El Aura, según Walter
Benjamin, es lo que se percibe de una obra de arte bajo una serie de
condiciones. Primero de todo tienen que estar presentes ambos, tanto el sujeto
que recibe como el objeto observado. Como ejemplo más claro y puro para la
presencia de Aura usa Benjamín la contemplación de una montaña o un árbol, en
fin un objeto en la misma naturaleza. Partiendo de esta manera de contemplar
sin analizar, Benjamin desarrolla un argumento sobre la pérdida del Aura cuando
se empezó reproducir el arte con la tecnología a finales del siglo XIX, con la
fotografía, litografía y el cine. Para Benjamin el Aura es un estado aislado y
subjetivo de un individuo ante un objeto de culto o una obra de arte.
Conceptual-mente el no hace diferencia entre un tótem, el crucifijo o un cuadro
impresionista.
En su ensayo “la obra de
arte en la época de su reproductibilidad técnica” de 1936 propone el término
“asocial” como el más acertado para un estado de contemplación de una obra de
arte. El observador entra en una mediación sobre el significado simbólico de la
obra que no se puede compartir con otro sujeto. El Aura es un proceso de
aislamiento contemplativo que solo se puede permitir la clase más privilegiada
de la sociedad debido a su ausencia de amenazas esenciales en la vida material
y real. La reproductibilidad técnica del arte es para Benjamin la
posibilidad para las masas tener acceso a un discurso artístico y sacarlo del
entorno de élites asociales y permite responder y reaccionar de manera
colectiva. Discutir y reflexionar con términos comunes sobre los objetos del
arte y su significado para la sociedad.
.
Eberhard
Heiland 1988
- " El Aura de los fundidores"
En el curso de este
ensayo también entra más en los aspectos simbólicos de la política, busca la
existencia o ausencia de Aura en las ideologías dominantes de su época y afirma
de la siguiente manera:
"El fascismo busca
organizar a las masas proletarias, recién formadas, sin interferir con las
relaciones de propiedad que ellas buscan erradicar. Él ve su salvación al dejar
que las masas se expresan (pero ciertamente no en dejar que lleguen a su
derecho). Las masas tienen el derecho a cambiar las relaciones de la propiedad,
pero el fascismo busca darles una expresión en su preservación. El fascismo en
consecuencia conduce a una estetización de la vida política.
(...) La violación de las masas, que él fuerza
en el culto de un líder, corresponde a la violación de un aparato que utiliza
para crear valores de culto.(...) esto es de lo que se trata con la
estetización de la política, con la que opera el fascismo. El comunismo le
responde con la politización del arte".
Leyendo esto
inmediatamente se me hacen imágenes muy recientes espacio en la memoria. Son
observables en tantos núcleos políticos en Europa hoy en día donde incluso
podemos observar ambas estrategias a la vez en el mismo grupo político. Todos
ellos tienen en común que permiten mucho espacio a la expresión masificada pero
sin tocar las relaciones y condiciones reales de la gente. Usan la reproducción
técnica de su simbología, su aura - para promocionar un aislamiento
contemplativo y asocial. Un “aislamiento uniforme” en un culto simbólico que
permite la catarsis y la contemplación como máxima expresión, pero sin permitir
que se toce el dominio del poder sobre la realidad material. La contemplación
agresivamente promocionada acaba en la obsesión de proteger lo que es propio.
La vieja y bien conocida obsesión de los reaccionarios: el atesoramiento de
valores tradicionales ya que los valores reales y materiales no se les permite
modificar.
Benjamin veía una
oportunidad en la reproductibilidad técnica del arte para cambiar el dominio de
la contemplación asocial, de la simbología y del culto, hacia una discurso
compartido y justo sobre las cosas reales. Hoy vemos que las masas rechazan
este discurso sobre las cosas reales a favor de mera expresión masificada. De
nuevo nos acomodamos en el rol del idólatra, se nos sugiere que esto es
suficiente para crear un “mundo mejor”, seguir a los líderes y símbolos, que
lejos de cambiar la realidad de la gente, siguen aislando a la gente entre sí
con objetivos demasiado trascendentales, casi metafísicos sobre los que cada
uno interpreta otra cosa pero todos bajo la misma premisa: Unidos por la
tierra.
¿Qué pasaría si
pensáramos un poco más cubista en vez de jurar a banderas y contemplar escudos?
El cuadro "le canigou" de Juan Gris del 1921 muestra una naturaleza
muerta en estilo cubista. Muestra el macizo montañoso del Canigou desde una
ventana. Se aprecian muchos objetos abstraídos que todavía están en la
habitación, pero se solapan en la perspectiva con el pico de la montaña a lo
lejos, el borde de la mesa y el marco de la ventana. El acto contemplativo de
inmersión es posible aquí solo con mucho esfuerzo. El observador se ve obligado
a materializar y determinar los objetos individuales en la imagen antes de que
pueda contemplar el poder simbólico y de mito de esta montaña y entonces
separarse nuevamente de la realidad material de lo representado.
Un juego entre análisis
materialista y meditación subjetiva. Una posibilidad para el humano de pensar
sobre el mismo y el mundo fuera de el, poniendo el "y" entre los dos,
en el foco de todo afán.
1. El texto original como fuente de traducción es la edición autorizada por
el autor del año 1939.
https://de.wikisource.org/wiki/Das_Kunstwerk_im_Zeitalter_seiner_technischen_Reproduzierbarkeit_(Dritte_Fassung)
Sehr interessanter Denkansatz. Finde es gut, dass jemand heutzutage Walter Benjamin nicht als Denkmal sieht, sondern ihn ohne Komplexe auf die aktuelle Situation "anwendet". So ehren wir die Klassiker.
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