Este es el blog de la asociación Autonomía y Bienvivir, no dejes de visitar nuestra página web, para conocer nuestro ideario: Visitar página web

lunes, 29 de agosto de 2016

La felicidad según Schumacher: Conclusiones

Artículos de la serie:



Cuando Schumacher publicó “Lo pequeño es hermoso”, Occidente no había experimentado el apogeo de la financiarización económica, con su correspondiente énfasis en la promoción de las rentas del capital. Tampoco se había sufrido el accidente de Chernóbil, con el correspondiente cuestionamiento sobre las centrales nucleares, cuyo punto álgido se alcanzaría varias décadas después tras la catástrofe de Fukushima.

Sin embargo, pese a lo anticuado que pudiera parecer su análisis a ojos de una persona sumergida en la globalización financiera - la única realmente existente hoy día -, Schumacher fue capaz de adelantarse a muchos de los retos y problemas que a día de hoy siguen inquietando al mundo, incluso sin pensarse todavía solución alguna a los mismos.

El principal es la problemática de la producción. Se asume que todo ha de ir encaminado hacia el crecimiento infinito y permanente, sin tener en cuenta que los recursos son limitados. «Los combustibles fósiles son una parte del capital natural aunque nosotros insistamos en tratarlos como si fueran de consumo corriente, como si fueran una renta y nunca como si fueran la parte más importante de ese capital natural». En el mundo de 2016 ya no son pocos quienes hablan de un pico de producción del petróleo y el correspondiente declive en el crecimiento económico y el nivel de vida de los occidentales.

La sombra de la economía neoclásica se proyecta sobre nuestra vida cotidiana, así ante los problemas del agotamiento de recursos no renovables se nos plantean auténticas entonaciones y delirios como que todos tendremos un vehículo eléctrico en un futuro siempre indeterminado, como si sólo por el hecho de desearlo fuera a hacerse realidad. Un pensamiento típicamente infantil que se vio plasmado en la cima de la burbuja inmobiliaria en libros como “El Secreto”, muy al gusto del establishment financiero de la City de Londres y Wall Street. Imaginemos a un ciudadano medio que trabaja en el sector inmobiliario. Recibe enormes presiones para vender cada vez más viviendas, pero le da miedo seguir en ese camino porque ha llegado a sus oídos que hay una burbuja inmobiliaria. Ahora va al supermercado a comprar y adquiere El Secreto, por la noche antes de dormir interioriza que “no hay burbuja inmobiliaria, porque tú conformas la realidad con la mente”.

Es llamativo cómo la visión económica de los banqueros colonizó primero el entorno académico con el único fin de parasitar después la actividad comercial y productiva, logrando que gentes de cualquier rincón del planeta, indiferentemente de su cultura y tradiciones - lo mismo un alemán que un japonés o un peruano - llegasen a interiorizar una determinada forma de vida muy acorde a los intereses financieros que va en detrimento del bienestar humano. Schumacher analizó como ejemplo la visión de vida según los parámetros de la economía budista y cómo «Para el economista moderno la felicidad de una persona está directamente relacionada con su nivel de consumo, de ahí la extrema importancia a los datos de crecimiento del Producto Interior Bruto para afirmar si un país va en la buena dirección o no. Para un economista budista lo ideal es alcanzar el mayor bienestar posible con el mínimo de consumo, simplificando la vida. "Por ejemplo, sería altamente antieconómico desear una confección complicada, como en el Occidente moderno, cuando se puede obtener un efecto mucho más hermoso mediante un arreglo adecuado sin cortar la tela. Sería el colmo de la tontería fabricar un material de tal forma que se gaste pronto y el colmo de la barbaridad hacer cualquier cosa fea, basta o en mal estado. Lo que acaba de decirse de la vestimenta puede aplicarse igualmente a cualquier necesidad humana. La propiedad y el consumo de mercancías es un medio para un fin, y la economía budista es el estudio sistemático de cómo obtener fines dados con un mínimo de medios”».

Esta forma de vida tan brutal y primaria, en la que lo único importante es producir por el mero hecho de producir cada vez más, hubo de ser inculcada masivamente a través de la destrucción de la metafísica religiosa y sus correspondientes códigos éticos y morales. Se rompió con una forma de vida que hacía énfasis en qué hacer con nuestras vidas para pasar a saber cómo hacer mercancías y productos. La solución ante «el sentimiento de vacío resultante que se hace difícil de sobrellevar» fue acumular mercancías y productos. Pero eso era hasta la época de Schumacher, posteriormente a la vista de que ni siquiera acumulando mercancías y productos se sobrellevaba la vida se pasó a acumular experiencias; fotografiar cada instante de nuestras vidas para exhibir ante la sociedad lo felices, activos y válidos que somos, viajar hasta al último rincón del mundo para acumular experiencias, para “exprimir” el momento en viajes relámpago donde la contradicción llega hasta el punto de no intercambiar una sola palabra con personas nativas del lugar que visitamos.

Si en la Baja Edad Media el mundo y la propia existencia humana tenían un significado muy concreto y definido, asombrosamente coherente, al derribar ese sistema y no sustituirlo por nada, hemos pasado al aturdimiento y la enajenación.

En este sentido las conclusiones de Schumacher siguen siendo tan válidas hoy como hace cuarenta años: No basta con rescatar las humanidades en el sistema educativo, «aunque una educación humanística nos levante al nivel de las ideas de nuestro tiempo, no puede traernos la felicidad porque lo que los hombres están legítimamente buscando es una vida más abundante, no más tristezas». Es decir, las ideas surgidas en el siglo XIX, que pretendían romper con la metafísica, son una metafísica destructiva, «los errores no están en la ciencia, sino en la filosofía que se nos propone en nombre de la ciencia».

Todo pasa por recuperar la metafísica, clarificando las convicciones fundamentales para dar una valor real al sentido de la existencia. «Todos los temas, no importa lo especializados que sean, están conectados como rayos emanando de un sol. El centro está constituido por nuestras convicciones más básicas, por las ideas que nos empujan hacia adelante. Ese centro es la ética y la metafísica, ideas que nos guste o no, trascienden el mundo de los hechos y no pueden ser comprobadas o rechazadas por un método científico ordinario». El peligro es que tal tipo de ideas han de ser reales - a pesar de su trascendencia, algo que entra en contradicción directa con el positivismo -, ya que de no serlo, conducirán al desastre.

Mientras que el establishment rechaza y lanza al basurero de la historia cualquier alternativa al capitalismo y la posmodernidad arguyendo que el régimen se basa en el empirismo, se sumergen constantemente en utopías y quimeras que conducen a la economía global a un callejón sin salida, lo mismo en la burbuja de las punto com que en la inmobiliaria, y en las ensoñaciones actuales de que todos tendremos un vehículo eléctrico o dos a nuestra disposición en un futuro, eso sí, siempre indeterminado. La burbuja bursátil de Elon Musk, el nuevo mesías del capitalismo global - otrora lo fueron Henry Ford o Steve Jobs -, ya hace aguas por todas partes. No tardarán en crear un nuevo Jesucristo de las finanzas. |1| |2|

La esencia del régimen capitalista es la propiedad privada de los medios de producción, distribución e intercambio. Para Schumacher hay dos tipos de concepción de propiedad privada, uno de ellos es positivo y saludable, «la propiedad como ayuda para el trabajador creador», mientras que otro es enfermizo y nada positivo, «la propiedad como alternativa al trabajo creador». La segunda implica que el propietario es un parásito que vive a costa del esfuerzo ajeno.

Richard Henry Tawney lo expresó argumentando «no es la propiedad privada, sino la propiedad privada divorciada del trabajo, la que está corrompiendo el principio de la laboriosidad, y la idea de algunos socialistas de que la propiedad privada de la tierra o del capital es necesariamente dañina es una muestra de pedantería escolástica tan absurda como aquella de los conservadores que investirían a toda propiedad con una misteriosa santidad».

Incluso los altos beneficios en cualquier empresa mediana o grande son fruto de la organización y producción que no es del propietario. Ello no deja de ser injusto. «Debieran ser compartidos por todos los miembros de la organización. Y si se vuelven a invertir debiera ser en calidad de “capital libre”, de propiedad colectiva, en lugar de pasar automáticamente a incrementar la riqueza del propietario original».

En cualquier caso, Schumacher vuelve a referirse a Tawney para valorar que «es absurdo considerar a las empresas a gran escala como propiedad privada, puesto que tal propiedad puede ser llamada pasiva o propiedad para adquirir, aunque para un abogado la privada y pasiva son lo mismo, es cuestionable que los economistas la denominen “propiedad”, ya que no responde a los derechos que aseguran al propietario el producto de su trabajo, sino que se opone a ellos».

Incluso la propuesta de Schumacher de promover un modelo empresarial descentralizado a pequeña escala se ha demostrado más útil y eficaz que el arcaico modelo jerárquico y a gran escala; las empresas pequeñas descentralizadas para posteriormente crear unidades semiautónomas como primer paso y luego centralizar ciertas funciones a un nivel más alto. ¿Qué son, sino, las propias startups?.

martes, 23 de agosto de 2016

Caminos de Utopía


 Publicada en 1950 en lengua castellana en Méjico; Caminos de Utopía, es una de las obras del filósofo judío Martin Buber.

En ella el autor rescata del olvido las ideas y pensadores del denostado socialismo utópico, desde Fourier, Saint Simon y Owen, hasta Proudhon, Landauer y Kropotkin.


Y los rescata, sobre todo, rechazando lo negativo del adjetivo, utópico, para él acusación falsa, pues la visión de esa corriente del socialismo constituye una topía, es decir, con sus errores y debilidades, tales autores no buscan recrear una comunidad desde la nada, como se suele pensar, sino renovar la sociedad desde la renovación de su tejido celular.

Es decir partiendo de elementos orgánicos vivos y existentes, aunque ya en decadencia en su época: la comuna rural, la cooperativa de producción y consumo y los restos de instituciones medievales, época elogiada en algunos aspectos por alguno de esos autores, especialmente el místico y anarquista Gustav Landauer, amigo personal del autor.

Momento histórico, el de la Edad Media, en el que se desarrollo una sociedad viva con múltiples asociaciones y federaciones que unían al individuo con otros, en agrupaciones naturales y laborales tales como las guildas, el concejo, los gremios, la propiedad común del suelo…

El autor, objetivo, no deja de señalar los desaciertos de los llamados utópicos, y de visiones como el falansterio, de Fourier, donde todo está regido desde una instancia directora, teóricamente para el bien de todos y donde se busca no tanto la igualdad de clases, sino la armonía entre éstas, aportando, eso sí, una idea interesante: la de la rotación de tareas y actividades.


Posteriormente estos socialistas libertarios irían afinando poco a poco en sus análisis y propuestas: libre asociación, autonomía de las agrupaciones, que debían darse desde lo más pequeño hacia lo más alto-pero siempre partiendo, decimos, de lo menor- y un orden federalista y descentralizado, de autogobierno local, sin negar, claro, la necesidad en algunas ocasiones de actividades centralizadas o coordinadoras, pero siempre evitando un poder centralista que destruya las unidades locales.

Y, sobre todo a partir de Owen, la necesidad de un cooperativismo integral, que uniera producción y consumo.

Escribe Buber sobre algunas experiencias emprendidas por ellos, con la creación de comunidades en diversas partes del mundo, reconociendo el fracaso de la mayoría. Fracaso motivado por diversos factores como la no federación entre ellas y su aislamiento con el resto de la sociedad, así como los egoísmos e inevitables roces y enfrentamientos entre los individuos que la componían.

Otros capítulos interesantes son su análisis de Marx, del que aprecia cosas pero critica el que nunca fuera claro en su concepto de sociedad, escribiendo a veces en defensa de una sociedad centralista, con un Estado todopoderoso y en otras hablara en positivo sobre la experiencia de la comuna parisina, pero sin llegar nunca a defender claramente una reestructuración social basada en cooperativas de producción y consumo.

Sobre Lenin y la revolución bolchevique es aún más crítico, pues éste si bien en ocasiones criticó la burocracia y habló de cooperativas, siempre las vio como algo secundario, y como organizaciones controladas y dirigidas por el Estado. El principio político, o de autoridad, se impuso sobre el social, llevando al más absoluto fracaso al experimento socialista de Lenin y los suyos.

Dedica un capítulo a hablar de la experiencia de los kibbutz, que ve como el verdadero socialismo, frente al de Moscú, esperando sean ejemplo para el futuro, aspecto que, hoy, podemos decir, tampoco dio los resultados esperados.

Para finalizar podemos decir que el ideal de Buber, que personalmente comparto, y el que debiera haber sido el del socialismo-que tristemente derivó hacia otros caminos, el socialdemócrata, el bolchevique y en la actualidad otros igual o más degenerados, es decir la voluntad de poder, la servidumbre voluntaria y el supuesto cambio traído desde arriba, a través de un Partido, o un Mesías- era el de una comunidad de comunidades, o comuna de comunas.

De momento, por desgracia, el camino seguido, como el mismo señala desde la  política de la revolución francesa y el capitalismo es el contrario. La desestructuración de la sociedad compleja y pluralista, su atomización por el Estado centralista, concentrando poder y eliminando la vida autónoma de los grupos.

Hoy, se avecina un futuro temible, donde podemos pasar de ser engranajes de una maquinaria a no ser nada, quedar excluidos en las tinieblas, al menos sectores crecientes de la población.


Redescubrir a los llamados utópicos y sus planteamientos puede ser de utilidad para luchar por un renacer; aunque, si he de ser sincero, nuestras generaciones adultas no parecen nada dispuestas a ello, más bien, parece, siguen soñando con seguir siendo átomos, materia prima de dirigentes  que les prometen un Paraíso de bienestar material, que parecen no traer.

Probablemente toque esperar otra generación, generación que aprenda de nuestros errores y se decida a escoger otro camino. Quizá, espero, sea algo parecido a Caminos de Utopía.

miércoles, 17 de agosto de 2016

El Paraíso-que merece ser- recobrado


Ediciones El Salmón ha publicado recientemente un pequeño libro de Henry David Thoreau, escritor y personaje peculiar que se definía como inspector de lluvias y tormentas, haciendo gala de su ironía crítica con las ideas dominantes, las convenciones sociales y las formas de vida consideradas respetables por todo buen ciudadano que se precie.

Últimamente estamos asistiendo a la reedición de muchos de sus textos, en un interés hacia su figura y pensamiento que, según los editores arriba mencionados no va unido al cultivo de la rebeldía y la desobediencia que una lectura atenta de su obra debería inspirar.

El Paraíso-que merece- ser recobrado es una reseña , escrita a petición de su amigo Emerson, del libro de un ingeniero alemán John Adolphus Etzler, El Paraíso al alcance de todos los Hombres, sin Trabajo, mediante la Energía de la Naturaleza y la Máquina.

En la obra, el ingeniero nos presenta un cuadro idílico de una sociedad que gracias a múltiples avances tecnológicos, aprovechando entre otras cosas las energías de la naturaleza, como la solar, la eólica y demás, logra la abundancia, la felicidad y el bienestar de sus habitantes, viviendo la humanidad en maravillosas ciudades repletas de jardines, árboles frutales, bellos aromas, diversiones y placeres refinados sin fin, con una arquitectura y materiales dignos de cuento de hadas.



Llevado al extremo ,el libro de este alemán refleja el espíritu de una época que se mantuvo mucho tiempo y que aún no ha desaparecido del todo: el de las utopías tecnológicas, la fe en el Progreso infinito, en que las máquinas nos liberarían del trabajo, del esfuerzo, logrando alcanzar una vida placentera, de dicha y ocio.

Thoreau va criticando, con su humor ácido, su ironía, a veces, todo hay que decirlo, difícil de entender, las propuestas de aquella tecnoutopía, de esos reformadores que querían someter a la naturaleza, abrumarla, ponerla a sus pies, pensando en que así lograrían la dicha humana: mientras un reformador friega los cielos, otro barre la tierra, dice de ellos.

Descreído de ese concepto de progreso, de ese ideal de sociedad que exige tiempo, hombres y dinero, y que con participaciones en acciones irían creando por el ancho mundo comunidades que crearían esas megamáquinas y esa forma de vida tan luminosa, como defiende el alemán.

Henry David Thoreau intuye el fracaso de esas ideas. Incluso no deja de acercarse a la adivinación cuando nos habla en una parte de su breve texto, de forma humorística,  del futuro en que los hombres abandonarán la tierra para colonizar otros planetas.

Propuestas que curiosamente algunos científicos han lanzado, forma de reconocimiento implícito del fracaso de nuestra civilización.

Hoy vivimos de lleno la caída de esas concepciones tecnoutópicas: ni trabajamos menos horas, ni somos más libres y felices, habiendo desaparecido el paro y reinado el ocio. Todo lo contrario.

En Thoreau encontramos, más que a un mero ecologista, un defensor de la individualidad y su conciencia, de la libertad y el trabajo individual y libre, en contacto con la Naturaleza Salvaje.

Un resistente individual a los inicios de ese nuevo mundo sombría de máquinas e industrialización que empezaba a tomar forma en su época. Y, también, como expresa al final de la obra, un partidario de la reforma interior, y de la fuerza del amor. Mejor dicho, como dice, de la Energía del Amor, esa energía de la que tan poco uso hacemos.


martes, 9 de agosto de 2016

El camino hacia la felicidad, según Schumacher: Propiedad

Empezamos con el problema de la producción, que a diferencia de lo aceptado por el establishment desde la década de 1970, sigue sin resolución, también cómo el tipo de enfoque económico resulta decisivo para la forma de vida en una sociedad, y cómo todo ello ha sido consecuencia del pensamiento de intelectuales del siglo XIX, quienes repletos de moral especulaban sobre cómo sería adecuado "matar" la metafísica para fomentar el pensamiento "científico", para en el anterior artículo tratar cómo el uso de los recursos por el establishment es ineficiente.

El régimen capitalista, único sistema político, económico y social realmente existente en el mundo de los inicios del siglo XXI, es el sistema que mejor emplea «las tendencias humanas de codicia y envidia como poder de motivación, al tiempo que arregla las deficiencias más escandalosas del laissez-faire por medio de la dirección económica keynesiana, un poco de redistribución impositiva y el poder compensatorio de los sindicatos».

Precisamente al alentar la codicia y la envidia como motor del progreso tecnológico y personal, el capitalismo tiene una tendencia irreversible a morir de su propio éxito, arrasando con todos los recursos no renovables «sin consideración por la conservación, y este tipo de crecimiento de ninguna manera puede adecuarse a un entorno finito».

Los datos estadísticos demuestran que Schumacher no andaba desencaminado en sus análisis. En 2015 se alcanzó el día del exceso de la Tierra seis días antes que el año anterior, resultando en un aumento imparable de depredación de recursos naturales |1|, una tendencia que sigue en aumento si comparamos con años anteriores |2|.

La esencia del régimen capitalista es la propiedad privada de los medios de producción, distribución e intercambio. Para Schumacher hay dos tipos de concepción de propiedad privada, uno de ellos es positivo y saludable, «la propiedad como ayuda para el trabajador creador», mientras que otro es enfermizo y nada positivo, «la propiedad como alternativa al trabajo creador». La segunda implica que el propietario es un parásito que vive a costa del esfuerzo ajeno.

Richard Henry Tawney lo expresó argumentando «no es la propiedad privada, sino la propiedad privada divorciada del trabajo, la que está corrompiendo el principio de la laboriosidad, y la idea de algunos socialistas de que la propiedad privada de la tierra o del capital es necesariamente dañina es una muestra de pedantería escolástica tan absurda como aquella de los conservadores que investirían a toda propiedad con una misteriosa santidad».

¿Dónde encontramos un tipo de propiedad privada que es una ayuda para el trabajo creador? En las pequeñas empresas, las de producción a escala personal y local. En ellas, según Schumacher, «ninguna fortuna privada puede obtenerse y aun así su utilidad social es enorme».

Conforme una empresa va creciendo, su vinculación a lo local y por tanto su utilidad social se va reduciendo. Así cuando una empresa privada pasa a ser ya de tamaño medio «tiende a convertirse en impersonal e incluso puede llegar a asumir un significado más que local. La idea misma de propiedad privada se convierte paulatinamente en un engaño».

Así el propietario contrata gerentes que hagan su trabajo, y su propia presencia deja de ser necesaria. Se convierte en un explotador que se apropia del beneficio por el trabajo ajeno, obteniendo un salario injusto y una renta que excede las tasas de interés corriente para el capital obtenido de fuentes externas.

Incluso los altos beneficios son fruto de la organización y producción que no es del propietario. Ello no deja de ser injusto. «Debieran ser compartidos por todos los miembros de la organización. Y si se vuelven a invertir debiera ser en calidad de “capital libre”, de propiedad colectiva, en lugar de pasar automáticamente a incrementar la riqueza del propietario original».

Una posible solución al problema de la despersonalización y las relaciones impersonales podría ser el tipo de práctica de empresas británicas en las que se incorpora al Consejo de Administración miembros ajenos a la empresa para hacer efectiva la “socialización” mediante el reparto regular de beneficios de empresa para fines públicos o de caridad.

En cualquier caso, Schumacher vuelve a referirse a Tawney para valorar que «es absurdo considerar a las empresas a gran escala como propiedad privada, puesto que tal propiedad puede ser llamada pasiva o propiedad para adquirir, aunque para un abogado la privada y pasiva son lo mismo, es cuestionable que los economistas la denominen “propiedad”, ya que no responde a los derechos que aseguran al propietario el producto de su trabajo, sino que se opone a ellos».

En este sentido es curiosa la similitud entre la propiedad privada de las empresas a gran escala y los señoríos feudales que obligaban a los campesinos a entregar parte de su trabajo.

Si el propósito de la propiedad privada es alentar la laboriosidad, el esfuerzo y el trabajo, todos los derechos que de ella derivan hoy día son un completo sinsentido, un absurdo. De ahí que para Schumacher «es en la empresa de pequeña escala donde la propiedad privada es natural, fructífera y justa, mientras que en la de mediana escala ya es una gran proporción funcionalmente innecesaria, y en la de gran escala es una ficción cuyo propósito es facilitar a los propietarios sin función que vivan de forma parasitaria del trabajo de otros».

Es llamativo cómo quienes critican la nacionalización y la propiedad pública de las empresas no dejen de exigir “responsabilidad” cuando se trata de un gestor público, cuando el único motivo de existir de una empresa privada es trabajar descaradamente por el beneficio privado, saltándose todo tipo de responsabilidad social al no ser económicamente rentable.

El hecho de que surjan inevitablemente conflictos entre la búsqueda del beneficio económico y el servicio al interés público mediante la nacionalización de empresas o manteniendo empresas públicas no es nada negativo ya que «la idea de que una sociedad mejor se puede obtener sin plantear exigencias más altas se contradice en sí misma y es quimérica».

Cuando se parte de la base de que una empresa de propiedad pública ha de servir al interés general en todos los aspectos, se incluye en ello el beneficio económico, sin gestionar la empresa como si hubiera que obtener cada vez más beneficios para accionistas privados, pero también sin llevarla a la bancarrota.

Para evitar la ineficiencia y la posible aparición de la corrupción, Schumacher propone un modelo descentralizado a pequeña escala; las empresas pequeñas frente a las grandes. «En lugar de crear una gran empresa a través de la nacionalización, como ha sido hasta aquí la práctica invariable, y luego intentar descentralizar el poder y la responsabilidad a través de formaciones más pequeñas, normalmente es mejor crear pequeñas unidades semiautónomas como primer paso y luego centralizar ciertas funciones a un nivel más alto, si puede demostrarse que hay necesidad de ello».

martes, 2 de agosto de 2016

Un cambio de narrativa para un futuro hacia el bienvivir


“Y parte de esto es venir con una nueva historia, una nueva imagen, una nueva forma de acercarse a esto, y cambiar nuestro comportamiento de una manera que nos lleve a un enfoque sostenible para nuestra civilización, en oposición con un enfoque destructivo.” (Edgar Mitchell, astronauta del Apolo XIV)


Como relataba en el anterior artículo sobre el día Internacional de la Madre Tierra, tomar conciencia sobre dos elementos estructurales, que metafóricamente se asemejan al binomio espacio-tiempo, podrían encaminarnos hacia un bienvivir. En aquel artículo hablaba sobre el efecto perspectiva, la experimentación transformadora que muchos astronautas sienten cuando observan la Tierra desde el espacio y su simbología para el bienvivir en la Tierra.  En este artículo analizaré el segundo elemento, la narrativa que hilvana nuestro tiempo sobre la Tierra y como esta nos condiciona en nuestro malvivir o, al contrario, en nuestro bienvivir si somos conscientes de ella. 



El cómico George Carlin irónicamente describe la narrativa o el marco en el que una gran parte de la población mundial estamos inmersos. Cambiar esa narrativa requiere un gran esfuerzo cognitivo y emocional que la mayoría de la gente no alcanza a vislumbrar pero que otra pequeña minoría individualmente (Vandana Shiva, Naomi Klein...) y a través de colectivos (Movimientos de transición, Comunes, Decrecimiento...) ya han empezado a recorrer. Muchos encontramos disonancias entre los mensajes y valores que dominan nuestra cultura con desagradables resultados que observamos como las crisis medioambientales, crisis sociales y crisis personales de nuestros allegados o de nosotros mismos. El difícil desafío consiste en pasar de esa cultura, que además se retroalimenta positivamente para subsistir a través de los grandes medios, películas y redes sociales, a una nueva cultura que, en principio, al estilo hipocrático, por lo menos no haga daño.

"Los marcos no pueden verse ni oírse. Forman parte de lo que los científicos cognitivos llaman el "inconsciente cognitivo" estructuras de nuestro cerebro a las que no podemos acceder conscientemente, pero que conocemos por sus consecuencias. (...) Cambiar de marco es cambiar el modo que tiene la gente de ver el mundo. Es cambiar lo que se entiende por sentido común. Puesto que el lenguaje activa los marcos, los nuevos marcos requieren un nuevo lenguaje. Pensar de modo diferente requiere hablar de modo diferente." (George Lakoff)

El lingüísta George Lakoff puede darnos ciertas claves para ese desafío. Los marcos y las metáforas condicionan nuestra historia y con ella influimos y somos influidos por los demás. Un análisis de la teoría de Lakoff sobre los marcos y las metáforas alargaría el artículo por lo que recomiendo buscar en internet sobre ello o bien leer alguno de sus libros. Personalmente recomiendo “No pienses en un elefante” y el ya clásico que  escribió con Johnson “Metáforas de la vida cotidiana”

Etimología de Narrar
“Cuando uno sabe algo, lo quiere narrar. La palabra “narrar” viene del latín narrare (contar) y este se asocia con una raíz indoeuropea *gno presente en: conocer, ignorancia, noble, norma, nota, noticia y notario. (...) En concreto el verbo latino narrare es un denominativo formado a partir del adjetivo latino gnarus (conocedor, quien conoce) (...) En cualquier caso narrare en origen significa “hacer a uno conocedor” (de cualquier cosa).  (Tomado de diccionario etimológico en internet)

Una vez conocido la etimología de narrar, veamos con algún ejemplo cuales son las narraciones con las que vivimos. Para ello, me valdré de dos marcos narrativos que propone David Korten en su libro “Change the Story, change the future: a living economy for a living Earth”. (Cambiar la narrativa, cambiar el futuro: Una economía de la vida para un planeta vivo)
La primera narrativa está inscrita en el marco “Tiempo es Dinero” y la segunda en el marco “Tiempo es vida”. En nuestra vida no son marcos excluyentes, ya que hay momentos en los que podemos estar en uno de ellos para pasar en el instante siguiente al otro. Lo que sí parece más real es que en nuestra cultura prevalece el primero dejando poco espacio para el segundo. Debido a las consecuencias sociales y medioambientales que el primer marco está ocasionando, sería necesario que el timón de una nueva cultura fuese circunscrito en un nuevo marco, un marco donde el tiempo es vida.

1- "Tiempo es Dinero"

"Vivimos en una nación donde los doctores destruyen la salud, los abogados destruyen la justicia, las universidades destruyen el conocimiento, los gobiernos destruyen la libertad, la prensa destruye la información, la religión destruye la moral y los bancos destruyen la economía." (Chris Hedges)
 
David Korten nos habla del marco económico que domina principalmente los medios de comunicación y con ello nuestra cultura. Es una simbiosis que se retroalimenta por ambas partes. Este es el marco narrativo en el que principalmente estamos viviendo. Él lo llama la narración del dinero y de los mercados sagrados. Esos fragmentos o estrofas que lo componen pudieran ser los pequeños memes que repitiéndose a lo largo del tiempo conforman finalmente ese gran marco donde el tiempo es dinero.

La narración del dinero y de los mercados sagrados
El tiempo es dinero. El dinero es riqueza. El consumismo material es el camino hacia la felicidad. La fabricación del dinero crea riqueza, impulsa el consumo para aumentar la felicidad, y es el propósito definido de individuos, negocios y de la economía. Los que ganan dinero son creadores de riqueza de la sociedad.
Los estilos de vida opulentos son una recompensa justa por su contribución. La pobreza es una consecuencia de la pereza. Los seres humanos son por naturaleza competidores individualistas. Esto es una bendición, ya que, liberado de una regulación distorsionada, la mano invisible de los mercados canaliza los fines de lucro individual y corporativo que maximizan el crecimiento económico y por lo tanto la riqueza y el bienestar de todos.
Del mismo modo que los ingresos de una persona es una medida de su valor y de su contribución a la sociedad, así también el beneficio de la corporación es la medida de su valor y su contribución. Como una entidad legal que agrega talentos e intereses para aumentar la eficiencia económica de los individuos dentro de ella, la corporación se considera adecuada para ser una persona en su propio derecho y con derecho a los mismos derechos que cualquier otra persona.
A medida que las empresas crean riqueza, los gobiernos la consumen. La función del gobierno debería limitarse a asegurar la defensa común, garantizar los derechos de propiedad y el cumplimiento de los contratos.
La desigualdad económica y los daños ambientales son un costo lamentable pero necesario e inevitable del crecimiento del PIB. El crecimiento del PIB, a su vez elimina la pobreza, impulsa la innovación tecnológica para liberarnos de nuestra dependencia de la naturaleza, y trae prosperidad universal y perpetua para todos. No hay ninguna alternativa viable a una economía de libre mercado con fines de lucro. (David Korten)

2- "Tiempo es Vida"

"¿No le gustaría ser capaz de renunciar a todas sus pertenencias, y ganar la libertad y el tiempo que pierde en defenderlas?Joan Manuel Serrat (A usted)

En cuanto al marco “el tiempo es vida”, según Korten, este lo componen una triada de narrativas. Empezando por la más grande, está la narrativa del “Universo vivo”, donde se circunscribe la narrativa de la “Tierra Viva” y por último se encuentra la narrativa de una “Economía de la vida” que está inscrita en la anterior.  Al contrario que el marco anterior, la economía como proceso humano, es dependiente de la Tierra y no al contrario.

Narrativa 1: “Universo vivo”
La narrativa de un “Universo Vivo” reconoce y celebra la unidad de todo ser. Conecta los dominios de la ciencia y la religión y extrae la amplitud y profundidad de la experiencia y el conocimiento humanos. Revela el asombro y la complejidad de los procesos creativos, auto-organizados por los cuales el universo se desarrolla hacia una mayor complejidad, belleza, conciencia y posibilidad.
Respetados científicos escriben libros populares sobre la conciencia, la inteligencia y la necesidad de avanzar más allá del reduccionismo material en la ciencia. Los principales pensadores espirituales escriben libros y artículos sobre el activismo sagrado que conecta los puntos de vista de la investigación científica y espiritual. Las conversaciones interreligiosas van más allá de la búsqueda de la tolerancia religiosa mutua para reconocer, honrar, y sintetizar las aportaciones de diversas tradiciones espirituales con las contribuciones de la ciencia.
La síntesis emergente señala desde la cosmología “Patriarcal Distante” la idea de que existe la agencia y el propósito en la creación. De la cosmología de la “Gran Máquina”, apunta a la idea de que hay orden y azar en la creación. De la cosmología de la “Unidad Mística” extrae los puntos de vista de que la materia es una construcción mental, la conciencia es el terreno unificador de la creación, que todos estamos conectados, y que el ego puede ser una barrera a la iluminación si no hay una alineación disciplinada con el propósito cósmico. (David Korten)

Narrativa 2: “Tierra Viva”
La narrativa de la “Tierra Viva” honra a la Tierra como una comunidad de vida y madre biológica de nuestras especies siendo creativa, adaptativa, resiliente, evolutiva y auto organizada. Se reconoce nuestra dependencia y nuestra responsabilidad de contribuir a la adaptación, procesos resilientes mediante los cuales, la comunidad de vida de la Tierra, captura, procesa y comparte energía, nutrientes, agua e información para mantener y mejorar las condiciones de la vida en la Tierra.
Elementos de esta narración de la “Tierra Viva” se encuentran en foros internacionales y locales. Con el liderazgo de las comunidades indígenas, grupos de la sociedad civil crearon una Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra en la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en Cochabamba, Bolivia, en 2010. Allí se incluye una declaración elocuente afirmando a la Tierra como una ser viviente. (Ver "Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra.") (David Korten)

Narrativa 3: “Economía de la Vida”
La narrativa de una “Economía de la Vida” enmarca la cultura y las instituciones de una nueva economía que funciona en una asociación colaborativa con la naturaleza para mantener las condiciones esenciales para toda la vida. Se apoya y mejora los sistemas vivos de la Tierra. Proporciona oportunidades de vida para todas las personas. Es radicalmente democrática. Y avanza el viaje evolutivo de la “Tierra Viva”.
La narrativa de la “Economía de la Vida” es parte integral de los movimientos de rápido crecimiento de la “Nueva Economía”. La gente de negocios habla de la responsabilidad de la empresa para servir bien común. Los inversores hablan de un retorno que combina un rendimiento financiero modesto con los beneficios de vivir en una comunidad sana con un ecosistema saludable. Las homilías sobre la justicia económica del Papa Francisco alcanzan una enorme audiencia con verdades morales fundamentales. Grupos de liderazgo multirracial como Movimiento Generación avanzan un marco de una Tierra generativa entre los grupos de base. Recientes hallazgos en la ciencia afirman que nuestra salud depende de nuestra conexión con la naturaleza y una comunidad solidaria en la que la riqueza se distribuye equitativamente. Estamos aprendiendo que los actos de bondad traen alegría.
Economistas reflexivos proponen nuevos índices de rendimiento económico que reconocen los efectos perjudiciales del crecimiento económico en las personas y la naturaleza. Las comunidades locales se unen en alianzas nacionales e internacionales como la American Independent Business Alliance, la Business Alliance for Local Living Economies (BALLE), la New Economy Coalition y las ciudades en transición para reconstruir las economías locales basadas en empresas locales, conscientes medioambientalmente, de propiedad social. Medios de comunicación como YES! Magazine comparten las historias de posibilidad de tales iniciativas con una audiencia global en expansión.
Un amplio debate público ampliando combina estas ideas variadas en una gran síntesis narrativa que revela la interconexión inseparable de todo ser, la presencia y el poder creativo de una acción inteligentemente distribuida, y con un profundo propósito cósmico. La narración que emerge da a los seres humanos un significado profundo, presenta una visión convincente de las posibilidades humanas, e invita a nuestra participación activa para transformar esa visión en una realidad.
Al mismo tiempo, la narración del dinero y el mercado sagrados sigue perdiendo credibilidad. Los robots corporativos de la economía del dinero son mucho más vulnerables de lo que ellos – o nosotros – nos damos cuenta. (David Korten)

Nueva narrativa y pensamiento crítico

“La gente entendió el mundo por primera vez a través de relatos antes de empezar a pensar científicamente. La mitología es más antigua que la filosofía.” (Rolf Dobelli)

Como mencionaba en el anterior artículo, Daniel Kahneman nos indicaba que los humanos sufrímos de muchos sesgos y falacias cognitivas debido a nuestra estructura cerebral con dos modelos que actuaban en nuestro comportamiento; uno más emocional y otro más racional. Entre uno de esos sesgos no encontramos el sesgo de confirmación el cual describe nuestra tendencia a interpretar información que confirma nuestras preconcepciones.

 "El noventa por ciento de la experiencia humana que no encaja en los patrones narrativos establecidos cae en el olvido." (Mason Cooley)

Desgraciadamente ante un marco o enfoque tan pernicioso social y medioambientalmente como en el que nos encontramos, el funcionamiento de nuestra estructura cerebral no nos hace muy proclives a los cambios, sino que nos mantiene al status quo o a seguir la corriente de la mayoría.

"La psicología cognitiva ha demostrado que la mente comprende mejor los hechos cuando estos están entrelazados en una estructura conceptual, tal como un relato, un mapa mental, o una teoría intuitiva. Los hechos que están desconectados en la mente son como las páginas de enlaces eliminados en internet: pudieran no existir ". (Steve Pinker)

En cuanto a las falacias nos encontramos entre otras a la falacia narrativa, expuesta por Nassim Taleb en el libro “El cisne negro” donde describía que vagas historias del pasado moldeaban nuestra visión del mundo y nuestras expectativas de futuro. No me caben dudas de que la narrativa descrita por David Korten sobre el dinero y los mercados sagrados encaja dentro de esas falacias. El cambio de narrativa es necesario, pero hay que tener prudencia ante cualquier nueva narrativa que la sustituya no sea que esta cause más daño que la anterior.

"La gente no piensa en términos de información, piensan en términos de narrativas. Pero mientras la gente se centra en la historia en sí, la información viene en el viaje". (Jonah Berger)

En mi opinión, algunas de las cualidades que debe tener cualquier proceso cultural de cambio en este mundo tan complejo, debería ser la inclusión y participación de toda la gente, una nueva educación para un mundo cambiante y complejo con potenciación de habilidades como la curiosidad (para abrirse a los sesgos de confirmación), la creatividad (para potenciar nuevas ideas y soluciones), la iniciativa (como modelo de aprender haciendo), el pensamiento multidisciplinar (para integrar la fragmentación en la que conviven las diferentes disciplinas) y la empatía (para salir de nuestro ego). Finalmente, junto con la educación, su pareja para una mayor consciencia, la ética, principalmente enfocada en valores universalistas.

Efecto perspectiva y nueva narrativa cosmológica y cultural en acción

"Este mundo en su totalidad ha de ser considerado una única comunidad de ciudadanos." (Marco Tulio Cicerón)


El documental “Mañana”, ganador en Francia del César al mejor documental recoge sinérgicamente esos dos elementos estructurales para el bienvivir. 



Parafraseando a Ortega y Gasset, “Nosotros y nuestras circunstancias”, pudiera ser el nuevo lema para los procesos de cambio. Por una parte, las circunstancias “espaciales” han cambiado. Ya no somos pequeños pueblos distribuidos a lo largo de la Tierra con una tecnología simple que apenas modifica el medio. Somos más y con una tecnología más destructiva para la Tierra. El efecto perspectiva de la Tierra como nave espacial de toda la especie está conllevando acciones glocales (pensamiento global, actuando localmente) tal como se indica en los diferentes lugares visitados por los documentalistas. Por otra parte, las circunstancias “temporales” también están variando. Se empieza a girar hacia un marco donde “el tiempo es vida” con acciones que respetan un marco narrativo principalmente de “Tierra Viva” y “Economía de la vida”.

Libros en español recomendados para profundizar sobre esta temática:

-       Rutas sin mapa. Horizontes de transformación ecosocial. (2016) Emilio Santiago Muiño