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domingo, 27 de julio de 2014

Ciencia Holística para el bienvivir: el mapa está vivo.


“En el viejo paradigma, el método científico es reduccionista y es el único modo de conocer, la única fuente de la verdad. Si algo no puede ser medido, analizado y definido, se tiende a pensar que no existe. En el nuevo paradigma, hay muchos modos de conocer, incluido el método científico. Intuición, religión, sentimientos, mitología y la narración de cuentos tienen  igual estatus que la razón. Además del conocimiento empírico, la visión indígena es también respetada. “La ciencia sin religión está ciega y la religión sin ciencia está coja”, tal como dijo Albert Einstein. El nuevo paradigma es holístico e inclusivo.”

(Satish Kumar en Soil, Soul, Society)

Este segundo artículo junto con un tercero formará una triada, más bien teórica, que considero fundamental para después analizar, adaptar o re-construir las iniciativas prácticas que describa en posteriores artículos sobre esa visión y práctica del bienvivir. Para ello utilizaré una analogía, la del explorador-mapa-brújula explorando y experimentado el viaje hacia el bienvivir. El primer artículo se dirigía principalmente al explorador, el ser humano. Es en este viaje hacia el bienvivir donde nos encontramos diferentes individuos, con distintos bagajes tanto culturales como genéticos, pero que, sin embargo, optamos por compartir ese camino y colaborar en el viaje aunque cada uno de nosotros lo experimente de forma diferente. En este viaje todos somos necesarios porque en esa diversidad radica la riqueza de posibilidades de llegar. Cada uno de nosotros aporta sus propios talentos e idiosincrasias que pueden ser útiles en cualquier momento del viaje. La fábula de varios ciegos que tocaban diferentes partes de un elefante para conocer cómo era, refleja ese primer e importante elemento, el ser humano; el explorador o exploradores en plural.


El segundo elemento fundamental de la triada es el mapa. El aforismo de Alfred Korzybski “El mapa no es el territorio y el nombre no es la cosa nombrada” nos da varias pistas sobre los mapas y los nombres. Respecto a los nombres o palabras, estos son símbolos que representan un concepto más o menos común para todos pero que individualmente es muy matizable. Si yo pidiera a un grupo de niños que dibujaran un “árbol”, me encontraría que algunos dibujarían un pino, otros un manzano, otros árboles con ramas pero sin hojas y así una diversidad de dibujos según la palabra “árbol” resuene individualmente en cada uno de ellos. Así mismo, el nombre “bienvivir” resuena en cada uno de nosotros de forma diferente.

Borges en uno de sus cuentos cortos, “Del rigor de la ciencia”, habla de un imperio que alcanzó grandes cotas de perfección en la cartografía. En un principio el mapa de una provincia ocupaba toda una ciudad y la del imperio toda una provincia. Posteriormente, la perfección llegó a su culmen cuando el mapa del imperio era de igual tamaño que él mismo. Como podéis imaginar las complejidades y paradojas que se pueden dar teniendo un mapa del mismo tamaño que el territorio resultan asombrosas. Así que Borges finaliza el cuento comentando que las siguientes generaciones se olvidaron de ese mapa porque consideraron que aquello era inútil. Esto viene a colación con el rigor de la ciencia actual. La verdad es inalcanzable, sólo tenemos “verdades momentáneas” que por la propia dinámica de la ciencia son ocupadas por otras con el paso del tiempo y así continuamente. Los mapas (modelos y teorías) de la ciencia son cada vez más rigurosos pero no son absolutamente la realidad. El problema de guiarse por un mapa viejo es que uno puede quedarse perdido porque nuevos caminos se han abierto en la realidad pero no se han reflejado en su cartografía. Es esto lo que ha ocurrido con los mapas que guían a nuestra sociedad. El mapa o modelo por los que se rigen muchas estructuras de nuestra sociedad occidental como la economía, la educación, la medicina, la agricultura, etc. siguen el paradigma mecánico y reduccionista surgido en la modernidad. Sin embargo, la ciencia holística, principalmente desarrollada durante el siglo XX, con ramas como la física cuántica, el pensamiento sistémico, las teorías del caos, etc. plantea otro mapa, otro paradigma, que incluye al anterior pero que refleja la realidad con mayor rigor.



El documental “La educación prohibida” que apareció en el verano de 2012 y que rápidamente fue viral hizo reflexionar en muchos de los que lo vieron,  las concepciones de la educación basadas en el viejo paradigma reduccionista de control jerárquico, dando paso a conocer  diversas opciones que nos acercan al nuevo paradigma. Cada vez más exploradores están cambiado los viejos mapas por otros nuevos tanto en el tema de la educación como en temas de economía, salud, trabajo, etc.

El paso de un modelo reduccionista, mecánico, más bien estático, donde la ciencia es predecible, está dejando lugar a iniciativas bajo un modelo sistémico, dinámico, donde los diferentes elementos dentro del sistema interactúan entre ellos volviendo a alimentar al mismo sistema, por lo que la respuesta es impredecible. El mapa sistémico es un mapa vivo, donde los exploradores con sus  acciones individuales lo van cambiando desconociendo totalmente lo que va a ocurrir. En ese mapa vivo y cambiante, esos exploradores, los seres humanos, necesitamos una brújula con la que orientarnos para por lo menos no quedarnos perdidos y dar vueltas en círculos sino para seguir una dirección que valore nuestra humanidad. Ese tercer elemento, la brújula se describirá en el siguiente artículo.

Este modelo construccionista donde la realidad, el mapa, se construye en cada momento con las diferentes acciones dentro de ese sistema tiene ciertas implicaciones. Para el constructivista y  teórico de la cibernética (otra de las ramas de las ciencias holísticas), Heinz von Foerster, lo contrario de la objetividad no es la subjetividad ni el solipsismo sino la responsabilidad. Es ese “bienestar responsable”, concepto que surgió en la construcción de un modelo para la sostenibilidad, donde utilicé la analogía sistémica de verdad, bondad y belleza, resuena otra vez con las implicaciones éticas propuestas por von Foerster. Su imperativo ético proponía actuar siempre para incrementar el número de posibilidades y su imperativo estético proponía que si se deseaba ver esa realidad, había que aprender cómo actuar. Y desde este blog y en sucesivos artículos intentaré incrementar esas posibilidades éticas describiendo y analizando diferentes iniciativas prácticas para el bienvivir, así como aprender de otros  participantes nuevas posibilidades que se describan en el foro o en el debate. Así con esa circularidad participativa y de responsabilidad vayamos caminando y… (¿por qué no?) disfrutando del paisaje por ese mapa vivo del bienvivir.

Como primera iniciativa desde el punto de vista del imperativo ético, en este caso educativo y con el tema desarrollado en este artículo, propongo incrementar las posibilidades de aprender algo más sobre el nuevo paradigma con la lectura de este fascinante libro, “Ciencia holística para el buen vivir: una introducción” de Jörg Elbers, que se puede descargar en PDF aquí. Es un libro corto que describe muy amenamente el paradigma mecánico en el que estamos sumergidos, así como el paradigma holístico que está emergiendo. Así mismo, incluye un capítulo relacionando el buen vivir con este último paradigma y finaliza como sugería Heinz von Foerster con propuestas y posibilidades para ir hacia ello.

Para aquellos que pueden leer algo de inglés, este artículo personal de Barry Clemson sobre qué es el pensamiento sistémico (What is Systems Thinking?) me parece realmente interesante para comprender a una de las ramas de la ciencia holística. En ese artículo se ofrece una perspectiva general sobre ese paradigma, la ciencia y sus aplicaciones prácticas, así como el funcionamiento o la filosofía de diversos modelos o paradigmas que siguen vigentes como el darwinismo social, el neoliberal o el de cowboy americano.

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