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martes, 26 de julio de 2016

¿Redes sociales o antisociales?


El otro día fui de paseo con mi nave, por una galaxia para mi hasta entonces desconocida. Sus únicos habitantes eran de proteína, agua y minerales y tenían un orden vital dirigido por el tiempo y los ciclos de su Sol. Tenían solo una luna en el planeta en el que habitaban y hacían una cosa cíclica que ellos llamaban dormir. Siempre cuando el sol no era visible en su lado del globo se tumbaban y cerraban sus aparatos de percepción óptica. Solo en este ciclo he podido comunicarme con ellos y me revelaban anécdotas y fenómenos de su vida en el ciclo que ellos llaman despierto o de día. 
 

Su metabolismo energético funciona a base de quemar glucosa con la ayuda de oxígeno. Así que necesitan ingerir cada cierto tiempo y respirar por un filtro de átomos que llaman pulmón. Su sistema de alimentación y metabolización física está conectado con su aparato de placer, así ocurre que la mayoría ingiere mucho más o mucho menos de lo que necesita según su estado de ánimo. Pero lo mismo no ocurre con su unidad cognitiva. Una idea, un pensamiento, no les causa placer sino un estado de incomodidad e incertidumbre. Y como conocen este defecto han creado grandes centros donde pensar esta premiado con bienes materiales y un concepto extraño y jerárquico de titulación que se añade a su nombre. Parece que solo de este modo son capaces de motivarse para pensar como funciona todo y por qué funciona todo.

En la fase nocturna, cuando están perceptibles a la comunicación, me he puesto en contacto con una de sus versiones. Me contó que está muy triste y cansada porque su amor y su necesidad de paz y armonía está regulada por una serie de pautas morales y reglas de conducta. Dijo que su fase despierta durante el día está controlada por una realidad muy contradictoria y absurda. Por un lado, debe y quiere respetar a la dignidad de todos los demás seres, pero por otro lado existe un amplio laberinto de condicionamiento ajeno a él que llaman mercado, y que le obliga a hacer daño constante a los demás. No puede adquirir mercancías de uso diario sin que la mayoría de ellas estén elaboradas en condiciones que hacen daño a la gente que las fabrica o a su mismo medio ambiente. Esta disonancia le causa mucha inquietud y le obliga a ignorar cada vez más su propio sentimiento empático. Tiene que engañar a su conciencia con lo que el llama "consumo por una buena causa" o "donación". Me explica que básicamente son actividades de las mismas empresas que permiten esta catarsis emocional a sus consumidores con el resultado de desmemoriar las nefastas condiciones y el terrible impacto que tiene la fabricación de sus mismos productos.

Dice también que tienen una red gigante de realidad virtual que llaman “redes sociales y medios” donde es posible cultivar este auto-engaño aún más. Expone, documenta y refleja lo ocurrido en su sociedad, pero a la vez sirve para crear unas maquetas que luego se transforman en realidad física. Afirma que está en un constante conflicto entre estas dos realidades. En una ha de ser servicial, cumplidor y siempre disponible a cambios. Ha de ser políticamente correcto en todo momento y sobre todo demostrar su validez con un conjunto de condiciones que ha de cumplir: Padres de dos, sueldo elevado, pareja atractiva, coche alemán, alto-moreno-delgado, familia intacta. En la otra está podrido de asco por dentro y con constantes problemas que surgen de tener que cumplir y exponer en la realidad virtual. Tiene ansiedad y sobrepeso, su pareja es regular y el coche es francés. El sueldo si que es alto pero la mitad es en negro y nadie lo sabe y así puede ir de ocios clandestinos porque piensa que se lo merece con todo lo que tiene que aguantar en esta vida de mierda.

Por un lado, se crea un mundo perfecto y feliz en la realidad virtual y por otro lado aumenta la miseria y la pena en el mundo físico el cual se comenta y documenta en la realidad virtual muy extensamente. Dice que se siente muy incierto y confundido debido a estos mundos opuestos pero que el mundo virtual se ha convertido muy relevante para la 
realidad de muchos.



Le pregunto como ha ocurrido esto y no tiene respuesta. Solo cree que en algún momento, la unión entre moral y empatía se ha roto y desde entonces las personas viven dos vidas. Una en la que respiran, corren, se ríen, son tristes, comen, aman y mueren, y otro en el que pretenden, mienten, odian y juzgan.

También dice que con la realidad virtual y sus medios, todas las personas pueden estar informadas al mismo nivel y que ayuda mucho a proveer un nivel más alto de educación y conocimiento. Que también es muy útil para crear transparencia política y que la población esté más informada sobre las cosas que ocurren. Y también que personas que normalmente no tienen voz en la sociedad pueden hacer escuchar sus conflictos y problemas.

Pero también da a entender que el simple hecho de que todos los datos y la información mas actual estén disponibles no tiene el efecto de que las personas también comprenden más y sepan pensar mejor. De hecho están muy ocupados con estar siempre informados pero no les da tiempo de convertirlo en conocimiento y no llegan a una comprensión elevada ni a un cambio de conducta. En el poco tiempo que les queda entre, publicar ellos mismos algo manipulado sobre su vida o informarse de las novedades de los demás hay que trabajar y consumir mercancías para mantener un sistema abstracto que llaman mercado.

Le pregunto cómo es posible que esté aquí y no sabe decirme cómo ha llegado a estas circunstancias. ¿Os han borrado la memoria? Porque a nosotros lo han hecho en el pasado también. Habían creado una especie de red lógica a la que solo tenían acceso los que habían nacido en la capa social permitida para comprar un dispositivo que da acceso regulado a toda la información. Habíamos llegado a un nivel en el que en todo el planeta que habitamos solo había una posibilidad de vivir en condiciones dignas. Era conectarse a esa red lógica todo el tiempo de nuestra vida. Éramos extensiones de una entidad coordinadora y controladora central que gestiona cualquier aspecto de nuestra vida. A través de esta red nos comunicamos entre y con todos. Consumimos, trabajamos y aprendemos todo desde su entidad central. A cambio nos gestiona casi todos los aspectos domésticos y prácticos de nuestra vida. No nos dimos cuenta que la comodidad que aportaba su función tenía un precio demasiado alto. Al cabo de poco tiempo, quizás tres  o cuatro generaciones, nadie tenia conciencia de otra forma de vida que esta porque la entidad coordinadora tenía el poder sobre los contenidos de la información que nos llagaba y así olvidamos en muy pocas generaciones toda la variedad de conocimientos  que habíamos acumulado en nuestra historia.

Vivíamos como individuos uno a lado del otro sin estar conectados realmente. Nuestras vidas fueron cada vez mas fáciles pero también cada vez mas simples, reducidas, pautadas y anti-intelectuales. Nos ofrecen una amplia gama de entretenimiento  y placer que podemos adquirir con los puntos que ganamos en nuestros trabajos. Nuestros trabajos varían según lo que la entidad consideraba necesario. 

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A veces había personas que se sentían demasiado controlados y buscaban un camino fuera de la red lógica pero todas acababan en un fracaso personal. Lo que ha pasado con ellos en realidad no sabia nadie. Todos se conformaban con la noticia de la entidad sobre otro trágico ocurrido violento y pero que gracias a las autoridades y los especialistas en sociología, policía y psiquiatra, estas personas ahora están bajo control o tratamiento y pronto serán reincorporados a nuestra vida para aportar de nuevo el valor que todos los demás deben aportar también para mantener el sistema sano y en funciones. En ocasiones hacían un ejemplo publico de personas que habían intentando ir por otro camino. Ellos entonces hablaban sobre lo agradecidos que son haberse recuperado gracias a un programa de "auto-perfección" que habían encontrado en las redes de la entidad. Y que ahora están en paz con el mundo y solo quieren amar y pasar un tiempo intenso y lleno de vida en este maravilloso y bello planeta. Estas personas "recuperadas" solían convertirse en poco tiempo en los principales defensores y embajadores de la entidad central. Se les daba puestos de trabajo muy mediáticos donde no tenían responsabilidad ninguna pero siempre a la vista de muchas personas."

El soñador me pregunta como se está hoy y como ha acabado todo. Le digo que no lo se porque cuando la entidad se murió se ha llevado todos los datos sobre los ultimamos tiempos consigo. Lo que te estoy contando lo se de mi padre. Las memorias de la generación de mi padre son la primeras que tenemos de nuestro planeta. "y como es vuestra vida?" me pegunta el soñador: "Dura", le contesto, "muy dura". "lo digo con las palabras de una obra mediática que he encontrado en vuestra red lógica, es de una serie que se llama - the true detective: "Hemos despertado de la pesadilla que estábamos viviendo" y aun estamos sudados y desorientados. 


martes, 19 de julio de 2016

El camino hacia la felicidad, según Schumacher: Recursos

Anteriormente se trató el problema de la producción, que a diferencia de lo aceptado por el establishment desde la década de 1970, sigue sin resolución, también cómo el tipo de enfoque económico resulta decisivo para la forma de vida en una sociedad, y cómo todo ello ha sido consecuencia del pensamiento de intelectuales del siglo XIX, quienes repletos de moral especulaban sobre cómo sería adecuado "matar" la metafísica para fomentar el pensamiento "científico".

Probablemente la mayor contradicción del establishment en nuestro tiempo sea que de un lado fomentan el empirismo, y del otro han interiorizado «que ya existe una forma determinada para hacer presente el futuro a través de las computadoras, siendo esto un supuesto metafísico de largo alcance» siendo efectivamente un supuesto que choca de lleno con el empirismo, el cual atribuye que el conocimiento únicamente es posible a través de la experiencia.

Así se asume que, como se piensa en el futuro con un parque global de vehículos eléctricos, este ya es posible, sin siquiera plantearse cómo abastecer del neodimio, disprosio y otro tipo de metales extraños de muy difícil extracción a la industria automovilística. Sencillamente el futuro ya está aquí, todo es posible gracias al desarrollo científico y tecnológico obtenido, a su vez, gracias al utilitarismo y la economía neoclásica.

Por ello Schumacher insiste una vez más en que «toda tesis metafísica, sea explícita o implícita, tiene consecuencias prácticas decisivas». Toma como referencia en el recurso de la tierra a Tom Dale y Vernon Gill Carter, ambos ecologistas altamente experimentados, quienes publicaron un libro titulado Topsoil and Civilization (El suelo y la civilización) donde se planteaba cómo «el hombre civilizado casi siempre se convirtió en el señor de su medio ambiente, lo que le llevó creerse el señor del mundo mientras fracasaba en comprender totalmente las leyes de la naturaleza».

Sin embargo es llamativo cómo a lo largo de la historia un gran número de civilizaciones han colapsado debido a gastar la mayor parte de los metales y minerales fácilmente obtenibles. «Entonces la civilización declinó en medio de la destrucción producida por el hombre, o bien éste emigró a nuevas tierras».

También cita un interesante y aberrante artículo de Eugene Rabinowitch en la que en una fe inquebrantable en que el ser humano ya es independiente de la naturaleza sentencia:

«Los únicos animales [dice (en The Times del 29 de abril de 1972)] cuya desaparición puede amenazar la viabilidad biológica del hombre sobre la tierra, son las bacterias que normalmente habitan nuestro cuerpo. ¡Por lo demás, no hay ninguna prueba convincente de que la humanidad no pudiese sobrevivir aun como la única especie animal de la tierra! Si se pudieran desarrollar métodos económicos para sintetizar comida partiendo de materia prima inorgánica (lo que es muy fácil que suceda tarde o temprano) el hombre bien puede inclusive independizarse de las plantas, de las cuales depende como fuentes de alimentación…»

Podría excusarse la ignorancia de Rabonowitch en que sus afirmaciones fueron escritas en 1972, mucho antes de conocerse que el ritmo de desaparición de especies es cien veces mayor desde el siglo XX, pero es aún más inquietante pensar que la mayoría de personas con cargos de responsabilidad en el comercio y las finanzas a nivel mundial piensa como lo hacía él hace casi medio siglo.

La agricultura como ejemplo


El utilitarismo desembocó en que «al granjero se le considera simplemente como un productor que debe disminuir sus costes e incrementar su eficiencia por cualquier medio posible, inclusive si haciéndolo destruye - para el hombre que consume - el estado del suelo o la belleza del paisaje y aun si el efecto final es la despoblación del campo y la superpoblación de las ciudades». Este modo de producción ha llegado al paroxismo cuando en todos los sectores, los propios productores evitan consumir lo que producen, precisamente porque son conocedores de cómo se produce y «lo que el productor está en condiciones de hacer es una cosa, lo que el consumidor puede hacer es algo completamente distinto».

Las preguntas que debemos responder no son científicas sino metafísicas; ¿podemos tratar a los animales como a los automóviles, haciendo uso intensivo de ellos para «ahorrar costes» hasta que “se estropeen”, como si fueran sólo algo útil?. La tierra y sus recursos naturales - incluso los propios animales - tienen por tanto un valor metaeconómico.

Llamativo cómo el propio Sicco Mansholt, vicepresidente de la Comunidad Económica Europea y responsable de la Política agrícola común (PAC) estaba obsesionado con que los agricultores deberían prácticamente desaparecer porque los obreros de fábricas tenían muchas más vacaciones y el agricultor estaba «condenado a la esclavitud» al trabajar «siete días a la semana porque la vaca de cinco días a la semana todavía no ha sido inventada y, por otra parte, no tiene vacaciones en absoluto». La PAC europea ya nació con el objetivo de imponer una concentración de unidades agrícolas grandes dirigidas como si fueran fábricas, reduciendo la población agrícola todo lo posible incluso «capacitando a los viejos agricultores tanto como a los jóvenes para abandonar la agricultura».

Al no haber afrontado la tarea de la agricultura como una cuestión metafísica, se ha promovido que ha de desarrollarse como un proceso que no trata con «millares de organismos vivos cuya explotación total está muy por encima de la capacidad del hombre», tratando de eliminar por todos los medios posibles las sustancias vivas, porque las máquinas trabajan con más precisión y pueden ser programadas, no como la naturaleza. Así «el ideal de la industria es eliminar el factor vivo, incluyendo el factor humano, y transferir el proceso productivo a las máquinas».

Este maltrato organizado hacia la naturaleza en general y hacia la agricultura en concreto supone un enfrentamiento directo con dos de las tres metas de la administración de la tierra: Mantener al ser humano en contacto con la naturaleza viva, y humanizar ennobleciendo el hábitat de las personas. Se antepone la tercera meta, de hacer posible la existencia de alimentos y otros materiales para el sustento de la vida, con la idea de aumentar constantemente la productividad, lo que desemboca en un ataque hacia las dos primeras, «una civilización así no tiene posibilidad alguna de sobrevivir por largo tiempo».

Y todo ello sucede en un entorno en que las grandes ciudades modernas aíslan a sus habitantes, mientras como remedio a la atomización social y al aislamiento se propone aumentar el consumo, incitando a la productividad.

El modo en que hemos organizado la agricultura es un ejemplo magnífico de cómo la mecanización a gran escala, con el uso exagerado de productos químicos, hace imposible que el ser humano mantenga contacto real con la naturaleza viviente. «La salud, la belleza y la permanencia son consideradas como temas poco respetables para ser discutidos y otro no es sino otro ejemplo de la falta de consideración por los valores humanos - lo que significa falta de consideración por el hombre mismo - que inevitablemente es consecuencia de la idolatría del economismo» sentencia Schumacher.

Recursos para la industria


Muy a pesar del entorno de optimismo perpetuo en que los medios de comunicación económicos y el entorno político hablan sobre el desarrollo industrial, lo cierto es que la industria «parece ser ineficaz en un grado tal que sobrepasa los poderes ordinarios de nuestra imaginación. Su ineficacia, por lo tanto, pasa desapercibida». A pesar de los constantes avances de la industria en todo el mundo y el aumento de la productividad, las especies cada vez se extinguen más rápido y las demandas de recursos en el planeta son un 50% mayores según datos del 2014 de lo que la naturaleza genera.

Mientras que no se rompe con la tendencia de la economía moderna a tratar el problema de la provisión de energía como si fuera uno más entre otros muchos, volvemos a toparnos con «el futuro que ya está aquí al desearlo», cuando reconocieron que el carbón está en vías de extinción y argumentaron primero que el petróleo lo sustituiría, para después afirmar que estamos en una Era Nuclear. En lugar de afrontar la situación total, los estudios se centran en las partes constituyentes de la situación total, ninguna de las cuales hace predecible de forma separada los sucesos que se podrían desencadenar.

Y es que la economía es también rapidez, cambio permanente y repentino sin descanso, «ignorando el axioma fundamental que establece que un cambio no representa una mejora incuestionable», por ello los economistas han trasladado a los ecologistas la carga de la prueba; han de ser ellos los que demuestren que un cambio tendrá efectos nocivos, cuando por sentido común debiera ser al contrario, «el que quiere introducir un cambio debe demostrar que no podrá haber ninguna consecuencia negativa». Entonces, ¿por qué los economistas no llevan la carga de la prueba? Porque hacerlo no sería rentable ya que tendrían que invertir “demasiado tiempo” en ello.

¿Otra tecnología?

La tecnología se ha convertido en algo imprescindible en el mundo contemporáneo, pero según ha ganado influencia también ha aumentado las crisis, y los signos visibles de destrucción. Mientras que la naturaleza sabe cómo y dónde detenerse teniendo una tendencia al equilibrio, la tecnología no, y el ser humano se ve arrastrado al generar cada vez una mayor dependencia hacia ella. ¿Cómo explicar sino sucesos como las caídas repentinas en bolsas de todo el mundo por los sistemas de trading de alta frecuencia, o que sean los ordenadores los que tomen la decisión de cuándo desahuciar por impago de hipotecas? .

La tecnología debería servir para aliviar la carga de trabajo de las personas, pero las estadísticas sobre número de horas trabajadas por individuo más bien nos muestran que sucede todo lo contrario. Schumacher recuerda cómo en sus viajes por todo el mundo fue capaz de comprobar que «si se va de la indolente Inglaterra a Alemania o los Estados Unidos, se encuentra que la gente en esos países vive bajo mucha más tensión que aquí. Y si se viaja a un país como Birmania que está muy cerca del final de la clasificación en cuanto a progreso industrial, se encuentra que la gente tiene una enorme cantidad de tiempo para el ocio, realmente como para disfrutarlo con creces. Por supuesto, como hay mucha menos maquinaria para ahorrar mano de obra que les ayude, «logran» mucho menos que nosotros, pero ése es un tema diferente. El hecho cierto es que el peso de la vida descansa mucho más livianamente sobre sus espaldas que sobre las nuestras.»

La tendencia “liberadora” de la tecnología debería aplicarse avanzando hacia una simplificación de los procesos, pero lo que se promueve es justamente todo lo contrario: Más sofisticación y complejidad.

Los países tienden a promover la alta intensidad de capital y con ello el tipo de tecnología más cara, que destruye puestos de trabajo tradicionales mucho más rápido de lo que crea nuevos que los sustituyan, lo que arroja al sector con menos formación a un abismo del que prácticamente no pueden salir en toda su vida al quedar sometidos a trabajar esporádicamente y en condiciones precarias. Aplicar el desarrollo de este tipo de tecnología supondría, no obstante, enfrentarse a quienes obtienen las mejores tasas de retorno de capital, en un mundo en el que la globalización y la posmodernidad han consagrado la financiarización como súmmum del desarrollo y bienestar en cualquier rincón.

domingo, 10 de julio de 2016

Infografía: La necesidad de una economía local

Desde nuestro blog hemos explicado profusamente por qué nuestra comida no es sostenible, entre otros factores citábamos los "alimentos kilométricos", aquellos que recorren grandes distancias desde el huerto a la mesa, con el consiguiente incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. A continuación enlazamos una sencilla infografía donde con un ejemplo, nuestro compañero Alberto Jiménez nos muestra como se incrementan las emisiones de forma exponencial con el transporte. La solución que preconizábamos en aquella entrada era hacer uso de la producción local de alimentos, a través de grupos de consumo que garantizan que los alimentos no han recorrido más de unos pocos kilómetros.

En realidad esta solución es tan sólo una pata de la necesaria relocalización económica matizada que necesitamos. Una relocalización que no debe ser confundida con el nacionalismo, ni con el proteccionismo. No se trata de imponerse sobre otros territorios a través de estas medidas políticas, sino de ganar autonomía, que a nivel económico implica ser lo más autosuficiente posible, sin renunciar al comercio allí donde sea necesario, siempre supeditado al bien común, establecido este de forma democrática. Es preciso recordar que como ya planteara Dani Rodrick, la hiperglobalización entra en conflicto con la democracia, por consiguiente la relocalización económica es un paso necesario para alcanzar una democracia digna de tal nombre, que sustituya al gobierno representativo elegido por sufragio que padecemos.

Estamos pues en un momento histórico muy interesante, en el que confluye la necesidad imperiosa de poner freno a las mal llamadas externalidades, que no son más que el saqueo por parte de una élite de los bienes comunes globales, con la oportunidad que surge de esto de relocalizar la economía, y por tanto alcanzar una verdadera democracia. En este cóctel no hay que olvidar el internacionalismo, ya que el control democrático del comercio debe ir paralelo a la cooperación democrática transnacional. Las instituciones a las que de lugar esa cooperación, tendrán que ser muy probablemente innovadoras, tendremos que ser creativos para mejorar el desastre que hemos heredado.




lunes, 4 de julio de 2016

El camino hacia la felicidad, según Schumacher: Educación como recurso fundamental

En artículos anteriores se trató el problema de la producción, que a diferencia de lo aceptado por el establishment desde la década de 1970, sigue sin resolución, también cómo el tipo de enfoque económico resulta decisivo para la forma de vida en una sociedad

«Hasta los treinta años, e incluso después –escribe Charles Darwin en su autobiografía–, muchas clases de poesía… me proporcionaban un gran placer y cuando era escolar me gustaba mucho Shakespeare, especialmente las obras históricas. También he dicho que en el pasado la pintura y la música me han dado un considerable placer. Pero desde hace muchos años no he podido leer una línea de poesía. He tratado últimamente de leer a Shakespeare y lo he encontrado tan intolerablemente aburrido que me ha dado náuseas. También he perdido casi por completo el gusto por el arte y la música… Mi mente parece haberse convertido en una especie de máquina para deducir leyes generales en base a grandes colecciones de datos, pero no puedo concebir por qué esto ha causado la atrofia de esa parte de mi cerebro de la cual dependen las sensaciones más elevadas… La pérdida de ellas es una pérdida de felicidad y muy posiblemente pueda ser perjudicial para el intelecto y más probablemente aún para el carácter moral debido a un debilitamiento de la parte emocional de nuestra naturaleza»

Pero, ¿de dónde proviene el impulso primario para producir, para organizar un modelo económico que hace florecer las civilizaciones, llevarlas a su apogeo y, finalmente, hacerlas caer?. «Toda la historia apunta al hecho de que es el hombre y no la naturaleza quien proporciona los recursos primarios, el factor clave (...) De repente, hay una explosión de coraje, de iniciativa, de invención, de actividad constructiva, no en un solo campo, sino en muchos a la vez».

De ahí que Schumacher sitúe a la educación como el recurso más importante, lo que deriva en que la crisis permanente de Occidente - y la correspondiente decadencia irreversible modelo social europeo - es consecuencia de la mala educación, pues al tiempo en que la sociedad se hace cada vez más compleja, se asume que por inercia el ser humano irá adquiriendo alta formación, sin arrogarse los costes prodigiosos que tal desarrollo demanda. Todo ello desemboca en que a la hora de afrontar los nuevos retos por el desarrollo científico y tecnológico, los científicos no son considerados por los responsables de gestionar la sociedad - políticos -, «que ni siquiera son capaces de saber de qué se habla cuando se cita, por ejemplo, la segunda ley de la termodinámica». Así los científicos insisten en que sus avances son neutrales, y de su aplicación depende si serán positivos o no para el desarrollo de la humanidad. «¿Y quién es el que decide cómo han de ser usados? No hay nada en la formación de los científicos e ingenieros que les permita tomar tales decisiones, y además, ¿en qué quedaría la neutralidad de la ciencia?».

Al mismo tiempo en que esto sucede, los gobiernos insisten en profundizar cada vez más en una educación utilitarista y tecnócrata - recientemente el gobierno japonés proponía liquidar las humanidades en su sistema educativo -, olvidando que la ciencia y la ingeniería «producen el saber cómo, que no es nada en sí mismo, como un piano no es música».

El problema vuelve a ser - como anteriormente se trató al mostrar la economía budista -, que la educación debería tratar criterios de valor, como qué hacer con nuestras vidas, anteponiéndolos a los criterios de «saber cómo».

Si tomamos en consideración los datos de suicidio en las denominadas «sociedades desarrolladas» tanto occidentales como orientales |1| |2| |3|, resulta inquietante comprobar cómo Schumacher se anticipó al mundo globalizado y a cómo la mente asumiría la clase de ideas «insignificantes, débiles, superficiales e incoherentes, la vida parecerá insípida, aburrida, penosa y caótica. El sentimiento de vacío resultante se hace difícil de sobrellevar» ¿Las consecuencias? «La vacuidad de nuestras mentes puede dejarse llevar demasiado fácilmente por algunas nociones fantásticas y grandiosas, políticas o de otro tipo, que de pronto parecen iluminarlo todo y dan sentido y propósito a nuestra existencia».

Con frecuencia escuchamos a la gente afirmar «yo no entiendo» al tiempo que protestan sobre su calidad de vida o sobre la situación de la educación, «lo que realmente buscan son ideas que les presenten el mundo y sus propias vidas en una forma inteligible. Cuando una cosa es inteligible se tiene un sentimiento de participación; cuando una cosa no lo es se tiene un sentimiento de enajenación».

Si en la Baja Edad Media el mundo y la propia existencia humana tenían un significado muy concreto y definido, asombrosamente coherente, al derribar ese sistema y no sustituirlo por nada, hemos pasado al aturdimiento y la enajenación, tal como Kierkegaard expresaba:

«Uno mete el dedo en el suelo para decir por el olor en qué clase de tierra se encuentra: yo meto mi dedo en la existencia y no huelo a nada. ¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Cómo vine aquí? ¿Qué es esta cosa llamada mundo? ¿Cuál es el significado de este mundo? ¿Quién es el que me ha arrojado dentro de él y ahora me deja aquí?… ¿Cómo vine al mundo? ¿Por qué no fui consultado… sino que fui arrojado a las filas de hombres como si hubiera sido comprado a un secuestrador, a un tratante de almas? ¿Cómo llegué a tener un interés en esta gran empresa que ellos llaman realidad? ¿Por qué debería tener interés por ella? ¿No debería ser un interés voluntario? ¿Y si me empujan a tomar parte en ella, dónde está el director?… ¿A dónde iré con mi queja?»
Simplificando: Al comprender la segunda ley de la termodinámica, la vida cotidiana seguirá igual que antes de tener conocimiento de ella, al comprender a Shakespeare, se adquieren «las ideas más vitales acerca del desarrollo interno del hombre, mostrando la grandeza y la miseria total de la existencia humana». La ciencia no puede producir ideas útiles para vivir, porque sus ideas no son aplicables a la conducción de nuestras vidas o a la interpretación del mundo. «Si un hombre busca educación porque se siente enajenado y perdido, porque su vida le parece vacía y sin sentido, no podrá obtener lo que está buscando por el estudio de cualquiera de las ciencias naturales; en otras palabras, por adquirir el saber cómo. Ese estudio tiene su propio valor (...) pero no le dice absolutamente nada acerca del significado de la vida y de ninguna manera puede curarle su enajenación e íntima desesperación».

Todas las grandes - en el sentido de mayoritarias - ideas a partir del siglo XIX no se presentan como una serie de observaciones entre muchas otras, sino como leyes universales. Son de naturaleza no empírica, metafísica, asumen que «el hombre, al igual que el resto del universo, no es nada más que una combinación accidental de átomos. La diferencia entre un hombre y una piedra es poco más que una apariencia engañosa. Los logros culturales más altos no son nada más que fruto de la ambición económica o la expresión de frustraciones sexuales».

Si para Darwin, Marx, Locke, Malthus y Freud esta concepción del ser humano y el sentido de la existencia era fruto únicamente del ejercicio intelectual, para las personas de hoy en día son «las ideas e instrumentos a través de los cuales el mundo se experimenta e interpreta».

El sistema educativo actual está orientado a la especialización técnica, a las cosas concretas que no abarcan los propósitos más amplios del ser humano, y la receta de los políticos y "expertos", en lugar de volver a las humanidades para obtener una visión más clara y grandes ideas vitales, es avanzar en la misma dirección que nos ha traído hasta aquí.

No basta con rescatar las humanidades en el sistema educativo, «aunque una educación humanística nos levante al nivel de las ideas de nuestro tiempo, no puede traernos la felicidad porque lo que los hombres están legítimamente buscando es una vida más abundante, no más tristezas». Es decir, las ideas surgidas en el siglo XIX, que pretendían romper con la metafísica, son una metafísica destructiva, «los errores no están en la ciencia, sino en la filosofía que se nos propone en nombre de la ciencia».

De la misma forma en que el mundo pagano grecorromano sucumbió por abandonar sus convicciones fundamentales, y no por los ataques bárbaros, «estamos confundidos en lo que respecta a la naturaleza de nuestras convicciones. Las grandes ideas del siglo XIX pueden llenar nuestras mentes, pero nuestros corazones no creen en ellas. La mente y el corazón están en guerra, la razón y la fe. Nuestra mente se ha visto obnubilada por una fe extraordinaria, ciega e irrazonable en una serie de ideas fantásticas y destructoras de la vida, heredadas del siglo XIX»

¿Cómo revertir la decadencia actual? Recuperando la metafísica, clarificando las convicciones fundamentales para dar una valor real al sentido de la existencia. «Todos los temas, no importa lo especializados que sean, están conectados como rayos emanando de un sol. El centro está constituido por nuestras convicciones más básicas, por las ideas que nos empujan hacia adelante. Ese centro es la ética y la metafísica, ideas que nos guste o no, trascienden el mundo de los hechos y no pueden ser comprobadas o rechazadas por un método científico ordinario». El peligro es que tal tipo de ideas han de ser reales - a pesar de su trascendencia, algo que entra en contradicción directa con el positivismo -, ya que de no serlo, conducirán al desastre.

Las personas que proclamaron "¡la moralidad es una estupidez!" tenían su mente repleta de valores morales, pero las personas de hoy día no, al mismo tiempo los intelectuales que deberían esclarecer estas cuestiones dedican todo su tiempo a proclamar que todo es relativo, conforme a los parámetros de la posmodernidad. Cuando Keynes proclama «durante un tiempo más la suciedad debe aparentar ser bella, la avaricia, la usura y la previsión deben ser nuestros dioses todavía» introdujo en las mentes del futuro lo que hoy ha florecido en la globalización.

No es necesario que el ser humano sepa de todos los temas, porque puede hacer uso de herramientas como Internet para acceder a lo que desconoce; en realidad no ha de dudar sobre el significado y propósito de su vida, aunque sea incapaz de expresarlo.

En conclusión, el sistema educativo actual es una negación del propósito y significado de la existencia humana, lo que conduce a las personas a la desesperación. Al rebelarse ante tal fatalidad, caen en la confusión, y su vida se convierte en un compendio de acciones inciertas. La solución es «aceptar, aunque sólo sea provisionalmente, un número de ideas metafísicas que son casi directamente lo opuesto a las ideas que proviniendo del siglo XIX se han adueñado de las mentes»