Nuestro compañero Eduardo Velasquez, mexicano, a petición mía me ha presentado un texto sobre el reciente cambio de gobierno en México. No sabemos que nos deparará este cambio, veo en Eduardo una ilusión que no compartimos aquellos que vivimos en países en los que el cambio entre izquierda y derecha ha sido algo habitual, pero sin cambiar lo esencial ¿Puede convertirse México en esa punta de lanza de rechazo a la modernidad que anhelamos, y que por fin ponga el foco en las necesidades humanas y no en el dominio sobre la naturaleza y el resto de los seres humanos? Lo dudo. A pesar de mis escasos conocimientos de la situación local veo que México se ha convertido en un cruce de caminos explosivo de la modernidad, con su producción petrolífera declinando, siendo un paso obligado de los migrantes que se encontrarán contra un muro, y siendo las víctimas de la enorme demanda de droga de su país vecino. A pesar de ello, hay muchas lecciones que aprender del cambio en México, la mezcla de condiciones sistémicas con coyunturas locales, como los asesinatos en Iguala, o el reciente terremoto, que pueden energizar a toda una sociedad y propiciar un cambio que los poderes fácticos han estado evitando durante setenta años ¡Por algo será! Les dejo con mi compañero.
Entender México es
demasiado complejo, México nunca fue un sólo país, por el
contrario, siempre ha sido un estado plurinacional, en la época
prehispánica México destacó por tener una cultura “dominante”,
la
triple alianza, cuya caída provocó la conquista del territorio
que actualmente es México. Es importante recordar que en los
momentos posteriores a la conquista existió una figura púbica
llamada “encomenderos” tal y como relata el libro “La
nueva historia mínima de México” editada por el Colegio de
México y fruto de los esfuerzos de Daniel Cosío Villegas y otros
grandes personajes contemporáneos.
Los encomenderos
fueron personajes que se dedicaron a mantener el orden de la sociedad
recientemente conquistada, una especie de caciques que mantuvieron el
orden por mucho tiempo, a la vez, gozaban de ciertos privilegios
sobre el resto de la población indígena, que desde luego era
mayoría, esta figura prácticamente desaparece con la independencia
de México.
Nos trasladamos a
la revolución mexicana, caracterizada por la desigualdad, en este
caso los encomenderos se convierten en hacendados que explotan a la
clase trabajadora, destacan las llamadas “tiendas de raya” y
otros abusos sistemáticos hacia la clase pobre que también es
mayoría en esos momentos.
Posteriormente
encontramos 70 años de un gobierno ininterrumpido del Partido de la
Revolución Institucional (PRI), un partido de estado que gobernó de
una forma paternalista, esto se debió porque el PRI supo mantener un
clientelismo electoral entre un pueblo débil, pobre, ignorante, y
con muchos “defectos” propios de la sociedad mexicana como un
alta tolerancia a la corrupción, falta de identidad nacional, apatía
generalizada, etc.
Es difícil
escribir en contra de mis propios compatriotas, pero ciertamente los
ciudadanos mexicanos tenemos muchos defectos, hay que reconocer que
el mexicano si es propenso a “dar mordida” (ofrecer dinero por
eludir la justicia, obtener favores, etc.), es propenso a llegar
tarde, a buscar dinero fácil, etc, etc.
Entender esto nos
brinda cierta luz sobre el pasado reciente del país, ya que ninguna
otra nación en el mundo vivió un régimen totalitario de 7 décadas,
Vargas Llosa llegó a decir que México era “la dictadura perfecta”
(disfrazada de democracia).
Uno de los
presidentes mas queridos del país fue el General Lázaro Cárdenas
del Río, quien fundó el Instituto Politécnico Nacional y realizó
la expropiación petrolera, lo cual dio un sentido de identidad
nacional que murió hasta que la reforma energética acabó con una
visión de país de los años 1930 aproximadamente.
Para los años 60
el régimen del PRI empezaba a mostrar signos de debilidad, México
“entraba” a un periodo interesante de la modernidad y los juegos
olímpicos de 1968 querían mostrar al mundo una nación desarrollada
o algo por el estilo, sin embargo un movimiento estudiantil sacudió
al país.
Estudiantes de
distintas universidades y preparatorias se unieron y empezaron a
exigir distintos cambios a un régimen que había funcionado casi con
disciplina marcial, parece que los mexicanos mayores veían en los
jóvenes un futuro prometedor y brillante, debido a que en esos
momentos México aún tenía serios problemas de analfabetismo,
producto de un regimen que nunca se interesó demasiado por la
educación.
Sin embargo el
movimiento fue brutalmente reprimido un 2 de Octubre, militares y
otras fuerzas del estado dispararon indiscriminadamente contra la
multitud acabando con la vida de los estudiantes y ahogando las
incipientes ganas de un cambio, el dinosaurio priista no dudó en
utilizar la fuerza para mantener el régimen, desde entonces México
fue incapaz de volverse a organizar para la lucha social a gran
escala.
Posteriormente se
intentó un cambio en 1988 a través de las urnas, sin embargo un
gran fraude electoral frustró esos intentos. Se impuso en la
presidencia a uno de los presidentes más neoliberales de la
historia, quien como Fujimori en Perú, empezó a desmantelar el
estado para acelerar el libre flujo de capitales acordé a las
políticas más modernas del libre mercado. Distintos factores
derivaron en severas crisis económicas que la sociedad relacionó
rápidamente con el PRI, pero eso no bastó para un cambio, desde
luego que México tampoco se convirtió en una potencia mundial ni
nada por el estilo, la pobreza siguió presente.
Un sexenio después
en 1994 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se
“levantó” en armas contra el régimen, sin embargo esta lucha no
prosperó porque el estado y su fuerza militar y policial actuó
efectivamente, no sin violar claramente los derechos humanos, por
fortuna este movimiento sigue activo hasta la fecha, aunque
personalmente no apoyo la lucha armada pero si la disidencia.
La primera
alternancia se da en el año 2000, por primera vez en la historia
México tuvo un presidente que no era del PRI, sin embargo fue un
gobierno de la continuidad, el gabinete del nuevo presidente tuvo a
muchos priistas y varios historiadores calificaron nombraron ese
tiempo como “un sexenio perdido”.
Las elecciones de
2006 fueron notablemente desiguales, hubo una intervención abierta
de la iniciativa privada a favor del candidato conservador e incluso
el presidente en funciones hizo declaraciones públicas a favor del
candidato de su partido, la votación final fue tan cerrada que fue
imposible que el nuevo presidente obtuviese legitimidad frente a la
población, México quedó dividido a partir de entonces, sin
mencionar que la violencia se desató a niveles sin precedentes e
incluso las ciudades mexicanas se volvieron más violentas que
ciudades de países en guerra.
Entre 2006 y 2012
se vivió una “guerra sucia” que polarizó el país entre buenos
y malos, gente de derecha y de izquierda, aunque la facción priista
para entonces seguía muy viva. El discurso de la derecha de estos
tiempos se caracterizó por atacar a la izquierda populista y
demagógica, se decía que el candidato de la izquierda “López
Obrador era un peligro para México” por su discurso que se oponía
a la privatización de empresas, por denunciar continuamente que las
grandes empresas en territorio nacional no pagaban impuestos o los
eludían en tramas fraudulentas, por la increíble corrupción del
estado, etc.
México siempre se
ha caracterizado por su población “altamente polarizable”, de
modo que una parte importante de la sociedad se volvió contra si
misma, desde entonces la gente pobre y de izquierda fue vista como
gente poco culta, fácilmente manipulable, entre otras cosas… Ese
discurso de derechas clasista parece culpar a los pobres de todos los
males de un país, se dice que los pobres “son pobres porque
quieren, porque no trabajan” y ven a los pobres como personas que
no deben ser ayudadas porque ellos que pertenecen a una clase “media”
(en realidad baja) “se han esforzado mucho por llegar a donde
están a base de de trabajo, estudio, sacrificio y demás...”.
En 2012 el PRI
aprendió de sus errores y a través de su maquinaria histórica ganó
las elecciones haciendo uso de las peores prácticas antidemocráticas
de la historia mexicana, fue una victoria en números, legitima se
podría decir pero claramente ilegal. Durante la compaña hubo un
momento interesante, en un acto de proselitismo el entonces candidato
Enrique Peña Nieto acudió a una de las universidades privadas más
caras y prestigiosas del país, la Universidad Iberoamericana, en un
evento que se esperaba tranquilo y sin problemas, los jóvenes de esa
universidad hicieron lo que la clase trabajadora no hizo con la misma
intensidad y lo empezaron a cuestionar e increpar, el candidato salió
huyendo y se escondió en el baño, se hacía evidente entonces que
México estaba cambiando.
El movimiento
#yosoy132 lamentablemente no prosperó, considero que fue porque los
mexicanos no sabemos ni queremos ponernos de acuerdo, no nos
atrevemos a ceder por un bien superior, curiosamente seis años
después el candidato de la derecha Ricardo Anaya salió de la misma
universidad con gritos de “presidente, presidente”, en un evento
en el que salió favorecido, aunque hubo estudiantes en contra de su
discurso tecno-optimista.
El sexenio
2012-2018 empezó con una fuerza apabullante, el partido en el poder
logró consolidar una alianza sin precedentes con sus opositores, el
movimiento se llamó “pacto por México” y lanzaron las llamadas
“reformas estructurales”, entre ellas la reforma energética,
fiscal y educativa, con ellas se abrió Petróleos Mexicanos a la
iniciativa privada nacional e internacional, y otros muchos cambios
de color neoliberal. Una parte de la sociedad aceptó el cambio de
buena manera y la revista Time publicó al presidente Peña Nieto
seguido de la frase “saving Mexico” (salvando México), parecía
que México si avanzaría hacia la modernidad y prosperidad.
Sin embargo
económicamente hablando el asunto no fue a mejor, empeoró, lo cual
es debatible, pero para eso existen los indicadores macroeconómicos
que pueden analizarse, sin embargo los más de 50 millones de
mexicanos en la pobreza no mienten.
En Septiembre de
2014, días antes de la conmemoración de la matanza del 2 de Octubre
de 1968, el estado mexicano perpetró un terrible ataque en el que
desaparecieron
43 estudiantes normalistas, este catastrófico evento marcó para
siempre al PRI, los mexicanos, esas personas “agachonas”
apáticas, despreocupadas, que no hicieron “nada” el sexenio de
2006 a 2012 por las decenas de miles de personas muertas de pronto se
levantaron y exigieron la presentación con vida de los estudiantes
desaparecidos, hasta la fecha la exigencia de justicia y de la
aparición de los estudiantes sigue vigente.
Las elecciones
intermedias de 2015 no mostraron cambios significativos en el antiguo
régimen, las cosas siguieron más o menos igual, sin embargo el
cambio poco a poco se comenzaba a gestar. El 19 de Septiembre de 2017
México sufrió un fuerte sismo que derrumbó múltiples edificios y
cimbró al país entero, desde mi perspectiva la naturaleza nos
mostró que los mexicanos no habíamos aprendido la lección y las
autoridades corruptas no habían atendido los riesgos pese a ser
México una región sísmica, al respecto escribí un
artículo muy duro contra la sociedad mexicana, sin embargo,
“gracias a Dios” me equivoque, nunca me he sentido más feliz por
haberme equivocado, porque esa misma gente que el 19 de Septiembre
salió a la calle a remover escombros y ayudar a los damnificados del
sismos también salió el 1° de Julio a votar y a defender la
democracia.
El sismo nos enseñó
que podíamos unirnos, ser solidarios unos con otros y cambiar
nuestra realidad inmediata, los meses que siguieron nos hicieron
olvidar un poco ese sentimiento, el gobierno corrupto incluso hizo un
uso opaco del dinero donado por otros países y personalidades
internacionales para la reconstrucción de la ciudad, pero todo eso
lo pagaron en las urnas.
Y sin embargo
ocurrió un milagro... El 19 de Septiembre de 2017 el destino puso a
prueba a los mexicanos una vez más y como un aviso del sufrimiento
de millones de mexicanos la tierra tembló como citando nuestro
propio himno nacional ("...y retiemble en sus centros la
tierra..."), en ese momento fue escéptico, no creí que el
México que salió a las calles a ayudar a sus semejantes y que se
uniría por primera vez en mucho tiempo sería capaz de transformar
la realidad de un país tan dividido y lastimado. Pero pasó.
Dejamos de lado
nuestras diferencias, dejamos de lado la apatía, nos atrevimos a ser
hermanos nuevamente, fuimos empáticos con nuestros hermanos y nos
atrevimos a sacar de los escombros algo mucho más grande que
ladrillos y personas, el año pasado además de las vidas que
salvamos, sacamos coraje y sembramos democracia, solidaridad y
hermandad.
2018 fue el año
del cambio, el año en que México dijo NO al PRI y al PAN y al PRD,
a todos los partidarios mayoritarios. Los candidatos fueron Andrés
Manuel López Obrador (AMLO), Ricardo Anaya Cortés (apodado por una
parte de la población como“cAnaya”) y José Antonio Meade
Kuribreña, de los partidos Morena, PAN-PRD y PRI respectivamente,
omito datos como candidatos ciudadanos y partidos minoritarios para
no extender más este artículo.
cAnaya se
caracterizó por un discurso “tecno-optimista” en el cual decía
por ejemplo que para el primer lustro de 2020 – 2025 la mayoría de
los carros serían eléctricos, sin embargo como señala Antonio
Turiel, el coche eléctrico no
es viable, de este modo el candidato trató de convencer a los
mexicanos de que no es necesario construir refinerías, de que hay
que buscar inversión extranjera y en general de que con “ideas
nuevas” se podía cambiar el país. Cabe resaltar que criticó
fuertemente el populismo y la demagogia del AMLO, sin embargo propuso
un “Ingreso Básico Universal” de $1,500.00 pesos mexicanos (más
de 70 dólares) mensuales para toda la población. Personalmente creo
que si AMLO hubiera propuesto lo mismo, lo habrían tachado de
populista y sus críticas serían que eso generaría inflación, no
resolvería la pobreza, causaría un déficit fiscal, etc.
Meade por otro lado
ofreció cosas muy extrañas, ofreció un combate frontal a la
corrupción, pero cada vez que lo decía seguramente se mordía la
lengua, se presentó como un candidato ciudadano postulado por el PRI
pero sin ser del PRI, pero esto no fue aceptado por la sociedad.
Pretendió ser reconocido como el candidato más preparado, pero
nuevamente la sociedad mexicana no aceptó ser gobernada por un
tecnócrata quizá porque entre otras muchas cosas México (aún)
valora más a un buen futbolista que a un intelectual, de cualquier
manera Meade no destaca por un gran coeficiente intelectual o una
trayectoria académica sobresaliente.
Por su parte AMLO
tiene muchos defectos, algunas carencias, se juntó con gente muy
cuestionable, personalmente creo que es una persona muy perfectible,
no es un candidato ideal, pero la sociedad entera vio en él a
alguien que claramente es diferente al resto de la clase política.
Entre su equipo hay gente excepcional que sin duda puede hacerle
mucho bien al país, así como gente que no. Sin embargo nadie
capitalizó la esperanza como AMLO, quien tuvo que luchar mucho para
llegar a la presidencia de México, en su vida personal nunca se
encontraron manchas que pudiesen tumbar su carrera, como si se
encontraron en los otros candidatos y la clase política y las
grandes empresas intentaron alzar su voz contra AMLO, lo cual parece
que dejó claro en los mexicanos que AMLO no representaba ni a la
clase política, ni a los grandes capitales, él si es visto como una
persona más del pueblo.
Meade por el
contrario pertenece a las clases privilegiadas de los secretarios de
estado que honradamente ganan decenas de veces más que lo que gana
un obrero, cAnaya por el mismo camino declaró que su matrimonio
recibe alrededor de $400,000.00 pesos mensuales algo así como lo que
ganarían 100 trabajadores en un mes con el salario mínimo de
México.
México es
ineludiblemente un estado plurinacional, su riqueza histórica y
cultural es enorme y comprende un conglomerado de colores muy
intensos que son difíciles enumerar, es un país de tremendos
contrastes.
Entre las sombras
de México tenemos los fantasmas de la corrupción, la maldición de
Malinche de la que hablaba Amparo
Ochoa, la corrupción que se ha calificado como "endémica",
entre muchas otras sombras... los mexicanos conocemos bien esos
rincones de vergüenza. Recomiendo ampliamente leer "El país de
uno" de la magnifica politóloga Denise
Dresser.
Entre las luces de
México tenemos cosas hermosas y grandiosas, quisiera citar a grandes
personajes como Cuauhtémoc,
quien fue el último Tlatoani del imperio mexica y que hizo frente a
los invasores españoles en tiempos en los que México aún no era
patria. También destacar a Aniceto
Ortega, médico y compositor, sin duda un gran ejemplo de
aquellas personas que supieron ver las luces de nuestra tierra y
trabajaron por hacer de este territorio una gran nación.
En las sombras de
México existen fantasmas que pensábamos que nunca nos
abandonarían... hace años escribí que uno de los problemas
fundamentales de nuestra sociedad es el llamado cangrejismo, esa
antigua metáfora de que los mexicanos eramos como cangrejos,
incapaces de unirnos y ayudarnos unos a otros, la metáfora dice
"cuando un mexicano intenta salir del balde, otros lo jalan
hacia el fondo". Lo que la historia nos ha mostrado es que los
partidos que componen el "establishment" mexicano son el
PRI, PAN, PRD y los partidos minoritarios, partidos que se han
alternado el poder (excepto el PRD) y que siempre acababan poniéndose
de acuerdo para tomar decisiones impopulares.
En un país
corrupto "hasta la médula", el pueblo mexicano parecía
ser víctima de una vieja idea romana "divide y vencerás"
y desde que la república mexicana es democrática, la división nos
había hecho vulnerables, México se convirtió en un estado fallido.
Pobreza, corrupción, pésima educación, violencia y otros asuntos
se convirtieron en la normalidad en este estado fallido llamado
México.
Los mexicanos el
primero de Julio de 2018 salimos a votar como nunca antes, rechazando
por primera vez el discurso políticamente correcto de los candidatos
de la modernidad, de la continuidad, rechazamos con todas nuestras
fuerzas a los poderes fácticos y los medios instrumentales que
intentaron engañarnos, demostramos que somos mucho más que un país
de gente mediocre, floja, ignorante, etc, etc...
México esta vez
aceptó tomarse su medicina, aceptó hacerse una cirugía mayor,
aunque doliese, los mexicanos aceptos pagar el costo por un futuro
mejor y este 1 de Julio los mexicanos fuimos algo más que mexicanos,
porque nos levantamos temprano, vigilamos las urnas, nos opusimos de
frente a la compra y coacción del voto, a los medios de comunicación
masiva y a la violencia y al crimen organizado, por nuestra propia
voluntad aceptamos un cambio mayor, por el bien común. Fue
especialmente emotivo ver a ciudadanos defendiendo el voto,
rechazando a los "mapaches electorales" y en general siendo
ciudadanos comprometidos, una actitud tan ajena a la clásica apatía
del mexicano, que sin duda barre con nuestro tortuoso pasado.
La historia nos
enseña que las personas y las naciones si tropiezan dos veces con la
misma piedra, si cometen dos veces el mismo error, pero esta vez
México demostró que puede reinventarse así mismo, que los cánceres
que aquejan a nuestra nación son curables y que esta vez si
aceptamos cambiarnos, del mismo modo en que Andrés Manuel cambió su
discurso, se mostró conciliador y entendió que la confrontación en
México no le iba a servir.
Se ganó la guerra, pero esto no se acaba.
México ya ganó,
no hay marcha atrás, es inevitable e ineludible, las boletas los
muestran y sobretodo los millones de mexicanos que materializaron su
voluntad a través del voto dan cuenta de como el sueño de la
democracia, es decir, que el ´pueblo se gobierne así mismo es
posible, es una realidad que México y los mexicanos hemos ganado,
pero esto no se acaba en la elección.
"La guerra"
por la democracia ha existido en el México profundo desde la
revolución mexicana, desde entonces las batallas por una auténtica
democracia fueron largas y costaron mucha sangre y lágrimas, pero la
guerra ya terminó y ganó la democracia.
Ahora queda lo más
difícil, pero por fortuna el camino recorrido nos va a ayudar con lo
que sigue, lo siguiente es que los ciudadanos no demos ni un paso
atrás, tenemos que exigir hacer que se cumplan las promesas de
campaña que hizo López Obrador, los ciudadanos hemos demostrado que
podemos transformar la realidad el país y así como defendimos el
voto, así haremos todo lo necesario para que el país se transforme
efectivamente, el tigre despertó y anda suelto y vigilará que el
nuevo gobierno cumpla con lo pactado en la fiesta democrática, no
hay opción ni marcha atrás, se exige un cambio verdadero y eso se
ha de tener.
Tenemos que ser
críticos con Morena, tienen que sentir que la ciudadanía los
cobija, pero que también los vigila, necesitamos cerrar todos los
espacios, seguir siendo espejos que vigilen todos los rincones de la
vida democrática del país, que sepan que el mismo tigre que los
eligió como representantes se los puede comer si traicionan el gran
esfuerzo se transformación que se ha realizado.
Es momento de
buscar, exigir y hacer que el gobierno y la ciudadanía sean
congruentes, por fortuna la prensa parece lista para ser un potente
contrapeso, al igual que las instituciones, a los ciudadanos comunes
tengo que decirles que lamentablemente la lucha apenas empieza,
porque no podemos dejar dormir a nuestros representantes, por el
contrario hay que apoyarlos y hacer lo que sea preciso por un México
mejor, desde luego respetando el estado de derecho.