Norteamérica, Francia, Rusia,
Cuba, China....Diversas revoluciones, acaecidas en distintos momentos
históricos, han sido y continúan siendo objeto de estudio, de reconocimiento,
admiración o crítica.
Pero hay una de ellas que ha
recibido muy escasa atención, y a la que parece encubrir una niebla densa y
perpetua. Nos referimos a la revolución húngara de Octubre y Noviembre de 1956.
No llegó a desarrollar una ideología clara, por su breve duración, ni tenía
detrás algún partido y organización que hiciera bandera de ella, quizá
afortunadamente. Incluso otra de las revoluciones olvidadas, la revolución social libertaria de 1936, ha recibido y está recibiendo mayor atención, aunque
sólo sea porque sus impulsores, si bien una fuerza marginal, siguen existiendo,
tiene quien la recuerde.
Pero la revolución húngara es
diferente. La izquierda comunista, lógicamente, no tiene el menor interés en
ella, pues supuso una rebelión en toda regla contra la invasión soviética y el
dominio del partido único, en este caso el comunista. De ahí que en su momento
la tildara de fascista, contrarrevolucionaria o capitalista. Las fuerzas
conservadoras o derechistas pueden recordarla más, pero como una revolución
meramente anticomunista, desconociendo las diversas fuerzas, actores e ideas
que había detrás.
Es necesario, por tanto ,iluminar
en lo posible la revolución húngara de 1956, y, aunque nada quede de ella y de
sus nuevas instituciones, como los Consejos Obreros y de todo tipo, reconocer, con Hannah Arendt ,el tesoro perdido que supone Hungría para la
tradición revolucionaria(Sobre la
revolución, Hannah Arendt, Alianza Editorial).
Invadida Hungría por el ejército
soviético, la política rusa consistió en desmantelar las instalaciones
industriales húngaras y llevarlas a su país. Exige reparaciones, e impone
entrega de productos y material, todo bajo control de inspectores soviéticos.
Los sindicatos son convertidos en correas de transmisión del poder comunista,
los partidos políticos son destruidos, menos el Partido Comunista Húngaro, y la
clase obrera sometida a medidas de control férreo, condenada a trabajar y
callar. La policía política, la AVH, implanta el control y terror totalitarios
en la sociedad húngara, al estilo de la URSS.
Pero la muerte del Dios Stalin,
en 1953, y el informe de Jruschev en 1956, donde se reconocen los errores de éste,
abren una brecha en la Europa sometida a las dictaduras comunistas. Se producen
revueltas en Berlín este, en Polonia, y finalmente en Hungría.
En Hungría todo comenzó con una
manifestación convocada por intelectuales y estudiantes el 23 de Octubre.
Reunidos ante la estatua del poeta Petofi, la multitud asistente escuchó los
diversos manifiestos, entre ellos los de la Unión de Escritores y el de los
estudiantes. En ellas se solicitaba el retorno al multipartidismo, elecciones
generales con sufragio universal, la retirada de las tropas soviéticas,
salida del Pacto de Varsovia y neutralidad húngara, derecho a la huelga,
libertad de palabra y prensa, autogestión obrera, libre organización de los
campesinos, gobierno presidido por Imre Nagy,un comunista partidario de las
reformas y la democratización...(La
revolución Húngara de 1956: el carácter político y la organización social.
Dolores Ferrero Blanco, HAOL número 10, primavera 2006).
Pero la ola de protestas y
descontento sacudió a la población, especialmente la de Budapest. El comité
central del Partido comunista, asustado, llamó a los rusos para salvar la
situación.
Los trabajadores
respondieron declarando la huelga general. Surgen multitud de Consejos y
comités de trabajadores, vecinos, estudiantes, ciudadanos y demás. La ola
revolucionaria tumba el edificio totalitario. Las organizaciones espontáneas
creadas en fábricas, pueblos y barrios reorganizan la vida social, política y
económica. Consejos obreros impulsan la libertad de prensa, dando libertad a
todo tipo de propaganda, salvo la de los neonazis de Horthy, se distribuye
armamento a la población, y gran parte del ejército y la policía se suma a los
insurrectos,como el antiguo brigadista internacional Paul Maleter.
Entre las nuevas instituciones
democráticas, destacan los Consejos
Obreros. En sólo dos días, consiguieron expandirse e irse federando por
todo el país. El 31 de Octubre se reunió un Parlamento de Consejos Obreros, los
cuales apoyaban un control de las Fábricas por los mismos obreros, a través de
un Consejo democrático. Nagy, inicialmente dubitativo, terminó por apoyar las
reclamaciones de los Consejos .Con estas nuevas instituciones, parecía
vislumbrarse una nueva forma de democracia social, que combinaba democracia
parlamentaria y democracia de base, o consejista. Es decir un parlamento con
partidos políticos, una federación de Consejos obreros, y sindicatos que
garantizaran los intereses obreros y el derecho a huelga . Porque los obreros
húngaros, especialmente tras la segunda invasión del país, reflexionaron de
manera muy profunda sobre su propio papel. No querían un poder obrero
totalitario, y fueron conscientes que incluso bajo un sistema de democracia
laboral, siempre cabe el conflicto, el choque de intereses y el peligro de que
el Consejo acabara desarrollando un poder autoritario frente al resto de
trabajadores.
De ahí, que en la formación del
Consejo Central de Budapest, se decidió que los delegados de las diferentes
fábricas fueran elegidos por todos los trabajadores de la fábrica, no sólo por
los del Consejo. Tampoco quisieron imponer un Consejo Obrero nacional, sino que
esperaron una suma de otros Consejos, optando por la democracia frente a la
eficacia. Y con buenos resultados, pues otros Consejos se fueron sumando.
Demostrando una sabiduría y un
buen juicio, que supera con creces al de los intelectuales de izquierdas, tanto
comunistas como socialdemócratas, aquéllos que hablan de obrerismo, temblando,
en el fondo, cuando los obreros deciden ir por libre, y romper cadenas, como en
el caso húngaro. Para ellos, socialdemócratas y comunistas, el socialismo se
construye desde arriba, no desde las bases ciudadanas y obreras.
Es decir, la Revolución Húngara
parecía estar desarrollando una nueva forma de división de poder, como muy
acertadamente escribe Claude Lefort (Una revolución diferente. Publicada en la revista Nada, cuadernos
internacionales, nº2, primavera de 1979). División entre organismos
político-políticos, y otros político-económicos. División que no sabemos si
hubiera resultado o no viable.
Pues autores como Castoriadis, en La Fuente Húngara(Texto que forma parte
del libro La exigencia
revolucionaria, Acuarela Libros), creen que el desarrollo de Consejos
hubiera ido atrofiando al Parlamento de Partidos, o hubiera acabado habiendo un
enfrentamiento entre ambos poderes .
De cualquier forma ,los consejos,
salvo al parecer el de Borsod, que consideró incompatible la organización de
partidos, con la de los consejos, en su inmensa mayoría aprobaron la existencia
de un sistema multipartidista.
Conviene no olvidar tampoco,
frente a los entusiastas de la democracia de Consejos sin partidos(incluyendo
Hannah Arendt y de forma anónima a quien esto escribe), que los consejos tampoco
garantizan por sí solos una mejor democracia, y que pueden ser fácilmente
dominados por un grupo que se infiltre en ellos y los domine, implantando una
dictadura(como sucedió en Alemania en 1919, cuando al final los dominaron los
comunistas).
Por tanto siempre requiere una
democracia mecanismos de control, y contrapoderes, que dificulten la aparición
de una dictadura. De ahí que quienes nos sintamos cercanos a un sistema democrático sin
partidos dirigiendo las comunidades, deberíamos estudiar detenidamente las
posibilidades y debilidades de desarrollar una democracia deliberativa pura.
Queda en el aire, por tanto,
saber si hubiera sido posible esa forma de democracia que pretendían parte de
los insurrectos consistentes en mezclar varios poderes, el de partidos con el
de Consejos, no sólo obreros, sino también en otras áreas de actividad, tanto
laboral, como ciudadana, es decir formas de contrapesos y controles
democráticos de base. Algo que podría interesar a los teóricos de la democracia
deliberativa .
Al fin y al cabo podemos
considerar Hungría como el primer y quizás único país del mundo donde, en muy
pocas semanas, se desarrollo un concepto de democracia representativa,
participativa, deliberativa y económica, que quedó en el aire, destruido por
los tanques soviéticos, con el apoyo de todos los partidos comunistas,
incluyendo el español, que llenaron de insultos a los insurrectos.
El resto de la historia es
conocida. Situada en el tablero de la guerra fría, los húngaros fueron
abandonados por los países democráticos . Los USA enviaron dos telegramas, uno
de ellos a Tito, y otro a su embajador en Moscú diciendo que"... no es de
su incumbencia lo que los rusos hagan en Hungría".
No interesaban conflictos, y, muy
posiblemente, tampoco había simpatía a un sistema alternativo, una especie de socialismo
democrático de base, o consejista, que no encajaba en los esquemas
mentales dominantes de capitalismo versus socialismo autoritario.
Y siempre es preferible, para las
grandes potencias, tener un enemigo controlado y claramente identificado, que
beneficiaba los juegos de poder y de extensión mundial, que países dudosos.
Para finalizar, conviene no
olvidar que la resistencia más dura fue la de los Consejos Obreros. Éstos
fueron los más castigados, y sus barrios, los últimos en caer, demostrando que
la clase obrera húngara prefería morir luchando con las armas en la mano contra
el llamado Estado Obrero, que vivir bajo su bota.
En cuanto a Nagy, Maleter y otros
comunistas honrados que se sumaron a los insurrectos, fueron ahorcados,acusados
de traición, balanceándose sus cuerpos en el patíbulo, un triste 16 de junio de
1958.
Bibliografía:
Luis Mercier Vega, Anarquismo ayer y hoy(Monte Ávila Editores).
Pepe Gutierrez Alvarez, La revolución Húngara de los Consejos obreros de 1956.
Claude Lefort, Una revolución diferente, revista Nada, 1979
Cornelius Castoriadis, La exigencia revolucionaria, Acuarela libros, 2000
Hannah Arendt, Sobre la revolución, Alianza Editorial.
Dolores Ferrero Blanco, La revolución húngara de 1956: El carácter político y la organización social, HAOL, 2006.
Qué manera más burda de falsear la historia cuando se sabe de sobra que esa revuelta fue promovida por los horthystas (fascistas húngaros). Vais de progres pero sois unos anticomunistas como vosotros solos. Este artículo así como su bibliografía son un claro ejemplo de revisionismo histórico.
ResponderEliminarBuenas Anónimo,
EliminarEn primer lugar, no permitimos comentarios anónimos. En segundo lugar, nuestra asociación apoya la democracia deliberativa, respecto al comunismo no tenemos una postura común, y no creo que haya que tenerla, puesto que el comunismo es algo del pasado, que no creo que vuelva. Lo que te quiero decir es que al respecto hay distintas sensibilidades, y las respetamos.
Yo te puedo decir mi opinión del comunismo, que no es la del autor del artículo, que es Alfredo. En mi opinión, ni comunismo, ni capitalismo, ni anarquismo, son defendibles, dado que parten desde inicio de un acuerdo institucional cerrado en torno a la propiedad. Unos privada, otros pública. En realidad, si aceptamos la democracia, y sus implicaciones, no podemos aceptar un acuerdo eterno y cerrado sobre la propiedad, que por otro lado no es monolítica, hay privada, hay pública, comunal, están los grandes bienes comunes como los servicios medioambientales, y está la propiedad intelectual. Pretender adoptar un acuerdo simple sobre todo tipo de bienes, es utópico, además, la sociedad no es estática, y sus circunstancias tampoco, un acuerdo para un determinado momento, puede no servir para otro.
Respecto a las fuentes del compañero alfredo, doy fe de que Castoriadis es un pensador de primera fila. Del resto no puedo opinar.
un saludo,
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con tu comentario, Jesús.
ResponderEliminarPor mi parte siempre me he mostrado contrario a la represión soviética, en Hungría y en todas partes, y lo digo en cuanto surge la ocasión: no basta con redistribuir la riqueza, hay que repartir el poder. Y los comunistas honestos así lo vieron en su momento.
En cuanto a lo de ‘progre’, dejando a un lado la simplificación provocativa, quizá ‘anónimo’ debiera revisar nuestra críticas al progreso material de nuestra época, cada vez más desigual y siempre insostenible, incluso cuando su fomento desde las instituciones públicas favoreció a la mayoría. Busquemos otra forma de progresar, inclusiva y sostenible, y dejemos a un lado las posiciones abanderadas. Nos hará mucha falta. En este blog se dan numerosas pistas.
Muy agudo Ecora,
EliminarEn efecto, se nos puede acusar (casi) de cualquier cosa menos de "progres", nada más opuesto. Sesgo cognitivo o que no ha leído el resto del blog.
Anónimo, la rebelión no fue impulsada por los fascistas de Horthy, eso es una vulgar manipulación de la historia totalmente insostenible, que viene de la propaganda estaliniana .La rebelión masiva se produjo cuando una manifestación pacífica de estudiantes e intelectuales fue reprimida a tiros. Sus ideas y sus creaciones, como los consejos en todos los niveles, de obreros a estudiantes, vecinos y funcionarios, son un claro ejemplo de democracia deliberativa, muy superior a la actual.
ResponderEliminarPor cierto que el vídeo no es nada anti-soviético, deja bien claro que al fin y al cabo la política soviética en Hungría está marcada por la intervención imperialista de los países occidentales en Egipto. Es un problema que muchas veces se deja de lado ¿Rusia o la URSS tiene una postura ofensiva o defensiva? Es la misma historia que vemos ahora con Ucrania, repetimos las mismas circunstancias.
ResponderEliminarHungría valerosa y admirable. Sin su ejemplo no hubiese terminado la dictadura comunista en Europa del Este
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