable (en
relación a posibles patrones metabólicos alternativos).
La idea fundamental consiste en 1) definir
pre-analíticamente que sistema vamos a estudiar, sus escalas y niveles para
luego poder analizar las restricciones biofísicas del sistema de interés en
cuestión (respondiendo a preguntas como: ¿tenemos la capacidad tecnológica para
poder adaptarnos a un decrecimiento del consumo energético del 20% en España?
¿Tenemos suficiente tierra para poder reconvertir agricultura industrial en una
más sostenible en Cataluña? ¿Puede mi comunidad aislada en las montañas ser
autosuficiente con placas solares y unos cuantos huertos orgánicos?). Se puede
obtener más información aquí y si se desea ampliar el estudio de una sociedad desde el metabolismo
social recomiendo leer este
libro, el mejor sobre el tema, y para
una visión histórica algo más simplificada éste.
Entender las
posibilidades tecnológicas desde el punto de vista del metabolismo social es
sumamente importante pues a menudo desde sectores críticos a las políticas tecnológicas,
energéticas y ecológicas se proponen soluciones sin previamente haber estudiado
las condiciones materiales que pueden hacer posible o no un determinado
planteamiento comunitario. Una interesante discusión sobre el tema es el
intercambio que se produjo entre críticos de ciertas propuestas decrecentistas
(aquí) y uno de sus mayores defensores
(aquí). Desde sectores críticos
(especialmente los peakoileros) se
tiende a usar el concepto de la tasa de retorno
enegética o TRE, cuando esta presenta toda una serie de problemas que la hacen inútil e
inoperativa si se trata de tomar decisiones prácticas (aunque pienso que es
útil a nivel teórico para introducir la cuestión de los límites de recursos a
sectores poco familiarizados) como bien han apuntado
algunos científicos en un artículo que tiene ya casi 7 años.
Figura 4. Estructura jerárquica
de la sociedad conceptualizada desde una perspectiva del metabolismo social
multi-escala (MuSIASEM), trabajo que se lleva desarrollando den la Universidad
Autónoma de Barcelona del grupo de Mario Giampietro desde hace más de una
década. En ella se muestra el hiperciclo (que genera el excedente) y el
disipador (el que se come ese excedente). La distinción debe tener en cuenta un
determinado metabolismo social. Mientras que por ejemplo en sociedades
agrícolas una parte importante del hiperciclo va destinada a la obtención y
mantenimiento de comida, semillas… dado su mayor peso relatico del consumo
endosomático sobre el total, en sociedades tecno-industriales el hiperciclo
está asociado fundamentalmente con tecnologías muy complejas subsidiadas por
combustibles fósiles, metales y materiales raros (estamos en la edad de “la
taba periódica”) como las grandes plataformas de extracción de crudo, las refinerías
o los gaseoductos.
Entender como los flujos y fondos interaccionan en un
determinado sistema, con su patrón metabólico asociado nos ayuda pues a
entender mejor nuestras posibilidades tecnología y es un primer paso que debe
vincularse a las estructuras y dinámicas institucionales, sociales y
culturales. Al fin y al cabo, la tecnología es producto de un determinado mito,
de una determinada construcción social basada en una serie de premisas que
acaban siempre remitiéndose a una cosmovisión del mundo determinada (el porqué
de la emergencia de estas sociedades es algo ya más peliagudo). No tiene
sentido hablar de que un tractor es una “tecnología” (o de que el petróleo es
una fuente energética) para un grupo indígena aislado de bajo
metabolismo cuyo hábitat natural es el de un bosque ecuatorial tropical. Así pues, al hablar de
tecnología debemos tener claro que intereses sirve y quien tiene el poder para
definir lo que se debe sostener o no y lo que es aceptable o no dado un
determinado contexto social. En este sentido es fundamental que cuando
abordemos cuestiones tan complejas como la tecnológica, que implican hoy en día
por las características de un mundo globalizado.
Así pues la idea que quiero transmitir es si tenemos en
cuenta la cuestión tecnológica desde el punto de vista de un análisis
multi-escala y multi-nivel del metabolismo social del sistema en cuestión
podemos tomar decisiones más informadas (teniendo en cuenta que vivimos en un
contexto de alta incertidumbre y a menudo de ignorancia) y descartar soluciones
impracticables como la de
pretender que los biocombustibles sean sustitutos al petróleo o que la
energía mareomotriz pueda usarse como fuente cuasi inagotable de energía.
Otro modo de ver distintos modos de afrontar nuestra
relación con lo tecnológico es a partir de las distintas respuestas a nuestro
contexto actual de crisis de recursos y ecológica es la propuesta de David Pollard en 2013
en su blog personal (ampliado por Manuel Casal Lodeiro en el muy recomendable La izquierda
ante el colapso de la civilización industrial (2016), aquí una buena reseña), a las cuales
recomiendo echar un vistazo.
¿Cuál es nuestro problema? Diagnosticar para avanzar en la sociedad tecno-adicta
Nuestro problema actual desde un
punto de vista material es que estamos
experimentando retornos decrecientes a la complejidad que hacen que cada vez se
deban emplear más “tecnología” (recordemos materiales, energía y
conocimientos concentrados) tanto en el
hiperciclo como en la parte de reproducción y mantenimiento de las estructuras. Esto
es fundamentalmente debido a 4 razones: (i) los límites de extracción de los
combustibles fósiles motivados por sus respectivos picos, (ii) a las
dificultades (al menos por ahora) de las energías renovables de competir con
los fósiles por limitaciones de espacio, materiales, agua, intermitencia (pues
los fósiles son un stock y no un flujo como muchas renovables) así como limitaciones
ecológicas (como tienen los biocombustibles al competir con el consumo
endosomático de alimentos), (iii) a las limitaciones de materiales, agua y
espacio asociadas con la generación de tecnologías disipativas cada vez más
complejas (pensemos en los smartphones
y otros sistemas electrónicos), (iv) a la necesidad de emplear cada vez más
tecnología y trabajo humano para remediar los grandes destrozos ambientales al
que estamos sometiendo la tierra y a nuestra salud (vertidos, inversión en sanidad derivada de la contaminación,
resistencia a antibióticos, cuidado de una sociedad crecientemente envejecida y
un pool genético cada vez de peor
calidad por haber frenado mecanismos naturales de control como nos advierte Orlov
en su nuevo libro). Todo esto se combina con un sistema institucional
estructuralmente pensado para crecer a través de un sistema financiero que solo
si crece (y cuanto más mejor) es funcional mediante la creación de dinero busca
el crecimiento perpetuo, el santo grial de todos y cada uno de los gobiernos
del mundo.
Figuras 5 y 6. Modelo cheese slicer de Charles
A.S Hall donde vemos un posible escenario comparativo entre 1949 y las próximas
décadas. A medida que son más difíciles de extraer los combustibles fósiles
porque hemos ya disipado las mejores reservas irreversiblemente, queda menos
disponible para consumir en el compartimento disipativo porque debemos invertir
más esfuerzos en el hipercíclico (y también en reparar los daños hechos al
medio ambientes, no incluidos en el modelo).
La gran inercia histórica de este
modelo y el hecho de que las sociedades occidentales (las más desarrolladas)
hayan ido creciendo (interrumpido por varios conflictos y crisis) de forma
sostenida en los últimos 2-3 siglos combinado con el hecho de que ha habido un
cambio tecnológico potentísimo hacen que la sociedad vea como algo normal el
desarrollo tecnológico y tenga depositado en él grandes esperanzas de cara a
solucionar los distintos problemas sociales y ambientales que tenemos. De esta
manera se considera que cualquier problema debe tener en su solución algún tipo
de tecnología mágica, como nuestros medios
de comunicación de masas constantemente nos muestran.
Figura 7. El tecno-optimismo científicamente irresponsable abunda hoy en día en los medios de comunicación de masas.
La realidad es
que ya no solo para crecer, sino solo para mantener el actual metabolismo
social globalizado necesitamos convertir a la tierra en una verdadera mina,
arrasar bosques y otros ecosistemas y hacerlo todo a costa de generaciones y
especies presentes y futuras a las que se les ha prometido unos estándares de
vida similares a los occidentales si siguen su modelo de desarrollo. Debemos a
esto añadir el problema del lock-in tecnológico, un concepto que viene a
referirse a como determinadas decisiones pasadas limitan nuestra capacidad para
actuar en el presente (un caso que me viene a la cabeza es el de los sistemas
de alcantarillado conectados a nuestros wc, que se concibieron en un contexto
de energía barata y donde los excrementos o la orina no eran vistos como
recursos sino como residuos).
Conclusión y un breve comentario final
Vivimos en una sociedad
sobreexcitada y en la que los desarrollos tecnológicos de las últimas décadas,
especialmente los asociados a la electrónica y la hiperconectividad en las
redes virtuales amenazan con deshumanizar las personas, despersonalizar
relaciones y además todo esto canibalizando la biosfera pues no hay tecnología
avanzada que no use un gran número de elementos (muchos de ellos raros y
escasos) de la tabla períodica, de diferentes lugares del mundo, con un
subsidio energético fósil considerable. Sin éstos la globalización no sería
posible y sin la globalización tampoco serían viables estos.
A modo de comentario final pienso
pues que a la hora de decidir nuestra relación con la tecnología no hay una
solución intrínsecamente mejor que otra: depende de nuestras premisas, nuestro
contexto limitante y nuestros valores, eso sí, debemos siempre valorar bajo qué
escenario puede una determinada tecnología funcionar o no y sus implicaciones
individuales y sociales. Algunas ideas de forma muy general que pienso pueden
ser interesantes después de esta reflexión pueden ser:
1.
Tomar distancia de la tecnología para reflexionar desconectando al menos
periódicamente (¿Me hace falta eso o lo otro?).
2.
Conocerte a ti mismo y evaluar tus posibilidades mediante un análisis
multi-escala empezandoa nivel individual (luego de pareja, familiar, edificio,
barrio, ciudad, región, país, continente, mundo, por ejemplo). Hacerse pregunta
del tipo ¿De qué depende el sector en el que trabajo a nivel material o el tren
de vida que llevo? Aunque sean incómodas, ayudan a entender mejor qué lugar
ocupa uno en el mundo.
3.
Volver a la vida trabajando con las manos.
4.
Informarse de opciones tecnológicas a menudo simples, pero más resilientes
(low tech magazin, no tech magazine)
5. Pasar el tiempo con aquellos que nos hacen más felices para disminuir
nuestra dependencia tecnológica (pasar de lo instrumental a lo convivencial).
6.
Entender la tecnología que usamos, sus impactos y repercusiones para ganar
en consciencia, teniendo en cuenta su vertiente energético-material
(metabolismo societal) en relación a la biosfera.
En el próximo artículo sobre
autonomía y tecnología trataré de esbozar la
importancia de entender la tecnología desde emocional-espiritual, más
fenomenológico y menos materialista, partiendo de algunas de las reflexiones
que teóricos (y prácticos) de la tecnología como Orlov, Riechman, Munford, Elul
o Teo Kaczynski han hecho y trataré de esbozar un esquema para ayudar a
distintos colectivos y personas a entender mejor su relación con la tecnología
y que posibilidades puede uno esperar, aspecto fundamental para poder estar
mejor preparado psicológicamente, emocionalmente y físicamente para el futuro
turbulento que parece empezar a asomarse en el horizonte.
¡Saludos y Buenvivir!
Para saber más - lecturas recomendadas y algunas referencias
Fernández Durán, R., & González Reyes, L. (2014). En
la espiral de la energía. Descargable en
https://www.ecologistasenaccion.org/tienda/editorial-libros-en-accion/1400-libro-en-la-espiral-de-la-energia.html
Giampietro, M., Mayumi, K., & Sorman, A. (2012). The
Metabolic Pattern of Societes - Where Economists Fall Short.
Orlov, D. (2017). Shrinking the Tecnosphere. Getting a
grip on the technologies that limit our autonomy, self-sufficiency and freedom.
New Society Publishers.
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