Este es el blog de la asociación Autonomía y Bienvivir, no dejes de visitar nuestra página web, para conocer nuestro ideario: Visitar página web

martes, 18 de agosto de 2015

Democracia deliberativa y bienes comunes en la Historia: el Tribunal de las Aguas de Valencia


En este texto quisiéramos rescatar una de las pocas instituciones que aún perviven de los tiempos medievales donde se desarrollaron formas de democracia deliberativa y bienes comunales; nos referimos al Tribunal de las Aguas de Valencia, tribunal consuetudinario encargado de dirimir los conflictos derivados del uso y aprovechamiento del agua de riego entre los agricultores de las Comunidades Regantes de las acequias.

Sus orígenes se remontan posiblemente a los tiempos de Al-Andalus y fue perfeccionado por el Rey Don Jaime en la Reconquista, aunque no existe certeza sobre su nacimiento.

Se trata de un Tribunal compuesto por un representante de cada una de las Comunidades de Regantes -nueve en total- denominados Síndicos, uno de los cuales es elegido Presidente por un período de dos años, renovable.

Se rigen por viejas ordenanzas escritas desde principios del siglo XVIII y velan por el cumplimiento de las normas. Todos ellos tienen que ser labradores, cultivadores de sus tierras y con fama de hombres morales. Son apoyados en su labor por el Guarda de la Acequia, que cuida de que el agua llegue a todos según su turno, comunicando las infracciones para que sean juzgadas.



Su carácter democrático de elección por las bases de los jueces, la importancia dada a la autoridad moral y su perfecto conocimiento de las Ordenanzas y el cuerpo jurídico por el que se rige cada una de las comunidades explica su supervivencia y el respeto a sus sentencias.

Se reúnen los jueves de cada semana-a excepción de festivos y Navidades- a las doce en punto para discutir primero la distribución del agua y luego formalmente en la Puerta de los Apóstoles de la Catedral de Valencia, cuando el alguacil llama a los denunciados de las acequias.

El denunciante expone el caso, el denunciado a continuación se defiende y responde a las preguntas. El Tribunal tras deliberar dicta sentencia-excluyendo para garantizar la independencia al Síndico de la acequia del denunciado-. En caso de condena es su síndico quien impone la pena a pagar.



En el mencionado Tribunal tenemos un ejemplo de funcionamiento de una institución autónoma, que podría servir de inspiración para los que busquen una sociedad basada en una democracia de base o deliberativa, unida a una expansión de los bienes comunes y el derecho consuetudinario.

Si los hombres del pasado lo hicieron, los hombres, mujeres y niños del hoy y el futuro próximo, aunque se les acuse de utópicos, podrían y, es más, creemos deberían iniciar un camino que les aleje del tenebroso panorama que se nos presente de destrucción de los recursos, la Naturaleza y los propios seres humanos.


El cuidado y respeto de los bienes y de las propias personas que nos rodean, cercanas o lejanas, de esta y otras generaciones, pasa por participar en la gestión de los asuntos y los bienes que a todos nos competen, escapando poco a poco de la mercantilización que nos amenaza y nos conduce al precipicio.


lunes, 10 de agosto de 2015

El cambio climático, la prisión mental y el destino del último hombre

El calor extremo que hemos sufrido en España durante los meses de mayo, junio y julio no ha sido una circunstancia exclusiva de nuestro país, sino un fenómeno generalizado, que ha afectado al resto del globo. Esta circunstancia no nos debería pasar desapercibida, pero es tan sólo un hecho. Un reciente artículo de la revista Rolling Stone “El punto de no retorno: las pesadillas del cambio climático ya están aquícomienza recopilando algunos hechos: una ola de calor mata a más de mil personas en India y Pakistán

Pavimento derretido en India

Londres alcanza 37 ºC en el julio más cálido del que hay registros, California vive su peor sequía en 1000 años, lo que no le impide recibir lluvias torrenciales nunca vistas en pleno verano, Puerto Rico sufre el racionamiento de agua más estricto de la historia, etc.

A continuación el artículo pasa a detallar diversos hallazgos realizados por varios científicos, y las conclusiones que se derivan de ellos para nuestro futuro. El nivel del mar subirá diez veces más rápido de lo previsto, hasta 3 metros en cincuenta años, incluso aunque la temperatura sólo suba dos grados (el nivel que hasta ahora se creía seguro), y la combinación de la subida de temperatura del océano (hay una gran masa de hasta 700 metros de profundidad con temperaturas entre dos y tres grados superior a la media histórica)


que nos contaba Antonio Turiel en su artículo “Julio de 2015: Comienzan los grandes cambios”, junto con su acidificación, provocará la desaparición del 90% de la vida marina, así como eventos climáticos extremos como tornados y grandes tormentas. El artículo concluye detallando las evidencias pasadas de grandes y abruptas extinciones, y señalando el paralelismo con la situación actual.

Otra noticia reciente nos habla de la pérdida del 80% de las cosechas en Mongolia. Esa es la dura realidad, la pesadilla del cambio climático es el hambre. Sin un clima estable, sin ecosistemas saludables, no podremos alimentarnos, incluso aunque dispongamos de energía abundante y barata, hecho altamente improbable en un futuro. Ahora podemos comprender por qué biólogos tan prestigiosos como Frank Fenner piensan que el ser humano desaparecerá en noventa y cinco años.

Ante hechos graves y de tal magnitud nuestra sociedad muestra una parálisis muy significativa ¿Por qué? Creo que parte de la explicación nos la ha dado Daniel Lacalle, liberal, gestor fondos y opinador profesional en su columna de El Confidencial y en diversos libros. En un artículo “memorable”, Lacalle sostiene que el mercado es más efectivo que la acción política a la hora de reducir emisiones ¿de verdad? Entonces ¿como hemos llegado hasta aquí? El artículo no nos ofrece una explicación, tan sólo nos muestra que en EEUU, en los últimos años, merced a la crisis (aunque en el artículo no se dice pero es evidente como la caída comienza en 2008), con su caída de la demanda y gracias a la sustitución parcial del carbón por el gas natural de fracking como energía primaria se ha producido un ligero descenso de las emisiones.


Nada nos dice el artículo sobre el nivel de emisiones de partida, que en EEUU son casi el doble que en Europa en términos relativos. Por poner un ejemplo, y según los datos del Banco Mundial, en 2011 en Alemania eran de 8,9 toneladas por habitante, y de 5,8 toneladas en España, frente a las ¡17 toneladas per capita en EEUU! Esto implica que el coste de reducción de una unidad adicional de emisiones es mucho más bajo en EEUU que en Europa, donde parte de ese camino ya se ha recorrido. Tampoco nos dice nada el artículo sobre los incentivos del mercado para reducir emisiones ¿Cuales son? ¿Qué beneficio obtienen las empresas de ello? El artículo contradice la propia teoría económica neoliberal, establecida por el miembro de la sociedad Mont Pellerin Ronald Coase. En efecto, un clima benigno para el cultivo de los alimentos y para la vida humana es un bien común, y ya sabemos que lo que es de todos no se cuida, se sobre-explota, lo que provoca la destrucción del recurso por la llamada “tragedia de los comunes”. Dejando a un lado que los comunes, como ha mostrado Elinor Olstrom, han sido y pueden ser gestionados de forma sostenible sin ninguna tragedia, la solución de Coase a la tragedia es la privatización del recurso, la creación de un nuevo mercado, hasta el momento inexistente, para gestionarlo. Si contaminar es gratis el mercado puede que reduzca emisiones, pero lo hará por casualidad.

Esta es la clave del asunto, el absurdo e iletrado artículo de Lacalle, ese nuevo monumento liberal a la ignorancia que resulta difícil pensar que ha sido escrito honradamente, al final viene a coincidir con Coase: la solución es el mercado.

Si uno analiza las soluciones que han propuesto las fábricas de ideas o think tanks neoliberales al problema del cambio climático verá que todas tienen este punto en común. En efecto, el negacionismo, la negación del problema, nos impele a no hacer nada, y por lo tanto salvaguardar el status quo dominado por el mercado. El mercado de derechos de emisión de carbono supone reconocer que los mercados actuales fallan, pero sólo para proponer la creación de nuevos mercados como solución. Por último, la geoingeniería supone también que el mercado resuelva problema, pero no atacando las causas a través de la reducción de emisiones, sino mediante las soluciones técnicas que las empresas vayan encontrando sobre la marcha, por ejemplo, inyectando ácido sulfúrico en la estratosfera. Quizás le sorprenda, pero fábricas de ideas como CATO o American Enterprise Institute financian tanto el negacionismo como la geoingeniería ¿Por qué financiar investigación para paliar algo que crees que no existe? Ya le he dado la respuesta.

Este es el paradigma en el que estamos atrapados, y esta es una de las principales causas de nuestra incapacidad para resolver el problema: la ideología. Ninguna solución que no potencie o al menos mantenga el papel del mercado puede ser admitida como válida. Tal vez dentro de cincuenta años (esos cien años de Frank Fenner me parecen terriblemente optimistas), en algún lugar al norte de Canadá, los dos últimos especímenes de ser humano continúen este debate. En algún momento el partidario de Hayek (o de Keynes) matará y se comerá al otro. En ese momento la batalla del siglo XX por fin tendrá un ganador claro y definitivo, pero la víctima principal no habrá sido el bando contrario, sino el futuro de la especie humana.


martes, 4 de agosto de 2015

Qué es la creación de valor compartido y cual es su estado actual



René Vázquez Moreno, un emprendedor con conciencia social y ecológica, nos ha enviado una entrada en la que trata de conciliar el mecanismo actual de integración socio-económica, la búsqueda del beneficio, con un comportamiento responsable y ecológico por parte de los principales actores del sistema: las empresas. Creo que su propuesta merece una reflexión pausada y profunda. Les dejo con él y espero sus valiosos comentarios.

En el año 2011 la revista de negocios Harvard Business Review publicó un artículo titulado ‘Estrategia y sociedad: El eslabón entre la ventaja competitiva y la Responsabilidad Social Corporativa’. El concepto fue ampliado en otro texto titulado ‘Creación de Valor Compartido: Redefinir el capitalismo y el papel de la Corporación en la Sociedad’.

Los coautores de este texto fueron Michael E. Porter, director del Instituto de Estrategia y Competitividad en Harvard Business School, y Mark R. Kramer, de la Escuela Kennedy. El artículo proporcionaba ideas para desarrollar vínculos profundos entre las estrategias de negocio y la responsabilidad social corporativa (RSC).

En 2012, Kramer y Porter, con la ayuda de la firma global de consultoría (sin fines de lucro) FSG, impulsaron la Iniciativa del Valor Compartido para mejorar el intercambio y la práctica de conocimientos que rodean la creación de valor compartido a nivel mundial.

Algunos de los críticos del proyecto plantearon que todo esto no era suficiente y que la sociedad civil más comprometida no se tragaría el cuento de que estos insignificantes ajustes al capitalismo tuvieran un impacto real.

Según sus creadores, las empresas pueden generar oportunidades de valor compartido de tres maneras:
   
Redefiniendo productos y mercados - Las empresas pueden satisfacer las necesidades sociales, en la medida que ofrezcan un mejor servicio a los mercados existentes, accediendo a nuevos mercados, o reduciendo costos gracias a la innovación.
   
Redefiniendo la productividad en la cadena de valor - Las empresas pueden mejorar la calidad, la cantidad, el coste y la fiabilidad de los insumos y la distribución, mientras actúan como mayordomos de los recursos naturales esenciales e impulsan el desarrollo económico y social.

Habilitando el desarrollo de clústeres locales - Las empresas no operan de manera aislada en su entorno. Para competir y prosperar necesitan proveedores locales confiables, una infraestructura funcional de carreteras y telecomunicaciones, acceso al talento, y un sistema jurídico eficaz y previsible.

En resumen, el nuevo enfoque plantea que es mejor que las empresas mejoren las comunidades con la expectativa de un beneficio propio, en lugar de a través de restricciones o regulaciones. En relación a la Responsabilidad Social Empresarial, muchos enfoques contraponen la generación de beneficios a las contribuciones sociales y a la conservación del medio ambiente.

La creación de valor compartido reconoce la compensación entre la rentabilidad a corto plazo y los objetivos sociales o ambientales, pero se centra en las oportunidades de crear ventajas competitivas para construir una propuesta de valor social dentro de la estrategia corporativa. Existen diferencias notables entre los enfoques de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) y la Creación de Valor Compartido (CVC) .

Los investigadores creen que en la vida real el Valor Compartido no ha progresado mucho y solo ha penetrado en la teoría de los modelos y las actividades que las empresas pueden llevar a cabo para implementarlo.

El aporte de Porter y Kramer fue intentar avanzar el concepto más allá de la responsabilidad social empresarial, enfocándose más en la verdadera esencia del capitalismo y los mercados, señalando las contradicciones del capitalismo actual y enfatizando la naturaleza social intrínseca de los mercados. Su propuesta es que al adoptar principios de valor compartido, los negocios y la sociedad se re-conectarán creando innovación en un capitalismo imbuido socialmente.

Todo esto de refundar el capitalismo cambiando la forma de hacer negocios suena muy innovador, pero los propios autores reconocen que no existe un análisis profundo ni casos de estudio de su aplicación práctica.

El estado actual de la iniciativa del valor compartido ha progresado hasta la celebración de una Cumbre mundial en la ciudad de Nueva York en Mayo de 2015 y a la incorporación de grandes grupos empresariales como financiadores de la iniciativa. Para algunos esta relación tan cercana puede resultar sospechosa y le puede restar credibilidad a todo el conjunto de acciones que se está implementando.
La única forma práctica en que pudiera avanzar todo este conjunto de ideas, sería que los propios clientes y compradores presionasen a las empresas con decisiones de compra informadas, en las que todos los participantes en la cadena de producción y comercialización tengan voz para validar el proceso de una verdadera revolución empresarial. Hasta que los compradores no voten con su billetera, todo quedará en las 'buenas intenciones' de las relaciones públicas.