Nuestro sistema económico
está basado en el establecimiento de derechos de propiedad, los
cuales, hasta el momento presente siguen siendo objeto de una
profunda controversia. Por poner un ejemplo histórico,
tradicionalmente se ha considerado que el establecimiento de un
moderno sistema de propiedad privada en la campiña inglesa propició
un incremento sostenido de la productividad agrícola, sin embargo,
tal
y como nos explica el historiador español Carles Sirera,
fueron una serie de innovaciones técnicas, como la máquina
sembradora creada por Jethro Tull, o un nuevo sistema de rotación de
cultivos (sistema Norfolk) que evitaba dejar la tierra en barbecho
durante un año, sin agotar sus nutrientes. La expropiación o
cercado de los bienes comunales, un proceso que a lo largo de varios
siglos privó a los campesinos pobres de los medios para su sustento,
y que culminó, en
muchas ocasiones en insurrecciones populares,
perdería así su justificación utilitaria. Sin embargo, este hecho
sí que fue de importancia capital para la
formación de mercado de trabajo, tal y
como lo entendemos ahora.
La economía neoclásica
aboga porque la asignación privada de los derechos de propiedad es
la mejor manera de conseguir la asignación eficiente de los
recursos. Pero, el debate no es sólo entre propiedad privada frente
a la pública o comunal y, si tiene sentido reducirlo a términos de
productividad, sino de
dónde están los límites del concepto de propiedad. Hemos de tener
en cuenta que la propiedad se define en términos negativos como la
capacidad que tiene quien la detenta de impedir o controlar el
acceso, lo que es mucho más sencillo de ejercer con bienes tangibles
que con los intangibles como es el caso del conocimiento y, no se
trata, como en el caso de la rivalidad de una propiedad inherente ya
que debe ser establecida mediante instituciones. ¿Tiene sentido, en
un mundo lleno, donde ya no existen fronteras abiertas ni siquiera en
África, un derecho de propiedad absoluto, sin ninguna cortapisa, de
forma que nazcan jóvenes en un mundo donde la tierra, los recursos y
el conocimiento han sido completamente privatizados? Formalmente
estos jóvenes seguirán teniendo la libertad negativa, la libertad
de que nadie se oponga a (tener trabajo, propiedad, expresión, etc),
pero será muy difícil convertirlo en libertad efectiva. La libertad
negativa es la que Zygmunt Bauman define como la de aquel que es
libre para salir del país, pero no tiene dinero para comprar el
billete. En un mundo lleno, conseguir un billete es cada vez más
difícil.
Pero, en este artículo
no pretendemos analizar toda la problemática sobre la propiedad,
sino centrarnos en la propiedad de un bien muy especial, el
conocimiento. Según la teoría económica el conocimiento es un bien
no rival, es decir, que yo adquiera todo el conocimiento del mundo
(créeme, me gustaría) no exime a nadie de adquirir todo el
conocimiento que pueda. Entonces ¿por qué restringirlo? Para dar
incentivos a los creadores y por lo tanto fomentar la innovación,
eso nos dicen ¿es cierto?. Para que el mercado pueda funcionar sin
fallos los bienes han de ser rivales y, además, se deben poder
asignar derechos de propiedad de forma que con la protección del
estado pueda ejercer mis derechos ante el resto de la sociedad.
Históricamente, el conocimiento o la información han sido libres,
sin restricciones de acceso o, muy escasas, ya que no se les asignaba
derechos de propiedad. La solución del capitalismo para este fallo
de mercado ha consistido en conceder derechos de propiedad que
permiten ejercer un monopolio sobre el conocimiento. La no rivalidad
no tiene remedio y de ahí derivan los enormes conflictos que se
desarrollan entorno de las patentes o derechos de propiedad
intelectual. Sin embargo, la capacidad de excluir es lo que convierte
a un bien en susceptible de intercambiado en un mercado. Esto genera
una contradicción insuperable, puesto que aparentemente el
capitalismo propugna la libertad de mercado, su ideal es la
competencia perfecta y, en teoría, aborrece los monopolios que no
permiten una asignación eficiente de los recursos, pero en este caso
sin recurrir a ellos el mercado no es posible.
Veamos un caso concreto,
el de la empresa Gilead, farmacéutica que ha comercializado Sovaldi
desde el año 2014. Solvadi es un medicamento contra la Hepatitis C
que contiene la molécula patentada Sofosbuvir como principio activo.
La molécula no fue desarrollada por Gilead sino por Pharmasset,
adquirida por Gilead en el 2011 por un precio de 11.000 millones de
dólares.
Sovaldi presenta varias
ventajas respecto a los medicamentos suministrados hasta ahora: Mayor
eficacia, menor tiempo de tratamiento, menos efectos secundarios, y
una barrera genética
alta, es decir se necesita que se acumulen varias mutaciones para que
se produzca resistencia del virus al medicamento.
El principal problema
para su suministro es el precio, en EEUE el precio por tratamiento es
84.000 dólares, e inicialmente el precio en España se sitúo en
60.000 euros para el tratamiento completo, pero tras negociaciones se
ha rebajado hasta los 25000 euros. En Egipto donde se estima de uno
de cada diez egipcios entre 10 y 59 años está infectado (debido a
una vacunación masiva, hace decenios, con jeringuillas no
esterilizadas) el precio es de 990 dólares. En la India donde la
población infectada ronda los 12 millones de personas (la
suma de infectados de Estados Unido y Europa juntos) laboratorios
indios han llegado a un acuerdo con Gilead para la
fabricación del medicamento como genérico (a cambio de un canon por
las ventas) que podrá venderse a un precio previsto de 700 euros no
sólo en la India sino en otros países con rentas bajas.
El alto precio en Estados
Unidos ha provocado la apertura de una investigación por el Senado,
del documento donde requiere información a Solvadi se
puede extraer:
- Que el coste de
desarrollo durante los años 2009, 2010 y 2011 es de 62,4 millones de
dólares.
- Que los costes de
publicidad y promoción se han incrementado de 116,6 millones de
dólares hasta los 216,3 millones de dólares en 2013 ¿de verdad
hace falta publicitar un medicamento que es la única cura para una
enfermedad grave?
- Que el precio previsto
por Pharmasset para su lanzamiento en Estado Unidos era de 36000
dólares (para Europa el precio previsto era un 60-70% del precio
previsto en US).
Los
ingresos de Gilead para el tercer trimestre de 2014 se incrementaron
un 117 %, desde los 2,78 mil millones en el tercer trimestre de 2013
a los 6,04 mil millones de dólares. Los ingresos netos para el
tercer trimestre de 2014 (excluyendo los relacionados con:
adquisiciones, reestructuración y opciones sobre acciones como
gastos de compensación) fue de 3 mil millones de dólares para el
tercer trimestre del 2014. Las ventas durante el tercer cuarto del
2014 se han incrementado un 120% en un año.
Desde la lógica del
sistema actual, basado en deuda, donde Gilead ha de responder ante
las expectativas de recuperar la inversión lo antes posible y
generar cuanto más beneficios mejor a sus inversores, la
comercialización del medicamento ha sido un éxito. La mayor parte
de las acciones de la empresa, un 85%, está en manos de inversores
que manejan los principales fondos de inversión, planes de
pensiones,.. y en concreto de las cuatro mayores empresas de gestión
de inversiones globales: Vanguard Group, Fidelity Investment, State
Street Corporation y Capital Group, esta última a través de su
división Capital Research Global Investors.
El control total de la
patente ha permito a Gilead monopolizar la fabricación, ya que la
patente es un título que reconoce el derecho de explotar en
exclusiva la invención patentada, impidiendo a otros su fabricación,
venta o utilización sin consentimiento del titular. Como
contrapartida, la Patente se pone a disposición del público para
general conocimiento.
El derecho otorgado por
la patente de Pharmasset no es tanto el de la fabricación, el
ofrecimiento en el mercado y la utilización del objeto de la
patente, que siempre tiene y puede ejercitar el titular, sino, sobre
todo y singularmente, "el derecho de excluir a otros" de la
fabricación, utilización o introducción del producto o
procedimiento patentado en el comercio. La patente puede referirse a
un procedimiento nuevo, un aparato nuevo, un producto nuevo o un
perfeccionamiento o mejora de los mismos. La duración de la patente
es de veinte años a contar desde la fecha de presentación de la
solicitud.
El objetivo por tanto de
las patentes es proteger la innovación, pero en el caso de Gilead no
ha habido innovación y desarrollo. Gilead se ha apoderado de la
investigación de otros mediante la compra financiada por grandes
operadores económicos que poco o nada tienen que ver con la
investigación pero que buscan nichos donde puedan obtener mayores
beneficios.
Uno de los efectos más
inmediatos es la imposibilidad de acceder por parte de las clases con
menos poder adquisitivo a este tipo de artículos de primera
necesidad, es endeudarse para poder disponer de ellos.
En todo caso, también se
ha de considerar que cualquier innovación científica se basa en
otra anterior, nada surge de la nada. Para el desarrollo de una
molécula como el Sofosbuvir que inhibe la reproducción del ARN del
virus ha sido necesario amplios conocimientos a lo largo del tiempo
de bioquímica, física, química, ingeniería, matemáticas,
informática,...y en gran parte con investigación pública como por
ejemplo el proyecto Genoma Humano. La paradoja es que la asignación
de derechos de propiedad que se suponen un fomento a la innovación,
se convierten en su mayor obstáculo, pues el conocimiento medra
cuando se comparte. Es de la asociación y cooperación entre los
científicos de donde surgen los mayores avances, como dijo Isaac
Newton: “Si he visto más lejos ha sido porque estaba subido a
hombros de gigantes”.
Sin ese conocimiento
previo, que perfectamente puede suponer más del 99,99% del coste de
investigación, no habría sido posible el desarrollo de este
producto. Y aquí está la paradoja, como decíamos el conocimiento
es un bien no rival, y economistas ortodoxos, es decir neoclásicos
(no estamos hablando para nada de marxistas o revolucionarios, sino
todo lo contrario), han editado un libro llamado Against
Intellectual Monopoly, en el que
cuestionan la narrativa sobre la innovación. Su argumentación, que
sustentan en el estudio de un buen número de casos históricos como
por ejemplo la máquina de vapor de James Watt, se basa en el hecho
probado de que la innovación es un camino de pasos sucesivos,
pequeñas innovaciones sobre algo ya existente. La patente, o la
propiedad intelectual, lo que hace es detener ese proceso de
innovaciones sobre el conocimiento pasado. Y aquí Gilead es un caso
paradigmático, porque no sólo su producto se basa en una fuerte
inversión pública anterior, sino que además ha comprado a base de
crédito todo el resto de empresas investigadoras en el terreno de
los antivirales. De esta forma ha construido monopolio sobre
monopolio, y augura un futuro, mientras se mantenga este concepto de
propiedad, negro para los enfermos de clases bajas y medias.
Pero el modelo de
propiedad que existe en occidente no es el único, India tiene una
legislación restrictiva al respecto, que reconoce como verdadera
innovación sólo aquello que supone cambios sustanciales respecto a
productos precedentes. Gracias a eso, muchos enfermos en países
emergentes podrán tener acceso a este medicamento.
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