Ante la grave situación
de deterioro social y económico que vive nuestro país, con aumento
alarmante de la exclusión social, cabe preguntarse ¿se debe el
citado deterioro a la escasez de recursos naturales, en particular de
tipo energético? ¿o bien hay factores económico-sociales detrás
de la alarmante situación?
Para responder a esa
pregunta he creído conveniente revisar los datos de producción
agregados de la sociedad global, en términos físicos (toneladas o
unidades producidas) sin tener en consideración el valor monetario,
dada su evidente ambigüedad. He buscado datos de producción de
bienes básicos, comida, materiales de construcción y manufacturas
cuya importancia social es vital, los resultados, bastante
impresionantes, son los siguientes:
Algunas consideraciones importantes sobre los datos y las fuentes se detallan en una nota al final del artículo.
Tenemos más de todo por
habitante del planeta, lo cual me sugiere que el problema actual no
son los recursos. Mis reflexiones sobre estos datos, desde el
desconocimiento de las innumerables variables que podemos estar
pasando por alto, son las siguientes:
Hipótesis de
disminución de la tasa de retorno energético: En Autonomía y
Bienvivir hemos
criticado la tasa de retorno energético por ser reduccionista.
Entendemos que los modelos que nos pueden permitir de forma razonable
y con algo menos de incertidumbre gestionar los recursos naturales
son modelos multivariable, donde las distintas entradas (en forma de
recursos naturales) y salidas (en forma de productos o residuos) del
sistema no se traten como algo homogéneo, sea ese elemento
homogeneizador el dinero o la energía. Seguramente cualquier
material puede reducirse a términos de exergía (energía útil), puesto que tiene un
coste energético de extracción, pero si queremos detectar si
podemos tener una deficiencia de, por poner un ejemplo, Vanadio,
resulta bastante inútil reducirlo todo a términos energéticos. Por
ello, creemos que la representación
matemática de un modelo debería ser una función del tipo
f(I1, I2, …….. In, E1,
E2, …..En), donde I1, I2
etc, son distintas entradas (agua, tierra, aire, materiales, etc) y
E1, E2 distintos tipos de energía, ya que esta
tampoco es homogénea, y no son lo mismo la electricidad que el calor
o los explosivos. No me extiendo más en este punto, puesto que no
soy experto en la materia, en breve esperamos dar voz en esta
bitácora a alguien con mayor conocimiento que nos ilustre sobre este
punto.
Otra cuestión con la
Tasa de Retorno Energético es la dificultad de su cálculo, y su
variación a lo largo del tiempo, debido al cambio y modificación de
los procesos productivos o de extracción. La unión de ambas cosas
hace que en la práctica sea inútil como herramienta de
planificación.
La demostración práctica
de ello son los datos que he mostrado. Dado que el incremento de la
energía durante el periodo considerado, entre 2005 y 2017, ha sido
relativamente modesto, es difícil creer que además esa energía se
ha obtenido a un mayor coste energético, con lo cual el incremento
de energía neta habría sido realmente pírrico para soportar
incrementos considerables en la producción de alimentos, materiales
fundamentales para nuestra sociedad o manufacturas, para la
producción de los cuales, en todos los casos la energía es
necesaria.
Intensidad energética:
Como se refleja en los datos y ya hemos comentado, incrementos
relativamente modestos en la producción de energía se han dado
junto a incrementos mucho más vigorosos en la producción de
cemento, aluminio, acero o vehículos a motor. Ello nos sugiere que
se está empleando menos energía por unidad producida en 2017 que en
2005 lo
que se conoce como una desmaterialización relativa que ha sido
observada para muchos países como apunta Tim Jackson en
sus trabajos (aunque no de forma absoluta, es decir, que a medida que un sistema se hace más
grande se hace más eficiente por unidad de masa o de volumen). Esto puede ser debido a cambios en los procesos, en la
tecnología o en los equipos. En definitiva, cambios organizativos o
en el capital. Estamos sustituyendo unos procesos de fabricación que
eran más intensivos en energía por otros que lo son menos.
Esto
es algo muy habitual en todo el espectro de la biología. Fijémosnos
en el siguiente gráfico, en el que se muestra como la relación
entre la masa y el metabolismo de un organismo (generalmente medido en
energía utilizada por unidad de tiempo) es del tipo potencial
(metabolismo = masa^3/4, en muchos casos) de manera que aunque un
elefante sea 200.000 veces más grande que un ratón, puede consumir
“solamente” 10.000 más en términos metabólicos. Lo más grande
es más eficiente aunque claro también parece ser menos resiliente y
por eso no observamos que un organismo solo “imponga su peso”
sobre el resto de la biosfera. Esto
es en cambio lo que hace la actual civilización industrial.
En términos de nuestra
ecuación f(I1, I2, …….. In, E1,
E2, …..En) en 2017 tenemos distintos imputs
f(I´1, I´2, …….. I´n, E´1,
E´2, …..E´n) siendo E´1 <
E1, E´2 < E2, etc. En términos
de la economía neoclásica, podríamos hablar de que un factor
productivo, el capital, ha sustituido a otro, los recursos
energéticos. En 2017 tenemos mejor capital y usamos menos energía por unidad de masa, o de producto.
Tal afirmación es impropia, ya que el capital no sustituye a la
energía, sino al capital anterior (cambiamos un equipo por otro),
pero quizás es la forma más inmediata de comprender los cambios
producidos.
Ello tiene sentido cuando
pensamos que el sistema económico actual, sí imputa un coste a los
recursos energéticos, que es su coste de extracción, más el
beneficio de quien haya realizado la extracción de los mismos.
Evidentemente, se excluye el coste de reposición, lo que hace que
esta contabilidad sea tremendamente inapropiada y pueda dar lugar al
agotamiento de los recursos sin disponer de ningún sustituto. Eso es
cierto, pero también es cierto que el coste que se contabiliza
actualmente propicia que cuando este sube, se cambien los procesos o
los equipos en un intento de optimizar costes, lo cual es
absolutamente insuficiente a largo plazo, pero tiene efectos a corto
plazo. No ocurre lo mismo con el vertido de residuos, como el CO2,
que no hay forma de contabilizar ni de optimizar, salvo por una
decisión política.
La exclusión: Las
causas que explican la creciente exclusión en nuestro país, y en
otros países desarrollados son económico-sociales, y requieren un
análisis y debate en profundidad. A continuación postulo algunas
hipótesis que me parece explican, al menos parcialmente, este
fenómeno.
1º. Deslocalización de
la producción industrial. Las multinacionales han llevado la
producción a países con salarios más bajos y con menos
restricciones legales y ambientales. Todo ello ha dañado a la clase
fabril de los países desarrollados, creando en ocasiones auténticos
pozos de miseria, como puede ser el cinturón del óxido en EEUU.
2º. Erosión de bases
fiscales. La posibilidad de radicarse en cualquier país, y la de
transferir los beneficios de la operativa global, a través de
triquiñuelas contables, al país con más bajos impuestos, ha
posibilitado que las grandes empresas paguen muy pocos impuestos, y
creado una competencia fiscal entre estados, que se ha convertido en
una subasta a la baja para ver quién ofrece condiciones fiscales más
favorables a las empresas. La carga impositiva se ha trasladado a los
asalariados y pequeños empresarios, que han visto reducida su renta
disponible, mientras tienen que sufragar el coste de los servicios
sociales y las ayudas para los excluidos.
Además,
también hay una correlación entre los paraísos fiscales y
prácticas medioambientales devastadora como ha mostrado el Stockholm
Resilience Center en
una reciente investigación, lo
cual se debe interpretar como un subsidio indirecto a prácticas como
el cultivo de soja en el Amazonas que a la vez se retroalimentan en
el malestar de muchas poblaciones y vidas humanas y no humanas.
3º. Burbujas extractivas
en servicios básicos. A nivel global tiene especial relevancia la
vivienda y en España también la energía eléctrica. El modelo de
negocio es más o menos el mismo en todo el planeta, se considera un
bien no creado por el hombre y limitado, como es el territorio, como
si fuese un bien de mercado. En ocasiones la construcción de
infraestructuras públicas (en España ha sido muy característico:
carreteras, estaciones de AVE, metro…) o la restauración con
ayudas públicas de edificios antiguos y patrimonio histórico, o
bien fenómenos puramente sociales o financieros (inyecciones
brutales de crédito hipotecario para la compra venta de viviendas),
hacen que se incremente el precio de forma exponencial, lo
que permite fabulosas rentas a las manos fuertes del mercado. El
estado se inhibe de potenciar la vivienda social o en alquiler y
permite el juego extractivo de las burbujas y las rentas fabulosas
por bienes no creados por el hombre. La clase asalariada y los
pequeños empresarios terminan pagando una parte sustancial de su
renta por un lugar donde vivir.
El
caso de la vivienda es claro y especialmente relevante en el último
año y medio en nuestro país. Proporcionar una vivienda social digna a un precio razonable no es una entelequia, como muestra el
caso de Viena donde más del 60% de la vivienda es pública (aquí).
Es curioso que el precio de la vivienda y otros servicios básicos
suba tanto (especialmente en EEUU) y que en cambio el precio de
cachivaches tecnológicos haya bajado. Tenemos una paradoja de que
hay casos de gente malnutrida y sin una vivienda digna (o pagando
mucho) con un smartchorraphone de última generación, cambiado cada
2 años.
4º. Ejército de reserva
de mano de obra. Se permite, con ciertos aspavientos de cara a la
galería, la afluencia constante de mano de obra de países con un
nivel de vida muy inferior, los cuales ejercen trabajos que requieren
poca formación a cambio de bajos salarios. Se incrementa la
competencia entre los trabajadores menos formados.
5º. Rescates
financieros. Con el argumento de que no podemos permitir el
estrangulamiento del crédito, se
pagan los platos rotos a escote, entre los que pueden ser
obligados a pagar impuestos, asalariados y pequeños empresarios.
Seguramente hay más
razones, te invito a unirte al debate y exponer las que tú crees más
relevantes.
El colapso: No
parece probable que una maquinaria que avanza a gran velocidad se
pare de golpe, yo espero que haya una ralentización progresiva, para
luego comenzar una caída. Esa caída no comenzará mientras el
suministro de energía se continúe incrementando, incluso a las
tasas modestas a las que lo está haciendo en la actualidad, y ese
incremento modesto se prolongará como mínimo hasta 2025 (esto sería un "peor escenario", en realidad creo que es más razonable pensar en 2030-35, pero en esa escala de tiempo la incertidumbre ya es brutal), a partir
de ahí ¿qué podemos esperar? Es difícil de decir, sí parece
claro, y cada vez hay más indicadores, que los productores de shale
en EEUU son más resilientes y versátiles de lo que se había
postulado y se sigue postulando desde la mayoría de estudiosos del
fenómeno del crash oil. La gran incógnita es si ese fenómeno puede replicarse a nivel mundial, en Argentina en "Vaca muerta" se produjeron 78.000 barriles diarios en diciembre de 2018, de momento testimonial, pero se habla de que en China y Rusia podría ser viable la extracción por fracking, si es así quizás el pico de energía puede estar todavía más lejos. Tampoco está nada claro como puede reaccionar el sistema ante una brecha real entre oferta y demanda de energía, así por ejemplo en Cuba en el periodo especial los suministros energéticos cayeron de forma mucho más fuerte que la actividad económica, simplemente se prescindió de las actividades más intensivas en energía y que no eran críticas para el sistema social. La sociedad actual es tan despilfarradora que no parece una locura que en un primer momento sea capaz de adaptarse eliminando los procesos más ineficientes, al menos mientras el suministro de energía no caiga de manera dramática y realmente brusca.
También parece claro que
la producción de alimentos es menos capaz de adaptarse a incrementos
menguantes en la disponibilidad de energía, además de usar otros
recursos, como terreno fértil, agua y servicios ambientales
(polinización, protección contra plagas, fenómenos climáticos
extremos…) que también están amenazados. Por todo ello este
parece el eslabón más débil del sistema, de
hecho ya en los últimos años el hambre se ha incrementado, como
consecuencia de un fenómeno El Niño especialmente fuerte. Todo
parece indicar que el comienzo de la cuesta abajo (respetando las
incertidumbres que existen al respecto, y nuestra posibilidad de
actuar todavía frente a ello) se centrará en un primer momento en
los países más vulnerables a las variaciones en la producción de
alimentos, lo cual llevará a conflictos, migraciones, y destrucción
de ecosistemas, desertificación, etc. En consecuencia es previsible
que se agudice el progreso del cambio climático y la
sexta gran extinción, afectando a todo el planeta. Para evitar
esto, y sortear el primero de muchos escollos en el camino, se
necesitan cambios radicales en el modelo de producción alimentaria o
en los hábitos alimenticios, o en ambos, y ambiciosos proyectos de regeneración ecosistémica, que además de aumentar la captación de
carbono en la vegetación, suelo y ecosistemas marinos, revitalicen
el medio rural. Dichos ambiciosos planes deberán ser sufragados
entre todos, para lo cual será muy útil recuperar la capacidad de
imponer una fiscalidad progresiva, en la que pague más el que más
tiene.
Agradezco a mi compañero Rugi Carles sus valiosas sugerencias para este artículo.
Notas:
1. Datos tomados del
Banco Mundial.
2. Agregar los distintos
tipos de energía, como si fuesen todos iguales no nos parece la
mejor forma de tomar decisiones sobre la gestión de los recursos,
pero para esta modesta entrada de blog no nos queda otro remedio que
darlo por pueno. Los datos los he tomado de Our World in Data. La
gráfica es curiosa, en sus inicios era exponencial, y los setenta se
corrige la convexidad, tiene pinta que terminará siendo una campana
de Gauss con su pico alrededor del año 2060.
3. He tomado los datos de
FAO. No me deja acceder a sus estadísticas, pero poniendo “grain
market supply” en google se accede a varios informes de los que se
pueden extraer los datos.
4. Tomé los datos de Our
World in Data, sólo son hasta 2014.
5. También tomé los
datos de Our World in Data, sólo hasta 2013.
6 y 7. Tomé los datos de
World Steel Association.
8, 9 y 10. Tomé los
datos del servicio geológico de Estados Unidos.
11. Tomé los datos de
OICA (International Organization of Motor Vehicle Manufacturers)
12. Tomé los datos de
Statista. A veces cuando entras te pide registrarte.
¿y no será que estamos consiguiendo esa mejora de la eficiencia energética, precisamente, a base de concentrar la producción, a base de macroempresas, a base de exclusión y precariedad?
ResponderEliminarHola Marga,
EliminarLas economías de escala pueden jugar su papel. No tengo una hipótesis al respecto. Lo interesante es notarlo, para que podamos pensar sobre ello y aclararlo.
Un abrazo,
El tiempo dirá Jesús. Lo que si te digo es que en términos alimentarios, aunque la agroindustria suponga un incremento de producción es a costa de producir alimentos menos nutritivos (falta de carbono en suelos y nitratos bloquean biodisponibilidad de minerales) el problema es que reduccionistamente solo pensamos en cantidad, por ejemplo de proteínas y azúcares (fácilmente extraíbles de los nitratos del gas natural) pero no en oligoelementos, minerales... Vivimos en una sociedad anémica pero con sobrepeso, además de envenenada a agroquimicos. Esta agricultura es causante de buena parte de las emisiones de carbono, por utilizar técnicas esquilmadoras.
ResponderEliminarEl gigantismo es una enfermedad mortal en cualquier ser vivo y eso es lo que somos, gigantes con pies de barro alimentados con basura envenenada.
Podemos rodearnos de bosques maravillosos, pero si no hay personas para gestionarlos y limpiarlos tenemos el problemon de los incendios, cada son más grandes y más devastadores, conforme se deshabitada el medio rural. Hay que fomentar un retorno a hábitos saludables y más vida rural, sin gestión por mucho que replantes no hacemos nada
Hola Jorge,
EliminarPrecisamente lo que yo indicó es que la producción de alimentos es lo más fragil, por consiguiente creo que estamos de acuerdo en lo esencial.
Un abrazo Jorge,
"...personas para gestionarlos y limpiarlos..." Y, según tu ¿Que pasaba con los bosques antes de la aparición del ser humano?¿Como es que no desapareció la vida sobre la tierra en un único y pavoroso incendio?
EliminarPido perdón al autor del artículo por desviarme del tema, pero es que cada vez que leo chorradas como esta me pongo de mala ostia.
Salva.
Pues básicamente que los bosques no estaban degradados, con especies pioneras pirofugas como tenemos ahora, pino eucalipto.... Había mucha fauna silvestre (megafauna, mamíferos etc) que los limpiaba y desbrozaba, y entre ellos de un modo u otro nosotros. El tema es que hemos antropizadas los ecosistemas, ya no existe esa gran fauna salvaje para recircular la biomasa y además hemos creado negocio en torno a la explotación de los ecosistemas, así que el único modo de evitar su expolio, es gestionandolos responsablemente como hicimos durante milenios.
EliminarY que conste que estoy a favor de dejar grandes áreas vírgenes, pero explicaselo a las multinacionales, más aún con un panorama de caída de los fósiles... En fin, a buen entendedor...
Salva, primero decirte que estoy completamente de acuerdo respecto a que hay que dejar espacios naturalizados.
EliminarSin embargo hemos hecho desaparecer la megafauna (grandes herbívoros) que gestionaba y retroalimentación los ecosistemas por nosotros, además hemos empobrecido la s bosques y ecosistemas, con especies pioneras y pirofugas, como pino eucalipto. Es más la intensificación cada vez mayor de los ecosistemas por parte de las grandes agromultinacionales, nos obliga como sociedad a participar de esta gestión si o si. De lo contrario los procesos de destrucción por inestabilidades de ecosistemas no maduros, o directamente por nuestra irresponsabilidad, o mala praxis lleva a la destrucción de los procesos de renaturalizacion
Bueno solo señaló la parcela que mejor conozco, lo que sucede es que las crsis están correlacionadas indudablemente. La crsis social en los países del primer mundo, con la caída de fertilidad y la pandemia de la soledad, la de los países en desarrollo por no tener acceso a recursos básicos y ser expoliada su riqueza natural. La ecosistemico. La de un modelo económico corrupto hasta la médula (hoy me contaban que en la alta Provenza es imposible comprar tierra de regadio a no ser que estés dispuesto a pagar sobreprecios en mordidas, con lo que los únicos que acceden con grandes emporios agroindustriales) y por supuesto una crisis energética (Irak, Libia, Siria, yemen, Venezuela, irán) no son casualidad y el factor común es el petróleo. No estaremos en el colapso, pero usos hay de que la caída ha empezado, no se se será una pendiente suave de la campana de Gauss o un modelo de colapso en diente de sierra... El tiempo dirá, pero abrochemonos los cinturones
ResponderEliminarBuenas Jorge,
EliminarEstando de acuerdo en que esas crisis están relacionadas, yo creo que el factor que une todas ellas es la cultura, o paradigma cultural moderno. Si quién tiene un martillo solo ve clavos, quién tiene una forma de actuar la lleva hasta sus últimas consecuencias, en todos sus ámbitos.
Respecto a la energía, estoy de acuerdo en que tarde o temprano empezará a caer, a nivel global, pero como señalo en el artículo, ese proceso no ha empezado. Por ello, y como ya señale en el anterior artículo "La narrativa del peak oil no llega", sin descuidar todo el desarrollo que necesitamos y hay que seguir haciendo desde el lado de los recursos, la tarea de la movilización social, que es la tarea de los activistas, hay que hacerla fundamentándola, para el conjunto de la sociedad, en los residuos y en la crisis ecológica cuyos aspectos más visibles son el calentamiento global y sexta gran extinción.
Abrazo
Completamente de acuerdo con tu reflexion, sin duda que la crisis más relevante para afrontar es la ecosistemico. Parece que la gente joven, que serán los que más lo sufran, ya comenzaron a reaccionar en este sentido
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